Nudo mixteco: desgrane del maíz que no regaste

Sergio Gallardo García[1]
Antropólogo social

“Enredada” de Anni Albers (1963).

Este número del Ichan especialmente dedicado a la mixteca, una de las regiones más antiguas de Mesoamérica, como nos recuerda Manuel Hermann, estaría incompleto sin mencionar un producto audiovisual inspirado en su geografía: la Sierra Mixteca.

Esta sierra de vasta extensión atraviesa Puebla y Guerrero, encuentra su mayor distribución y punto más alto en Oaxaca, en la localidad de San José Monteverde (Santa María Nativitas, Coixtlahuaca). En dicha punta, con altura de 2 886 metros sobre el nivel del mar, se entrelazan la Sierra Madre Oriental, el Eje Neovolcánico y la Sierra Madre del Sur, siendo así que se conozca como Cerro Nudo Mixteco.

De este entrelazamiento la actriz, guionista y directora Ángeles Cruz toma el nombre para su primer largometraje: Nudo Mixteco (2021).  Al igual que la orografía de la Sierra Mixteca, el hilo narrativo está constituido por una estructura que enlaza de manera estrecha historias de una misma comunidad, de manera que resulta difícil que cambien o se deshagan por sí mismas. Como un nudo.

Un nudo que sostiene, amarra, atranca, tensa o detiene. Un nudo mixteco: enredo, entrelazamiento e íntima estrechez de la vida comunitaria a partir de tres ordenadores de la organización social (la fiesta patronal, el entierro y la asamblea) en el sentir y experiencias de la sexualidad de tres mujeres indígenas de la comunidad imaginada de San Mateo, en lo profundo de la Sierra Mixteca.

Un nudo narrativo que partió creativamente de las ausencias y retornos de personas que han dejado por mucho tiempo su comunidad y terminó trasladándose a filmar la complejidad, limitaciones y prohibiciones para las mujeres ‒sobre todo indígenas‒ de vivir y reconocer plenamente su sexualidad dentro de su propia comunidad.

De manera provocadora, la película abre con una frase en mixteco que ata por igual los sentires y pulsiones de emigrar con el de una sexualidad negada y omitida, con intuiciones sensibles en torno a la identidad y pertenencia: “Sentía que no pertenecía a este mundo, fantaseaba que volaba, que un día iba a desaparecer y convertirme en lluvia. Pero fue pasando el tiempo, me di cuenta de que no podía escapar”.

Los nudos del largometraje de Ángeles Cruz siguen. Ángeles apuesta por un cine comunitario atando a las actrices y actores protagonistas de sus tres cortometrajes a esta grabación desarrollada en su localidad de origen: Villa Guadalupe Victoria (San Miguel El Grande, Tlaxiaco). No lo decimos sólo por esta colaboración y compromiso de seguir apostando con un equipo de trabajo actoral de Oaxaca, sino que ellas y ellos son las únicas seis personas que se dedican profesionalmente a la actuación, siendo las demás personas en escena habitantes de la comunidad sin experiencia en la actuación.

Para que Valle Guadalupe Victoria se transformara en San Mateo en la película, la propuesta cinematográfica tuvo que pasar por una asamblea comunitaria donde los habitantes expusieron sus inquietudes y votaron para autorizar la realización, así como las formas de participar de la comunidad en el film. De ahí que Ángeles siga haciendo nudos, amarrando su comunidad y a su cine: cine comunitario.

Las tres historias que se entrelazan y dan vida al “nudo mixteco”, parten de tres personas que han dejado por distintas razones la comunidad y vuelven después de mucho tiempo, se encuentran ante tres realidades que no han quedado en pausa sino que han seguido sus propias dinámicas, coincidiendo entre ellas a través de tres prácticas que dan vida y cohesión a la comunidad: las fiestas patronales en las que retornan muchas veces migrantes que están en Estados Unidos, funerales y entierros que convocan a familiares a la distancia, así como asambleas que ponen a discusión relaciones íntimas y citan a las personas involucradas a ser interpeladas por la comunidad. Lo personal es político, lo íntimo es comunitario, las vidas en la Mixteca se entrelazan en lo colectivo: son un nudo, mixteco.

La directora nos cuenta en su mirada fílmica un San Mateo, que se sostiene económicamente de la migración y el cultivo del maíz. El maíz aparece de manera simbólica en varias escenas, expresando los sentires emocionales que el diálogo de los personajes no termina por decir. Aunque algunas veces se materializa enfáticamente, como Chabela, quien reclama a su esposo Esteban en una asamblea, el haberse ido a Estados Unidos más del tiempo acordado y sin ninguna carta o expresión de afecto: “ahora vienes como si nada a reclamar el maíz que no regaste”.

El maíz como la piel habitada, pero también como el deseo que necesita ser regado con afecto para cultivar una relación, nos advierte la película. Quizás esta es la trama primordial del enredo emocional de las tres historias, de la afrenta por decidir cómo sentir, con quién sentir. Los nudos ‒como desarrollo de los personajes‒ no se presentan como un enfrentamiento antagónico o como una emancipación de empoderamiento, sino como descubrimientos de las mujeres protagonistas de su propio deseo, su sexualidad y su posición frente a posicionamientos masculinos dentro de la comunidad.

Como si no fuera suficiente amarre, Ángeles añade otro nivel de enredo a su nudo mixteco al situar fuertemente las emociones sensoriales de las historias de sus tres cortometrajes en este largometraje. Si han visto su obra previa como directora, seguro encontrarán a manera de guiños La tiricia o de cómo curar la tristeza (2012) cuando Rosa y Toña desgranan maíz, la confidencia de un amor entre mujeres dentro de la comunidad ‒como en La Carta (2014) ‒ entre María y Piedad, incluso la falta de empatía ante la vulnerabilidad del otro, como en Arcángel (2018), en el menosprecio a las denuncias de Toña a su tío Fermín.

Ángeles nos ofrece un multiverso oaxaqueño, un nudo mixteco. Un nudo narrativo plasmado en una fotografía que no apuesta por el embellecimiento cinematográfico (¿exotización?) sino por la intimidad. En entrevistas, Ángeles nos cuenta que con las y los actores se asentaron en varias ocasiones en la comunidad antes de la grabación, porque le interesaba que mimetizaran incluso la manera de caminar: “a nosotros en la Mixteca, por el frío, el lodo, la tierra, pues hay una manera especial de habitar, de cómo se camina en la comunidad”.

La Mixteca y su serranía está visualmente presente en bellas tomas donde María y Piedad meditan en silencio sobre su relación, en los camiones que van y llegan con nuestros protagonistas a la comunidad, en los pasos de las y los actores que se adentran en historias que le son propias a la comunidad, pero muchas veces omitidas y habladas sólo en susurros, nos dice críticamente la guionista y directora.

La ópera prima de Ángeles como directora de largometraje es una revelación que parte de la incomodidad, de preguntas y dudas que mueven a sus personajes a un final sin respuesta, a la sensación de reconocerse parte de una comunidad que las oprime y decide por ellas, que les genera nudos en la garganta. Es a su vez un cine comunitario que busca en la audiencia ‒al dejarse tocar por la cruda intimidad de sus historias‒ salida a las complicaciones de las protagonistas.

¿Cómo seguir cuando la autoridad máxima de la comunidad ‒la asamblea‒ decide sobre tu sexualidad, cuando las figuras masculinas de tu familia ejercen un (ab)uso sobre tu deseo? ¿Cómo decidir sobre el territorio y cuerpo propio? Estas dudas se encarnan en la narrativa y lo visual de la tierra mixteca, cuánto más lo repasan nuestras protagonistas, más duele y más difícil se vuelve tomar una decisión. Un nudo, cuando más se tira de él, más se aprieta.

Nudo mixteco trata de la sexualidad como pulsión de vida, de personajes encarnados en la tierra mixteca. De cuetes, violines y clarinetes que acompañan entierros y fiestas patronales. De mujeres amándose y dejándose amar, de nudos y desnudos, de lazos que se rompen y otros que por más que se tire de ellos, resisten. De generaciones de abusos y violaciones, de enfrentamientos a “culeros que hay que cortarles la verga”, de llantos y curaciones. De nudos gordianos (de imposible solución). De casas en llamas. Nudo mixteco trata de deseo y liberación, de agencia sexual como desgrane del maíz que no regaste.


Nota al pie

La imagen que acompaña a este texto se llama “Enredada” (1963) y es de la artista de la Escuela de Bauhaus Anni Albers, quien realizó más de diez viajes a Latinoamérica (principalmente México, Cuba, Perú, Chile) quedando fascinada por el trabajo textil y arte popular de las culturas de estos países, centrándose especialmente en los grabados de Oaxaca como inspiración creativa. Dedicó gran parte de su obra a realizar grabados, dibujos bordados y pinturas de nudos. ¿Cuántas expresiones artísticas ha de inspirar la mixteca?

 


[1] Egresado del Programa de Doctorado en Antropología, CIESAS-Ciudad de México

sergio.gallargo@gmail.com