Los años del posgrado: el Programa de Doctorado del CIS-INAH

Andrés A. Fábregas Puig
CIESAS-Occidente


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El Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología (CIS-INAH) antecedente del actual CIESAS, se creó en el año de 1973. Su Director-Fundador, Ángel Palerm, instituyó desde esos inicios un Programa de Doctorado con el objetivo de preparar a los futuros profesionales que se dedicarían a la investigación y la docencia de la antropología en México. Palerm tenía un proyecto para formar antropólogos mexicanos que fue diseñando desde su regreso a México en 1966, y que tuvo sus primeros pasos con la fundación de la Escuela de Graduados en la Universidad Iberoamericana (UIA) hacia 1970. En ese año inicié mis estudios de posgrado, al invitarme Palerm como profesor en la licenciatura de Antropología Social de la UIA, lo que me dio acceso a la Escuela de Graduados sin tener que pagar una colegiatura. Después de cursar seminarios con el propio Palerm y con antropólogos como Guillermo Bonfil, Arturo Warman, German Guzmán Campos, Paul Kirchhoff, Stanley Diamond, Robert Manners, David Kaplan y Pedro Carrasco, además de un intensivo curso de inglés que dictaba Enriqueta Cabrera en la misma UIA, Ángel Palerm me comunicó que debía pensar en partir a una universidad extranjera para continuar el posgrado. Con el auxilio de la propia UIA que sufragó los gastos de transporte y con el apoyo del propio Palerm y de Pedro Carrasco, en enero de 1972, inicié estudios en el Departamento de Antropología de la Universidad Estatal de Nueva York, del que era jefe precisamente Pedro Carrasco. Recuerdo que cuando acudí al departamento en el que vivía Palerm en la Ciudad de México, al despedirme me dijo, “Es bueno que todos ustedes estudien en diferentes partes, para que no instalen un pensamiento único, y más bien discutan entre ustedes”. Palerm seguía su plan: enviar a estudiantes a diferentes universidades en las que él tenía contactos para lograr un grupo plural no sólo en temáticas sino en orientaciones teóricas. Me tocó Nueva York mientras que otros colegas estudiaron en Alemania, Francia e Inglaterra. Así que en 1973, al fundarse el CIS-INAH, Palerm continuó con su proyecto de formación de antropólogos fundando el Programa de Doctorado en Antropología Social. En 1973, al iniciarse el segundo semestre, Palerm me llamó a México para inscribirme en ese programa que, sobre todo, era tutorial. Además, los seminarios que uno impartía para los ciclos de licenciatura y maestría en la UIA eran válidos para acreditar en el Programa de Doctorado del CIS-INAH. En aquel momento se instalaron los Seminarios de Antropología Política en el CIS-INAH, uno a cargo de Roberto Varela, y el otro a cargo de Andrés Fábregas. Roberto Varela asoció su seminario al proyecto de investigación que desarrollaba en el estado de Morelos, mientras que el seminario bajo mi responsabilidad se vinculó al proyecto de investigación en los Altos de Jalisco. Además, tuve la oportunidad de seguir los seminarios de verano dictados por Lawrence Krader en 1977, y antes, en el contexto del Programa de Doctorado del CIS-INAH, asistí a un seminario dirigido por John Victor Murra. Fue fascinante. Murra poseía una elocuencia singular y una erudición admirable, no sólo en antropología sino en las ciencias sociales en general. Pero además de escucharlo en las aulas de la Casa Chata, me tocó la suerte de pasar por él al departamento en el que se alojaba para transportarlo a impartir su seminario, que fue una de las experiencias más importantes que tuve como estudiante de posgrado en el CIS-INAH. A John Murra lo escuché hablar de la Guerra Civil Española en la que combatió como miembro del legendario Batallón Abraham Lincoln, de los combates contra el fascismo, de Ucrania su tierra natal (había nacido en Odesa), de Rumanía, en donde pasó parte de su adolescencia y juventud, de los abusos de poder de Stalin. En fin, recibí de aquel maestro singular lecciones sobre historia política europea y los contextos de aquellos conflictos que me abrieron la mente hacia las complejidades de lo que hoy llamamos globalización. No menos significativo para mí fue escuchar a Murra hablar de José María Arguedas, el gran escritor y antropólogo peruano del que fuera amigo entrañable. Sus apreciaciones críticas del concepto de cultura andina que Arguedas defendía me facilitaron el análisis regional sin encasillamientos y entenderlo a partir de la variedad cultural. En una palabra, disfruté tanto como aprendí de ese gran antropólogo que fue John Murra, con quien Palerm tenía una relación estrecha. Recuerdo a John Murra alto, nervioso, más bien flaco, poseedor de un hablar profundo, un vozarrón que recorría la Casa Chata mientras desplegaba sus dotes de actor ente los estudiantes. John Murra murió un 16 de octubre del 2006 en Ithaca, Nueva York, a los 90 años de edad.

El grupo de los Altos de Jalisco en el recorrido por la región en 1973. Andrés en la parte de atrás el más alto y Carmen Icazuriaga al centro de blusa roja. Fotografía cortesía de Carmen Icazuriaga.


Otra experiencia que fue para mí muy importante en el contexto del Programa de Doctorado del CIS-INAH fue el proyecto de investigación en los Altos de Jalisco. Mi doble papel de estudiante de posgrado y de director de un proyecto que compartí con alumnas y alumnos de antropología de la UIA, más el estudiante del Doctorado en Ciencias Políticas, Gustavo del Castillo, me facilitó una formación no sólo amplia sino crítica. El trabajo de campo fue intenso: siguió los lineamientos palermianos de investigar en equipo, discutir colectivamente los materiales y las lecturas, y aprender mientras se enseña. Trabajé los materiales desde los enfoques de la ecología cultural política, que era también la orientación de esa amiga entrañable que fue Brigitte Boehm de Lameiras, también estudiante del doctorado en el CIS-INAH. El plan de Palerm de un doctorado basado no sólo en seminarios, sino en experiencias docentes y de investigación, facilitó la flexibilidad curricular y el aprendizaje colectivo. Crecer intelectualmente juntos, docentes y estudiantes, fue una de las ideas centrales de Ángel Palerm que, por lo menos en mi caso, fue definitiva para percibir la naturaleza de la investigación antropológica y desechar las posiciones dogmáticas.

Al terminar de redactar el texto sobre la Región Ranchera de Los Altos de Jalisco y presentarlo como tesis para obtener el Doctorado en Antropología Social, me encontré con que debía prolongar mi condición de estudiante de posgrado. Pero la experiencia vital ya había concluido, y la aproveché para que, años después, en el contexto de la fundación del Departamento de Antropología de la UAM-Iztapalapa en 1975, redactar un texto acerca de las estructuras de poder en la región cafetalera de Xalapa-Coatepec, en Veracruz, y con ello obtuviera el doctorado en 1990. Visto a la distancia de los 48 años de la fundación del CIS-INAH/CIESAS, y recordando conversaciones con Ángel Palerm, pienso que el Programa de Doctorado del CIS-INAH fue concebido, al igual que el modelo de la Escuela de Graduados de la UIA, como una primera etapa para estudiantes de posgrado inmediatamente después de haber obtenido la licenciatura o la maestría en antropología en alguna de las instituciones que las ofrecían en aquellos años en México. Como parte del diseño del Programa de Doctorado, Ángel Palerm unió la investigación con la docencia para lograr que los que estaban por ingresar a un posgrado lo hicieran en las mejores condiciones académicas posibles y los que ya estaban en la docencia consolidaran el método de enseñar investigando.