Ana María Murcia Sotelo[1]
Trickle up
La pandemia de COVID-19 fue toda una experiencia para aquellas personas que nos formamos en las Ciencias Sociales y, sobre todo, para aquellas que consideramos que el trabajo de campo es fundamental para cualquier proceso de investigación que queramos desarrollar. Una de las grandes motivaciones que tuve para hacer mi maestría en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) era precisamente el poder adquirir herramientas metodológicas comunitarias y colaborativas que me permitieran trabajar y/o colaborar con diferentes procesos organizativos.
El contexto de la pandemia hizo que mi aprendizaje fuera más lento de lo esperado y que mi trabajo de campo en el sur de Colombia estuviera lleno de consideraciones y sorpresas que no había previsto. En el presente escrito, quisiera relatar las implicaciones personales que tuvo hacer investigación durante la pandemia, teniendo en cuenta que este contexto agudizó las condiciones estructurales de desigualdad que ya se vivían diariamente en el departamento del Guaviare.[2]
Quisiera exponer mis aprendizajes y experiencias en relación con ciertas nociones de vida y muerte que tiene el pueblo indígena nükak de la Amazonía colombiana. Estas nociones no solo permiten entender cómo los nükak vivieron la pandemia del COVID-19, sino también cómo fue mi experiencia de realizar una investigación social en este contexto. Para ello, mencionaré brevemente quiénes son los nükak, dónde se encuentran ubicados y sus nociones de vida y muerte ligadas con sus percepciones territoriales y el conflicto armado colombiano.[3]
Los nükak
Los nükak son un pueblo indígena nómada de cazadores-recolectores (Mondragón, 1992; Mahecha y Franky, 2012; Peña, 2021), que viven en diferentes asentamientos en el departamento del Guaviare. Se ha afirmado que los nükak son uno de los pocos pueblos de “contacto inicial” y “aislamiento voluntario” que habitan la Amazonía colombiana. Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, 2013), los pueblos de contacto inicial son aquellos pueblos que han tenido contactos esporádicos o intermitentes con la sociedad mayoritaria u occidental y que habitan lugares estratégicos y de difícil acceso como la Amazonía o el Gran Chaco.
Nükak 1990-1994.
Imagen de Gustavo Politis. Archivo Exposición Cuerpos Amerindios.
A finales de la década de 1960 e inicios de 1970 los nükak tuvieron una mayor relación con la sociedad más amplia cuando su territorio empezó a estar más presionado por diferentes factores externos y ellos tuvieron que salir de la selva a los pequeños asentamientos urbanos que se estaban empezando a construir en el departamento del Guaviare. Factores externos, tales como la epidemia de gripe que los estaba diezmando, una mayor relación con los colonos,[4] la disminución del territorio y los lugares donde podían acceder fácilmente a los recursos naturales, y el inicio de ciertas dinámicas del conflicto armado (CDIH, 2013; Cabrera, 2002; Franky, 2011).
Es importante mencionar que el territorio donde están ubicados los nükak es una zona geoestratégica con diferentes intereses económicos que, desde mediados de la década de 1960, ha vivido diversas oleadas de colonización, promovidas inicialmente por el Estado y luego por la siembra de cultivos ilícitos y el control de diferentes grupos armados (Murcia, 2022).[5] Por lo tanto, una de las razones que más presionaron el contacto de los nükak con la sociedad mayor, fue la entrada de población colona o mestiza a su territorio.
Este relacionamiento de los nükak con la sociedad produjo que, en los primeros años de contacto, casi el 40% de la población muriera por gripe al no tener las defensas ni el conocimiento de esta enfermedad (Mahecha y Franky, 2012). El COVID-19 no era la primera pandemia que los nükak enfrentaban, pero sí alarmaba la posibilidad de que nuevamente varios de sus miembros murieran, temiendo principalmente por los mayores y los niños.
A pesar de este temor, durante mi estancia de campo, casi ninguno de los nükak con los que dialogué se quería aplicar la vacuna y tampoco se sentía el miedo colectivo y generalizado que se había generado en algunas ciudades u otras partes del país. Ante estas primeras percepciones, me di cuenta de que, aunque el virus del COVID-19 era una enfermedad latente y muy probable, los nükak se enfrentaban a otras problemáticas más profundas, relacionadas con sus propias nociones de vida y muerte.
Noción de vida: la Yee Baká o selva propia
El territorio es donde yo puedo cazar,
donde puedo recolectar,
donde puedo ser como pueblo nükak,
nükak baka (nükak verdadero)
—Manuel García, líder nükak (entrevista, 2021)
Mi investigación que se desarrolló en el periodo de 2020 a 2022, se enfocó en las disputas territoriales en el resguardo indígena nükak, un territorio colectivo reconocido legalmente para la población indígena por parte del Estado colombiano. Ya tenía conocimiento de que el territorio nükak, como ellos lo conciben, era más amplio de lo reconocido jurídicamente. Sin embargo, mi sorpresa fue entender que para los nükak el territorio está ligado con la selva propia (Yee Baká) (Murcia, 2022). Es decir, más allá de los límites geográficos está la importancia de la selva para poder contar con los recursos necesarios que permiten la reproducción física y cultural de su pueblo.
Como lo explican los antropólogos Dany Mahecha y Carlos Franky, aparte de los recursos selváticos y la posibilidad de la caza, la recolección y la pesca en la Yee Baká (selva propia), existe una
alegría por desplazarse en el bosque, el gusto por consumir un recurso determinado durante su época de fructificación, la nostalgia por parientes y lugares que motiva visitas temporales, la ira generada por un conflicto con un familiar que desemboca en una división provisional del grupo o el miedo de transitar o demorarse en sitios catalogados como peligrosos debido a su significado cultural o personal, por ejemplo, aquellos donde murieron parientes cercanos (Mahecha y Franky, 2012: 243).
Esta concepción del territorio en relación con la selva fue una de las sorpresas más significativas de mi trabajo de campo. Me encontraba con una forma de ver, entender y vivir el territorio que iba más allá de mis preceptos y experiencias. Y al realizar algunos recorridos territoriales con ellos y ellas experimenté la necesidad de los recursos de la selva para su vida como pueblo nükak y para la pervivencia de sus saberes, conocimientos y aprendizajes de generación en generación.
En este sentido, la vida para los nükak está profundamente ligada a la posibilidad de permanecer y estar en su territorio o selva propia, así como a la garantía de su alta movilidad. Aunque gran parte de los nükak se encuentran desplazados de lo que en algún momento fue su territorio ancestral o histórico, el solo hecho de encontrar pedazos de selva donde puedan cazar, pescar y recolectar reproduce sus nociones de pervivencia y existencia en un medio actual complicado y hostil.
Estos lugares son donde pueden generar su forma de vida, experimentar todas esas emociones y sensaciones que relataban Dany Mahecha y Carlos Franky (2012), hacer posible la continua movilidad y el desplazamiento de sus miembros para acceder a los recursos selváticos, y lograr el proceso de enseñanza a los más pequeños de los conocimientos y saberes que les dejaron sus ancestros.
Nociones de muerte y el conflicto armado colombiano
Las nociones de la muerte han estado relacionadas con la concepción del mundo en tres niveles; Jea, mundo de arriba, Yee, nuestro mundo y Bak, mundo de abajo. Los nükak que fallecen se van para el mundo de arriba (Jea) y se integran con todos los ancestros que allí habitan. No obstante, a raíz del contacto y las dinámicas del conflicto armado colombiano en el departamento del Guaviare, sus nociones se han ido transformando por las secuelas profundas e irreversibles que ha tenido la guerra en su territorio.
El hecho de que la concepción del territorio, para los nükak, esté ligada con la selva, lleva a evidenciar que gran parte del resguardo ya no es lo que ellos vivieron años atrás, y sus condiciones actuales están relacionadas con que el resguardo tiene menos selva, y que a aquellos lugares donde hay, ya no pueden acceder a ella por la presencia de grupos armados o territorios minados.
En este sentido, el conflicto armado colombiano no solamente produjo una mayor colonización y deforestación de su territorio, por los inicios de la siembra de cultivos ilícitos a finales de la década de 1970 (Molano, 1996), sino que ha sido el causante de que el contacto de los nükak con la sociedad mayor se haya venido generando de una forma forzada, acelerada y poco planificada por parte del Estado. Ello ha tenido varias implicaciones sociales y culturales para el pueblo indígena.
Entre 1965 y 2020 se registraron 656 víctimas nükak del conflicto armado colombiano. La mayor cantidad de víctimas son por desplazamiento y reclutamiento forzado, principalmente por parte de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) (Comunidad de Juristas de Akubadaura, 2022). Aunque esta guerrilla firmó un acuerdo de paz con el Estado colombiano en el año de 2016, en los últimos años se continúa con ciertas dinámicas del conflicto armado al persistir la siembra de cultivos ilícitos y con ella la presencia de diferentes grupos armados, entre ellos, disidentes de las FARC que no quisieron negociar con el gobierno.
Otra de las afectaciones que han tenido los nükak a raíz del conflicto armado colombiano, es lo que han vivido las mujeres no solo con el dolor, la tristeza y la angustia por sus hijos e hijas desaparecidas, reclutadas o asesinadas durante la guerra, sino también lo que han padecido a través de sus cuerpos con las dinámicas de la violencia sexual.
Mayora. Asentamiento de Villa Leonor.
Fuente: Iván Rocha
En Colombia, la Comisión de la Verdad[6] ha realizado un ejercicio poderoso de visibilizar el impacto diferencial de las afectaciones de la guerra en las mujeres. Se ha evidenciado la cantidad de víctimas mujeres por desplazamiento forzado, la práctica de todos los actores armados de usar la violencia sexual y reproductiva, las amenazas o intimidaciones a las lideresas sociales por su ejercicio de participación política, entre otros aspectos importantes (Comisión de la Verdad, 2022).
No obstante, una cosa es estar enterada de esto al nacer en este contexto y otra muy distinta es sentir esa realidad y entender el dolor que pueden llevar por años las mujeres que han sido víctimas del conflicto armado colombiano. Las que se animaron a contarme su historia, en un español a medias y entendiéndonos como podíamos, me mostraron lo que ha implicado para ellas y sus familias: las amenazas, el desplazamiento, los bombardeos, la violencia sexual desde la colonización,[7] el reclutamiento forzado, los homicidios, entre otros tantos hechos victimizantes.
Con todas estas afectaciones y vulneraciones a los derechos humanos del pueblo nükak, sus nociones de muerte ahora están profundamente ligadas con las secuelas y consecuencias del conflicto armado colombiano y, sobre todo, con el despojo territorial que se ha producido y que se viene profundizando en los últimos años con las visiones de “desarrollo” que se buscan en el departamento del Guaviare. Estas visiones están permeadas por los intereses de la ganadería extensiva, la continuación de la siembra de cultivos ilícitos y algunos cultivos agroindustriales como la palma de aceite africana y el eucalipto (Murcia, 2022).
A manera de cierre
La pandemia de COVID-19 agudizó muchas desigualdades e injusticias que varias comunidades y pueblos viven día a día. Aunque era algo que se escuchaba y que estaba presente durante mi investigación en el Guaviare, no era la problemática más dura en esos momentos. Los y las nükak han vivido varias enfermedades infecciosas (gripe, dengue, tuberculosis), no obstante, el COVID-19 no fue la más letal ya que los nükak se enfrentan actualmente a la deforestación y la colonización de su territorio, y tienen secuelas psicológicas y sociales por la dinámica constante del conflicto armado colombiano.
Ante esta realidad no solamente tuve que ampliar mi lente metodológico y etnográfico más allá del COVID-19, sino que también enfrenté diversos dilemas éticos que estuvieron presentes durante todo el proceso en que acompañé al pueblo nükak. Me preguntaba qué hacer, cómo, si realmente entendía lo que ellos y ellas podían necesitar, y si no era otra más que se sumaba a la gran lista de acciones dañinas para el pueblo indígena.
Lo que logró apaciguar un poco mis dudas e inquietudes, fue el proceso de acompañamiento que realicé con la Comunidad de Juristas de Akubadaura al fortalecimiento de la organización indígena nükak, llamada “Mauro Muno”.[8] La Comunidad de Juristas de Akubadaura es una corporación que hace asesoramiento a diversos pueblos indígenas colombianos en temas jurídicos como restitución de tierras, aplicación y titulación de resguardos, falta de acceso a los derechos de las mujeres, entre otras problemáticas.
Mi acompañamiento consistió en apoyar el fortalecimiento organizativo de los nükak para su posicionamiento y legitimidad ante el Estado colombiano, así como ante la misma forma de organización social del pueblo. Los y las nükak luchan por continuar con su modo de vida, por reconocer la selva como la fuente más importante de su existencia, y por garantizar la paz y el buen vivir en sus territorios. Que ellos logren interlocutar o dialogar con el Estado en términos más justos, es una garantía para que sus necesidades puedan ser escuchadas y resuenen con un mayor eco.
Autoridades tradicionales de la organización indígena “Mauro Muno”.
Fuente: fotografía personal.
Hacer investigación social en tiempos de muerte no es nada sencillo o fácil metodológica y teóricamente, como se nos exige. Pero sí considero que crea experiencias y aprendizajes profesionales y de vida que quedan para siempre. Lo que yo aprendí del pueblo nükak y de su fortalecimiento organizativo va más allá de un título o un grado académico, lo que logré ver y entender a través de su experiencia es algo que ya quedó marcado en mi construcción personal, no solamente en relación con sus nociones de vida y concepción del territorio, sino también por la manera como resisten a los embates de la muerte y de la guerra.
Apoyar y acompañar su proceso organizativo fue la manera que encontré de poner mi granito de arena en medio de tanta crueldad e injusticia. Fue lo que me permitió poder apostarle, como ellos le hacen diariamente, a la reproducción de la vida mediante la reivindicación de sus nociones, derechos y anhelos como pueblo de contacto inicial amazónico.
Bibliografía
Cabrera, Gabriel
2002 “Los nükak: de caníbales a indígenas. Itinerario de una exclusión”, Palimpsestus, núm. 2, pp. 112-118.
Comisión de la Verdad
2022 Hay futuro si hay verdad: Informe Final de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición. Tomo 7. Mi cuerpo es la verdad. Experiencias de mujeres y de personas LGTBIQ+ en el conflicto armado, Bogotá, Comisión de la Verdad.
Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)
2013 Pueblos indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial en las Américas: recomendaciones para el pleno respeto a sus derechos humanos, Washington, CIDH.
Comunidad de Juristas de Akubadaura
2022 Informe nükak para la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) (texto inédito).
Franky, Carlos
2011 Acompañarnos contentos con la familia. Unidad, diferencia y conflicto entre los nükak, tesis de doctorado en Sociología del Desarrollo Rural (Rural Development Sociology), Wageningen University & Research, Wageningen, Países Bajos.
Juzgado Civil
2018 “Auto Interlocutorio No. AIR 18-97” [Luis Carlos González Ortega], Villavicencio, Meta.
Mahecha, Dany y Carlos Franky
2012 “Los nükak. El último pueblo de tradición nómada contactado”, en Dany Mahecha y Carlos Franky (eds.), Pueblos indígenas en aislamiento voluntario y contacto inicial, Copenhague, IGWIA, pp. 202-204.
Molano, Alfredo
1996 Selva Adentro. Una historia oral de la colonización del Guaviare, Bogotá, El Áncora Editores.
Mondragón, Héctor
1992 “La defensa del territorio nükak”, ponencia presentada en el VI Congreso de Antropología en Colombia, en el Simposio “Derechos Humanos en la Construcción de las Américas”, Bogotá, Colombia, 24 de julio de 1992, Universidad de los Andes, https://www.researchgate.net/publication/312981508_La_Defensa_del_Territorio_Nukak.
Murcia, Ana María
2022 “Las disputas territoriales en el resguardo indígena nükak”, tesis de maestría en Antropología Social, CIESAS Sureste, San Cristóbal de las Casas..
Peña, Kelly
2021 “Nükak: los contactos, el Estado y la atención en salud en el norte de la Amazonía colombiana”, Anthropologica, núm. 47, pp. 447-473.
Entrevista
Manuel García [entrevista por AM], líder nükak y ex representante legal de la organización indígena “Mauro Muno”, historia personal y vida y organización de los nükak, 21 de septiembre de 2021, corregimiento de Charras, Guaviare, Colombia.
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Coordinadora de campo en Trickle up. Correo electrónico: ammurcias@unal.edu.co ↑
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Uno de los departamentos del sur de Colombia que conforman la Amazonía. ↑
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Se afirma que el conflicto armado colombiano inició desde la década de 1950 con la violencia bipartidista entre los partidos tradicionales; el partido liberal y el conservador. No obstante, tuvo sus picos más altos con la introducción del narcotráfico y la siembra de cultivos ilícitos en la década de 1970 y 1980 (Molano, 1996). Aunque ya se tiene un acuerdo de paz entre el gobierno y la guerrilla más fuerte, actualmente el conflicto armado continúa ante la presencia de otros grupos armados en varias regiones del país. ↑
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Se denomina “colonos” a la población campesina o mestiza que llega a ciertas regiones en procesos de colonización, ya sea en búsqueda de oportunidades económicas o por el contexto de la violencia y el conflicto armado colombiano. ↑
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Aunque al inicio se empezó con la siembra de amapola y marihuana, los cultivos ilícitos han sido primordialmente de la hoja de la coca para la producción de la pasta base de la cocaína. ↑
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Comisión creada tras los diálogos de paz entre el gobierno colombiano y la guerrilla de las FARC. ↑
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En el trabajo de campo realizado, no solamente se escucharon casos de violencia sexual por parte de grupos armados, sino también de colonos o campesinos en los inicios del contacto. ↑
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“Mauro Muno”, traducido al español, significa “gente sabia” o “gente que viene de los antepasados míticos”. ↑