Lucía Bazán y los estudios cualitativos para la evaluación de políticas públicas

Ma. Antonieta Gallart[1]
Probepi-CIESAS Ciudad de México

Conocí a Lucía Bazán cuando ambas estudiábamos Antropología Social en la Universidad Iberoamericana, al inicio de la década de los años setenta del siglo pasado. Luego coincidimos como fundadoras del CIS-INAH en 1973 y posteriormente del SUTCIESAS en 1981. Yo me fui del CIESAS en 1982 para incursionar en otros ámbitos profesionales en instituciones gubernamentales, con la inquietud de operar programas públicos dirigidos a comunidades indígenas y campesinas; y, ya con cierta experiencia, diseñarlos y evaluarlos.

En esos más de cincuenta años, y no siempre con la frecuencia deseada en los años que no coincidimos en el CIESAS, Lucía y yo nunca dejamos de vernos. Compartimos un grupo de entrañables amigas, con las que pasábamos ratos memorables, las fiestas de cumpleaños cuando nuestros hijos eran pequeños, más o menos de las mismas edades, fechas especiales cuando los hijos crecieron y tantos intereses comunes, como la lectura de buenas novelas. Platicábamos de todo y nos divertíamos mucho, su sentido del humor era excepcional. Compartíamos preocupaciones también, especialmente cuando enfermó, y poco después falleció, nuestra amiga Shoko, quien vivía en Hermosillo, y fuimos a verla juntas. O a pasar buenos ratos en Mérida cuando nuestra querida amiga Gloria se fue a vivir allá.

Como académica, Lucía abordó, en esas más de cinco décadas, muchos temas de investigación relevantes sobre familia y pobreza, casi siempre en entornos urbanos, cuyos aportes no podría exponer yo, pero seguro lo harán colegas con intereses afines y experiencia en esas temáticas y que convivieron con ella en CIESAS. Asimismo, Lucía contribuyó con su institución en cargos de conducción docente y de investigación, y estuvo dispuesta también a servir a la comunidad del CIESAS, por largos años, como directora de la Unidad Regional de la Ciudad de México, de febrero de 2012 al final de septiembre de 2015, y como titular de la Dirección Académica, función que desempeñó desde agosto de 2019 hasta su fallecimiento.

En la larga historia de Lucía en el CIESAS es difícil elegir un solo evento significativo. Sin embargo, por afinidad con la tarea, en este breve texto quiero poner atención en un aspecto poco referido de los intereses profesionales de Lucía Bazán, la evaluación de políticas públicas; y en particular la evaluación de proyectos.

A finales de 2009 Virginia García, muy querida amiga y entonces directora general del CIESAS, propuso integrarme a un proyecto, bajo la coordinación de Lucía Bazán, para llevar a cabo el diseño de una evaluación, vinculada al Programa Oportunidades, para la revisión y ajuste de requisitos del Programa, en contextos semi-urbanos. Consideraba que mi experiencia rural y en programas de combate a la pobreza complementaba la muy extensa experiencia en contextos urbanos de Lucía para esta evaluación. El estudio se diseñó, pero no pudo ejecutarse al final, ya que el Banco Interamericano de Desarrollo, BID, institución que lo financiaría, no contó finalmente con los recursos para ello.

Desde ese momento, tuve la oportunidad de participar en el CIESAS en proyectos específicos, investigaciones y estudios de campo para la identificación y caracterización de comunidades indígenas, de manifestaciones culturales comunitarias y en evaluaciones de políticas y acciones públicas en materia indígena y rural.

Después de la experiencia de diseñar, pero no poder ejecutar la evaluación referida, en 2010, Lucía y yo pudimos trabajar juntas en un estudio cualitativo, financiado por el Banco Mundial, para evaluar el Programa de Comunicación Indígena, PCI. El PCI era una estrategia comunicativa diseñada por la Dirección de Desarrollo Operativo, DDO, de la Dirección General del Programa Oportunidades, DGPO, en la Comisión Nacional de Protección Social en Salud, CNPSS.

Este proyecto, que solicitó al CIESAS la entonces Secretaría de Desarrollo Social, SEDESOL, a través de la Coordinación Nacional del Programa de Desarrollo Humano Oportunidades, encontró el compromiso y entusiasmo de Lucía para ejecutarlo y formar un equipo para ese propósito. La referida institución estaba interesada en realizar una evaluación de las primeras reacciones tanto de la población beneficiaria del Programa Oportunidades, como del personal de salud responsable de las unidades de salud de esas regiones. En su primera etapa, el PCI, novedoso y de reciente creación, se instrumentaba en algunas regiones indígenas de 13 entidades federativas, en busca de “una mejor comunicación con la población indígena utilizando sus propias lenguas, creando materiales que recuperen las formas de vida, de vestir, de vivir de los indígenas, e integrando a miembros de las comunidades como protagonistas de videos, audios, carteles y tarjetas, para trasmitir mensajes de autocuidado de la salud en algunos temas particularmente urgentes.”

La evaluación entrañaba muy diversos retos, destaco algunos de ellos:

  1. La interlocución institucional era compleja, ya que intervenían una gran variedad de áreas y múltiples funcionarios, tanto para aportar información documental, como para ser entrevistados, que, además, al final revisarían los resultados de la investigación y los avalarían, a la par de las recomendaciones que se hicieran. La lista era larga, directores generales, directores de área, subdirectores y jefes de departamento de dos instituciones gubernamentales, además de los oficiales de proyecto a cargo del Banco Mundial.
  2. El equipo de gabinete enfrentaba desafíos para la organización de los diversos componentes del proyecto. Destacaba el corto tiempo de ejecución, en el que se esperaban resultados en muy pocos meses, por lo que la organización de las tareas debía ser precisa y la coordinación, metodología y técnicas de investigación, acordes a los objetivos del PCI y del propio estudio cualitativo que se emprendería para su evaluación. Para lograr los objetivos, bajo esas condiciones, Lucía coordinó e integró el equipo central con Susann Hjorth, Armando Alcántara, Nancy García, Silvia Olvera y yo misma.
  3. El equipo de campo que debía formarse era muy amplio, alrededor de 20 investigadores especializados en comunidades rurales e indígenas. Se tenían que diseñar diversas estrategias para desplegar ese número de investigadores para realizar trabajo de campo en regiones indígenas de 13 entidades federativas: Campeche, Chiapas, Chihuahua, Durango, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla y Yucatán. Se trabajó en 21 municipios, 27 localidades donde se asentaban 11 grupos etnolingüísticos (agrupaciones lingüísticas): maya, tsotsil, rarámuri, tepehuano, mazahua, tlapaneco, otomí, huichol, nahua, cora y mixteco.
  4. La tarea de campo representó la realización de 147 entrevistas a beneficiarios del PCI, 44 entrevistas a personal de salud, 13 a jefes jurisdiccionales y 2 a responsables federales del Proyecto.

A marchas forzadas se obtuvo un estudio de gran calidad, que fue sometido al escrutinio de las tres instituciones que intervinieron en su revisión, discutieron ampliamente los resultados y las recomendaciones.

Detrás del interés de Lucía por participar en este tipo de estudios cualitativos para la evaluación de proyectos, subyacían:

  1. Su capacidad para reconocer, entre un sinnúmero de servidores públicos, a aquellos que tenían, no de dientes para afuera, un legítimo interés en mejorar la acción pública institucional, a través de la evaluación; aquellos que no le temían a la crítica fundada. Esa cualidad la encontró en la interlocución con el director de Desarrollo Operativo de la CNPSS, Ing. Gregorio Sánchez, por lo que se animó a conducir la evaluación.
  2. Su convicción de la necesaria utilidad social del conocimiento, de que la investigación sirviera, fuera útil.
  3. Su certeza de que, aunque los proyectos aplicados tuvieran plazos muy cortos de ejecución, y en ese sentido fueran muy distintos a los que pueden desarrollarse con cánones estrictamente académicos, no debía perderse el rigor, tanto metodológico como en el análisis y resultados. No debía renunciarse a la calidad de la investigación.

El que refiero fue un solo proyecto, Lucía condujo y participó en otros de similar carácter. Me comentó Ludka de Gortari que todavía a inicios de 2024, a Lucía le inquietaba retomar un seminario interno que había ideado en 2017 para compartir las experiencias de evaluación de políticas y programas públicos, con los investigadores que habían participado en ese tipo de estudios en el CIESAS. Le interesaba “entrarle a eso” después de su sabático y también consideraba un pendiente abrir un espacio o un área para la evaluación de políticas públicas dentro de la institución.

Lucía Bazán fue una mujer brillante, con aguda inteligencia y sentido del humor, crítica e incisiva. Esos atributos, a mi juicio sobresalientes, no siempre le acarrearon simpatías. Pero quienes la quisimos, la admiramos como investigadora y la atesoramos como amiga, la seguiremos recordando. ¡Gracias Lucía por tu respaldo y tu amistad incuestionables, te extrañaré por siempre!


  1. Correo electrónico: becas.gallart@ciesas.edu.mx