Justyna Olko y Joanna Maryniak
Centro de Investigación y Práctica en Continuidad Cultural, Facultad de “Artes Liberales”
Universidad de Varsovia, Polonia | http://culturalcontinuity.al.uw.edu.pl
Los hablantes de las lenguas indígenas en México enfrentan graves retos desde la época colonial, aunque la presión que ejerce la lengua española ganó su verdadera fuerza después de la Independencia de México y, sobre todo, durante la segunda mitad del siglo XX. Entre los desafiós mas grandes está la erosión o desaparición de la transmisión intergeneracional, la reducción de los espacios de uso, la mariginalización y el poco valor económico de la lengua, así como muchas formas de discriminación y estigmatización, incluyendo las políticas agresivas de asimilación. Aunque la escala y extensión del impacto de la pandemia para lenguas indígenas y minoritarias es muy difícil de estimar en este momento, no hay lugar a duda, de que los daños ya son y aún serán muy profundos. La pandemia ha resaltado las desigualdades étnicas, sociales y económicas, así como los desastrosos efectos de una discriminación estructural. Los grupos indígenas y las minorías étnicas están desproporcionadamente afectados por la pandemia, sobre todo en el número de fallecidos.[1] Las consecuencias van más allá: entre las víctimas más frecuentes del Covid-19 están los integrantes de las generaciones mayores, quienes en las comunidades indígenas son transmisores clave de los conocimientos lingüísticos y culturales. Dada la tendencia creciente que la generación de los padres ya no participa en el proceso de transmisión de las lenguas indígenas, los niños y adolescentes a menudo aprenden la lengua directamente de los abuelos. Además, es precisamente con las personas mayores que los miembros de las comunidades hablan las lenguas indígenas con más frecuencia.
A estas pérdidas irrecuperables se suman los daños causados por las varias formas de discriminación y estigmatización que sufren los grupos indígenas durante la pandemia. Éstas, junto con el acceso limitado a los servicios médicos y las terapias avanzadas para los enfermos con coronavirus (y, más recientemente, la falta de acceso a las vacunas) pueden aumentar la vulnerabilidad de las comunidades locales y reducir una identificación étnica positiva y hasta modificar las actitudes y prácticas lingüísticas. Es de esperar que las personas marginalizadas y estigmatizadas en el contexto de la pandemia puedan optar por hacer más invisible su identidad étnica. Finalmente, hay que tomar en cuenta el empeoramiento de la situación económica de los miembros de las comunidades indígenas, el cual influye de una manera profunda y adversa en su bienestar material y psicológico y también puede ser a la larga un factor negativo para su vitalidad etnolingüística.
Para entender un poco mejor el impacto de la pandemia en los hablantes de las lenguas indígenas en México hemos llevado a cabo una encuesta en línea, distribuida a través de los anuncios en Facebook. Como gratificación, los participantes recibían un enlace para descargar un paquete de libros en náhuatl publicados en nuestra serie Totlahtol entre 2012 y 2020. En este artículo nos basamos en los datos recolectados entre mayo y noviembre de 2020 procedentes de un total de 1 064 participantes. De ellos, un total de 796 se identificaron como indígenas (418 mujeres, 377 hombres, falta de datos 1, promedio de edad = 31.29) pertenecientes a varios grupos étnicos. Los más numerosos fueron nahuas (380), ben ‘zaa / zapotecos (98), ñuù savi / mixtecos (83) y mazatecos (53). En la encuesta empleamos escalas utilizadas en la psicología social y los estudios de salud pública, así como nuestras propias herramientas. Estas últimas fueron desarrolladas con base en datos cualitativos y el trabajo de campo (sobre todo entre las comunidades nahuas), en colaboración directa con expertos locales de las comunidades nahuas que participan en nuestro proyecto Language as a Cure (2017-2021), dentro del cual se realizó la encuesta relacionada con la pandemia. Las preguntas se referían a varios aspectos de la identificación étnica, los usos de los idiomas indígenas y el español, la discriminación percibida, la memoria histórica, el impacto psicológico y económico de la pandemia, así como los comportamientos, las actitudes y las reacciones relacionadas con la pandemia. Las respuestas se marcaban en la escala de Likert, lo que nos permitió comparar el nivel de diferentes variables y realizar varios análisis estadísticos, también comparando los participantes indígenas y no indígenas.
Diagrama 1. El uso de las lenguas indígenas y del español por los participantes de nuestra encuesta.
Una serie de preguntas se refería a las frecuencias de uso del náhuatl y del español en varios dominios y espacios de la vida. Las respuestas se marcaban en una escala de 1-7, donde 1 indicaba uso exclusivo de español, 2-3 más uso del español que de la lengua indígena, 4 uso igual del idioma indígena y del español, 5-6 más uso de la lengua indígena que del español, y 7 uso exclusivo de la lengua indígena. Los resultados se presentan en el diagrama 1, que permite visualizar los promedios en diferentes dominios comunicativos entre los cuatro grupos más grandes que participaron en la encuesta. Los patrones de las prácticas lingüísticas son bastante parecidos entre los grupos; o sea, hay una clara tendencia a usar más español y más lengua indígena en los mismos dominios comunicativos, y las diferencias entre los grupos no son muy grandes. La vitalidad de la lengua indígena es más grande entre los hablantes ben ‘zaa, seguidos por los mazatecos. Y hay más predominio del español entre los ñuù savi y los nahuas. Aunque el uso del español en el internet y los medios sociales predomina entre todos los grupos, los nahuas tienden a emplear su idioma más que los otros en este contexto. En general el uso más grande de las lenguas originarias se observa con los abuelos, donde prevalece muy fuertemente sobre el uso de la lengua nacional. También el uso de las lenguas indígenas con los padres es bastante alto, pero se reduce mucho en sus interacciones con los hijos, amigos y vecinos. Hasta más predominante resulta ser el español en la comunicación de las parejas. Todo esto confirma la ruptura de la transmisión intergeneracional (y las perspectivas reducidas para su reaparición) así como la enorme importancia que lleva la comunicación con la generación de los abuelos y, en consecuencia, su papel en la socialización en la lengua de las generaciones posteriores. Al mismo tiempo este patrón confirma la vulnerabilidad de las comunidades indígenas relativa a la supervivencia de sus idiomas, así como de las prácticas y conocimientos tradicionales, debido a la gran mortalidad de las personas mayores en la pandemia. Finalmente, no es nada sorprendente que los idiomas indígenas estén totalmente ausentes en el espacio de la salud pública y los servicios médicos. Este hueco comunicativo tiene varias implicaciones muy serias; sobre todo, la exclusividad del uso de español con el personal del sector de salud, que margina y discrimina a las personas mayores en este espacio tan fundamental para su bienestar. También resulta en la exclusión, o al menos marginación de varios conocimientos medicinales locales que podrían enriquecer los servicios médicos en la comunidad. Dichos conocimientos y prácticas curativas se conservan sobre todo en y por las lenguas locales, que son tanto sus depósitos como sus medios de transmisión.
Les preguntamos a los participantes también por el impacto directo de la pandemia en las frecuencias de uso de sus idiomas originarios (“Durante la pandemia de coronavirus (Covid-19), ¿qué tanto usa su lengua indígena?”). Según los resultados visualizados en la tabla 1 los nahuas fueron los únicos que declararon que su uso del náhuatl disminuyó durante la pandemia. En los demás grupos se observa una pequeña tendencia a incrementar la frecuencia de uso, aunque la diferencia no es muy grande (de la muestra total, 27,6% declaró que hablaban sus idiomas con más frecuencia, 46.3% igual que antes y 26.1% menos que antes). Quizás el factor que mejor explica el aumento del uso de los idiomas locales durante la pandemia son las restricciones de movilidad y el confinamiento a los círculos familiares, lo cual implica más interacción comunicativa en los espacios domésticos, que constituyen el lugar principal de la retención de las lenguas indígenas. Por supuesto, desde una perspectiva más amplia, que abarca sus efectos más extensos y cumulativos, el impacto de la pandemia sobre el uso de las lenguas indígenas puede ser muy diferente y, sobre todo, mucho más adverso.
uso mi lengua indígena | ben ‘zaa | mazatecos | nahuas | ñuù savi | hablantes de otras lenguas indígenas | total |
mucho menos que antes, algo menos que antes | 17,1% | 23,9% | 27,7% | 22,1% | 24,0% | 26,1% |
igual que antes | 53,7% | 47,8% | 50,3% | 36,8% | 39,2% | 46,3% |
algo más que antes,
mucho más que antes |
29,3% | 28,3% | 21,9% | 41,2% | 36,7% | 27,6% |
Tabla 1. El uso de las lenguas indígenas durante la pandemia entre los participantes de
nuestra encuesta.
Muy reveladoras eran las respuestas relativas a la memoria histórica y la percepción de la relación entre las experiencias del pasado y la presente crisis. En nuestro estudio preguntamos, entre varias cosas relacionadas con el pasado de los grupos indígenas en México, si la Covid-19 se parece a las grandes epidemias que sufrieron los antepasados de los participantes después de la conquista española y a la pandemia de la “influenza española” que tomó un peaje mortal en los años 1918 y 1919 (diagrama 2). Desde la percepción de la gran mayoría de los participantes sí hay una similitud entre la presente pandemia y las epidemias coloniales (79.5%) y la pandemia del siglo XX (62.2%).
Llama la atención que se percibe más relación entre el Covid-19 y las recurrentes epidemias coloniales que drásticamente redujeron la población indígena (las estimaciones más radicales llegan a un 90% de reducción total de la población nativa en el primer siglo después del contacto). Mientras que la memoria directa de la influenza española sí puede conservarse todavía en las comunidades, la alta conciencia de los daños sufridos en la época colonial probablemente se debe sobre todo a los conocimientos históricos que llegan de afuera, como parte del proceso educativo; sin embargo, no se puede excluir también el papel de una memoria y tradición local de longue durée, realimentada tal vez por conocimientos y discursos externos.
Diagrama 2. La percepción de similitud entre las epidemias pasadas y el Covid-19 entre los participantes de nuestra encuesta.
Si miramos las correlaciones estadísticamente significativas entre las variables de nuestra investigación, podemos observar que el sentido de la traumatización histórica se correlaciona fuertemente con la ansiedad generalizada (0.467**), la discriminación percibida durante la pandemia (0.241**) y la percepción de los grupos indígenas como una amenaza relacionada con el Covid (0.219**). Por otro lado, la percepción de similitud entre las epidemias del pasado y el Covid-19 está correlacionada con los comportamientos protectores (0.154**) y la percepción de los indígenas como amenaza en la pandemia (0.150**). Todo aquello nos permite proponer una hipótesis tentativa sobre una retraumatización de las comunidades indígenas, que influye en sus respuestas a la presente crisis, que se relacionan tanto con la vulnerabilidad como con las formas de resiliencia. Por lo tanto, las personas traumatizadas y discriminadas en el pasado se sienten también más discriminadas durante la pandemia en términos del acceso equitativo a los servicios de salud. No obstante, llama la atención que la conciencia histórica se asocia con los comportamientos protectores durante la pandemia. Dicha relación arroja una luz importante para entender las disimilitudes entre los indígenas y los no indígenas que participaron en nuestra encuesta.
Diagrama 3. Las diferencias entre reacciones a la pandemia de indígenas y no indígenas.
Nuestra investigación demostró importantes diferencias en las reacciones y actitudes entre los participantes indígenas y no indígenas. Los primeros perciben con más frecuencia que los indígenas son vistos como amenaza en la pandemia por el grupo dominante, en este caso, la sociedad mexicana en general. Esta percepción se explica, por un lado, por las experiencias previas de discriminación y victimización que sensibilizan a los hablantes de las lenguas nativas a varias formas de opresión y estigmatización; por otro lado, no obstante, hay que relacionarla con las actitudes y los discursos mediáticos del grupo mayoritario dirigidos hacia las minorías, los cuales se intensificaron, y en algunos casos escalaron, durante la situación de amenaza social provocada por el Covid-19. Al mismo tiempo, es muy llamativo que los participantes indígenas tengan más resiliencia que las personas no indígenas y que se comportan de manera más protectora durante la pandemia (e.g. respetando las reglas de distanciamiento e higiene). Los comportamientos protectores entre los indígenas se refuerzan por el hecho de que ellos comparten las creencias en las teorías conspiratorias relacionadas con el Covid-19 (que en nuestra muestra se asocian fuertemente con el rechazo de estrategias racionales de protegerse de la enfermedad) en un grado mucho menor que los mexicanos no indígenas. Según nuestra interpretación, la explicación de estas diferencias radica en las relaciones de apoyo y confianza más fuertes que tienen las personas indígenas con sus comunidades, lo cual es importante para su resiliencia tanto colectiva como individual.
Por otro lado, la conciencia histórica y la memoria compartida de los daños sufridos por los grupos indígenas a causa de las epidemias del pasado, favorecen las reacciones más racionales –más protectoras– ante la presente crisis. En consecuencia, la amenaza de la pandemia se percibe no sólo a nivel individual, sino también al colectivo, lo que para los hablantes de las lenguas originarias significa un peligro para la continuidad étnica, lingüística y cultural. Aunque la traumatización histórica los hace mas vulnerables y sensibles a las presentes formas de discriminación y violencia, también parece fomentar aquí la capacidad de adaptación, estimulando las estrategias de protección y resiliencia entre los grupos victimizados en el pasado. Las diferencias con respecto al grupo dominante se manifiestan a pesar de la marginación de los grupos indígenas en cuanto a la falta de acceso a los buenos servicios médicos durante la pandemia y hasta el mas profundo empeoramiento de su situación económica.
En nuestra opinión, la falta de comunicación en las lenguas de las comunidades referida a la pandemia refuerza su impacto negativo en los grupos minoritarios. La comunicación en lenguas locales es importante para la confianza social y la implementación de las estrategias protectoras. Para contribuir a la prevención del desarrollo de la pandemia y del impacto de las teorías conspiratorias, junto con los colaboradores indígenas desarrollamos e implementamos una campaña orientada a promover unas prácticas positivas en algunas comunidades. Entre diciembre de 2020 y febrero de 2021 en las comunidades de Chicontepec (Veracruz), Huejutla (Hidalgo) y San Miguel Tenango (Puebla) se difundió información preventiva a través de dos medios: por un lado, carteles y volantes; y por otro lado, en el caso de San Miguel Tenango, audios transmitidos por bocinas en puntos estratégicos de la comunidad. Toda la difusión se hizo en las variantes locales de náhuatl que se habla en estas regiones. Se realizó dicha campaña porque los centros de salud y las autoridades sólo difunden las medidas preventivas contra el Covid-19 en español, aun a sabiendo que la mayoría de la población de estas regiones es de habla náhuatl.
Foto 1: Gladiola Villegas Gómez, la campaña anti-Covid 19 en Huejutla, Hidalgo.
Foto 2: La campaña anti-Covid en Chicontepec, Veracruz (foto: Eduardo de la Cruz)
Foto 3. Cartel informativo en el náhuatl de Chicontepec, Veracruz.
Foto 4. Cartel informativo en el náhuatl de San Miguel Tenango, Puebla.
En conclusión, podemos afirmar que el impacto de la pandemia para los hablantes de los idiomas indígenas en México es amplio y preocupante, tanto a corto como a largo plazo. Las acciones futuras deben responder a la creciente erosión y desaparición de la transmisión intergeneracional; deben buscar una mejor adaptación de las estrategias actuales de socialización en los idiomas amenazados, considerando los efectos negativos de la pandemia; y hay que tomar en cuenta también los retos relacionados con la salud física y psicológica, y varias formas de bienestar de los hablantes. Las soluciones no deben ignorar el impacto de la traumatización histórica y la discriminación que desafortunadamente ganaron más fuerza en el contexto de la pandemia. Creemos que estas estrategias tienen que ser del carácter más integral e inclusivo posible, tratando de responder a la serie de retos y problemas interconectados que afectan a las comunidades y los hablantes de las lenguas indígenas en vez de tratar de solucionar sólo un aspecto de su funcionamiento. En otras palabras, la continuidad lingüística-cultural tiene que verse en una amplia “ecología” o ambiente, en el cual viven los miembros de las comunidades indígenas. Dicho ambiente abarca muchos factores sociales y culturales que están fuertemente engarzados en las decisiones lingüísticas de los hablantes. Por ejemplo, el enfocarse en reforzar varias formas de transmisión de las lenguas no debería estar desconectado de las formas de apoyo psicológico y educativo que los hablantes necesitan. Finalmente, el éxito de estas estrategias será muy difícil de lograr sin modificar las actitudes y las percepciones de la sociedad más amplia respecto a la diversidad lingüística-cultural, el multilingüismo y los hablantes de lenguas minoritarias.
Agradecimientos
Este estudio se llevó a cabo dentro del Proyecto Language as a Cure: Linguistic Vitality as a Tool for Psychological Well-being, Health and Economic Sustainability dentro del Programa TEAM de la Fundación para la Ciencia Polaca, cofinanciado por la Unión Europea bajo el Fondo Europeo de Desarrollo Regional. Agradecemos a todos los participantes de nuestra encuesta y a los colaboradores de varias comunidades, sobre todo Eduardo de la Cruz (Chicontepec), Gladiola Villegas Gómez (Huejutla), Herlinda Márquez Mora (San Miguel Tenango), así como a Greta de León (ARENET), quienes hicieron posible la campaña informativa sobre la pandemia en los pueblos nahuas. Extendemos nuestra gratitud a John Sullivan por su revisión estilística del presente texto.
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https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/606618/COVID-19_poblacion_indigena_2020.12.31.pdf y Lane, R. y Joel Cerda (2020), U.N. Policy Brief 70. The Impact of COVID-19 on Indigenous Peoples. ↑