Los huertos, la infancia y la transformación
del entorno

Karla Julieta Herrera Moreno[1]
RAAS

Girasol en el huerto del jardín de niños Patria en El Mentidero, Autlán de Navarro, Jalisco.
Foto: K. Julieta Herrera


El proyecto de Reconfiguración Agroecológica, Alimentaria y de Salud se ha apoyado en los huertos escolares como herramienta principal de incidencia en la comunidad. Y aunque la razón de los huertos puede ser productiva o pedagógica la fortaleza de esta herramienta es que en los huertos escolares convergen diferentes objetivos, como familiarizar a los estudiantes con métodos de producción sostenibles de alimentos que puedan aplicar en sus propios hogares, el reconocimiento del entorno, promover hábitos alimenticios saludables y nutricionales en los niños y las niñas, así como promover la organización comunitaria desde la escuela (FAO, 2010).

Trabajo colectivo en la Telesecundaria Venustiano Carranza en El Mentidero, Autlán de Navarro, Jalisco.

Foto: K. Julieta Herrera


como la seguirdad alimentaria, la protección del medio ambiente y cubrir las necesidades nutricionales están imponiendo un replanteamiento a escala mundial de las posibilidades de los huertos escolares. Una buena alimentación es indispensable para que los niños en edad escolar tengan un desarrollo y un crecimiento adecuados y puedan estudiar, estar protegidos de las enfermedades y disponer de energía suficiente para todo el día. Los niños y niñas no solo necesitan comer bien, sino que deben aprender a comer bien y a cultivar sus propios alimentos en caso necesario. Las escuelas están en una buena posición para enseñar a los niños la manera de conseguirlo, porque a esa edad están abiertos a nuevas ideas y son suficientemente jóvenes para adquirir buenos hábitos y nuevos conocimientos con facilidad (FAO, 2010).

Irremediablemente, la infancia está expuesta a los vicios de la sociedad actual. Por lo que se necesita de una reconfiguración de patrones, creencias y del entorno. Necesitamos ver cómo se pueden transformar espacios ociosos o contaminados en sitios fértiles, dadores de vida, y llenos de colores.

Limpiando la cama de cultivo en la Telesecundaria

Venustiano Carranza en El Mentidero, Autlán de Navarro, Jalisco. Foto: K. Julieta Herrera


Es aquí donde adquiere sentido el huerto escolar, un espacio que permite el trabajo en equipo y la unión entre personalidades y aptitudes diferentes que se organizan para lograr un mismo fin: el cultivo de la tierra.

El huerto escolar promueve habilidades sociales, psicosociales y cognitivas que permiten a los niños, niñas y adolescentes reconocerse a sí mismos como sujetos sociales de derecho, practicar la paciencia, aprender a manejar sus estados emocionales, y desempeñar roles, así como establecer vínculos con la naturaleza y sus compañeros de grupo (Valencia y Gómez, 2014).

En un día en el huerto unas chicas rastrean la cama de cultivo, mientras otros van por composta, un grupo discute la mejor técnica para la siembra y unas chicas se cercioran de dejar húmeda la tierra para sembrarla. Días pasados, unos chicos que inventaron una puntiaguda herramienta van haciendo el hueco en la tierra y enseguida otros ponen la semilla y la tapan para que crezca hasta el cielo. Su emoción es tanta que quieren verla crecer inmediatamente pero no queda más que cuidar, regar y esperar pacientemente mientras crece día a día.

El huerto también tiene trascendencia fuera del espacio escolar, los jóvenes, niños y niñas, quieren y buscan seguir transformando espacios. Piden semillas que siembran en casa o en espacios públicos de la comunidad. Cuidan sus cultivos, se asombran de lo que son capaces. Comparten con su familia, amigos e incluso venden un poco de la cosecha para la economía familiar.

Un grupo de niños y niñas comentan que estaban aburridos, así que decidieron limpiar un espacio que estaba lleno de basura y le pusieron plantas. Fueron recolectando pedazos de plantas con sus vecinos y entre todos armaron un jardín. Es un pequeño jardín de suculentas, un limón y unos maíces con unas protecciones para que no se los coman las gallinas.

Si mostramos el poder dador de la tierra a la infancia, cuidarla será coherente y cultivarla será un súper poder que los acompañará por el resto de sus vidas.

Incluso hay evidencia de que el trabajo en el huerto funciona como terapia que posibilita direccionar y potenciar habilidades sociales y comportamientos de liderazgo mediante la designación de responsabilidades, así como abordar las necesidades de afecto, escucha, autoestima y vínculos sociales entre los participantes (Valencia y Gómez, 2014).

Jóvenes limpiando la milpa en la parcela escolar del El Mentidero

Autlán de Navarro, Jalisco. Foto: K. Julieta Herrera


Por estos motivos el huerto es una herramienta pedagógica transformadora, y la transformación va de menor a mayor: los niños se asombran y aprenden, lo comparten con los padres. Los niños se vuelven maestros del asombro y del respeto hacia la Tierra. El huerto representa un campo de oportunidad para la convivencia, la colaboración y encuentro entre la comunidad escolar (Armienta et al., 2019).

Este proyecto es una oportunidad de nuevas realidades para muchos niños, niñas y jóvenes. Por una infancia sin pesticidas, pero también por una infancia libre de pensar y de crear entornos sanos para todos y todas.

Bibliografía

Armienta, Daniel Eduardo, Charles Stephen Keck, Bruce G. Ferguson, y Antonio Saldívar Moreno
2019    “Huertos escolares como espacios para el cultivo de relaciones”, Innovación educativa, vol. 19, núm. 80, pp. 161-178.

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)
2010    Nueva política de huertos escolares: promover hábitos alimentarios saludables durante toda la vida, Roma, FAO, disponible en https://www.fao.org/3/i1689s/i1689s.pdf

Rodríguez-Haros, Benito, Enriqueta Tello-García y Salvador Aguilar-Californias
2013    “Huerto escolar: estrategia educativa para la vida”, Ra Ximhai, vol. 9, núm. Especial 1, pp. 25-32.

Valencia, Beatriz y Olga Beatriz Gómez
2014    “La huerto terapia como una estrategia para la disminución de la agresividad en la infancia y adolescencia en el contexto escolar”, ponencia presentada en el IV Encuentro Regional de Semilleros de Investigación, Red Regional de Semilleros de Investigación (RREDSI), Colombia


  1. Técnico agroecóloga en campo del proyecto| Correo: karlajulietahm@gmail.com