Elda Miriam Aldasoro Maya
Cátedras Conacyt-El Colegio de la Frontera Sur, San Cristóbal de las Casas
ealdasoro@ecosur.mx | https://www.ecosur.mx/academico/ealdasoro/ |https://ecosu.academia.edu/EldaMiriamAldasoroMaya
Edith Carrera Sánchez
Selva del Toztlan, A.C.
edithcarrera2014@gmail.com
Concepción Acosta Vázquez
Red Mujeres Gestoras de Desarrollo, A.C.
conchita.acosta@hotmail.com
Francisco José Gómez Marín
Instituto Tecnológico Superior de San Andrés Tuxtla
franciscogomez@itssat.edu.mx | Facebook MARETUX-Meliponicultoras Agroecológicas en Red de Los Tuxtlas Veracruz | maretux.scapto@gmail.com
Encontrarnos con ellas es descubrir el universo,
es mirar el sol con todo su esplendor,
es vivir emociones agradables llenas de olores y colores nuevos,
es la oportunidad de amar la vida desde lo más pequeño.
Concepción Acosta Vásquez
En Mesoamérica se han criado abejas nativas sin aguijón desde hace cientos de años por diversos pueblos indígenas. Estas abejas son parte de las más de dos mil especies que existen en México, y pertenecen a la tribu Meliponini, de la cual hay 46 especies en el país (Ayala, 1999), y se tiene el conocimiento del manejo de al menos 17 de ellas.
Se tienen importantes antecedentes arqueológicos de la meliponicultura, siendo uno de los más relevantes una sección del Códice Trocortesiano o Madrid, constituida por 10 páginas del total de 112, y en la que se hace una descripción detallada del conocimiento del pueblo maya sobre la crianza de una especie en particular Melipona becheeii, la Xunan cab, como la llaman los mayas. Es un “tratado sintético de meliponicultura maya, que abarca desde las abejas y el entorno natural, hasta las prácticas culturales y los rituales” (Sotelo, 2021: 4).
Las especies de meliponinos, manejadas o no, han interactuado a través de las generaciones con la diversidad cultural existente en México, con sus poblaciones campesinas, indígenas y afrodescendientes, y otra miríada de expresiones de vida. Se tiene conocimiento de que se practica esta crianza en al menos 19 de los 68 grupos indígenas existentes en México (ver tabla 1), los cuales hablan 364 variantes lingüísticas. Dicha interacción profunda, compleja y fascinante, forma parte de la diversidad biocultural de nuestros territorios, conforma un legado biocultural de las generaciones futuras y se requiere trabajar para la conservación de éste in situ (Aldasoro et al., 2021).
Chatina (cha’ jna’a ) |
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Chinanteca (jumi dsa mojai ) |
Ch’ol (lakty’añ) |
Chontal (yoko t’an) |
Cora (múxata’ana) |
Huichola (wixárika) |
Maya (maaya t’aan) |
Lacandón |
Mazateca (en naxijen ) |
Mixe (ayuujk ) |
Nahua |
Popoluca (nuntaj+yi’/ ) |
Purépecha (p’urhepecha ) |
Tarahumara (rarámari raicha) |
Tlapaneca (me’phaa ) |
Totonaca (tutunáku) |
Tsotsil (bats’i k’op) |
Zapoteca (didzá ) |
Zoque (tsuni) |
Tabla 1. Pueblos indígenas de los que se tiene referencia que practican la crianza de abejas nativas sin aguijón. Elaboración propia con información de (Aldasoro et al., 2021; Arnold et al., (2019), Contreras et al., (2020), Reyes et al., (2014).
La crianza de abejas nativas sin aguijón, también llamada meliponicultura, involucra saberes contemporáneos de gran relevancia. El término saberes incluye, de acuerdo con Toledo y Alarcón-Chairés (2012) conocimientos, prácticas y creencias. Usamos el término contemporáneo para enfatizar su constante producción y reproducción, así como que son resultado de saberes antiguos, pero también de las interacciones que se dan cada vez más en un mundo globalizado y finalmente para recalcar su presencia y pertinencia en el mundo actual, y muy relevantemente para el futuro (Aldasoro, 2012; Chan et al., 2019). Otro componente de los saberes contemporáneos es que tienen como eje de articulación las emociones y sentimientos de sus poseedores, que es lo que da sentido y significado a nuestras acciones, y los sentires que despiertan estas abejas son cuantiosos.
La meliponicultura y los saberes que la hacen posible, enfrentan serios retos en el antropoceno/capitaloceno, que van desde los cambios ambientales que se presentan en los territorios en donde persiste, hasta la vertiginosa velocidad de los cambios socio-culturales que irrumpen la transmisión de saberes a las nuevas generaciones (Contreras, 2020). Adicionalmente, debido a lagunas legales existentes en nuestro país, este patrimonio biocultural es susceptible de ser robado por iniciativas biopiratas. En el 2018, la Asamblea de Defensores del Territorio Maya Múuch’Kimbal denunció a la Fundación Melipona Maya de ejecutar un proyecto que amenazaba el control y posesión del pueblo maya respecto de sus saberes y recursos genéticos asociados a la crianza de abejas nativas sin aguijón. La denuncia logró la cancelación del proyecto, en el que estaban involucrados instancias gubernamentales a nivel federal (CDI), estatal (Sedarpe),[1] así como instituciones de educación superior (ITSCP y UIMQroo)[2] y una compañía y laboratorio de origen francés (Expans-cience y Ballot Flurin, respectivamente) (Mayapolitikon, 2018).
En esta defensa del patrimonio biocultural y los territorios, en los últimos años se ha trabajado por visibilizar el gran papel que hacen las mujeres alrededor del mundo. En México existe una relevante diversidad de grupos de mujeres en torno a la meliponicultura, por supuesto con diversidad de objetivos y miradas.
De acuerdo con Negrín (2016), es relativamente reciente la incorporación de las mujeres a la meliponicultura en la península de Yucatán; sin embargo, ésta ha sido vigorosa, ya que actualmente son múltiples los grupos exclusivamente de mujeres que están trabajando con los meliponinos en los tres estados: Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Numerosas iniciativas parten de dar valor agregado a los productos de la colmena para su comercialización (Balam et al., 2109).
Por otra parte, algunas de las mujeres también han tomado un papel clave en la defensa de sus territorios, así como de la api y meliponicultura. Tal es el caso de Leydi Pech en Holpechén, Campeche, quien ha liderado la lucha contra la siembra de soya transgénica en su región junto al colectivo intersectorial MA OGM (No a los Organismos Genéticamente Modificados) (Torres-Mazuera, 2018). El lograr que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) emitiera la suspensión legal del cultivo le dio mucha exposición mediática a su lucha, así como el que se le otorgara a ella el premio Goldman 2020.[3] Desafortunadamente, en su territorio sigue la batalla para que lo ganado en papel, se vuelva realidad en el campo. No obstante, son fuente importante de inspiración y esperanza para otros pueblos y regiones.
En el territorio nahua de la Sierra Norte de Puebla, también existe un número importante de mujeres meliponicultoras, que hacen frente a los retos que se les presenta a través de la organización (Ortiz, 2021). Una de las iniciativas más significativas es el trabajo que se hace en la organización Tochan Nuestra Casa A.C., que trabajan por la defensa de su cuerpo-territorio a partir del trabajo con patios integrales, como parte de los cuales se incorpora el trabajo con la abeja Scaptotrigona mexicana que ellas denominan Tiltik Pisilnekmej.
Imagen 2. Abeja Tiltik Pisilnekmej (Scaptotrigona mexicana). Foto: Lázaro Arroyo R.
En la siguiente sección, el equipo de MARETUX: Edith, Concepción y Francisco nos comparten parte de su experiencia.
Estudio de caso: mujeres meliponicultoras de Los Tuxtlas, Veracruz
La Mare (Meliponicultoras Agroecológicas en Red), impulsada por INANA, A.C., tiene presencia en los estados de Puebla, Veracruz y Oaxaca. Esta red plantea el reconocimiento al papel central que tienen las abejas para la reproducción de la vida, la alimentación y la salud, por lo que invita a su conservación ante las múltiples amenazas que enfrentan en el mundo actual. Al sur del estado de Veracruz, México, trabaja el colectivo Maretux (Meliponicultoras Agroecológicas en Red de Los Tuxtlas), que han visto la oportunidad de establecer la meliponicultura de una forma respetuosa con las abejas y el entorno.
Aunque convivieron con nuestras tatarabuelas, bisabuelas y abuelas y estaban muy cerca a nosotras, no se había dado el encuentro con varias de nosotras, nos perdimos en el camino. Tuvieron que pasar muchas lunas y fue hasta el año 2018 que, gracias a otras mujeres que iban delante de nosotras, fue que la vida nos puso cara a cara. Las miramos con amor, ternura y con mucha pena y pesar por no haberlas cuidado y protegido antes. Hay una complicidad entre las abejas nativas y las mujeres: ellas nos dan la polinización, frutos para el sustento familiar; además, nos dan miel para curarnos y fortalecernos; nos dan sus propóleos para protegernos de virus, hongos, bacterias que nos atacan, nos dan su cera para suavizar las asperezas de nuestra vida cotidiana. También nos regalan su ejemplo de vida, disciplina y trabajo organizado, que tanta falta nos hace a las mujeres.
La Maretux nació en el año 2018, formada principalmente por mujeres de 15 localidades de media y alta marginación, algunas de poblaciones indígenas popolucas y nahuas de 6 municipios de Los Tuxtlas. Surgió de grupos ya organizados anteriormente y en algunos casos, con apoyo de organizaciones de la sociedad civil. En el caso de la Red Mujeres Gestoras de Desarrollo, A.C. que desde hace casi 22 años la forman cinco comunidades (San Martín Soteapan, Madero de Hueyapan, Miguel Hidalgo, Benito Juárez y Las Margaritas de Catemaco) (Acosta, 2019) y las Orquídeas del Maduro, de Tebanca (Catemaco) que tiene más de 10 años que se formó gracias al apoyo del señor Antonio Azuela de Vivero de Tebanca, A.C. Otros grupos, como las del Meliponario La Gloria de La Victoria (Catemaco), tienen más de 6 años reuniéndose para proteger la orilla del lago Catemaco que colinda con su comunidad. La mayoría de sus integrantes son mujeres con presencia en sus comunidades y que han participado en importantes procesos de desarrollo social y de salud. Con apoyo de Selva del Toztlan, A.C. se gestionaron recursos ante el Fondo Ambiental Veracruzano para consolidar a la MARETUX.
Hemos recibido formación en el cuidado de las abejas y en la elaboración de productos derivados de la crianza de las abejas, por nuestra salud, la de nuestras familias y vecinos y por nuestro medioambiente. Conscientes de que las personas cuidan lo que conocen, las meliponicultoras hemos recibido capacitación sobre la identificación de abejas nativas y flores silvestres.
Actualmente, la Maretux está conformada por 18 meliponarios, en los que se crían las llamadas comúnmente “negritas”, “mosquitas” o “enredapelos”, nombres que corresponden a 5 de las 14 especies de meliponinos que se han identificado para la región: Nannotrigona perilampoides, Scaptotrigona mexicana, S. pectoralis. Plebeia sp. y Melipona beecheii. El colectivo cuenta con una participación de 78 mujeres (90.3%) y 19 hombres (9.7%), los cuales cuidan, manejan y admiran 196 nidos, tanto en cajas como en ollas de barro. La meliponicultura fomenta el empoderamiento de las mujeres debido a que es una actividad que pueden realizar sin la necesidad de contar con una parcela, ya que es una actividad de traspatio y por lo mismo, la pueden realizar en su propia casa. El buen manejo de las abejas nativas ofrece a las mujeres la oportunidad de contar con productos derivados de la cosecha de los nidos, con los cuales pueden elaborar pomadas, cremas, jarabes y tinturas que les permiten atender problemas de salud en su familia y comunidad. Además, les genera un recurso la venta del excedente de estos productos. Como Maretux, nos reunimos en torno al interés por proteger nuestros recursos naturales y buscar alternativas a los problemas de salud y economía familiar y comunitaria. Somos un colectivo que promueve las buenas prácticas de manejo de meliponinos y sobre todo nos consideramos “Guardianas de las Abejas Nativas”.
Imagen 1. Reunión de la Maretux en La Victoria, Catemaco, Ver. Archivo Maretux.
En este andar nos hemos encontrado con algunas problemáticas que aquejan la supervivencia de las abejas y polinizadores silvestres, como el saqueo indiscriminado de nidos silvestres, la falta de conocimiento sobre las especies, el uso de pesticidas, entre otros. Nos hemos tenido que enfrentar a críticas de vecinos y familiares; a decisiones de autoridades que en su intento por ofrecer “alternativas de desarrollo” fomentan prácticas poco sustentables. En años recientes, la meliponicultura ha despertado interés por el valor de los productos que se obtienen de la crianza de las abejas, sin embargo, las abejas nativas sin aguijón, pueden ser víctimas de su propio éxito. Desafortunadamente, el interés no siempre está relacionado con buenas prácticas. En diversos estados y regiones del país (Zongolica y Los Tuxtlas, en Veracruz y en Tabasco), la promoción de la actividad se ha realizado a veces de manera irresponsable por dependencias gubernamentales y otras instituciones que no cuentan con la información suficiente respecto a lo que implica el cuidado, manejo y aprovechamiento de los meliponinos, mucho menos del gran valor histórico, cultural y psicoafectivo de este maravilloso grupo de seres vivos. Estas propuestas fomentan el saqueo indiscriminado de nidos silvestres, que sin el manejo adecuado terminan perdiéndose. En Los Tuxtlas en particular se están implementando programas para promover la meliponicultura, que incorporan capacitación técnica, pero que, sin embargo, no están exentos de generar incentivos perversos, promoviendo el habitual clientelismo político y nepotismo, acompañados de la discriminación y exclusión de comunidades, grupos y mujeres con auténtico interés en la meliponicultura. Estos programas de forma masificada, plantean conseguir miles de nidos de origen desconocido y con prácticas de manejo que demuestran gran ignorancia sobre las necesidades particulares de estas especies, afectando incluso a especies que no son aptas para la crianza. Esta demanda de nidos, también implica el tráfico de éstos entre diferentes áreas, lo que puede traer como consecuencia el transporte e introducción de patógenos y parásitos de abejas y meliponinos. Consideramos necesario denunciar las malas prácticas, falta de valores y principios esenciales de esos programas y sus impactos negativos. Es por eso una tarea primordial de la Maretux y las organizaciones que la apoyan, advertir sobre los impactos no deseables de ese tipo de programas, proporcionando información adecuada y aliándonos con quienes ya iniciaron un camino de manejo sustentable. Esto lo realizamos a través de una variedad de acciones. En 2020, con recursos de la Conanp (Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas), se organizó el Primer Foro Taller “Análisis de la situación de los polinizadores en Los Tuxtlas”, donde, a pesar de la pandemia, logramos reunir a 70 personas de la región, en la reunión estuvieron presentes autoridades de los tres niveles de gobierno.
Desde el colectivo de la Maretux hemos salido adelante gracias al convencimiento de que unidas seremos más fuertes y unidas podemos proteger mejor nuestro territorio. Hemos insistido en que se tomen en cuenta las recomendaciones resultado de estas reuniones, hemos establecido jardines para polinizadores, se han realizado pláticas en escuelas de la región, producción de material de difusión como trípticos y carteles, en la plataforma de Naturalista.mx de la Conabio se han subido imágenes de más de 50 especies de abejas nativas, entre ellas de 14 de meliponinos y las plantas con las que interaccionan. Se ha hecho propagación de especies de plantas nativas y se han efectuado intercambios de experiencias entre los meliponarios locales y uno en Cuetzalan, Puebla. Para celebrar el Día Mundial de las Abejas en 2021, convocamos a un concurso de dibujo titulado “Las abejas de mi comunidad”. A pesar de las condiciones de la pandemia, recibimos 92 dibujos de tres categorías en las que participaron niños y jóvenes de 10 localidades de 5 municipios de la región. Aunque la enfermedad por Covid-19 nos ha mantenido sin poder reunirnos y hemos perdido algunos compañeros por ésta, permanecemos en contacto. Tenemos un grupo de Whatsapp por el que frecuentemente nos mantenemos al tanto de cómo están las abejas y cómo estamos las meliponicultoras. El trabajo de la Maretux ha sido posible gracias a la ayuda que hemos recibido de personas que aman a las abejas, como es el caso del ingeniero Lázaro Arroyo, Raquel Zepeda y su equipo de Inana, A.C., Roque Arroyo y su familia; de la Dirección de la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, y el extinto Fondo Ambiental Veracruzano de la Secretaría de Medioambiente del Estado de Veracruz.
Reflexión final
Es debido a lo anterior que consideramos que la crianza de abejas nativas sin aguijón es un territorio en disputa. Por una parte se tienen las propuestas productivistas/utilitaristas y ahistóricas que anteponen el beneficio económico a cualquier otro valor, y por otra parte, las propuestas holísticas por las que nos decantamos, que reconocen el valor simbólico y cultural de esta práctica, y por tanto de la diversidad de saberes asociados a ésta. Argumentamos que la promoción de la meliponicultura, así como la conservación de los patrimonios bioculturales que representa, debe considerar aspectos biológicos y ecológicos que la integren dentro de la valoración y conservación de la biodiversidad, así como socioculturales, a fin de aprovechar toda la experiencia humana existente en torno a esta práctica.
Los programas, por tanto, deben mantener una coherencia entre el discurso ambientalista en el que se apoyan y las prácticas que realmente promueven, evitando incentivos perversos, como son el saqueo y comercio de nidos de origen silvestre, el desplazamiento de abejas nativas fuera de sus rangos y ambientes de distribución natural, y la negación de los saberes contemporáneos existentes entre criadores de abejas, frecuentemente despreciados por enfoques técnico-productivistas.
La propuesta es propiciar el diálogo de saberes, de acuerdo con la conceptualización que proponen Martínez y Rosset (2016), una construcción colectiva con nuevos significados, basado en la reflexión colectiva y que pueden ser la base para acciones de resistencia colectivas y nuevos procesos. Por tanto, la conservación y promoción de la meliponicutura demanda acciones con miradas holísticas, que consideren los elementos ambientales, socioculturales y económicos.
La crianza de abejas nativas sin aguijón es un elemento más en el complejo sistema de componentes que conducen hacia el buen vivir, con respeto a las abejas, su entorno y las diversidad de formas de conocer y saborear el mundo.
Imagen 3. Cría de abeja nativa sin aguijón, Scaptotrigona mexicana. Foto: Lázaro Arroyo R.
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- Instituto Tecnológico Superior de Felipe Carrillo Puerto, Universidad Intercultural de Quintana Roo ↑
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