Los episodios en los relatos: una guía de lectura

Ma. del Carmen Herrera M.[1]
Dirección de Lingüística, INAH

Hildeberto dando una plática en Santiago Acatlan (Tepeaca). Fotografía: Keiko Yoneda, 2017.

1. Seminario de fuentes indígenas DEH-INAH

Hacia fines de 2006 Francisco González Hermosillo me invitó al Seminario de fuentes indígenas, con sede en la Dirección de Estudios Históricos del INAH, con el fin de leer la traducción de la Historia tolteca – chichimeca e ir entendiendo los paralelismos y divergencias respecto del texto náhuatl original y del texto pictográfico incluido en esta fuente sobre la historia de los pueblos de Cholula, Cuauhtinchan y sus alrededores. Las preguntas y problemas que desde la historia suscitaban los pasajes los formulaban el mismo Paco González Hermosillo (1953-2023), Norma Angélica Castillo Palma, Margarita Menegus y, años después, Tomás Jalpa, las indagaciones de la historia social de los pueblos mencionados, propias de la etnohistoria las formulaba Hildeberto Martínez (1940-2023), junto con la maestra Perla Valle (1930-2011), quien también se detenía en la interpretación de la escritura indígena, y, por último, mi participación consistía en indagar las formas del náhuatl registradas tanto pictográfica como alfabéticamente. Fue en estas sesiones mensuales de estudio que conocí a Hildeberto Martínez.

En el Seminario, Hildeberto desplegaba su profundo conocimiento de la documentación histórica del valle de Puebla y de Tlaxcala, tanto de los archivos que conocía bien, como de las obras históricas relativas a esta amplia región. Era notoria su experiencia de años de reflexión en compañía de sus maestros y colegas, ya que junto a Luis Reyes, Pedro Carrasco, Juan Manuel Pérez Zevallos, Teresa Rojas, así como con su esposa, Keiko Yoneda, entre otros, había discutido y desentrañado pasajes de numerosas fuentes. De modo que quienes participamos en el Seminario nos beneficiamos del trabajo colectivo y personal que se había sedimentado en interpretaciones bien fundamentadas, pero que Hildeberto nunca planteaba como definitivas. Aunque sus convicciones vencían su timidez, ante las inevitables diferencias de opinión, solía alentar que cada quien defendiera su posición o, al menos, que se pusieran en duda algunas certezas formuladas por los múltiples intérpretes de las historias de los pueblos agrupados bajo el apelativo chichimeca. Entre las cuestiones que surgían estaban tanto preguntas sin respuesta, como dudas que admitían adoptar posturas razonadas, del tipo ¿las distintas partes de la Historia se elaboraron con la misma finalidad? ¿quiénes habrían contado estas historias? ¿todas fueron narradas por la gente de Cuauhtinchan o fue ahí solo fue donde se reunieron historias de distintas tradiciones? ¿todos los fragmentos pertenecían al linaje de don Alonso de Castañeda, el heredero de “esta pintura”? ¿hubo partes que se presentaron en las disputas por los linderos de Cuauhtinchan con sus vecinos? ¿todas las migraciones relatadas fueron equiparables? ¿de qué tipo de movimientos trata cada una de ellas? ¿qué conceptos emplear para describir las relaciones entre los protagonistas de estas historias? ¿acaso se les podía llamar “mercenarios” a los contingentes de los tepilhuan chichimecas por acceder a la petición de los toltecas a auxiliarlos en la reconquista de Cholula? El entusiasmo que surgía del debate de estos y otros asuntos pudo canalizarse cuando se decidió elaborar una edición comentada de la Historia tolteca – chichimeca, que publicó Arqueología Mexicana,[2] aunque tan sólo algunas de estas interrogantes fueron tratadas en la publicación.

2. ¿Solo distintas fuentes o cuatro relatos en la Historia Tolteca – Chichimeca?

Una de las importantes propuestas analíticas de Hildeberto, cuando se concentraron los esfuerzos para la nueva edición, recuperaba un planteamiento formulado en el “Prólogo” a la publicación de 1976, a cargo de Paul Kirchhoff, Luis Reyes y Lina Odena Güemes. Pero Hildeberto daba pasos adicionales en la comprensión de la estructura del códice basándose en un concepto general de lo que es un relato y sus elementos constitutivos. Así correlacionó las diferencias de formato debidas a las fuentes empleadas para la elaboración del códice con el contenido de cada parte, distinguida por los protagonistas, los eventos en los que participan y los escenarios donde se desarrollan las acciones. De este modo, de la interpretación de una historia como si fuera unitaria, propiciada por el formato de libro, pasamos a entender al códice como una compilación de crónicas copiadas y ensambladas en Cuauhtinchan.

La afirmación fue, palabras más, palabras menos, “cada una de las partes de la Historia tolteca – chichimeca tiene una correspondencia con hechos reales”. Con esta fórmula Hildeberto mantenía la postura de su maestro, Luis Reyes, pero sin duda se alejaba de él. Para el insigne historiador nahuatlàtô, “A través del texto mismo puede intentarse descubrir el diverso carácter de las fuentes que fueron utilizadas y que dieron origen a las cuatro secciones en que puede dividirse el manuscrito”.[3] Pero además de admitir la existencia de una serie de documentos hipotéticos, desde donde se pudo haber copiado lo que llegó hasta nosotros, Hildeberto sostenía que, por la forma como se presentaban los sucesos, pudieron ser distintos narradores que quizás debieron negociar sus respectivas versiones cuando, al ser convocados, admitían en forma negociada o rechazaban, irreconciliablemente, las historias que fundaban sus derechos a un territorio, a las jerarquías entre sus pueblos y a la legitimidad de los linajes gobernantes.

Por tratarse de tradiciones orales con el soporte de sus escrituras, los relatos que componen la Historia no se ajustan necesariamente al esquema característico de una narración con inicio, nudo y desenlace. Son textos concisos, al punto de tener pasajes completos con tan solo una apretada secuencia de nombres de líderes o linajes o parajes o lugares de culto que solo “los conocedores” estarían en condiciones de desplegar, asociando a estos anclajes las memorias compartidas. Al interior de cada relato, Hildeberto distinguió los episodios a través del conjunto de sucesos, de los eventos considerados relevantes por ser cruciales para el desarrollo de la narración, de acuerdo con los criterios del narrador. Como no siempre adoptan una forma narrativa y rara vez añaden descripciones o detalles, la definición de los límites de los episodios y el título que sintetizaba su contenido, eran motivo de discusiones en el Seminario que solían terminarse con los argumentos proporcionados por Paco o por Hildeberto.

Vale la pena reproducir aquí el detalle de la propuesta de estructura del “Primer relato” (ff.1r-4v), de especial interés para Hildeberto por tratarse de la crónica de la expansión nonoalca de Tula hacia las tierras de popolocas, lengua del primer párrafo del f. 1r, de mazatecos, expansión que por la sierra negra llegó hasta lo que hoy es Zongolica.

Al contenido de la primera foja la tituló simplemente “Prefacio”, porque el tema parece el de una portada, donde se presenta el documento y a sus poseedores, y se enlistan los 20 pueblos que comprendía la gran Tula, antes de su salida, organizados en cuatro grupos con 5 nombres cada uno. El folio 2r abarca la “Llegada de los toltecas y nonoalcas a Tollan” en un año 1 técpatl y el inicio de los “Conflictos y luchas internas”, marcados con el año 2 calli. En el f. 2v, Hildeberto distinguió cuatro episodios: “Pacto y rebelión contra Huémac”, “Expulsión y muerte de Huémac”, “Xelhuan parte en busca de un destino para su pueblo” y “El ritual nonoalca de toma de posesión”, basándose aquí en los elementos narrativos, más que en el formato del texto alfabético.

Dos de los tres episodios del f. 3r, en cambio, sí pueden correlacionarse con la presencia de los glifos topónimos. El primer párrafo concluye con la “Salida de los nonoalcas de Tollan”, y se proporciona el “Itinerario y asentamientos nonoalcas”, así como el detalle de la “Conquista y enseñoramiento nonoalca en Atlahuimolco”. En el f. 3v se sintetiza la historia, desde la fundación de sus señoríos, “De Tzoncoliuhcan a Nanahuaticpac, fundaciones nonoalcas”, “Los nonoalcas en Tenpatzacapan y la fundación de sus señoríos”, hasta la expansión de sus territorios debida a la dispersión de los linajes de Tzoncoliuhcan y de Chalchiutépec Omeyocan, un episodio que empieza en el f. 3v y ocupa todo el f. 4r. En el f. 4v concluye el relato con el episodio titulado “Dominios nonoalcas”, donde se enlistan los asentamientos que se reconocían como nonoalcas encabezados con un glifo topónimo compuesto dos nombres de los sitios incluidos: Nepohualli y Tecciztli ytencan.

Con este breve recuento se aprecia la gran aportación de Hildeberto Martínez en la comprensión de la Historia tolteca chichimeca. La guía de lectura que proporciona el índice de episodios que estructuran las primeras 4 fojas va mucho más allá de la escueta indicación ofrecida en la edición de 1976, sin duda útil, donde se indica que esta primera parte tiene solo “dos fechas calendáricas al inicio de acontecimientos que se desarrollan durante cinco generaciones”. Al subrayar los cortes textuales se pueden distinguir los fragmentos legendarios de aquellos que describían una realidad geopolítica vigente en el momento de la narración. Por ello, poco importa que Hildeberto haya mantenido la idea de una gran división en cuatro relatos, porque muy bien podría dividirse en siete, dado que las distinciones que establecen los episodios son ya una valiosa orientación para quienes quieran adentrarse en la lectura, y no sólo en el estudio, de este códice.

Siempre será un regalo haber contado con el trato amable y gentil de Hildeberto, así como con su paciencia ante la ignorancia de una lingüista. Serán inolvidables sus reacciones de sorpresa por las ocurrencias o desvaríos en los que a veces nos movíamos. Gracias, Hildeberto, por la generosidad con la que nos compartiste tus saberes y tu tiempo.


  1. Correos: yaocihua@gmail.com, carmen_herrera@inah.gob.mx
  2. Edición especial, núms. 107, 108 y 109, 2023.
  3. Kirchhoff, P., Odena Güemes, L. y Reyes García, L. (1976). Historia Tolteca Chichimeca. CISINAH / INAH /SEP, p.15.