Nancy Margiel Pérez Salazar[1] y Areli Castilla Chiu[2]
Universidad Veracruzana Intercultural
Imagen de D. Lehmann, 2007, tomada del sitio https://journals.openedition.org/
Introducción
El breve texto que presentamos es resultado de un ejercicio de construcción de narrativas docentes entre dos profesoras de la Universidad Veracruzana Intercultural Sede Las Selvas (UVI Las Selvas), con miras a propiciar ejercicios colectivos que den cuenta de cómo nos pensamos desde la práctica y cómo nuestras prácticas se tejen entre sí. Entendemos la narración como el ejercicio de contar y escribir experiencias vividas, que al contarse nos ayudan a entender lo vivido, a resignificar los aprendizajes y las experiencias. Las narrativas no son sólo el medio sino el lugar, de esta manera privilegiamos nuestra voz, nuestro pensar y sentir; que muchas veces quedan a un lado en la dinámica universitaria e institucional que nos demanda una serie de actividades, procesos y trámites más allá de nuestra práctica docente.
Pensar en crear nuestras propias narrativas implica el reto de encontrar nuestra voz y la capacidad que tenemos para narrar, para contar aquello que nos importa, para encontrar la forma de tejer historias que cotidianamente vivimos y que sin duda nos transforman. Historias, experiencias y aprendizajes que se quedan a un lado en la dinámica, pero que sin duda detenernos en ellos nos permite repensar nuestra experiencia pedagógica en el modelo en que nos encontramos, en nuestro caso, el de las Universidades Interculturales.
Para quienes nos leen, queremos adelantar que en las siguientes líneas encontrarán un poco de quiénes somos, de dónde estamos y cómo llegamos aquí, de nuestra práctica docente en la UVI y de los retos que a diario surcamos. Más que una historia, es una invitación a hablar de nosotras mismas y no sólo de aquellos con quienes trabajamos e investigamos. De adentrarnos a otras maneras de escribir más de nosotras, de intentar decolonizar la academia al intentar formas menos hegemónicas de estar en estos espacios. De detenernos a pensar en el yo, en los yoes que somos; con la sospecha epistemológica y la posibilidad de comprendernos en el entramado de relaciones que se construyen desde el ser docentes, desde este modo de vida que hemos elegido o al que llegamos por destino o casualidad.
¿Quiénes somos y desde qué lugares hablamos?
Hablar de quienes somos da cuenta de nuestra identidad en particular, pregunta compleja y cuya respuesta sólo una misma tiene. Tal como sostenía Benveniste (1977 citado en Arfuch, 1999: 95) “por poco que se piense no hay otro testimonio objetivo de un sujeto que el que da él mismo sobre sí mismo”. Bruner (2003) menciona que este “yo identitario” se construye en el hablar de un sujeto consigo mismo o con otros. Este “yo dialógico” se sustenta en historias sobre sucesos o experiencias recogidas a lo largo de la vida, de las que compartiremos un poco a lo largo de estas páginas.
Nosotras somos dos mujeres, profesionistas, madres, hijas y hermanas con orígenes distantes y distintos, cuyas trayectorias académicas y de vida han estado marcadas por un deseo de superación personal y familiar. Cuyos caminos se cruzaron en un proyecto llamado UVI en el que hemos trabajado acompañadas desde hace casi tres años. Cada plática, cada desayuno, cada reunión, cada clase y cada viaje han sido momentos para compartir esas historias que nos han marcado, que nos hacen ser quienes somos y ver el mundo como vemos. También de ir construyendo y reconstruyendo nuestros propios marcos epistémicos en el ejercicio de nuestra práctica docente.
¿Cómo llegamos hasta aquí?
Pensar y analizar nuestra práctica, sea cual sea, implica mirar hacia atrás, volcarnos en el pasado para mirar los procesos de subjetivación, por lo que nos hemos constituido quienes somos ahora, las circunstancias de vida que nos han colocado en los lugares en los que estamos y cómo nos hemos situado ante ellos.
En octubre de 2013, un par de meses después de haber egresado de la UVI Selvas tuve la oportunidad de incorporarme a laborar en la sede, en un puesto administrativo de reciente creación cuyas funciones eran de apoyo a estudiantes y control escolar en el área de Gestión Académica. Esta oportunidad llegó en un momento crucial de mi vida: a un mes de haber sido mamá, recién casada y egresada, un paso que ha sido fundamental en mi historia de vida.
Para muchas de nosotras como mujeres en el contexto en que hemos sido criadas, elegir salir de casa a estudiar o trabajar y no cumplir con lo que se espera de nosotras cuando somos madres o esposas, nos representa una carga social, que no tendría que existir y que debemos atrevernos a romper, asumirnos como personas libres de decidir sobre nuestra vida, sobre nuestro cuerpo y sobre nuestros sueños. Yo elegí libremente y salí de casa a trabajar al terminar la cuarentena.
Llegué a la UVI, que había sido mi casa por 4 años y hoy llevo 7 años aquí. He desempeñado varios roles en lugares diferentes y cada uno me ha dejado aprendizajes profesionales y de vida. Desde mi primer trabajo en la UVI como Administradora Pedagógica, de octubre de 2013 a diciembre de 2016, donde me adentré al mundo académico de la sede desde una perspectiva diferente, la organización de las tutorías, las academias, las planeaciones, la carga académica, así como el apoyo a estudiantes en trámites de becas, servicios escolares y demás, eran actividades en las que participaba en mayor o menor medida. Y hasta mi rol actual como Gestora Académica
Hoy estoy aquí, en un espacio donde me gusta lo que hago, en un lugar que quiero mucho, en un proyecto que admiro profundamente por todo lo que me ha enseñado.
Nancy Margiel Pérez Salazar, 2019.Antes de concluir de la Licenciatura en Pedagogía estuve laborando en la UNAPEI (Unidad de Apoyo Académico para Estudiantes Indígenas), programa pionero en la UV, recuerdo que la motivación por el trabajo que realizábamos me llevó a investigar sobre el tipo de tutoría que se daba desde una lógica diferente, en donde lo cultural era un elemento clave frente a la tutoría institucional. Con esta investigación me titule y en los estudios de posgrado continué con este análisis pero desde la lógica de lo institucional. Fue la UNAPEI el lugar donde tuve conciencia de mi origen, saber mi historia, no sabía qué es ser mixe y china, lo estoy descubriendo desde que tuve conciencia de que quería construir mi identidad.
Al concluir la maestría, en 2010, trabajé como Asesor Pedagógico Itinerante en Conafe, en dos comunidades atendí a infantes que habían reprobado dos ciclos consecutivos, fue cruda la realidad de ver y vivir las condiciones de la educación rural, pero también satisfactoria por pensar que era necesario apoyar a los tutores, a los padres, pero sobre todo a los infantes. Recuerdo que las escuelas sobrevivían, así como nuestra estancia, gracias al apoyo de las madres y padres de familia. Al estar en las comunidades pude vivenciar una vida sin tecnología y sin los servicios básicos pero valoré la organización de las actividades cotidianas. Esta experiencia fue significativa sobre todo por adentrarme a pensar en la enseñanza en escuelas multigrado frente a los retos de los tutores, jóvenes recién egresados de la secundaria y la preparatoria
En noviembre de 2013 recibí un correo para presentarme a una entrevista en Xalapa, estaba nerviosa y con muchas expectativas. Me presente, me entrevistaron para conocer mi experiencia laboral. Finalmente, fue hasta enero de 2014 que me invitaron a colaborar, me sentía emocionada porque después de un buen rato de estar en casa cuidando a mi hija tendría la oportunidad de iniciar una carrera profesional en mi alma mater. Llegué a Coatzacoalcos para integrarme a la UTAI (Unidad de Transversalización Académica e Intercultural.
Posteriormente, tuve la oportunidad de ser Coordinadora de la UVI sede Las Selvas, no dimensionaba hasta ese momento el compromiso que eso implicaba. Me mudé a Pajapan, desde que conocí este lugar me enamoré y me sentí en casa. Llegué ya no con una maleta sino con muchas y una hija de tres años. Creo que he sobrevivido a esta dinámica por las mujeres que han cuidado de los míos (mis hijxs).
Frente a estos cambios estoy segura que no soy la misma que llegó el 6 de enero del 2014, que pasó de ser docente en la UTAI a coordinadora de una sede de la UVI. He asumido que estas responsabilidades están entrelazadas por el género, asumiendo adjetivos que no recibiría un hombre, las negociaciones con la familia y con una misma, la triple jornada que implica para nosotras las mujeres estar en diferentes ámbitos. Aprendí a estar en la comunidad con un ritmo diferente y acompañado en espacios diversos.
Areli Castilla Chiu, 2019.
Y así fue como llegamos, por un lado, Nancy, recién egresada de la licenciatura y, habiendo vivido el modelo intercultural en su formación durante la licenciatura, familiarizada con el contexto y los sujetos presentes en él. Sin una formación docente, como muchos de sus profesores, quienes fueron fundadores de la sede, pero con una gran sensibilidad y compromiso ético-político para aportar a sus comunidades. Por otro lado, Areli, formada en Pedagogía recién egresada de una Maestría en Investigación en Procesos Educativos, con experiencia docente y de trabajo con infantes en contextos rurales a través del Conafe. Sin conocer el contexto, la dinámica del trabajo de la UVI y la investigación vinculada. Ambas con aptitud de aprender y sorprenderse por lo que el trabajo docente en la UVI les representa, dispuestas a formarse a criticar sus propios paradigmas y replantearse día con día su hacer.
La experiencia y nuestra práctica docente en la UVI
En los párrafos siguientes queremos contar cómo es que hemos vivido el hecho de adentrarnos a hacer docencia en la UVI y en la UTAI a través de las Experiencias Educativas de Elección Libre (EE AFEL) y la experiencia docente en la LGID de la UVI sede Las Selvas. Ambas prácticas en temporalidades diferentes pero que ahora sus protagonistas comparten en un mismo escenario.
Mi experiencia como docente en la LGID al momento es breve y por la función que realizo en gestión académica se ha enfocado a las EE Servicio Social y Experiencia Recepcional y ahora en Participación Pública en la Planeación Municipal y Regional. Los tres cursos forman parte del área de formación terminal, lo que representa un gran compromiso para atender y compartir con el estudiantado en su último año de formación, aportar elementos metodológicos, teóricos, así como de análisis y reflexión para la conclusión de sus procesos de investigación vinculada. Que si bien son proyectos que no he acompañado desde el inicio, los conozco en el compartir cotidiano, en los seminarios y a través del profesorado. Pensar en mi práctica educativa desde estas dimensiones me lleva a apostar por espacios dinámicos de diálogo, de reflexión y análisis de los procesos y proyectos en los que se inserta en el estudiantado, a generar estrategias para fortalecer teórica y analíticamente dichos proyectos con los que se concretan cuatro años de formación. Aunado a ello, continuamente los motivo a cuestionarse a ellos mismos, a cuestionar sus haceres y sus decires, tanto en los procesos comunitarios como en sus proyectos de vida, nuestra formación como sujetos políticos, críticos, humanos y sensibles debiera distinguirnos como profesionales.
Una como egresada regresa con una mochila más grande, con el reto de poder compartir lo que aprendiste, quizá te puedes encontrar con quienes en algún momento fueron tus compañeros estudiantes y asumir esa responsabilidad, no porque seas más que otro sino porque es una tarea difícil que tenemos ahora. Es un compromiso importante, tenemos las experiencias, los saberes para poder incidir en la formación de jóvenes en una etapa que nosotras ya pasamos, tratar de que sea amena, que no la sufran tanto como una lo pasó, de no repetir errores que como estudiantes criticábamos en quienes fueron nuestros maestros. Pero no nos han enseñado a enseñar y ahí te enfrentas al primer reto, esas debilidades pedagógico-didácticas que tenemos, que se convierten en una oportunidad para formarnos, para leer, para ir a cursos, cursar posgrados, para preguntar y observar la práctica de otros. De no limitarse una misma, de ir aprendiendo y hacerlo con amor, hacerlo porque nos gusta y eso es evidencia de la persona que somos, de que estamos aquí no sólo porque es una fuente de ingresos para nuestras familias sino porque es una práctica que nos hace crecer como seres humanos.
Nancy Margiel Pérez Salazar, 2019.
Animada por aprender y reflexionar sobre el modelo intercultural inicié mis primeras clases en un curso intersemestral en el campus de Minatitlán. Mi reto como docente fue abordar el modelo en una experiencia educativa con estudiantes de diversas áreas de formación, frente a ello pensar en hacer una clase significativa pensando en sus realidades académicas y de vida. Sin duda fue un momento importante para abordar mi llegada a la UVI. Los jóvenes le dan sentido a aquello que resulta necesario discutir y cuestionar, quienes podríamos tener esa resistencia somos los docentes y administrativos, no por la indiferencia sino por la capacidad de cuestionar nuestros papeles de formación frente a los estudiantes.
La docencia con los jóvenes de la UVI ha resultado distinta e igual un reto por pensarme en una lógica de atender lo comunitario, lo institucional, porque exista un aprendizaje situado y de las cosas que considero necesarias hacer como docente. La experiencia y nuestra práctica docente de la UVI no sólo está permeada de la interacción con los jóvenes sino en los intercambios en las comunidades, en la interacción con colegas que reconocen el trabajo de la UVI, sino con aquellos que van conociendo el modelo intercultural y tienen las dudas, así como sus negaciones a la idea de la diversidad.
Admiro el trabajo y la mancuerna cuando realizo trabajo colaborativo con otras compañeras y compañeros, reconozco que es pensar nuestras clases desde varias lógicas para responder a las necesidades no sólo de contenido sino a lo axiológico. He notado en los últimos años que hago un esfuerzo por aprender los nombres de quienes toman clase conmigo y también con quienes interactúo, siento una necesidad (tal vez personal) de reconocerlos e identificarlos como sujetos únicos y busco que cuando tengan un error explicarlo de la mejor forma. Mi narración, como refiere Díaz, tiene que ver con “la vida que tenemos, con lo que somos y lo que hacemos en el devenir cotidiano, incorporado en nuestro ser precisamente, como experiencia vital”. (Díaz, 2007, p. 56)
Areli Castilla Chiu, 2019.
Algunos elementos para la reflexión
La UVI, creada en el 2005 a partir de una política pública derivada de las acciones de trabajo de la CGEIB (Coordinación General de la Educación Intercultural y Bilingüe), ha generado no sólo posibilitar la enseñanza de educación superior en diferentes regiones del estado de Veracruz, sino que ha puesto en discusión abordar el tema de la interculturalidad en la Universidad Veracruzana (UV) a partir de diferentes iniciativas que apuestan a generar una visión transversal, a partir de la licenciatura que oferta así como su presencia en los campus urbanos.
Las docentes abordaron temas de interculturalidad, género y diversidad cultural con estudiantes de áreas de ciencias de la salud, técnica, económico-administrativas, entre otras, en donde el aula es el espacio en común para mirar estos tópicos que son parte de su realidad y que, frente a los retos y la dinámicas socioculturales, es necesario pensar en la formación integral de las juventudes en el nivel superior. Las narrativas de la práctica se entretejen dando cuenta que las prácticas de ambas docentes surgen desde el abordaje de la interculturalidad a partir de la transversalidad. Es decir, construir realidades diversas y complementar la formación universitaria, romper con la visión disciplinar que no permite ver otras formas de conocimientos y otras realidades. Construir una narrativa de nuestra práctica nos permite resignificar la experiencia, logros, desafíos y retos compartidos de ser y hacer docencia en el modelo intercultural.
La práctica docente se convierte en una odisea no por las capacidades de los y las estudiantes, sino por las habilidades docentes frente a la formación y a las inquietudes de permear que estas realidades son parte de las posibles soluciones que como profesionistas deben responder. Si bien el punto de partida de las docentes es esta instancia, el análisis de sus narrativas está entramado por el origen de sus formaciones y cómo llegan a redimensionar el modelo intercultural a un contexto práctico a través de la docencia, del acompañamiento y del intercambio. Se identifican elementos que nos permiten caracterizar y distinguir ambas prácticas.
La primera docente, aborda su práctica a partir de su formación como gestora intercultural y después parte de esta formación para abordar el modelo en un contexto urbano, reapropiándose de su experiencia como estudiante y egresada para hacer significativa la discusión. Sus experiencias previas en el modelo le posibilitan dimensionar el campo de acción de los gestores interculturales en la educación superior y, a su vez, las habilidades que desarrollan frente a otros profesionistas que pueden conocer del tema pero la experiencia es lo que distingue pensar en generar procesos de enseñanza-aprendizaje en torno a la interculturalidad en el aula, es decir, cómo abordar la identidad, cómo redimensionar el diálogo de saberes, la diversidad cultural.
En el caso de la segunda docente, desde los esquemas de la pedagogía, realiza su práctica conociendo el modelo intercultural a partir de las lecturas, su experiencia se reconstruye en la interacción con los pares, con la formación de la institución. Por un lado, existe el conocimiento desde lo teórico pero sus puntos de referencia se amplían una vez que interactúan con ambos contextos.
Ambas prácticas también cuestionan si existe un espacio definido para abordar la interculturalidad de acuerdo con las visiones de los individuos con los que interactúan, además de un cuestionamiento constante en los modos de ejercer su práctica en educación superior intercultural a través de las EE AFEL que impartieron en la UTAI-CIG Coatzacoalcos.
Otro elemento de referencia de ambas prácticas docentes es cómo abordan la interculturalidad, al respecto Dietz dice:
En la literatura producida tanto en el contexto europeo como en el latinoamericano, se percibe una creciente tensión entre una comprensión de la interculturalidad como estrategia programática, político-educativa, para pulir, suavizar o mitigar las relaciones entre grupos, por una parte; y una visión de la interculturalidad como estrategia transformadora para develar, cuestionar y transformar desigualdades (Dietz, 2017: 194).
En las narrativas antes señaladas se menciona desde quiénes son, las fortalezas y retos para formarse en la interculturalidad. Existe en ambos ejemplos un esfuerzo compartido de buscar estrategias transformadoras no sólo en el aula sino desde su formación profesional, además, cómo refieren ambas docentes, estas experiencias están narradas también de las interacciones de sus pares, de sus alumnos, de los procesos administrativos y de las condiciones estructurantes de vida que atraviesan su práctica docente.
Bibliografía
Bruner, J. (2003), La fábrica de historias, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Arfuch, L. (1999), El espacio biográfico. Dilemas de la subjetividad contemporánea, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica.
Díaz, C. (2007), “Narrativas docentes y experiencias escolares significativas: relatando el sentido de ser maestro”, en Revista Científica Guillermo de Ockham, vol. 5, núm. 2, pp. 55-65.
Dietz, G. (2017), “Interculturalidad: una aproximación antropológica”, en Perfiles Educativos, vol. XXXIX, núm. 156, pp. 192-207.
- Maestrante en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad y docente de la Universidad Veracruzana Intercultural sede “Las Selvas” nancperez@uv.mx ↑
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Docente de la Universidad Veracruzana Intercultural sede “Las Selvas” acastilla@uv.mx ↑