Los impactos de la violencia de género contra defensoras de derechos humanos en la región mesoamericana y la importancia del autocuidado

Laura Edith Saavedra Hernández
Universidad Autónoma de San Luis Potosí |  lesaavedra32@gmail.com


Imagen tomada en el marco del Encuentro Justicias y Feminismo que se llevó acabo del 26 al 28 de septiembre de 2019 en Quito, Ecuador. Foto: Laura Edith Saavedra Hernández.


Introducción

Desde hace varias décadas se ha observado que las defensoras de derechos humanos están expuestas a diferentes tipos de violencias, las cuales tienen un impacto importante en sus vidas, en sus entornos y en el sostenimiento de sus demandas. Sin embargo, en la época actual, se ha visto un incremento de la violencia, la cual se ha generado por la emergencia sanitaria por la pandemia del Coronavirus SARS-CoV2 que ha afectado a gran parte de la humanidad, especialmente a los grupos que históricamente son vulnerables frente a los embates del sistema capitalista-neoliberal.

Con base en lo anterior, este artículo aborda algunos de los impactos que viven las defensoras de derechos humanos en su vida a causa de la violencia de género a la que se enfrentan en la lucha por la defensa de sus derechos humanos. Sin embargo, me gustaría poner el acento en la importancia que ha tenido la construcción de estrategias feministas de autocuidado como un posicionamiento político de resistencia para la protección de la vida y las diversas luchas sociales, pues pienso que estas estrategias desafían no sólo a la violencia gestada en su contra, sino al sistema estructural patriarcal y al orden de género que impera en sus comunidades y territorios. El artículo recoge algunas narrativas de entrevistas que se hicieron durante la emergencia sanitaria, de manera virtual, de marzo a agosto de 2020 a defensoras de derechos humanos de la región mesoamericana, en donde cuentan los impactos que han tenido por la violencia y las estrategias que generan para cuidarse y así poder seguir reclamando sus derechos.

La violencia contra las mujeres defensoras de derechos humanos en Mesoamérica

Las mujeres defensoras de derechos humanos son quienes activamente se encuentran enfrentando a las empresas transnacionales que devastan sus territorios, a los gobiernos que violentan los derechos humanos, y son quienes han denunciado los megaproyectos impuestos en sus territorios. Trabajan todos los días defendiendo y promocionando los derechos humanos en la región mesoamericana y en diversas latitudes del planeta, enfrentando la violencia y los peligros propios que se desprenden de su ardua labor en el reclamo de sus derechos y de los derechos de sus comunidades.

La violencia a la que están expuestas las mujeres defensoras de derechos humanos atenta en contra de su seguridad y de su vida y, en muchos casos, ha llegado a obstaculizar las luchas que encabezan. Como lo menciona Hernández Castillo (2014), la violencia en contra de las defensoras de derechos humanos no resulta en casos aislados, sino que forma parte de la nomenclatura al servicio del avance del capitalismo y del neoliberalismo patriarcal, en donde a través de la violencia que ejercen los grupos en el poder, los gobiernos y grupos paramilitares, se pretende callar, desvirtuar y criminalizar la defensa de los derechos humanos.

La violencia que viven las defensoras tiene características de género, las cuales se exacerban más cuando se interseccionan con su condición étnico-racial y de clase, principalmente; ya que se ha observado que esta violencia reafirma las jerarquías de género en los imaginarios sociales, con el fin de forzarlas a retomar sus roles “tradicionales” e incluso, muchas veces, es utilizada como “arma de guerra” para imponer megaproyectos o gobiernos antidemocráticos en sus territorios. Esto sucede porque las defensoras de derechos humanos con sus reclamos cuestionan los valores del capitalismo y del sistema patriarcal hegemónicos, transgrediendo el orden de género establecido en el cual se reproducen las desigualdades.

Imagen tomada en el marco del Encuentro Justicias y Feminismo que se llevó acabo del 26 al 28 de septiembre de 2019 en Quito, Ecuador. Autora: Laura Edith Saavedra Hernández.


Para dar un ejemplo breve de la situación de violencia que enfrentan las defensoras de derechos humanos, en los años 2015-2016, la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos (IM-Defensoras) informó que existieron 2 197 agresiones[1] (735 en el año 2015 y 1 462 en el año 2016). Estas cifras se dividen de la siguiente manera según los países que conforman la región: Guatemala 231, México 862, Honduras 810, El Salvador 102, Nicaragua 192 agresiones. Se pudo documentar que las defensoras que más sufren agresiones son las que se encuentran en la defensa de derechos como el derecho a una vida libre de violencia (feminicidio), el derecho a defender derechos, el derecho a la verdad, la justicia y la reparación, el derecho a la información y a la libertad de expresión, el derecho a la defensa de la tierra-territorio y recursos naturales (IM-Defensoras, 2017: 18 y 21).

Lastimosamente esta violencia estructural ejercida en contra de las defensoras de derechos humanos se ha profundizado de manera alarmante en el último año. Según datos de la IM-Defensoras, entre marzo y noviembre de 2020, las alertas de agresiones se elevaron un 123% respecto al año anterior y, aunque muchas de las defensoras se encontraban en confinamiento por la pandemia, se registraron 10 asesinatos a defensoras, lo que demuestra que la crisis de violencia se agrava cada día más y en donde los gobiernos y grupos en el poder aprovechan las situaciones de crisis para seguir violentando con más intensidad los derechos humanos de la población más vulnerable.

Impactos de la violencia contra las mujeres defensoras de derechos humanos

cómo todo esto que vivimos afecta a nuestro estado emocional, de salud, yo misma me he sentido muy impresionada de los efectos que han tenido. Yo trabajo de noche, entonces siempre donde sea logro como conciliar el sueño, pero últimamente aunque duerma me siento cansada; por ejemplo, los golpes iban saliendo conforme iban pasando los días, era una paliza horrible, me iban surgiendo golpes y más golpes y me sentía cada día peor y eso pues me daba para abajo porque era entender que había sido víctima de una agresión por mi activismo; o sea, eso es como bien duro porque que te golpean físicamente y te atacan psicológicamente por lo que haces, la verdad está muy denso como de procesarlo (Grupo focal defensoras de derechos humanos, México, julio, 2020).

La violencia de género que se ejerce en contra de las defensoras de derechos humanos deja impactos claros en su vida, como se puede observar someramente en el relato anterior. Los impactos que se observaron en las entrevistas fueron variados y afectan de maneras distintas la vida y los contextos de las defensoras. En el acercamiento a campo se pudieron identificar impactos materiales o económicos e impactos corporales, emocionales o en la salud. Estos impactos por lo general se viven de manera simultánea, se complejizan y agudizan según el contexto de cada una de las defensoras de derechos humanos.

  • Los impactos materiales o económicos

Como se puede observar en el breve relato que se presenta, la mayoría de las defensoras de derechos humanos, además de dedicarse a la defensa y promoción de éstos, tienen una vida aparte, muchas de ellas tienen otros trabajos, puede ser en la formalidad o en la informalidad, algunas son maestras, otras son campesinas, otras se dedican a las tareas del hogar, son abogadas, etc. Es decir, combinan sus reclamos con sus actividades cotidianas. En este sentido, cuando las defensoras se enfrentan a algún tipo de violencia, muchas veces tienen que dejar intempestivamente su vida y las actividades que hacen cotidianamente por seguridad. Vivir violencia significa para ellas dejar de lleno o hacer con cuidado sus actividades, pierden su libertad y su seguridad. Más aún, cuando viven violencia sexual, las mujeres defensoras suelen ser estigmatizadas, muchas veces, –a pesar de que defienden los intereses de la mayoría– son excluidas de sus familias, comunidades o territorios, culpabilizadas por perder “el honor” por romper justamente con el orden de género establecido exponiéndose a la violencia de género.

Estas situaciones tienen impactos importantes en su vida económica y social y hacen que, por ejemplo, las defensoras que trabajan por su cuenta o en la informalidad, pierdan sus negocios o sus clientes al estar estigmatizadas por dicha violencia, incluso son hostigadas por la misma comunidad, lo que sin duda alguna impacta en su economía y en las posibilidades de tener una fuente de empleo. Esta situación se ve agudizada porque en muchos casos ellas son cabezas de familia y enfrentan en solitario las distintas cargas familiares de la maternidad, el cuidado y la manutención de enfermos o de avanzada edad, con las repercusiones psicológicas y emocionales que esto conlleva (Protección Internacional, 2015: 46).

  • Impactos corporales, emocionales o en la salud

Como bien lo mencionaron las defensoras, toda la violencia que viven tiene efectos importantes en su cuerpo, en su mente y su bienestar en general. Manifestaron tener problemas serios de salud a partir de vivir algún episodio de violencia, desde ansiedad, inseguridad o insomnio hasta hipertensión alta, cuadros de gastritis y colitis nerviosa graves, parálisis facial, incluso el desarrollo de cáncer, entre otras.

Autor: Michel Hernández, Fecha 16 de enero de 2021; Lugar: Cañada del Lobo, S.L.P. Contexto: Acción de defensa de la cañada del Lobo perteneciente a la Sierra de San Miguelito.

Estas afectaciones impactan también de manera contundente en su trabajo de defensa, pues al estar o sentirse enfermas, prefieren no participar en las actividades de sus luchas. También se ve afectada su economía, ya que muchas han necesitado tratamientos específicos para poder sanar y muchas de ellas no cuentan con la seguridad social suficiente. Las defensoras que se encuentran escondidas o huyendo de la represión, no pueden salir a pedir ayuda a hospitales, pues sienten miedo de que los médicos las denuncien e incluso algunas son vigiladas constantemente, muchas de ellas prefieren aguantar las enfermedades por miedo a enfrentarse nuevamente a la violencia. Por tanto, muchas de ellas se ven en la necesidad de abandonar sus luchas por los derechos por falta de seguridad y libertad.

Estas cuestiones se han agravado más con el confinamiento provocado por la pandemia, se ha documentado que las defensoras no tienen acceso a servicios de salud y que más del 50% de ellas tienen restricciones para disponer de los medicamentos que necesitan. Por otro lado, muchas de las defensoras no tienen servicio de agua potable de forma permanente, por lo que no pueden cuidarse de la manera correcta. Incluso poder comunicarse con sus redes ha sido todo un viacrucis, pues hacer su trabajo de manera virtual y segura no es una opción que tengan las defensoras en la región. Así de esta manera, los impactos se han ido profundizando y obstaculizando la defensa de los derechos humanos (IM-Defensoras, 2020).

El autocuidado como una apuesta política de resistencia frente al sistema patriarcal

Como se ha visto hasta aquí, los impactos que deja la violencia en la vida de las mujeres defensoras de derechos humanos determinan no sólo las luchas que encabezan en sus territorios, sino también les afectan de forma contundente en su vidas y en su cuerpo. Y es que históricamente el cuerpo de las mujeres ha sido construido como un territorio de conquista donde descansa el sistema patriarcal. Como lo apunta Segato (2014), esta situación “ha sido constitutiva del lenguaje de las guerras, tribales o modernas, en donde el cuerpo de la mujer se anexa como parte del país conquistado. La sexualidad vertida sobre el mismo expresa el acto domesticador, apropiador, cuando se insemina el territorio-cuerpo de la mujer” (Segato, 2014: 134). De ahí que no sea extraño que hasta la actualidad, una de las formas de dominación patriarcal siga siendo la conquista del cuerpo a través de la violencia contra las mujeres como uno de los territorios para el dominio, el control y el poder del Estado.

Esta dominación sobre el cuerpo de las mujeres a través de la violencia se apoya también en la idea estereotipada de que las mujeres son las “cuidadoras del mundo” y en el mandato patriarcal de que somos “seres para los otros”; en el caso de las mujeres defensoras de derechos humanos estos estereotipos se reafirman, ya que se piensa que su rol es “ayudar a las personas que sufren”, invisibilizando la necesidad de autocuidarse. Este sistema incluso ha hecho que las mismas mujeres defensoras se culpabilicen si deciden incorporar alguna medida para cuidarse, haciéndolas creer que lo que hacen es porque así lo decidieron y no por la necesidad de defensa de sus derechos que han sido arrebatados por los grupos en el poder.

En este sentido, en un sistema que se basa en las violencias y en las desesperanzas, “sanarnos es un acto personal y político que aporta a tejer la vida, sanarnos pasa por recuperar el territorio-cuerpo, el territorio-tierra, como una oportunidad para la vida. Sanarnos también es una apuesta feminista, cuerpos sanados, son cuerpos emancipados” (Cabnal, 2016).

Pues es maravilloso, a mí me parece genial que además de estar considerando el tema de la defensa de los derechos humanos, pensando que como parte de esa defensa hay que mirar siempre el autocuidado porque si no la cuidadora cómo cuida a los demás y la que defiende a los demás, si no está bien, a mí me parece muy bien y sobre todo que es como muy holístico, o sea, incluye desde cuestiones naturales, yoga por supuesto, la meditación, todas esas cuestiones, pero si también otras que nos hacen pensar lo que hacemos y cómo eso que hacemos tiene una repercusión en nosotras aunque nosotras creamos que nos estamos cuidando y nos estamos atendiendo que no es así, entonces a mí me parece muy valioso el trabajo de autocuidarnos (Grupo focal abogadas defensoras, México, julio, 2020).

A través de diferentes estrategias, las defensoras de derechos humanos echan mano de su cuidado y del cuidado de su comunidad y de sus movimientos sociales. Construyen redes comunitarias de seguridad conformadas por mujeres que las mantienen a salvo de las amenazas de muerte, la persecución y la violencia que viven en lo cotidiano. También recuperan la espiritualidad, la sabiduría y la protección ancestral, ya que para ellas significa que hay más certeza en los caminos que se transitan. Tejen de nueva cuenta lo comunitario y recuperan saberes colectivos basados en el respeto a la diversidad, la dignidad y la solidaridad frente a la individualidad. La cultura y la lengua originaria se transmiten a las niñas y los niños, lo que les protege de las amenazas externas. Los acuerpamientos son parte de procesos de sanación colectivos, ahí construyen espacios y tiempo para nombrar el dolor o el miedo, saberse escuchadas y hacer duelos, junto con otras defensoras, apoyando a quienes han sufrido pérdidas de sus hijos, hijas, padres, madres o compañeros.

Como se observa, el autocuidado no sólo les ayuda a estar sanas y enfrentar a las violencias, sino que también ayuda a la sostenibilidad de sus movimientos, pues como lo menciona la defensora de derechos humanos “si no nos cuidamos primero, quién cuida a los demás”. Pensando entonces que lo personal es político, recuperan la consigna feminista que apunta a una transformación radical, no sólo del sistema, sino también de los mandatos de género que se incrustan en sus cuerpos; así de esta manera, trastocan y deconstruyen el mundo capitalista patriarcal, sus estructuras simbólicas y materiales, los grandes poderes económicos y las relaciones jerárquicas de dominación.

Autor: Sebastián Coronado Flores; Fecha 13 de enero 2017; Lugar: Kiosko de Plaza de Armas; Contexto: Mitin contra “el gasolinazo” en el marco de las reformas energéticas impulsadas por el expresidente Enrique Peña Nieto.


Conclusiones

Se ha podido ver cómo las mujeres defensoras de derechos humanos de la región mesoamericana enfrentan diferentes tipos de violencia en su contra por parte del Estado y de grupos en el poder por el simple hecho de alzar la voz y reclamar sus derechos. Situaciones que muchas veces las pone en peligro de muerte. La violencia que viven tiene impactos importantes en su vida, libertad y salud y estos afectan también a sus familias, a sus comunidades y a los movimientos sociales en los que participan. Aunque si bien, como se mencionó, esta violencia e impactos ya estaban ahí y existían, la emergencia sanitaria causada por la pandemia del coronavirus ha profundizado la situación que viven las defensoras de derechos humanos impactando de maneras que no se habían visto anteriormente.

A pesar de ello, las mujeres defensoras de derechos humanos han generado estrategias de autocuidado que les han ayudado a continuar con sus luchas y a seguir con la defensa de sus derechos, dando cuenta de que, si bien la violencia puede causarles impactos en su vida, también tienen la capacidad de accionar bienestar para ellas y sus entornos, convirtiendo de esta manera al autocuidado en un acto político de resistencia en contra del sistema capitalista patriarcal que las violenta. De esta manera, las defensoras apuntan hacia la construcción del buen vivir para la sostenibilidad de sus reclamos.

Bibliografía

Cabnal, Lorena (2016), “Feminismo comunitario en Guatemala”, Costa Rica, Poli Krack, Voces de mujeres historias que transforman, en: https://www.youtube.com/watch?v=6CSiW1wrKiI, Consultado en marzo de 2017.

Hernández Castillo, Rosalva Aída (2014), “Cuerpos femeninos, violencia y acumulación por desposesión”, en Marisa Belasteguigoitia y María Saldaña (coords.) Des/Posesión. Género, territorio y Luchas por la autodeterminación, México, UNAM-PUEG-ILSB, pp. 79-99.

Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos (2020), COVID-19: La Crisis ya estaba aquí. Resultados del mapeo de la situación de las mujeres defensoras de derechos humanos ante la crisis. Consultado por última vez en febrero de 2021 en: http://im-defensoras.org/wp-content/uploads/2020/11/IMD-16Dias-ResultadosMapeo.pdf

———————– (2016), “Cuerpos, territorios y movimientos en resistencia en Mesoamérica”, en Informe de Agresiones a Defensoras en Mesoamérica 2015-2016. Consultado por última vez en febrero de 2021, en: INFORME 2015-2016 de Agresiones a Defensoras: “Cuerpos, Territorios y Movimientos en resistencia en Mesoamérica” – IM-Defensoras (im-defensoras.org)

Protección Internacional (2015), Criminalización de defensoras y defensores de derechos humanos. Categorización del fenómeno y medidas para su afrontamiento, Bélgica.

Segato, Rita (2015), “La norma y el sexo: frente estatal, patriarcado, desposesión, colonialidad”, en Marisa Belasteguigoitia y María Saldaña (coords.) Des/Posesión. Género, territorio y Luchas por la autodeterminación, México, UNAM-PUEG-ILSB, pp. 125-161.

  1. Las agresiones que se reportan en el informe pueden ir desde intimidación, violencia psicológica y calumnias hasta intentos de asesinato, violencia sexual, asesinatos, tortura, tratos crueles, inhumanos y degradantes, para mayor información y profundidad en el análisis ver: Iniciativa Mesoamericana de Defensoras de Derechos Humanos (2016) “Cuerpos, territorios y movimientos en resistencia en Mesoamérica”, Informe de Agresiones a Defensoras en Mesoamérica 2015-2016. Consultado por última vez febrero 2021, en: INFORME 2015-2016 de Agresiones a Defensoras: “Cuerpos, Territorios y Movimientos en resistencia en Mesoamérica” – IM-Defensoras (im-defensoras.org)