Niñez y juventud en México: una mirada diversa y crítica

Editorial

Quizá no haya otro sector social que a primera vista despierte tanta empatía y afecto como la niñez, ni otra etapa que sea tan añorada ni tan deseada como la juventud. O al menos, eso quisiéramos. Los textos que conforman este número del Ichan Tecolotl, dedicados a estos dos tipos de sujetos sociales, muestran, empero, rostros y situaciones muy diferentes y considerablemente más complejas y difíciles de lo que permiten suponer estas visiones idealizadas. Más bien, constituyen un recorrido, a ratos muy dramático, por temas como la desigualdad social, la vulnerabilidad ante la violencia, y el auténtico vórtice normativo, conductual y emocional que ha traído consigo la pandemia del Covid-19, principalmente entre jóvenes estudiantes.

Iniciamos este número con “Jóvenes en la ciudad: desigualdades de la inseguridad urbana” de Gonzalo A. Saraví (CIESAS Ciudad de México). Saraví señala que la inseguridad y el miedo en la ciudad tienen múltiples efectos sobre la vida urbana cotidiana de sus habitantes. Queda claro aquí cómo la posición de clase es un factor diferencial en el modo como una persona joven enfrenta el entramado urbano. Y, como es de esperarse, la sensación de inseguridad es particularmente aguda para el caso de las mujeres, tanto niñas como adolescentes. Además, uno señalamiento interesante de este texto es que muchos de estos jóvenes urbanos constituyen la primera generación que nació y creció bajo este nuevo escenario urbano.

Elena Azaola (CIESAS Ciudad de México) continua con tema de inseguridad y nos presenta una investigación que recientemente se publicó con el título Nuestros niños sicarios, en donde comparte algunos testimonios de adolescentes de entre 14 y 17 años que entrevistó en 2016 mientras se encontraban privados de su libertad en centros de internamiento para adolescentes en conflicto con la ley de alguno de los 17 estados que abarcó el estudio que resultó en la publicación. Sus revelaciones son, por decir lo menos, tan escalofriantes como angustiantes. Muestran el desdén absoluto que hay, de parte de las fuerzas del orden, por los derechos de una persona detenida; que se amplifica aún más por el hecho de tratarse de alguien joven.

En “Los hijos de la ciudad en Les miserables de Víctor Hugo”, Alí Ruiz Coronel (IIS-UNAM) vincula lo literario con lo real, realizando un acercamiento a lo que hoy se denomina los niños en situación de calle valiéndose de paralelos con las descripciones que ese gran novelista francés del siglo XIX de los chicos que él conoció en esas condiciones. Su mirada es de empatía, comprensión y sobre todo, de respeto. Refiriéndose a la obra de Hugo, dice “La inmortalidad de sus obras se debe a esta sincronización armónica entre la hermosura de las palabras y la pertinaz descripción de la realidad social. Más de un siglo después, muchos aspectos de su diagnóstico social siguen vigentes.

Henry Moncrieff Zabaleta (fotógrafo y doctorante en Sociología, UNAM), nos presenta “Desfijando la otredad urbana. Foto-provocación con jóvenes del oriente de la Ciudad de México”. Un ensayo basado en experiencias de campo realizadas entre jóvenes que viven en algunos de los barrios considerados más “peligrosos” de la capital. Si a ojos de otros estos chicos están al borde del crimen o sumidos en éste, para Montcrieff, más bien, son actores y sujetos que simplemente hablan de sí y del mundo tal cual. Intercalando imágenes en el texto, las cuales previamente ha discutido con los jóvenes, el autor plantea la sociología visual como herramienta para desclasificar la violencia simbólica, a través de la crítica de los “ojos del otro”, es decir, resignificar al otro con contra-miradas alternativas y reflexivas.

“Visualizando la pandemia desde la adolescencia” es un trabajo colaborativo de Gonzalo A. Saraví (CIESAS Ciudad de México), Mario Quezada Obispo (profesor de educación media y superior) y estudiantes de la EPOAN Nº 1 de Ciudad Nezahualcóyotl. Combinando datos contextuales y etnográficos (que incluyen imágenes y frases de los propios jóvenes), se penetra en cómo ha cambiado el mundo del estudiante de educación media durante el año de encierro que ha implicado la pandemia del Covid-19. Aparecen así imágenes e impresiones que visibilizan de modo palpable los evidentes cambios que estos chicos, que forman parte de un sector de bajo riesgo de contagio, han experimentado en sus rutinas tanto escolares como domésticas y personales. Y de cómo, pese a restricciones y preocupaciones, tiende a haber una actitud animosa, una sensación de que la vida, no importa qué tan incierta, aún les queda por delante.

Una línea investigativa similar se sigue en “La pandemia y el confinamiento: un análisis de la experiencia de estudiar en casa entre jóvenes de nivel superior en San Luis Potosí, México”, de José Guadalupe Rivera González (UASL). Los estudiantes universitarios potosinos encuestados aquí revelan las vicisitudes de estudiar en el contexto del Covid-19, como las estrategias de estudio empleadas (que no siempre son las institucionalmente establecidas), y en lo cual influye ciertamente la desigualdad social y económica, además del acceso o no a computadores o contar o no con un espacio propio para atender la clase.

 Llegar a pensar que puede haber personas prescindibles -una idea tenebrosa- emerge del texto “Voces no escuchadas, rostros invisibles. Los pequeños miembros de las familias de jornaleros agrícolas en California frente al Covid-19” de Magdalena Barros Nock (CIESAS Ciudad de México). Si de los jornaleros agrícolas se habla poco, de sus hijos menos. A partir de los testimonios de dos mujeres activistas se ve la situación de trabajadores oaxaqueñas migrantes de familias mixtas (en que hay miembros legales e indocumentados), de por sí desprovistos de servicios médicos y apoyos gubernamentales, que dejan su labor para atender a sus hijos. Han disminuido los ingresos, han aumentado los gastos familiares y con ello ha sobrevenido una srie de nuevas complicaciones para la familia (como dificultades para conseguir alimentos subsidiados, hacinamiento doméstico, falta de privacidad y de tiempo libre, acceso insuficiente a computadoras e internet). Todo lo cual se multiplica para aquellas familias y personas que no son ni anglohablantes ni hispanoparlantes. De modo que resulta explicable que, en el contexto del Covid-19, los niños y jóvenes viven situaciones angustiantes

Continuamos con la mirada migrante, Lorenia Urbalejo (Universidad Autónoma de Baja California) presenta “Jóvenes indígenas, danzantes transnacionales”. En este texto, Urbalejo expone que ante un escenario de la juventud indígena, que es constantemente modificado, donde su dinamismo incluye el no autoadscribirse a un grupo étnico, un accionar político vinculado a prácticas culturales, y ahora a una participación en la vida política estatal (luego de la demanda de acciones afirmativas), nos encontramos con estos danzantes, quienes circulan en la red transnacional y se muestran desde su juventud.

Andrea Moctezuma (doctorante en Ciencias Sociales, El Colegio de San Luis) con su ensayo etnográfico “Repensar la infancia en situación de discapacidad desde el contexto indígena mexicano: el caso de los niños y niñas de la Huasteca potosina”, muestra cómo la discapacidad en la niñez y su tratamiento en procesos de educación especial debe verse desde una perspectiva intercultural. Lo cual incluye entender las concepciones locales que se tienen tanto de el ser niño como el de tener una incapacidad física, condición que, como ella encuentra, no impide que el chico o la chica participe en actividades familiares. Esa mirada intercultural debe impregnar también a los programas educativos, cuyos criterios no suelen tomar en cuenta especificidades locales.

Finalmente, en “El aprendizaje por medio de la participación intensa en comunidades como parte de la ecología de saberes”, Citlalli Tsitsiki Hernández Estrada (Maestría en Lingüística Indoamericana, CIESAS-CDMX) realiza un trabajo etnográfico de una familia purépecha de Turícuaro, Michoacán, sobre el aprendizaje del infante y su interacción en las actividades del día a día con los demás miembros de la familia. Se pone en juego la idea de que la incorporación de la niñez se realiza mediante el modelo del trabajo intenso y horizontal: una modalidad no jerárquica y progresiva por la que se le va delegando ciertas responsabilidades como parte del proceso de aprendizaje.

En la sección de Cinemantropos se presentan tres reseñas, la primera es “Juventud, fantasía y reflexividad colectiva: notas acerca de la película Sueños de ópalo, de Peter Cattaneo (Australia, 2006)” de Mauricio Sánchez Álvarez (Laboratorio Audiovisual, CIESAS Ciudad de México), en donde nos comenta el largometraje australiano que trata acerca de las fantasías de una niña en un entorno inicialmente hostil a sus visiones, nos plantea, entre otras cosas, cómo la búsqueda del bienestar no puede pasar por alto los sueños de la infancia…. ¿En qué medida las pugnas particulares surgidas de nuestro celo competitivo toman en cuenta aspectos no cuantificables como los sueños y las fantasías de nuestros hijos?

Gabriela García (Maestría en Antropología Social CIESAS Ciudad de México) analiza el tema del canibalismo en su texto “El infierno es una chica adolescente”. La autora refiere a la construcción de la figura de la mujer caníbal como un momento de transición entre la adolescencia y la edad adulta, a partir de la comparación de dos filmes: Jennifer’s body, de Karyn Kusama (EUA, 2009) y Grave, de Julia Ducornau (Francia-Suiza, 2016). Los dos filmes provienen de géneros y tradiciones cinematográficas distintas, el primero es un híbrido de terror y comedia y el segundo una mezcla de terror y drama, pero ambos abordan este momento liminal desde la perspectiva de las mujeres, al ser pensados por y sobre ellas.

Por último, Karla Paniagua (CENTRO) reseña “A quiet place” (EUA, 2018), relato sencillo y universal que aborda los vínculos parentales y filiales, el amor, el miedo, el aprendizaje y la capacidad de adaptación, entre otros temas relevantes que nos permiten relacionarnos con la historia e involucrarnos en su mundo.

Ichan Tecolotl