Sergio Prieto Díaz[1]
Conahcyt-ECOSUR Unidad Campeche
Hace poco fuimos testigos de la tragedia de un hundimiento dramático. Cerca de Grecia se hundió un barco con más de 750 personas originarias de África y Asia. Apenas cien pudieron ser rescatadas con vida. No iban en el Titán y, sin quererlo, acabaron como el Titanic. Es cada vez más habitual ver, en distintos momentos y coordenadas territoriales, a miles de personas arriesgando y sacrificando sus vidas, atravesando ríos, montañas, desiertos y mares; abandonando sus países y atravesando fronteras que separan la desesperanza de la esperanza. Podría decirse que estas imágenes esporádicamente nos sorprenden y avergüenzan, provocando algún encendido debate en los medios de comunicación, en los discursos públicos, o en los imaginarios sociales. Su emergencia desaparece, habitualmente con otra tragedia, pero siempre resurge.
Imagen 1. Imágenes/imaginarios de las migraciones forzadas
Elaboración propia con recursos de internet, 2017.
¿Por qué se arriesgan a morir? ¿Cómo se atreven a viajar en esas condiciones viejitxs, embarazadas, niñxs, bebés? ¿Qué ocurre mientras transitan, o cuando llegan, a un nuevo lugar?
Como migrante y migrantólogo soy consciente de que “desde afuera”, incluso con conocimientos específicos, lo que atisbamos es sólo la punta del iceberg de un problema mucho más complejo, borroso y difícil de definir.
Es más, muchas veces los propios organismos dedicados a la materia (comisiones de Derechos Humanos, Naciones Unidas, la Organización Internacional para las Migraciones, etcétera), evidencian sus limitaciones para abordar la complejidad del fenómeno, al centrarse únicamente en alguna de sus características: de qué país provienen, por qué se fueron, hacia dónde van, por dónde pasan, si mandan o no remesas. Esa punta del iceberg no sólo no se derrite para permitirnos ver poco a poco el resto, sino que progresivamente se hace más sólida, y más impenetrable.
Para poder comprender qué subyace a estos procesos de movilidad humana, para llegar a ese núcleo que aclare aquellas preguntas, es necesario hacerse parte con la migración. Esto implica hacerse presente en esos lugares, sentir su esencia, mirarlos con otros sentidos. Vivir los espacios fronterizos que convierten a estas personas en migrantes. Podemos considerar estos territorios como si fueran una cebolla, para poder identificar y problematizar las múltiples capas de complejidad que las definen. Para este ejercicio puntual vamos a diferenciar tres, pero me centraré especialmente en el último, que nos permite un acercamiento a esta complejidad navegando entre las disciplinas sociales y naturales, a través de un viaje entre el agua y el aire, entre lo concreto y lo fluido, para pasar de la punta del iceberg a la idea de vórtice.
Nivel micro: la migración
El ser humano, como otros seres, y la naturaleza misma, está en constante movimiento. ¡Incluso los seres más arraigados a la tierra, los árboles, se mueven! Empujados por la necesidad natural de sobrevivir (Mena, 2018), o por los impactos de la actividad y la codicia humana (Esteso, 2016).
En un mundo global donde el movimiento (humano o inhumano, voluntario o forzado) parece la norma, se establecen, sin embargo, distintas categorías que diferencian entre turistas, que quieren y pueden moverse libremente, y migrantes forzados a moverse que no podrán ni permanecer en sus lugares de origen ni llegar a ningún destino. Entre esos extremos se construyen cada vez más grises, diferenciando distintos tipos de turistas (de sol y playa, sexual, de fiesta, estético, geriátrico, inversionista…) y migrantes (laborales temporales o definitivos, pendulares, nómadas digitales, por reunificación familiar, perseguidos por asuntos políticos, conflictos armados, por el cambio climático, o por su orientación sexual).
Para el caso que nos ocupa y preocupa, interesa conocer más y mejor cuáles son y cómo se articulan estos distintos tipos de movilidades (e inmovilidades), particularmente en los territorios fronterizos del sur de México, que es hablar de los espacios fronterizos de otros sures globales.
Nivel meso: la frontera
El mundo moderno es evidentemente desigual, y su orden refleja a vencedores y vencidos de una pugna histórica, geopolítica, ideológica y cultural. Los países facilitan la entrada de turistas “blancos”, o con muchos recursos económicos, pero limitan el cobijo a personas morenas, más si son pobres. La frontera se convierte en un dispositivo que permite diferenciar y seleccionar quién tiene derecho a moverse y pasar, y quiénes no tienen siquiera derecho a la vida.
La frontera es el lugar donde los naturales “procesos de movilidad” de las personas y seres se convierten en “problemas de la migración” para el actual orden del mundo. Si queremos entender qué ocurre con este tránsito de procesos a problemas, necesitamos comprender el papel de las fronteras tradicionales, las que delimitan los territorios y posesiones (de recursos naturales o humanos) entre los distintos Estados-nación. Las fronteras constituyen los márgenes de cada país, territorios limítrofes que colindan con los países vecinos. Y el tránsito de las personas de uno a otro, del menos al más favorecido, se vuelve especialmente problemático cuando las características de ambos son muy distintas, o existen desigualdades manifiestas.
Es lo que hace que las fronteras entre Estados Unidos y México (frontera terrestre), o entre África y la Unión Europea (frontera marítima) sean espacios tan complejos y violentos para la movilidad humana. En el contexto de la globalización contemporánea, donde las fronteras han desaparecido de facto para el tránsito de mercancías, monedas, culturas o músicas, el control de las personas se ha convertido en el único tipo de tránsito que aún puede ser regulado por cada Estado soberano, o por Estados intermedios. Por ejemplo, la externalización de la política migratoria permite liberar de presión a las fronteras de los países poderosos, que pueden subcontratar a otros países intermedios para mantener “lejos” el “problema” de la migración. Así, Estados Unidos financia (o coacciona) a México para controlar a las personas migrantes en la frontera con Guatemala, y España “estimula” que Marruecos detenga a las personas migrantes mucho antes de poder atravesar el Mediterráneo.
Así las fronteras ya no se encuentran sólo en los espacios limítrofes con otros países. Muchas fronteras tradicionales no pueden contener los movimientos de estas personas, que siempre encuentran un lugar por dónde cruzarlas. A través del vínculo entre los poderes estatales y económicos, el control fronterizo se extiende en aeropuertos, retenes de carretera, aplicaciones de identificación facial, obras de infraestructura o concesiones privativas a empresas que limitan el libre tránsito con barreras, vigilantes, o mercados segmentados de trabajo: precario para el ciudadano común, pero una tabla de salvación para quien dejó todo atrás.
Hay una diferencia sustancial entre mirar la frontera “desde afuera” (en un gabinete, como la investigación académica tradicional), y vivirla “desde adentro”. Aunque sin transformarnos en migrantes, posicionarnos físicamente en los espacios fronterizos nos permite situarnos “en el ojo del huracán”. Y es justamente esa metáfora y ese posicionamiento en un (sólo aparente) espacio de calma, lo que permite visualizar la complejidad de los procesos que acontecen en el día a día, pero, sobre todo, captar la estructuralidad de los problemas: en este caso, los vínculos entre procesos actuales, pasados, y sus proyecciones a futuro. La definición clásica de frontera no sirve para explicar los porqués ni las formas de los movimientos migratorios: son los lugares donde la movilidad se convierte en migración, pero no donde esa movilidad se origina. Son los espacios donde dicho tránsito se detiene, caracteriza, normaliza y redistribuye, por lo que es necesario construir nuevos conceptos que den cuenta de estas (no tan) novedosas formas de interrelación entre territorios y personas en movimiento.
Nivel macro: el vórtice
En junio de 2022, en la caja de un camión, en Chiapas, fueron “aseguradxs” 366 migrantes procedentes de 16 naciones distintas: Guatemala, Honduras, El Salvador, Cuba, República Dominicana, Nicaragua, Ecuador, Venezuela, Perú, Bolivia, Bangladesh, India, Nepal, Uzbekistán, Yemen y Sudáfrica. Siguieron su propio camino por el mundo hasta llegar a encontrarse en aquel camión. Distintas rutas, tiempos, intenciones, con mayor o menor voluntad pero confluyendo en los caminos globales de la migración. Todxs articuladxs sin quererlo o saberlo, atraídos por el “sueño americano” (o su antesala mexicana), o simplemente huyendo de sus propias pesadillas. En su camino las políticas (públicas, o privadas) fueron moldeando las opciones: lugares de detención (temporal, arbitraria, administrativa), de recirculación hacia otros lugares (vía permisos de residencia o trabajo temporal, visas humanitarias), o de espera infinita para continuar hacia su destino. Llegadxs a este punto, algunxs seguirán su camino, otrxs volverán atrás, otrxs más llevan rato dando vueltas entre allá y acá… pero se encuentran en uno de esos lugares donde confluye esta gran diversidad migrante, en orígenes, tiempos, espacios y escalas. Es en esos lugares donde identificamos el eje de la propuesta de “vórtice de (in) movilidades”.
En otros textos hemos presentado esta noción (Camargo y Prieto, 2022; Ceceña y Prieto, 2023), desde la necesidad de entender la complejidad de los procesos sociales a partir de propuestas de otras ciencias no-sociales. Existen varios ejemplos de esta evidente necesidad. Mostramos a continuación y brevemente algunos de ellos.
Imagen 2: Acercamientos transdisciplinarios. Elaboración propia, 2023.
En nuestro caso, retomamos el concepto de vórtice a partir de las ciencias naturales y físicas, las matemáticas y la dinámica de fluidos, para entender los procesos de (in)movilidad como parte de una diversidad de corrientes, intensidades, direcciones y temporalidades articuladas alrededor de un determinado territorio por el que se desplaza (a veces lenta pero inexorablemente) en función de los atributos de todos y cada uno de los elementos que lo conforman.
Imagen 3. El vórtice de la naturaleza
Vórtice 1. En el Centro del Vórtice en el Polo Norte de Saturno. Astronomía iniciación, 2012.
Vórtice 2. Huracán María. The Weather Channel, 2017.
La noción de vórtice permite interrelacionar este remolino de (in)movilidades humanas complejas, integrando tanto las migraciones como otros desplazamientos, su diversidad y aparente desorden, dándole consistencia y reforzando la estructuralidad de estos movimientos a lo largo de la historia; y cómo sus distintas formas y manifestaciones se articulan y trasladan por los territorios (de origen, tránsito y destino). Estos vórtices giran en varias direcciones y alternan mayores y menores velocidades, sentidos y temporalidades. El concepto permite considerar como parte del mismo proceso tanto los movimientos cinéticos como los de estasis, los movimientos y las permanencias, donde hay descansos, movimientos acelerados puntualmente, nuevas incorporaciones… Y permite visualizar la simultaneidad, interacción e interrelación entre procesos de (in)movilidad humana, características territoriales y geográficas, fenómenos sociales, normativos, de infraestructura, o políticas públicas.
Estos elementos (que expulsan, atraen, detienen o recirculan a las personas que habitan o transitan dichos territorios) se relacionan con una progresiva pérdida del sentido y la noción de colectividad, difuminada en una multiplicación de supuestas libertades (categorías, derechos y procesos individualizados), que son más bien nuevas cárceles: legislaciones, políticas públicas, megaproyectos, fin de las propiedades colectivas, programas de asistencia directa (a productores, a estudiantes, a adultxs mayores, a tenedores de tierras). Esta dinámica impacta en el ámbito de las migraciones, y la primera diferenciación es trazar una frontera, una línea divisoria entre ser ciudadano y ser migrante (como vimos en los niveles previos). Pero después, se multiplican las categorías para diferenciar al interior de ese mismo colectivo, definiendo así distintos niveles de privilegio o sumisión, según el caso, pues no todxs lxs migrantes son iguales. Aún con sus particularidades y diferencias, sus intensidades, sus temporalidades, sus perspectivas, procesos y tránsitos, cada una de aquellas categorías sigue siendo parte de un todo articulado a los territorios que los atraen, retienen, o por donde transitan. Distintas corrientes de un mismo proceso.
Imagen 4. El vórtice de las (in)movilidades en la Frontera Sur de México. Elaboración propia, 2022.
La noción de vórtice pretende conectar la interacción entre fenómenos territoriales y poblacionales, geográficos, sociales, migratorios, políticos, normativos, etc., y así entender los espacios fronterizos no sólo como zonas de vigilancia, control y selección/filtro, sino también como regiones para la circulación limitada y restringida de la movilidad, incluso, para su instrumentalización como parte del “desarrollo” de dichos territorios.
Por eso proponemos esta noción como metáfora de la articulación e interrelaciones entre personas-grupos-territorios-estructuras, entre el aquí y el allá, el ahora, el antes y el después. Nos permite tomar conciencia de que no estamos ante fenómenos aislados que emergen recurrentemente sin apenas relación, sino ante procesos globales que manifiestan la existencia de una estructura subyacente. Pensamos que hay una correspondencia aún por explorar entre fenómenos sociales y naturales, y que el debate y conocimiento alrededor de estos sistemas complejos se enriquece cuando proponemos estos puentes entre las distintas ciencias, pues permite identificar sinergias, complementariedades, y vinculaciones, que una sola ciencia o disciplina por separado no permite alcanzar. El reto está en alimentar esta propuesta con elementos que permitan profundizar en la complejidad particular de los procesos sin perder de vista la gran panorámica. Ser capaces de vislumbrar lo que la punta del iceberg no muestra, sin dejar de considerar que forma parte de un vórtice mayor.
Referencias:
Álvarez, R. (2016). Ver la furia de la naturlaeza en timelapse es lo más cercano a presenciar el fin del mundo. Xataka. https://www.xataka.com/magnet/ver-la-furia-de-la-naturaleza-en-timelapse-es-lo-mas-cercano-a-presenciar-el-fin-del-mundo.
Camargo Martínez, A. y Prieto Díaz, S. (2022). Fronteras de la Frontera Sur. Entre (re)ordenamientos territoriales y (re)distribuciones poblacionales. En Castillo, G. (coord.), Migración centroamericana en el México contemporáneo. Procesos socioespaciales y dinámicas de exclusión (pp. 97-126). Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México.
Ceceña, A.E. y Prieto Díaz, S. (2023) Mirando al Sur: megaproyectos, fronteras e (in)movilidades. En Martínez Romero, E., Gasparello, G., y Díaz Perera, M. Á. (coords.), Territorios mayas en el paso del tren. Riesgos previsibles y posturas independientes sobre el Tren Maya. Volumen 1 (pp.25-50). Bajo Tierra Ediciones.
En el centro del vórtice en el Polo Norte de Saturno. (2012) Astronomía iniciación. https://www.astronomia-iniciacion.com/en-el-centro-del-vortice-en-el-polo-norte-de-saturno.html.
Esteso Poves, M. J. (2016) Los árboles se mueven. Diagonal. https://www.diagonalperiodico.net/global/30140-arboles-se-mueven.html
Imágenes satelitales de la increíble fuerza del Huracán María, el segundo de Categoría 5 del Atlántico en 2017. (2017) The Weather Channel. https://weather.com/es-US/espanol/weather/news/huracan-maria-categoria-5-satelite-imagenes.
Mena, V. (2018) ¿Árboles que caminan en Ecuador? Esta es la explicación científica del misterioso fenómeno. Univisión noticias. https://www.univision.com/explora/arboles-que-caminan-en-ecuador-esta-es-la-explicacion-cientifica-del-misterioso-fenomeno.
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