Sergio Gallardo,
Caminos
‘Ciclo de cine Migrantes LGBT en el centro cultural José Martí’. Sergio Gallardo. junio 2014.
Lo jueves de junio del año 2014, en colaboración con la Secretaría de Cultura, el Colectivo Migrantes LGBT llevó a cabo el ciclo de cine “Sexilios: migrando la mirada” con el objetivo de visibilizar y sensibilizar la mirada en torno a las experiencias de personas desplazadas, migrantes y que se encuentran en contextos de movilidad ocasionados por las violencias dirigidas a ellas por el libre ejercicio de su sexualidad e identidad de género.
Apelando al cine como una entrada visual sugerente, con narrativas aprehensibles y cautivadoras, cada visualización de los largometrajes seleccionados era acompañada de una charla entre asistentes e integrantes del colectivo, siendo estos últimos quienes aprovechaban para dar datos puntuales y de situaciones puntuales de migrantes trans, homosexuales y lesbianas provenientes de Centroamérica que pasaban por escenarios similares a los proyectados.
Una de las intenciones de este diálogo era dejar claro que en México se daban contextos de violencia y vejaciones de las cuales muchas migrantes venían esperando distanciarse con su acto de migrar y que no existían las condiciones institucionales para identificarlas, nombrarlas e impedirlas.
También era la intención que fuera lo audiovisual lo que aportara los elementos para definir los Sexilios. Este concepto fue utilizado por primera vez por el sociólogo puertorriqueño Manolo Guzmán (1997) para hablar de aquellas personas que por tener una identidad-afinidad distinta a la heterosexual, se ven obligados a emigrar de su barrio, comunidad o país, ya que frecuentemente se encuentran amenazadxs, incomodadxs, discriminadxs o excluidxs por parte de la sociedad.
El sexilio como la búsqueda de un espacio de liberación y expresión de diversidad sexual, detonado bajo contextos de alta tensión y violencias, generando movimientos o migraciones forzadas de los lugares de pertenencia, aparece pues como un exilio de las sexualidades no aceptadas.
Con el apellido “migrando la mirada”, el ciclo de cine trataba de expresar este cambio necesario de mirar desde otros referentes de sentido, de observar sin juzgar, de acompañar empáticamente con la mirada las complejas realidades de esta comunidad específica de migrantes. Al migrar la mirada se desmontan los estereotipos, se humaniza la manera de ver sus vidas y se pueden encontrar las coincidencias y rutas de solidaridad posibles para frenar lo normalizado de las violencias de género hacia sexualidades e identidades de género no heteronormativas. O al menos así se pensaba ambiciosamente este ciclo de cine.
El espacio de su realización fue el Centro Cultural José Martí, espacio cultural de la Ciudad de México que con los años ha forjado una ávida comunidad cinéfila entre trabajadores, restauranteros, personas en situación de calle y ávidos curiosos que frecuentan la Alameda Central de la Ciudad de México, quienes se han vuelto su público cautivo. Esto gracias a la continuidad y fresca propuesta de Jorge Grajales con sus maratones nocturnos de cine alternativo que lleva realizando desde 1999.
Contrario a lo que se pensaba, durante los cuatro jueves esta población cautiva a las ofertas del centro no sólo siguió viniendo sino que fue creciendo y participando con preguntas sobre las personas migrantes en México, charlando sobre las actividades de activistas y defensores de derechos humanos que también llenaban las butacas. Incluso la última película animó a un par de mujeres que asistieron a dar su testimonio sobre las exigencias y regaños de sus familiares ante sus gustos durante sus infancias de “verse como niños”.
El ciclo de cine se conformó de cuatro películas de distintas regiones, temporalidades y estilos cinematográficos. Por las precarias condiciones ‒sin presupuesto‒ y limitaciones por derechos de autor, más que proyectar películas y documentales de vanguardia frente al tema, los largometrajes elegidos fueron aquellos que llevaban tiempo en plataformas de libre acceso. Pero también habría que resaltar que para 2014 no se contaban con producciones tan potentes y propositivas sobre el tema, como los documentales Club Amazonas (2016) de Roberto Fiesco, The Right Girls (2019) de Timothy Wolfer; o la aclamada película sobre la activista y cantante trans Morgana Love, Made in Bangkok (2015) de Flavio Florencio.
El ciclo arrancó con Antes que anochezca (2000) de Julian Schnabel, que narra la historia de vida del escritor cubano Reinaldo Arenas y su sexilio de la isla en 1980. El film nos muestra la imposibilidad que tuvo ‒aún como militante revolucionario‒ de cumplir las expectativas y preceptos que debía cumplir “el hombre nuevo” de la revolución cubana, siendo él homosexual.
De Cuba migramos la mirada a Reino Unido, con Gypo (2005) de Jan Dunn, para atestiguar desde un marcado estilo de cine independiente, tres distintas perspectivas sobre la intervención de Tasha ‒una adolescente gitana refugiada‒ en la vida de una pareja inglesa, quien pareciera que tiene más negado tener una relación afectiva con otra mujer que el propio hecho de esperar su pasaporte británico para asentarse en la periférica ciudad portuaria donde se encuentran.
En un salto geográfico corto pero grande temporalmente, nos trasladamos después a la Alemania del Tercer Reich para atestiguar la persecución homofóbica del régimen de Hitler, que expulsó a campos de concentración tanto a civiles como miembros de su ejército bajo una categoría específica de su cautiverio con la etiquete de triángulos rosas. Esto a través de la película Bent (1997) de Sean Mathias, que es una adaptación del testimonio de Josef Kohout que publicó en 1972.
Para cerrar el ciclo, de Alemania saltamos a Francia con Tomboy (2011) de Céline Sciamma, para mostrar cómo el desplazarse y habitar nuevos espacios también posibilita la manera de expresarse y reencontrarse con su cuerpo y gustos desde otros referentes de género, presentarse de diferente manera bajo intuiciones y transiciones presentes en las infancias. Así como reivindica Lía “La Novia Sirena” en su cuento (García, 2020) y otros textos, falta reconocer y visibilizar que las infancias trans, tomboy[1] o no binarias también existen.
Con estas cuatro películas se acompañó una serie de reflexiones con personas trans, lesbianas y homosexuales que habían llegado a México, ya sea para quedarse, buscar tratamientos hormonales, operaciones de cambio de sexo, o como una parada más de su transitar, y que el Colectivo Migrantes LGBT pudo acompañar. Muchas veces no se veían reflejadas en estas narrativas fílmicas, en sus protagonistas, pero sí en las violencias vividas.
Quizás es momento de volver hacer un segundo ciclo de cine acerca de sexilios, con otras películas y documentales, desde sus miradas y producciones audiovisuales. Esta memoria escrita sólo es una pizca de recomendaciones que esperamos motive a lxs queridxs lectores del Ichán, a migrar la mirada.
Visualización de la película –Hasta que anochezca– en el José Martí’. Sergio Gallardo. junio 2014.
Bibliografía
García, Lía (2020), Careta Caretita, Ciudad de México, Infancias Trans Org. Disponible en: https://infanciastrans.org/wp-content/uploads/2021/01/Careta-Caretita.pdf
Gispert, Núria (2007), Por una globalización sin excluidos: Vivencias con la inmigración, Barcelona, Libros a Punto.
Guzmán, Manolo (1997), “‘Pa´la escuelita con mucho cuidao y por la orilla’: A Journey through the Contested Terrains of the Nation ans Sexual Orientation”, en Ramón Grosfoguel y Fances Negrón (eds), Puerto Rican Jam: Rethinking Colonialism and Nationalism, Minneapolis, University of Minnesota Press, pp. 209-228.
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Palabra utilizada inicialmente de manera despectiva, para enunciar a mujeres con aspecto y prácticas asociadas como masculinas. ↑