Pandemia en tiempos de dictadura, el caso de Nicaragua

María José Díaz Reyes.

Estudiante de doctorado de Antropología, CIESAS CDMX 2019-2023


Imagen: Cesar Perez, tomado de https://www.facebook.com/photo?fbid=2887085864711591&set=a.116707895082749

En el marco de la pandemia que azota al mundo, se realiza la siguiente etnografía digital acerca de algunos discursos que explican la compleja realidad nicaragüense, que vive la pandemia en tiempos de dictadura. Por un lado, se analizan discurso que exponen la incapacidad y negligencia del gobierno nicaragüense para hacer frente a la emergencia sanitaria y sus funestas consecuencias que esto podrá traer para el país centroamericano y por otra parte se analizan discursos que dan cuenta de la forma en que la propia sociedad ha debido organizarse para denunciar y tratar de contrarrestar los efectos del Covid-19.

El duro y extenso contexto de dolor de la sociedad nicaragüense

Desde abril del 2018 el pueblo nicaragüense ha librado una dura resistencia al oponerse a los reiterados ataques de parapolicías y policías liderados por el gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) al mando de Daniel Ortega Saavedra como presidente y su esposa Rosario Murillo como vicepresidente. Es de conocimiento general que en el 2018 este gobierno fue acusado internacionalmente por crímenes de lesa humanidad y no es para menos, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI, 2020) entre el 18 de abril y el 30 de mayo del 2018 registró 109 asesinatos, más de 1400 heridos y más de 690 presos políticos, de acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, 2020), los asesinados entre el 18 de abril y el 19 de junio llegan a 212 personas, el informe Anual de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas (Naciones-Unidas, 2020) menciona que existen 80,000 solicitudes de refugio de ciudadanos nicaragüenses, la mayoría de éstas en San José, Costa Rica.

El recuento de los asesinados desde abril del 2018 hasta el año 2020 ha ido en aumento, existe un sub registro de los asesinatos selectivos de campesinos que desde sus propias comunidades han sido torturados y luego asesinados por parapoliciales. Organismos nacionales de derechos humanos denuncian violencia estatal que ha dejado a más de 400 asesinados.

Conociendo la historia de América Latina, algunas personas han sostenido que la Rebelión de Abril fue gestada desde Estados Unidos, lo que otros consideran fuera de lugar si se piensa que, para esa fecha, el gobierno de Ortega era uno de los mejores alumnos del BID, FMI y sus políticas sociales y económicas estaban en consenso con el Gran Capital nicaragüense, la forma de conducir económicamente el país era de total agrado de la mirada de Estados Unidos.

Quienes intentan deslegitimar la movilización popular y al mismo tiempo defienden la pasada revolución nicaragüense de 1979 se les olvida que una de las principales condiciones que posibilitó el triunfo de la Revolución fue el masivo apoyo popular que recibió en su última etapa, así lo expresó uno de sus máximos líderes, el general Humberto Ortega en 1983 “El movimiento de las masas fue por delante de la capacidad de la vanguardia de ponerse al frente…” (Ortega:, 1983, pág. 15), lo que sucedió en Nicaragua en abril del 2018 no debería ser leído tan a la ligera, ni debería desmeritarse la movilización masiva de un pueblo, no es posible leer a la Nicaragua del 2018 con los lentes de 1979, no sólo el tiempo es otro, lo cierto es que el FSLN también es otro, mutó en el camino.

El FSLN fue oposición hasta el año 2006, llegó nuevamente al poder gracias a las mutaciones que tuvo que hacer internamente (Puig, 2009), desde que el FSLN perdió el poder en el año 1990 y hasta la fecha, ha sido fuertemente cuestionado por diferentes motivos, principalmente: La repartición de bienes del Estado en el año 1990; la denuncia por violación que hizo Zoilamérica Narváez contra Daniel Ortega; el pacto de 1998 entre FSLN y los Liberales que modificó la Constitución Política y que posibilitó el retorno del Frente Sandinista; la penalización del aborto terapéutico y con ello la persecución en contra del movimiento feminista; la creación de agendas legislativas de la mano con el gran capital; la concesión canalera (Nicaragua A. N., 2020) a una empresa china, con la que despojarían de sus tierras a miles de campesinos; el acomodo jurídico de leyes municipales a fin de supeditarlas a los lineamientos del FSLN; el hecho de que Daniel Ortega violentara la constitución política para hacer vicepresidenta a su esposa, Rosario Murillo; el desmantelamiento de la independencia de los cuatro poderes del Estado y el control absoluto de las cadenas de mando, tanto de la Policía Nacional como del Ejército.

La generación de jóvenes que lideró la Rebelión de Abril (de barrios empobrecidos de todo el país, del histórico sandinista barrio indígena de Monimbó y estudiantes de universidades públicas y privadas), son justamente los nietos de la revolución sandinista, albergan una memoria social trasmitida por sus familiares. Una parte de esta generación de jóvenes provenían de familias sandinistas y haciendo uso de los recursos memoriales decidieron pronunciarse frente a lo que consideraban era un límite.

En abril del 2018, decenas de jóvenes se autoconvocaron para protestar cívicamente lo que nombraron como inoperancia gubernamental frente al incendio del principal bosque nacional llamado Indio Maíz. Días después al incendio, sin haber sido sometido a un proceso de debate público previo, el gobierno del FSLN publicó en el diario oficial una reforma a la seguridad social que incrementaba los aportes de trabajadores y empleadores, y establecía una detracción del 5% en la pensión de las personas jubiladas, asignada a cubrir la asistencia médica garantizada en el artículo 3 de la Ley de Seguridad Social. Esta situación produjo nuevas protestas pacíficas autoconvocadas por estudiantes universitarios, feministas y personas de la tercera edad, quienes fueron brutalmente reprimidas por el aparato policial y por fuerzas parapoliciales.

La sociedad nicaragüense que se opone a la violencia estatal, además, ha tenido que luchar en el escenario internacional para demostrar que aquel héroe de 1979 se fue convirtiendo en un perpetrador, se libran ahora batallas por salvaguardar la vida, la libertad, alcanzar justicia, y se libran además batallas simbólicas en el orden de la memoria social sobre el pasado reciente. Es en este duro y extenso contexto que la sociedad nicaragüense recibe la noticia de la existencia de la pandemia llamada COVID-19. ¿Cómo una sociedad enfrenta a este mortal virus en tiempos de dictadura?

Una pandemia anunciada, una pandemia negada

El 11 de marzo del 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró al Covid-19 como una pandemia (OMS, 2020), en la misma locución la organización planteó “Si los países se dedican a detectar, realizar pruebas, tratar, aislar y rastrear, y movilizan a su población en la respuesta, aquellos que tienen unos pocos casos pueden evitar que esos casos se conviertan en grupos de casos, y que esos grupos den paso a la transmisión comunitaria.”, fue hasta el 15 de abril que por primera vez el presidente Daniel Ortega (Ortega, Canal 4, 2020) -acompañado de diez funcionarios- se presentó y en un discurso de media hora afirmó “Estoy convencido de que esta pandemia, este virus que se ha multiplicado por todo el planeta, sí que no hay fuerza alguna, barrera, muro alguno que pueda bloquearlos; no hay manera.” En esa misma aparición, Ortega informó que solamente había una persona fallecida a causa de Covid-19.

Quizás lo más destacado de este discurso es que proviene de uno de los pocos presidentes que de forma reiterada se ha negado a sostener dos de las principales normas mundiales de prevención: la distancia física y cuarentena preventiva o lo que popularmente es llamado como “Quédate en casa”.

En el discurso del 15 de abril, el presidente sostiene que es imposible parar las actividades económicas, “en medio de esta pandemia, no se ha dejado de trabajar, porque aquí si se deja de trabajar el país se muere, y si el país se muere, el pueblo se muere, se extingue, si los campesinos dejan de sembrar para cosechar […] en medio de los mayores tragedias somos un pueblo trabajador, que sabe cultivar bien, somos un pueblo que por hambre no se va a morir” , sin embargo, aunque solamente menciona las actividades productivas, el gobierno -a la fecha- no ha dado la orden de parar las actividades no esenciales, así vemos cómo en todo el país los bares, discotecas, centros recreativos, restaurantes -entre otros- siguen estando abiertos.

También el presidente en su discurso enuncia la importancia de seguir las medidas del sistema de salud: “guardando las normas que va dictando el sistema de salud […] y esto se multiplica [la difusión de las normas] por todos lados, y se multiplica no solo transmitiendo las normas por medios de comunicación, sino llegando a visitar casa por casa, para explicarles, entregarles el folleto y explicar a la familia cómo protegerse de esta pandemia y eso es lo que puede explicar y explica el por qué la pandemia ha avanzado lentamente”, (Ortega, Canal 4, 2020) la medida tomada –de visita casa a casa- está contra indicada por la mayoría de los estados del mundo, pero en Nicaragua el gobierno informó que al 30 de abril ha dado charlas preventivas a cuatro millones de personas de las seis que existen en el país.

Las cifras dadas por el gobierno de Ortega y Murillo sobre contagios, pruebas realizadas, y muertos a razón del COVID-19 distan mucho del resto de la realidad centroamericana, según el informe 25 del Sistema Integración Centroamericana (SICA S. I., 2020) al 30 de abril Costa Rica (frontera sur de Nicaragua) reportó a 719 confirmados, 338 recuperados y 6 fallecidos, Honduras (frontera norte) reportó a 771 confirmados, 79 recuperados y 71 fallecidos, El Salvador reportó a 395 confirmados, 118 recuperados y 9 fallecidos, Nicaragua sin cerrar sus fronteras, sin suspender clases, convocando a eventos masivos y sin proteger a quienes están en el sistema de salud, reportó ante el SICA la existencia de 14 confirmados como positivos a Covid-19, 7 recuperados y 4 fallecidos. El gobierno de Costa Rica y de El Salvador han manifestado públicamente su desconcierto y hasta llegaron a plantearse llevar acciones internacionales contra el gobierno nicaragüense por inacción ante Covid-19 (Infobae, 2020).

En el discurso emitido por Ortega el 15 de abril afirmó que del 11 de marzo al 15 de abril se habían reportado 1237 fallecidos, de los cuales solamente una persona era a causa de Covid-19, sin embargo en la locución del 30 de abril el jefe en mando reportó del 11 de marzo al 30 de abril, 2829 fallecidos de los cuales cuatro fueron por Covid-19, si hacemos un operación básica de matemáticas, nos damos cuenta que en un mes (del 11 de marzo al 15 de abril) Nicaragua tuvo 1237 fallecidos por múltiples causas y en quince días (del 15 al 30 de abril), la cantidad de fallecidos fue de 1592 ¿Cómo y porqué en quince días el número de fallecidos aumentó? ¿Cuáles fueron a detalle las causas de estas muertes? ¿Cuáles de estas fueron registradas como neumonía atípica? Son preguntas que no han logrado una respuesta gubernamental.

A las dudas sobre el registro correcto de infectados, fallecidos y recuperados se suma el hecho de que el gobierno nicaragüense ha desobedecido las normas dictadas por la OMS y han creado sus propias estrategias de prevención, algunas de estas estrategias ponen en riesgo de contagio a niños, niñas, adolescentes, trabajadores del sector salud y población en general:

• La no suspensión de clases, al 30 de abril en el informe 24 del SICA con fecha 28 abril se recoge en el acápite de Acciones y avances regionales frente al COVID-19, “Salvador Vanegas, Asesor Presidencial en Temas de Educación informó que el 67% de centros educativos privados han solicitado autorización temporal de educación no presencial. El Ministerio de Educación autorizará, siempre y cuando tenga consenso con las familias de los estudiantes y la presentación respectiva de un plan atención educativa.” (SICA S. d., 2020). Como se observa, el funcionario habla de centros privados que a esta fecha han solicitado la modalidad a distancia, es justamente en los centros privados donde los padres y madres de forma auto organizada han ido retirando a sus hijos y exigiendo clases en línea, el ministerio de Educación ha negado o retardado en la mayoría de los casos dicho permiso.

• Visita casa a casa para explicar las medidas de lavado de mano y desinfección de objetos y cosas, la visita la realizan al menos cinco personas por cada casa, entre policías, miembros del partido y algunos voluntarios del sistema de salud, este grupo de personas no guardan entre ellos distancia física, no portaban tapa boca y tampoco cuentan con alcohol gel. En síntesis, esta medida de visita casa a casa es una medida preventiva que se opone a toda lógica planteada por la OMS.

• Convocar a los miembros de su partido a eventos masivos.

• Promoción del turismo local en el marco de la Semana Santa, promoción de ligas deportivas de futbol, béisbol y boxeo.

Desproveer y prohibir materiales de prevención básico como mascarilla y alcohol gel a personal médico de los hospitales públicos. (CENIDH, 2020) bajo el argumento de no alarmar a la población civil.

En la segunda y más reciente aparición de Daniel Ortega el 30 de abril, desde su casa y sede del gobierno dio un discurso para hablar sobre la pandemia, se hizo acompañar de su esposa y vicepresidente Rosario Murillo y 25 funcionarios públicos de todos los poderes del Estado, incluyendo dos hijos que son al mismo tiempo asesores presidenciales, en el video vemos cómo ninguno de los presentes cuenta con tapa boca, ni guardan las distancias sugeridas de dos metros. La falta de medidas asumidas por el Estado nicaragüense es coherente con el rechazo literal a la normativa de la OMS que la mayor parte de los Estados del mundo han asumido.

El gobierno de Ortega rechaza y se opone a la política de “Cuarentena” o “Quédate en casa” y atribuye esta medida a un discurso político creado y promovido desde la oposición nicaragüense para derrocar a su gobierno “…fíjense bien, si nosotros le decimos a la gente quédense en casa, ¿quién va a fumigar? si le decimos quédense en casa ¿Qué enfermera va a trabajar?, ¿ideay?, tienen derecho también, y si te quedas vos me quedo yo también ¿qué médico va a trabajar, qué policía a va trabajar, qué soldado va a trabajar? […] y lo que han estado con ese discurso son los mismos que quisieron hundir al país en abril del año 2018 y que siempre se aprovechan si hay un incendio como el de Indio Maíz, ahora se aprovecha de la epidemia, pensando que si destruye el país ellos van a sobrevivir, no se dan cuenta que aquí no queda nadie y son los del discursito ese”. (Ortega, Canal 4, 2020)

Este rechazo a la política de “Quédate en casa” tuvo una respuesta por parte de la comunidad médica nicaragüense, 236 médicos han firmado un pronunciamiento donde demandan y exigen al gobierno de Nicaragua: la transparencia de los datos, el establecimiento del plan de contingencia, las garantías de medidas de protección para el personal sanitario, las garantías de medios diagnósticos, medicamentos y equipos de sostén vital, las garantías de políticas de reducción y amortiguamiento del daño a nivel social y económico y la liberación de la realización masiva de las pruebas tanto a nivel público como privado.

La negación de la pandemia del Covid-19 parece ser la política de Estado, lejos de tomar medidas preventivas o paliativas el Gobierno convoca (19digital, 2020) a sus ciudadanos a eventos masivos creando así grandes focos de contagio.

Estrategias auto organizadas de la sociedad nicaragüense en tiempos de dictadura

El ejercicio de violencia Estatal desatado de forma constante por el Gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha tenido grandes picos desde abril del 2018, la resistencia frente al poder de los Ortega y Murillo desde el 2018 y hasta la fecha han sido expresiones autoconvocadas, en un inicio de jóvenes, seguidos del movimiento feminista, movimiento campesino, iglesia católica y sociedad civil autoconvocada y ahora de médicos.

De cara a la inoperancia del gobierno para prevenir la propagación, han surgido convocatorias civiles con la campaña “Quédate en casa”:

• Las asociaciones médicas construyeron un documento que titularon “Guías de las Asociaciones Médicas de Nicaragua en el manejo de pacientes ante la pandemia de COVID-19”, el documento fue elaborado por 16 asociaciones médicas, que desde sus especialidades dictan normas a seguir en caso de enfrentar desde sus especialidades casos de Covid-19.

• Ante la ausencia de una política escolar que protegiera a alumnos, madres y padres de familia optaron por no enviar a clases a sus hijos e hijas, los colegios privados pasaron a la modalidad en línea, pero aquellos niños y niñas que son la mayoría que asisten al sistema escolar público se han visto obligados a retirar matrícula o a seguir asistiendo a pesar de la pandemia.

• Otra estrategia ha sido la organización de un Observatorio Ciudadano COVID-19 (Nicaragua O. C.-1., s.f.), quienes se definen como un esfuerzo colaborativo que brinda información sobre Covid-19 verificada por la ciudadanía. Este observatorio utiliza como fuente de información la proporcionada por civiles organizados en cada municipio, en su informe del 23 al 29 de abril el Observatorio reportó un acumulado de 431 personas afectadas en todos los departamentos y regiones autónomas, de estos contagios, la mayoría se concentran en Managua (137), Matagalpa (44), Masaya (30), Estelí (29) y Chinandega (27), estos son los cinco departamentos que más reportan personas afectadas, hasta el 29 de abril conocen de 86 muertes de las cuales 53 por neumonías o causas sospechosas en donde la fuente indica “sintomatología asociada o presuntiva con COVID-19”, además el observatorio tiene 30 reportes de personal del sistema de salud, afectados con sintomatología asociada .

• En Chinandega, municipio donde parece será el foco de mayor contagio, algunas madres y padres de familias se han organizado para comprar al menos 100 máscaras de policarbonato para médicos del sector público.

Ante un problema de la naturaleza del Covid-19, la auto organización social, sin la colaboración del Estado, no será suficiente para reducir el impacto de la pandemia, en un país tan desigual como lo es Nicaragua donde el trabajo informal sigue siendo la alternativa económica de la mayoría de las familias, donde las empresas siguen atendiendo y demandando de sus trabajadores tiempos normales, donde las maquilas mandaron a sus trabajadoras a sus casas sin goce de salario, donde el personal médico está llamado a no usar mecanismos de protección para no alertar a la población y en donde el gobierno lidera las convocatorias de eventos masivos, Nicaragua será uno de esos países donde los fallecidos por Covid-19 pasarán a ser muertes sub registradas. ¿Qué salidas a futuro tiene Nicaragua?, por el momento su capacidad de auto organización social es la única salida para vislumbrar futuro, una capacidad de resistencia que parece va siendo liderada como en una carrera de relevo por los distintos grupos sociales, antes de abril del 2018, el movimiento feminista y el campesino, desde 2018 los estudiantes, jóvenes de barrios y comunidades, campesinos, feministas y desde la pandemia el discurso y llamado de los médicos lidera las acciones, más que carrera a lo mejor estamos viendo en Nicaragua el cumulo de nuevos movimientos sociales que a través de la resistencia pacífica pretenden cambiar las estructuras del poder.

Quiero creer, como dice el caricaturista Liniers, que cuando ese futuro llegue, estaremos a la altura.

Bibliografía

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