Pensar la economía popular solidaria en clave de la comunalidad desde las experiencias de la Sierra Norte de Oaxaca

Norihisa Arai[1]
UNAM

La solidaridad en clave del don

En una investigación anterior (Arai, 2020), he señalado la tendencia de algunos teóricos de la economía solidaria (Altvater, 2012; Lavaille, 2004), quienes han desatendido la relación basada en la lógica del don/reciprocidad[2] que compone el núcleo de la ontología de la solidaridad. En el mismo concepto de solidaridad subyacen las narrativas de justicia social, que desde la óptica del don más bien se entienden como la “ética del don”, las cuales permiten activar y reactivar el llamado “comunismo de base”, el concepto que define David Graeber de la siguiente manera: “Lo denominaré «comunismo de base»: el acuerdo en que, a menos que se consideran enemigos, si la necesidad es suficientemente grande o el coste suficientemente razonable, se entiende que se aplica el principio de «cada cual según sus posibilidades, a cada cual según sus necesidades»” (2012:128).

Esta prestación comprendida como una circulación del dar-recibir-devolver tiene la capacidad de deslindarse del sistema mercantil creando sus propios espacios autónomos desde las prácticas populares y cotidianas basadas en la idea del apoyo mutuo. En este sentido, cabe señalar la revalorización de este espacio de la ayuda mutua planteada por Piotr Kropotkin (2016) o la recuperación de las prácticas del don en la sociedad moderna propuesta por Marcel Mauss (2009) que apuntaban en el mismo horizonte de la superación de la visión homo-economicus que llegó a convertirse en el nuevo “sentido común” del espíritu moderno.

Esta visión crítica posteriormente fue heredada por Karl Polanyi, quien encuentra tres pautas en la interacción humana, las cuales consisten en la reciprocidad, la redistribución y el intercambio equivalente (Polanyi, 2014: 194). En crítica de la primacía de lo económico sobre lo social con la consolidación del sistema capitalista, para Polanyi es esencial entender que la economía humana está integrada en instituciones económicas y extraeconómicas[3] (2014: 193). Desde su perspectiva, señala que el intercambio mediado por la lógica mercantil se separó de la relación abigarrada entre las tres pautas que convivían en la esfera de lo social (Polanyi, 1977: 55). Entonces el desafío radica en la reintegración de lo económico a lo social comprendida como un aterrizaje epistémico del homo-economicus a homo-comunicans (Imamura, 2016), que se trata de un sujeto que no considera el intercambio mercantil como el medio único para la interacción humana. Esta conclusión nos parece sencilla, sin embargo, a la hora de su puesta en práctica, resulta un reto complejo, puesto que desde la vida contemporánea altamente mercantilizada no es una labor fácil construir un imaginario del sujeto que se deslinda del sistema dominante.

Acercamiento a las experiencias de la comunalidad

En cuanto a las instituciones del don/reciprocidad y del apoyo mutuo, América Latina ofrece diversas perspectivas por las abundantes experiencias de los pueblos indígenas y campesinos. Entre ellas quisiera destacar las prácticas comunitarias de la comunalidad de la Sierra Norte de Oaxaca,[4] para a partir de esto entender cómo se pueden reproducir las formas autónomas de la organización comunitaria con las lógicas mencionadas anteriormente. La comunalidad, entendida como una filosofía comunal que representa el bloque mesoamericano, surge de los debates entre los antropólogos de la Sierra Norte zapoteca y mixe, bajo el contexto histórico de la lucha política y territorial de estos pueblos. Entre ellos, se destacan las figuras de Jaime Martínez y Floriberto Díaz quienes realizaron una abstracción de los elementos comunes que representan el modo de vida de los pueblos indígenas de Oaxaca.

Siguiendo a Díaz (2007) la comunalidad consiste en los siguientes cinco elementos: 1) el territorio, 2) el trabajo colectivo, 3) el consenso en asamblea, 4) el servicio gratuito (autoridad), y 5) los ritos y ceremonias (2007: 40). Entonces, primeramente, existe el territorio como espacio comunitario fundamental para la reproducción de la identidad de los pueblos serranos. Todos los elementos de la comunalidad que posteriormente se mencionarán, están directamente ligados con la territorialidad de estos pueblos, la cual muchas veces se extiende hasta las grandes urbes en México y Estados Unidos por la histórica migración.

Dentro de estos elementos, es importante mencionar que el territorio está ligado con el medio de producción. Los trabajos relacionados con la subsistencia en los espacios como la milpa nos proponen reinterpretar el significado de estas labores, puesto que, en ellas, la diversión y la convivencia son elementos esenciales para la vida comunitaria. Además, la asignación del día laboral se determina por la voluntad de los propios comuneros, lo cual deja un margen para decidir el quehacer de cada día. Los trabajos autónomos de la milpa cumplen funcionalidades específicas sin generar el llamado “trabajo sin sentido (bullshit jobs)” (Graeber, 2018), ya que todas las tareas están ligadas con la producción y, a la par, la reciprocidad es demandada por las necesidades internas de la comunidad. Aquí, lo social, lo económico y lo cultural están unidos de forma inseparable (Collin, 2021: 20).

La anterior reflexión naturalmente se extiende al segundo punto: el tequio o el trabajo colectivo. Para esta labor comunal cuya convocatoria es constante a lo largo del año, dependiendo de las necesidades colectivas, la participación de los comuneros es de carácter obligatorio. Desde la perspectiva del don, el tequio se comprende como reproducción de la cadena de la reciprocidad que sustenta la formación de los sujetos comunitarios quienes ofrecen la fuerza laboral y el tiempo sin procurar el valor económico utilitarista.

Por ejemplo, en la Sierra Norte zapoteca existe la llamada gozona[5] como un elemento de ayuda mutua a nivel más personal e interfamiliar. Se ofrecen prestaciones de servicios sin intervención monetaria en los trabajos alrededor de la milpa, los cuales constan de todo el proceso desde que comienza la roza de la tierra hasta la cosecha. O bien, se solicita ayuda también en otros trabajos relacionados a la construcción de nuevas viviendas privadas. Aunado a lo anterior, en el marco de la gozona, existen los apoyos recíprocos en el ciclo de vida que se basan en los dones realizados en las distintas etapas de vida que comienzan por el bautizo y terminan con el funeral.

Por otro lado, la asamblea comunal, como una instancia política que representa la autonomía de la Sierra Norte de Oaxaca, se realiza periódicamente y asisten personas de entre 18 a 60 años. Es común que ésta se celebre periódicamente despendiendo de los pueblos, pero en caso de surgir problemas urgentes que atender, la frecuencia de estas reuniones tiende a aumentarse hasta llegar a un punto de acuerdo. Con la participación democrática, la “ética del don”[6] se forma a través de las sanciones realizadas por algún incumplimiento o falta que cometen los integrantes que no han cumplido sus deberes. En fin, podemos comprender que la cualidad de esta forma asamblearia de organización está en la autodeterminación que prescinde del gobierno federal y estatal con una mayor transparencia. La asamblea entonces es la instancia máxima de la política comunitaria de autogobierno, donde se determina la direccionalidad a corto, mediano y largo plazo de la comunidad.

El sistema de cargos, en este sentido, existe como un mecanismo para facilitar la organización comunitaria de trabajos colectivos, asambleas y fiestas patronales, en general conformándose a la política administrativa de estos pueblos. En general, estos cargos se categorizan en tres o cuatro niveles, según la importancia que se va alcanzando, empezando el presidente como el cargo más importante y de más responsabilidad. Los cargos se asignan en la asamblea comunal por turnos y la obligación se sostiene mediante una serie de sanciones comunitarias, y pocas veces los asignados se niegan a aceptarlo, dado que la negación de la responsabilidad sin justificación genera un disgusto profundo entre los habitantes de los pueblos, por lo cual no se les puede garantizar una convivencia armónica. Aquí, cabe agregar que, este sistema ascendente funciona de manera pedagógica para ir comprendiendo cómo funcionan los cargos y la comunidad.

Por último, existe la ritualidad representada por las fiestas comunales de la Sierra Norte. Se podría comprender que lo que sucede en los días de fiesta es una especie de “explosión del don”, celebrando los días de festejo sin poder distinguir quién es el donador y quién es el donatario, puesto que todos ofrecen obsequios o servicios, mientras todos los reciben, de manera sincrónica y casi simultánea. Los habitantes, los invitados y los municipios gastan una enorme cantidad de recursos para la preparación de estos eventos.

Para los días de fiesta patronal, los pueblos se llenan de alegría con la visita de los pueblos aledaños y el retorno de los migrantes que viven en las ciudades de México y de Estados Unidos. En estos encuentros, las bandas comunitarias de música de viento son los protagonistas de los eventos con piezas musicales compuestas por ellos mismos (zapotecos y mixes). La banda es también un cargo que se presta a través de acuerdos recíprocos (gozona). Todos los elementos mencionados anteriormente constituyen la comunalidad, la cual, por tanto, se entiende como una fuente de reproducción identitaria a través de las prácticas cotidianas y cíclicas de la vida de la Sierra Norte de Oaxaca.

Reproducción subconsciente de la autonomía comunitaria

Como ha expresado bien Maurice Godelier (1998), el “enigma” del don consiste en la razón de la devolución. Ello se debe a que, cuando se trata de las experiencias del “don puro”,[7] estas transacciones muchas veces se realizan inconscientemente. Es decir, las narrativas y la ética del don en el trasfondo de estas relaciones comunitarias no se forman conscientemente. Al respecto, por ejemplo, David Graeber (2012) señala el riesgo de las interpretaciones simplistas que dan por un hecho dado este tipo de relaciones de intercambio, así como muchas otras, como partes subyacentes de un determinado sistema social, y, en ese sentido, ven a la cultura vista como un todo inmutable. Así, el don puede parecer un malabarismo interpretativo conveniente para el fin de la investigación (Graeber, 2012: 149-150).

Lo anterior explica la dificultad de investigar sobre la relación recíproca en el interior de las comunidades, puesto que la razón de la realización del don no resulta tan evidente al preguntar a los comuneros. En el trabajo de campo en la Sierra Norte, muchas veces las respuestas obtenidas respecto a la motivación para la realización del don no han sido del todo claras o bien no eran conscientes de ello hasta que se les indicaba. Podemos inferir entonces que el resultado de estas actitudes son las prácticas tradicionales que se han heredado por años, siendo al mismo tiempo praxis cotidianas que se han normalizado a través de la repetición.

Sin embargo, en esta repetición cíclica de las prácticas recíprocas inconscientes subyacen las claves para superar la visión utilitarista de la vida, presentándose una alternativa para repensar la economía humana. La relación del don/reciprocidad, en este sentido, está sumergida en las prácticas cotidianas, permitiendo un acercamiento de lo económico a lo social. Esto nos permite concluir que la comunalidad se puede comprender como un mecanismo reproductivo de las experiencias comunitarias que crean y recrean “lo común”.

Las experiencias que la comunalidad nos plantea nos obligan a cuestionarnos la posibilidad de construir alternativas viables al sistema económico dominante mercantilizado e individualista. No obstante, desde estas experiencias sí podemos inferir que la dualidad territorio-identidad es clave para construir un tipo de relaciones alternas que, en el marco de la comunalidad, afianzan ejercicios autonómicos que hacen posible pensar en una vida más allá de las prácticas mercantiles dominantes.

Bibliografía

Altvater, Elmar
2012 El fin del capitalismo tal y como lo conocemos, Barcelona, El viejo topo.

Arai, Norihisa
2020 “La reconsideración del don/reciprocidad como el núcleo de las economías alternativas: un análisis desde la Comunalidad de la Sierra Norte de Oaxaca”, Otra Economía, vol. 13, número 24, pp.61-76.

Barabas, Alicia Mabel
2017 Dones, dueños y Santos: ensayos sobre religiones en Oaxaca, Ciudad de México: INAH / Miguel Ángel Porrúa.

Collin Harguindeguy, Laura
2021 “La milpa como alternativa sustentable orientada al buen vivir”, Scripta Ethnologica, vol. 43, pp. 9-36.

Coordinación General del Comité Estatal de Planeación para el Desarrollo de Oaxaca (COPLADE)
2017 Diagnóstico regional de Sierra Norte, Gobierno del Estado de Oaxaca. Recuperado de https://www.oaxaca.gob.mx/coplade/wp-content/uploads/sites/29/2021/04/DR-Sierra-Norte-03.pdf

Derrida, Jacques
1995 Dar (el) tiempo. I. La moneda falsa, Buenos Aires, Paidós.

Díaz Gómez, Floriberto
2007 Escrito. Comunalidad, energía viva del pensamiento mixe, México D.F., UNAM.

Godelier, Maurice
1998 El enigma del don, Buenos Aires, Paidós.

Graeber, David
2012 En deuda: una historia alternativa de la economía, Barcelona, Ariel.

Graeber, David
2018 Trabajo de mierda: una teoría, Barcelona, Ariel.

Imamura, Hitoshi
2016 Homo comunicans. Tokio, Kodan-sya Gakujyutsu Bunko.
[2016 『ホモ・コムニカンス 交易する人間』講談社学術文庫.]

Kropotkin, Piotr
2016 El apoyo mutuo: un factor de evolución, Logroño, Pepitas de calabaza.

Laville, Jean-Louis
2004 “El marco conceptual de la economía solidaria”, en Jean-Louis Laville (comp.), Economía social y solidaria: una visión europea, Buenos Aires, Fundación OSLE / Editorial Altamira, pp. 207-235.

Malinowski, Bronislaw
1986 Los argonautas del Pacífico Occidental, Barcelona, Planeta – De Agostini.

Mauss, Marcel
2009 Ensayo sobre el don, Buenos Aires, Katz Editores.

Polanyi, Karl
1977 The Livelihood of Man, Cambridge, Academic Press.

Polanyi, Karl
2014 Los límites del mercado; reflexiones sobre economía, antropología y democracia, Madrid, Capitán Swing.

Sahlins, Marshall
1977 Economía de la edad de piedra, Madrid, Akal.


  1. Doctor en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Correo: norihisa.arai23@gmail.com.

  2. Pese a los debates históricos existentes, sobre todo desde la filosofía y la antropología, que tienden a pensar la diferencia entre el don sin devolución (por ejemplo, don puro o don ternario unilateral) y la reciprocidad (tres obligaciones de dar-recibir-devolver), considero que esta yuxtaposición es válida, ya que como lo afirma Jacques Derrida (1995), se considera que la esencia del don/reciprocidad consiste en la donación del tiempo que constituye una relación alterna al intercambio equivalente.

  3. Esta perspectiva de la economía integrada a lo social concuerda con la noción de hechos sociales totales, propuesta por Marcel Mauss en el Ensayo sobre don.

  4. La Sierra Norte es un espacio de geografía compleja que cuenta con 68 municipios y 635 localidades que configuran tres distritos: Ixtlán, Villa Alta y Mixe. Con una superficie de 8,944.77 km2, y una población total de 173,161 habitantes, se conserva un nivel alto de hablantes de algún idioma indígena (76.6%) con el porcentaje de auto-adscripción de más de 90% (COPLADE, 2017).

    El presente trabajo es una reflexión que se entiende como un fruto de numerosos trabajos de campo y convivencias que he experimentado a partir de 2018 en la zona, sobre todo en el distrito de Villa Alta.

  5. Ampliamente conocida como la “faena” en otras regiones, la gozona en la Sierra Norte zapoteca es la denominación propia del sistema de ayuda mutua. Se escribe también como gwzón.

  6. En el contexto oaxaqueño, es un concepto de Alicia Barabas (2017), partiendo de la idea de la reciprocidad equilibrada de Marshall Sahlins (1977): “para explicar la obligatoriedad de los intercambios recíprocos no podemos olvidar los factores económicos y sociales que constituyen su meta, pero parece ser necesario comprenderla también a partir del código moral cultural. Y este código moral es parte activa de una ética del don, en la que se ponen en juego valores fundamentales de las sociedades de pequeña escala: el honor, la palabra empeñada, el prestigio, el compromiso, el respeto, el nombre de la familia, la buena vecindad, la amistad, el afecto y el gusto por dar a los que se estima” (Barabas, 2017: 171).

  7. Malinowski (1986: 242) considera que el “don puro” es una transacción unilateral sin esperar nada a cambio entre los integrantes familiares de parentesco más cercano.