Multiculturalismo extractivista de Chiapas a Monterrey: Breves reflexiones

Sandra Cañas Cuevas[1]
CIESAS Noreste

Camino a San Cristobal de las Casas (Chiapas). Foto: Comisión Mexicana de Filmaciones en Wikimedia Commons.

El contexto que inspiró mi interés en el estudio del multiculturalismo estuvo informado por la reforma al artículo cuarto de la Constitución en 1992, posteriormente el levantamiento zapatista en 1994, y, en un contexto más amplio, las movilizaciones de organizaciones indígenas y campesinas en las Américas de finales del siglo XX y principios del XXI. Con este telón de fondo, me pregunté cómo se manifestaba el proyecto multicultural estatal en la ciudad de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, y me di a la tarea de documentar etnográficamente sus límites y contradicciones. Mi atención se centró en los cambios que se habían realizado a la traza urbana de las principales calles del centro histórico con fines turísticos para contrastarlos con lo que acontecía en la llamada “periferia urbana”, en concreto en un asentamiento indígena que luchaba por la legalización de sus tierras, después de años de haberlas recuperado en el contexto del levantamiento armado. En el curso de esta investigación me percaté de la importancia de dar cuenta no sólo de las dinámicas sociales, sino también de las dinámicas espaciales que se producían a partir de la puesta en marcha de ciertas políticas estatales encaminadas a reconocer la diversidad cultural de dicha ciudad. Mi propósito fue mostrar que el proyecto multicultural estatal no sólo ha buscado reconfigurar a los sujetos sociales, en este caso a las poblaciones indígenas urbanas, sino también los espacios que habitan, para convertirlos en productos/mercancías de consumo turístico, y que quienes no se alinean a este proyecto son considerados invasores, ilegales y peligrosos (Cañas, 2007).

Más adelante, me interesó investigar cómo se había materializado el proyecto multicultural en la frontera Chiapas-Guatemala en una época de auge de programas de gobierno destinados al ecoturismo. Documenté la “historia de éxito” de un proyecto ecoturístico que había despuntado en el sexenio de Vicente Fox, con el apoyo de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) que encabezaba Xóchitl Gálvez (actual candidata a la presidencia). El ejido en donde se echó a andar el proyecto ecoturístico fue fundado por familias de indígenas mam que, en los años 1980, dejaron su lugar de origen para hacerse de tierras con la esperanza de vivir de la siembra de café, aprovechando las dotaciones de tierras realizadas por el gobierno. No obstante, muy pronto fue evidente que subsistir de la cosecha de café no era una opción viable no sólo por las crisis del mercado de café y la falta de apoyo gubernamental, sino sobre todo porque las tierras dotadas no eran aptas para su cultivo. Entonces la carretera no llegaba hasta el ejido y para acceder a ésta había que caminar un día entero. Los oriundos del lugar cuentan que, sólo en casos de emergencia, y si tenían suerte, muy de vez en cuando bajaba la avioneta a dejar medicamento o transportar algún enfermo de gravedad. Así comenzó la búsqueda de opciones para sobrevivir en esas tierras incomunicadas y agrestes. Muy ocasionalmente llegaban turistas aventureros a acampar cerca de la cascada que caracteriza al lugar. A partir de estas visitas, algunos miembros del ejido se propusieron atraer más turistas, para lo que se organizaron para construir un par de cuartos y ofrecerles servicio de comida. Esta iniciativa comunitaria dio pie a lo que, años más tarde, sería uno de los proyectos ecoturísticos “modelo” del sureste mexicano. Largo y sinuoso fue el camino para convertirse en empresarios. Los miembros de la sociedad que maneja el proyecto han pasado por decenas de negociaciones, certificaciones para ofrecer servicios de calidad, viajes recurrentes a la capital del estado y del país para asistir a citas con la burocracia, participaciones en ferias de turismo, búsquedas de proveedores, instrucción en hotelería y computación, además de hacer frente a imprevistos como inundaciones y un incendio que a nada estuvo de consumir el área de cocina y restaurante del complejo ecoturístico.

En 2018 la amenaza de construcción de un complejo hidroeléctrico en el río que atraviesa el ejido anunció la llegada de la fase extractivista del proyecto multicultural. El ecoturismo dejaba de ser suficiente: ahora los grandes intereses políticos y económicos iban por el agua, en consonancia con lo que sucede en el resto de esa región fronteriza de Chiapas altamente militarizada, en donde la presencia del crimen organizado va en aumento, así como los proyectos extractivistas, las plantaciones y la minería, entre otros. A pesar de las divisiones al interior del ejido y de que no todos los miembros de la comunidad están a favor del proyecto ecoturístico, los ejidatarios se organizaron y lograron frenar la construcción de la presa o al menos posponerla, por ahora.

Actualmente vivo en una ciudad que, a primera vista, parece de mayoría blanco-mestiza o al menos así la piensan/desean la clase política y empresarial que la gobierna y que tiene sus esperanzas puestas en el proyecto de construcción de una planta de ensamble de carros eléctricos Tesla anunciado recientemente. Sin embargo, si una mira con atención es evidente que Monterrey es una ciudad de población muy diversa y cambiante. Aquí coexisten personas procedentes de otros estados del país que han hecho de esta ciudad su lugar de residencia permanente, así como migrantes internacionales de paso en su camino hacia Estados Unidos, procedentes de Honduras, Nicaragua, Venezuela y Haití.

En el caso de la población indígena, investigaciones históricas como la de Cecilia Sheridan dan cuenta de las políticas de exterminio puestas en marcha en la época colonial, así como de las de poblamiento y pacificación del periodo virreinal que resultaron en migraciones de tlaxcaltecos aliados en la última década del siglo XVI a la región noreste (2000). Asimismo, trabajos sobre la época actual señalan que hace por lo menos 15 años la CDI reportaba que el Área Metropolitana de Monterrey (AMM) presentaba un crecimiento anual de población indígena migrante de 12%, la tasa más alta a nivel nacional (Durin et al., 2007: 29). Desde entonces, se han realizado estudios que dan cuenta de la presencia de la población indígena y las problemáticas que enfrenta en el espacio urbano (Durin, 2003, 2008, 2010 y 2017; Moreno, 2010). La composición de la población indígena incluye a nahuas, huastecos, otomíes, zapotecos, mixtecos, mixes, mazahuas y tenek.

A un año de residir en la “ciudad de las montañas”, he podido constatar que la migración indígena se ha diversificado y que Chiapas está presente en Monterrey. Un buen día de verano a más de 35 grados centígrados, me topé con Josefina, mujer indígena originaria del municipio de San Juan Chamula. Era imposible no notarla porque llevaba su enredo de lana negra cardada. Ella reside en esta ciudad desde hace por lo menos cinco años y dice vivir más tranquila aquí que en Chiapas, de donde salió huyendo de la violencia doméstica. Sus hijos y otros miembros de su familia extensa se le han sumado poco a poco y ahora también viven aquí. Según Josefina, “cada día vienen más de Chiapas”, unos con planes de quedarse aquí indefinidamente, otros con la esperanza de cruzar al vecino país del norte en cuanto la oportunidad se presente. Será importante seguirle la pista y dar continuidad a los trabajos realizados que ya hablaban de que la presencia indígena en la ciudad tiene rostro de mujer (Durin et al., 2007). En particular, indagar cómo se materializa el proyecto multicultural en su fase extractivista en esta geografía particular, qué sujetos y espacios produce y/o cómo los reconfigura y, sobre todo, qué implicaciones tiene este proyecto en las vidas y los cuerpos de las mujeres indígenas urbanas.

Después de este recorrido reflexivo sobre mi experiencia investigando críticamente los alcances y límites del proyecto multicultural puedo decir que éste jamás se propuso interrogarse sobre sus cimientos coloniales. No sólo no cuestiona su ímpetu colonial disfrazado de inclusión de la diversidad, sino que lo refuerza y reproduce a partir de los proyectos extractivistas que obligan a miles de indígenas a salir de sus territorios expoliados por la violencia, esa que parece no tener fin en este país de muerte. A quienes logran permanecer en sus territorios, los despoja de sus derechos políticos, sociales y económicos, al tiempo que restringe y regula sus derechos culturales. Peor aún, los obliga a vivir con la amenaza siempre presente de la embestida de su fase extractivista.

Referencias

Cañas Cuevas, Sandra
2017 Multiculturalismo mágico en una ciudad de Chiapas, San Cristóbal de las Casas, CIMSUR-UNAM.

Durin, Séverine
2003 “Indígenas urbanos en la Zona Metropolitana de Monterrey”, Vetas. Revista de El Colegio de San Luis, núm. 15, pp. 66-85.

Durin, Séverine (coord.)
2008 Entre luces y sombras. Miradas sobre los indígenas en el área metropolitana de Monterrey, Ciudad de México, CIESAS/CDI.

Durin, Séverine
2010 “Políticas neoindigenistas y multiculturalistas en el medio urbano. El Estado y los indígenas en el Área Metropolitana de Monterrey”, en Séverine Durin (coord.), Etnicidades urbanas en las Américas. Procesos de inserción, discriminación y políticas multiculturalistas, Ciudad de México, CIESAS/EGAP, pp. 313-337.

Durin, Séverine
2017 Yo trabajo en casa. Trabajo del hogar de planta, género y etnicidad en Monterrey, Ciudad de México, CIESAS.

Durin, Séverine, Rebeca Moreno y Cecilia Sheridan
2007 “Rostros desconocidos. Perfil sociodemográfico de las indígenas en Monterrey”, Trayectorias, núm. 23, pp. 29-47.

Moreno Zúñiga, Rebeca
2010 “Indígenas en la ciudad y en la lejanía. La representación diferenciada de los indígenas en el discurso periodístico (El Norte 1988-2006)”, en Séverine Durin (coord.), Etnicidades urbanas en las Américas. Procesos de inserción, discriminación y políticas multiculturalistas, Ciudad de México, CIESAS/EGAP, pp. 253-268.

Sheridan Prieto, Cecilia
2000 Anónimos y desterrados. La contienda por el “sitio que llaman de Quauyla” Siglos XVI-XVIII, Ciudad de México, CIESAS/Miguel Ángel Porrúa.


  1. sandra.cacue@ciesas.edu.mx