Gustavo Martínez Patricio[1]
Universidad Intercultural del Estado de Hidalgo
“No me deja dormir el estar pensando en cómo atajar el agua”
(entrevista a la señora María, abril de 2024. Acuautla, Huehuetla, Hidalgo)
El sufrimiento socioambiental, desde la perspectiva de la ecología política latinoamericana, intenta explicar las diferentes formas de dolor, angustia y malestar que experimentan las comunidades e individuos como resultado de la degradación ambiental y la injusticia social. Teniendo en cuenta lo anterior, es importante puntualizar que este tipo de sufrimiento va más allá de una preocupación por el medio ambiente, pues las comunidades y pueblos acuerpan estas adversidades y buscan generar procesos de resistencia, tanto para hacer frente a estas desigualdades, como para su propia sobrevivencia (Castillo-Oropeza y Delgado-Hernández, 2024).
Estas comunidades, regularmente, son las que históricamente han sido más vulneradas, como los pueblos indígenas, campesinos, periféricos y otros subalternizados, quienes generalmente se encuentran asentados en espacios rurales, aunque también en barrios marginados periurbanos y urbanos, y quienes sufren de manera incisiva los impactos negativos de la contaminación, la deforestación, la minería y otros proyectos extractivistas que aumentan las desigualdades ambientales y socioculturales.
Este sufrimiento socioambiental, además de causar daños físicos cuando “se pone el cuerpo” para hacer frente a las injusticias ambientales, también traer consigo efectos psicológicos y emocionales que degradan la salud de quienes sufren de la injusticia ambiental. Entre ellos podemos encontrar a la ansiedad, la depresión y el duelo por la pérdida del territorio y los elementos naturales que en él existían, tal como lo menciona la señora María:
Cuando tarda mucho tiempo en llegar el agua, uno nada más está pensando en cómo le va a hacer para “atajarla”, […] de tantas vueltas que una le da en la cabeza para encontrarle solución, hasta no me deja dormir el estar pensando en cómo atajar el agua, […] porque no solo es ir a traerla al pozo, eso se hace fácil, sino buscar en dónde se va a guardar para que la tengamos a la mano en la casa. (Entrevista a la señora María, abril de 2024. Acuautla, Huehuetla, Hidalgo)[2]
Debido a todos los riesgos y amenazas que trae consigo el sufrimiento socioambiental, los pueblos y comunidades se ven obligados a generar procesos de re-existencia y de lucha (Escobar, 2014 y Porto-Gonçalves, 2009), que en algunos lugares son no-confrontativos, pues recaen en procesos organizativos y de movilización social con los que se busca defender el territorio, los derechos y la dignidad de las personas, y sus comunidades, ante los diversos “proyectos de desarrollo y modernización” que impactan a diferentes escalas y que transforman los territorios, generalmente a partir de la apropiación y/o destrucción los ecosistemas y los elementos naturales.
“Todos tenemos necesidad del agua y por eso hay que apoyarse”
(entrevista a la señora Bina, mayo de 2024. Acuautla, Huehuetla, Hidalgo)
Uno de los elementos naturales que existen en los territorios y que generalmente son asediados, apropiados, contaminados y/o destruidos es el hídrico. Desde la mirada de la ecología política, de acuerdo con Castillo-Oropeza y Hernández-Gamboa (2020), el sufrimiento hídrico se puede referir a las formas en que los sujetos experimentan la incertidumbre constante en relación con la explotación y desigualdad en el acceso al agua, lo que provoca una condición desigual y diferenciada, que estimula a quienes la sufren a generar demandas de distintas índoles para buscar presionar al Estado para que desarrolle una participación activa en el manejo, control y destino de sus fuentes de abastecimiento de agua local en el corto, mediano y largo plazo.
Parece algo contradictorio el pensar en un sufrimiento hídrico en la Sierra Oriental de Hidalgo, cuando existen diversos cuerpos de agua, como pozos, escurrimientos (imagen 1), ríos intermitentes y el paso del río Pantepec, sin embargo, en la cotidianidad se pueden observar muchas localidades que no cuentan con una red de agua potable funcional que les permita tener acceso a este preciado líquido, teniendo que utilizar cubetas, bidones y cualquier otro recipiente con el cual transportar el agua para posteriormente almacenarla y hacer uso de ella en la cotidianidad.
Imagen 1. «Pocito» intermitente que se forma por el escurrimiento de agua. Acervo personal del autor
Este desabasto de agua se debe, entre otras cosas, a la falta de mantenimiento de la infraestructura de las redes de agua potable, ya que con el paso del tiempo dicha infraestructura se vuelve obsoleta. Tal es el caso de la localidad ñuhu (otomí) de Acuautla, Huehuetla, Hidalgo, en donde las y los pobladores refieren que hace aproximadamente 30 años el Estado instaló una red de agua potable, que dejó de funcionar aproximadamente 10 años después, por causa principalmente de las continuas descomposturas en el sistema de bombeo (imagen 2); el gasto que debían de hacer los pobladores para las reparaciones era muy alto y con poco apoyo del gobierno, lo que los orilló a abandonar esta red y buscar otras maneras de obtener agua.
Imagen 2. Infraestructura abandonada de la red de agua potable de Acuautla. Acervo personal del autor
En esta búsqueda para tener acceso al agua, las mujeres son quienes más sufren para obtener el vital líquido, pues, en términos de roles de género, a ellas es a quienes se les han delegado las acciones conducentes para que los hogares tengan el agua. Las mujeres deben de utilizar sus cuerpos y enseres para trasladar el agua de los pozos hacia sus hogares (imagen 3), lo que es un aumento del trabajo no remunerado y, por ende, de las desigualdades sociales.
Imagen 3. Mujer llevando agua, caminando junto a un tubo obsoleto de la red hidráulica. Acervo personal del autor
A pesar de estas presiones hacia las mujeres, ellas se han organizado para poder desarrollar esta tarea de la mejor forma posible, manteniendo un respeto por “el lugar” de llegada de cada quién a la funete natural de agua, ya que, si por alguna razón tienen que salirse de la fila, ellas pueden dejar sus recipientes “formados”, y quienes van detrás o al frente de ellas hacen que “avancen” sus enseres, para que cuando lleguen al pozo se llenen, sin importar que no estén presentes físicamente las dueñas, con la ayuda de las demás (imagen 4),, buscando que cada familia tenga el preciado líquido, pues consideran que “todos tenemos necesidad del agua y por eso hay que apoyarse” (entrevista a la señora Bina, abril del 2024. Acuautla, Huehuetla, Hidalgo).
Imagen 4. Enseres formados y siendo llenados en el pozo Dzudehe. Acervo personal del autor
A partir de lo anterior, se puede observar que las mujeres desarrollan una re-existencia (Hurtado y Porto-Gonçalves, 2022), es decir, no solo resisten a las relaciones de poder, sino que generan una reinvención y reorganización que se basa en el pasado y la tradición, impulsando luchas presentes no-confrontativas para inventar el futuro y así hacer un contrapeso. Esta re-existencia se fundamenta en acciones de la vida cotidiana, a partir de la subjetividad e intersubjetividad (Surrallés, 2005), en este caso, respetando la necesidad de acceso al agua y buscando un apoyo colectivo, porque todas sufren de lo mismo: la falta de acceso al agua.
Aquí —en Acuautla, Huehuetla—, cuando es tiempo de secas, las mujeres comienzan su día a la una de la mañana, cuando se levantan y tienen que echarse a caminar al Dextï —pozo más importante de la localidad— para hacer fila y llenar sus galones y cubetas […]. Llegan a esperar hasta más de una hora, porque, a esa hora, otras señoras también ya están llenando sus bidones, tinajas y cubetas [imagen 5]; porque sin agua no se puede hacer nada en la casa, no se puede cocinar, beber o bañarse. (Entrevista a la señora Bina, mayo del 2024. Acuautla, Huehuetla, Hidalgo)
Imagen 5. Mujeres llenando sus enseres en el pozo Dextï. Acervo personal del autor
Esta re-existencia en la cotidianidad, genera que las mujeres tomen decisiones y construyan reglas no escritas en torno a la forma en que se organizan cotidianamente, lo cual influye en su convivencia y relaciones sociales, tratando de actuar desde una mirada más consciente y crítica, partiendo desde lo común (Martínez-Patricio y Castillo-Oropeza, 2024 y Soares, 2021), tal como se puede interpretar en la siguiente narración:
Casi siempre las mujeres se levantan a hacer sus cosas por ahí de las 5:00 de la mañana, pero, cuando no hay agua o es muy poca, deben de levantarse antes […]. A veces se juntan varias y se llevan lámparas para irse al río —Pantepec— a Zicatlán. Algunas van saliendo por ahí de las 2:00 de la mañana, para que les de tiempo lavar la ropa. […] Ya cuando terminan, ahí vienen de regreso, porque deben de estar a tiempo para alistar a sus hijos para que se vayan a la escuela, también para que le den de comer al marido antes de que se vaya a la milpa o al cafetal. (Entrevista a la señora Reina, abril del 2024. Acuautla, Huehuetla, Hidalgo)
Si bien la narración anterior coloca en el centro los lazos comunitarios que se crean entre las mujeres a partir del sufrimiento hídrico, también se analiza que las mujeres son quienes padecen más este tipo de sufrimiento en Acuautla, pues a ellas se les ha dado el rol de proveedoras del agua, como parte de sus tareas como reproductoras de la vida, lo que intensifica la interseccionalidad por razones de género (Lugones, 2011). Y, en un acto de re-existencia, se han organizado para buscar apoyarse entre sí, con lo cual solidifican las relaciones sociales, aunque esto signifique que deban de utilizar sus cuerpos para tener acceso al agua, ya que el Estado no ha garantizado las condiciones necesarias para ello.
Referencias bibliográficas
Castillo-Oropeza, O. A., y Delgado-Hernández, E. (2024). Prolegómenos para una ecología política del sufrimiento socioambiental en América Latina. En Castillo-Oropeza, O. A. y Roca-Servat, D. (coords.), Ecología política, sufrimiento socioambiental y acción política: algunos debates contemporáneos en América Latina (pp. 27-46). Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).
Castillo-Oropeza, O. A., y Hernández-Gamboa, J. A. (2020). Ecología política del sufrimiento hídrico. Revista Argumentos, (93), 241-259.
Escobar, A. (2014). Sentipensar con la tierra. Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. Ediciones UNAULA.
Hurtado, L. M. y Porto-Gonçalves, C. W. (2022). Resistir y re-existir. GEOgraphia, 24(53). https://doi.org/10.22409/GEOgraphia2022.v24i53.a54550
Lugones, M. (2011). Hacia un feminismo descolonial. La manzana de la discordia, 6(2), 105-117.
Martínez-Patricio, G. y Castillo-Oropeza, O. A. (2024). Ontologías ecopolíticas en la Sierra Oriental Hidalguense (México): Una mirada sobre la ritualidad de los Ñuhu y Ma’alh’ama’ a la Sirena. Revista Kawsaypacha. Sociedad y Medio Ambiente, (13), D-003. https://doi.org/10.18800/kawsaypacha.202401.D003
Porto-Gonçalves, C. W. (2009). De Saberes y de Territorios: diversidad y emancipación a partir de la experiencia latino-americana. Revista Polis, 8(22), 121-136.
Soares, D. (2021). Ecología política y gestión del agua en territorios rurales. Caso El Mirador, México. Regions & Cohesion, 11(3), 80-101.
Surrallés, A. (2005). Afectividad y epistemología de las ciencias humanas. AIBR. Revista de Antropología Iberoamericana, (Especial). https://www.redalyc.org/pdf/623/62309911.pdf
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Este documento recupera fragmentos de entrevistas a profundidad aplicadas a mujeres de la localidad ñuhu (otomí) de Acuautla, Huehuetla, Hidalgo, durante el trabajo de campo realizado de finales del 2023 y en el primer semestre del 2024. ↑