Las tres especialidades de la tecnoantropología

Dr. Jordi Colobrans Delgado
(Fundación i2CAT, Universidad de Barcelona) | jordi.colobrans@i2cat.net, jcolobransd@ub.edu


Imagen tomada de la página https://i2cat.net


Sumario

La Tecnoantropología es ante todo una práctica profesional que combina el método científico, el método del diseño y el método de la innovación. Como práctica profesional, la Tecnoantropología puede aplicarse a, por lo menos, tres ámbitos. En este articulo distinguimos tres tipos de Tecno-antropología según su ámbito y escala de actuación que se corresponden a tres especialidades dentro de la Tecnoantropología. Llamamos Tecnoantropología de tipo I a la que se aplica al diseño de productos, Tecnoantropología de tipo II a la que impulsa proyectos de innovación, y Tecnoantropología de tipo III a la que diseña sistemas para facilitar la transformación social y digital de la sociedad. Dentro de la unidad, cada una de estas tres Tecno-antropologías se organiza de una manera distinta y usa unos métodos y herramientas características.

Palabras clave: Tecno-antropología, Innovación social y digital, Laboratorios vivientes, Tecnologías Sociales

Tres tipos de Tecnoantropología

La Tecno-antropología, como práctica profesional relacionada con el mundo de la innovación, no es única. A lo largo de nuestra experiencia profesional hemos identificado, por lo menos, tres tipos o especialidades de la Tecnoantropología a las que aquí llamaremos de Tipo I, II y III. Estas tres Tecnoantropologías se distinguen principalmente por su foco y por su alcance. A grandes rasgos, la Tecnoantropología de tipo I está relacionada principalmente con la etnografía y los métodos cualitativos, a veces mixtos y, en menor medida, cuantitativos usados para la investigación de nuevos productos y servicios, su usabilidad y la experiencia del usuario. La de tipo II con la participación o impulso de proyectos de innovación relacionados con la creación, implementación o adopción de nuevas tecnologías sociales o digitales en territorios, sectores económicos, sociedad o medio ambiente. Y la de tipo III, que se centra en el diseño e impulsión de ecosistemas socioeconómicos y sociotecnológicos que contribuyen a la creación y consolidación de una sociedad del conocimiento, digital, de internet, creativa, de la innovación y laboratorio.

La relación entre estas tres Tecnoantropologías tiene que ver con el grado de aproximación a la realidad. La de tipo I se concentra en las operaciones relacionadas con el desarrollo de productos innovadores y su impacto. La de tipo II de proyectos de innovación en los que, luego, se desarrollan los productos que explora la Tecnoantropología de tipo I. Y, la de tipo III, crea nuevas estructuras sociales y conexiones entre estructuras sociales existentes desde las que la Tecnoantropología de tipo II impulsa proyectos de innovación en los que, luego, la Tecnoantropología de tipo I se ocupará de sus productos resultantes. En suma, la de tipo I está dedicada al producto, la de tipo II al proyecto y, la de tipo III, al sistema de innovación. Las tres Tecnoantropologías forman un ecosistema de recursos que ofrece soluciones para la investigación, el diseño, la formación y la innovación.

Antropología de tipo I

La Tecnoantropología de tipo I se aplica a lo que podríamos llamar la socialización o integración de las nuevas tecnologías en la sociedad. Es una Tecnoantropología muy funcional. Opera a escala de productos o servicios. Esta Tecnoantropología colabora con ingenieros, diseñadores, comunicólogos e investigadores de mercado. Proporciona documentación etnográfica y básicamente cualitativa sobre la experiencia y los conocimientos de los usuarios en su interacción con los nuevos diseños y prototipos tecnológicos que se están preparando para lanzar al mercado. Esta Tecnoantropología ayuda a validar la deseabilidad, el codiseño de las nuevas tecnologías industriales o digitales, su usabilidad, y, una vez introducido en el mercado o la sociedad, a valorar su impacto. Esta Tecnoantropología conecta con la llamada Antropología del Diseño (Gunn, y Otto, 2013; Gunn y Donovan, 2016; Clarke, 2017; Miller, 2017; Drazin, 2020) y con la Antropología aplicada a los estudios de mercado (Carson, Gilmore, Gronhaug y Perry, 2001; Russell, 2006; Moisander y Valtonen, 2006; Mariampolski, 2006). Uno de sus exponentes más representativos es la comunidad formada en torno a la Conferencia de la Praxis Etnográfica en la Industria (EPIC por su acrónimo en inglés) que representa la alianza entre diseñadores y antropólogos que ponen en valor los usos de la etnografía y la investigación cualitativa aplicadas a la investigación de la experiencia de los usuarios (Müller, 2021). Por un lado, esta Tecnoantropología estudia usabilidad, las percepciones de usuarios y consumidores, participa u organiza talleres de cocreación y de codiseño y, en suma, idea, conceptualiza, prueba y valida prototipos de productos y servicios en colaboración con otros profesionales. Por otro lado, esta Tecnoantropología también investiga los mercados. Sus necesidades, oportunidades, sus microtendencias (Penn y Zalesne, 2007) o los resultados y el impacto de la innovación. Esta Tecnoantropología se basa fundamentalmente en los usos de la etnografía y la investigación cualitativa. Su proceder es fundamentalmente científico: observa, documenta, analiza, interpreta y recomienda. Desde luego, puede participar en los procesos creativos con los usuarios, pero su misión está relacionada con la investigación de la experiencia.

Ejemplo de intervención de Tecnoantropología de tipo I, En el marco del proyecto SPECIFI (Smart Platforms Enabling the Creative Industries for the Future Internet) impulsado por el área de Internet y Multimedia de la Fundación i2CAT liderada por Sergi Fernandez, se llevó a cabo una exploración de la deseabilidad y usabilidad de una plataforma para producir música distribuida a través de internet. Esto sucedía en el 2013; antes de que la tecnología 5G estuviera disponible y, por lo tanto, teniendo que resolver técnicamente un problema de retraso en la transmisión de los datos. ¿Era posible crear música de manera distribuida creíble y espontánea con las condiciones de internet en aquel momento? La música distribuida es aquella que se genera cuando cada uno de los músicos del grupo está ubicado en un lugar geográfico distinto y se coordinan a través de videoconferencia para la ejecución de piezas musicales. ¿Sería útil aquella tecnología para hacer conciertos? El estudio etnográfico de validación llevado a cabo en la Fábrica de la Creatividad de la Fabra y Coats, en Barcelona, descubrió que los músicos de la Escuela de Música de can Fabra que participaron en las pruebas distinguían entre la pequeña y la gran música. Al hablar de gran música pensaban en los conciertos en directo dónde fluyen las emociones y el grupo usa los sentimientos para interpretar las piezas. Por pequeña música se referían a los ensayos donde lo importante no es la conexión con el público sino la coordinación del grupo. La videoconferencia antes del 5G tenía un retraso perceptible y, su respuesta fue negativa. Ellos, decididamente, no iban a utilizar aquella tecnología para hacer gran música porque no les permitía conectar en tiempo real ni entre ellos mismos ni con el público. Había un retraso en la transmisión de datos que frustraba el momento que se crea cuando las cosas ocurren en tiempo real. Sin embargo, veían en aquella tecnología una gran oportunidad para desarrollar la pequeña música ya que les facilitaba ensayar las piezas sin tener que desplazarse. Esto resolvía un problema social que tenían los músicos; para poder vivir de la música, tenían que trabajar con varios grupos y, su principal problema era el desplazamiento para ensayar.

Otros ejemplos de este tipo de Tecnoantropología pueden identificarse en el trabajo coordinado desde la oficina de Tecnoantropología de Infotec en México y que presenta algunos de sus resultados en el libro Casos de Estudio. Especial de Tecnoantropología, coordinado por Matus, Colobrans y Martínez (2015).

Antropología de tipo II

La Tecno-antropología de tipo II opera a escala, no de producto, sino de proyectos de innovación. Esta Tecnoantropología diseña y coordina proyectos de innovación que implican el diseño de productos industriales, digitales o sociales y, por lo tanto, requiere la participación de una Tecnoantropología de tipo I. La diferencia entre una y otra es el grado de coordinación en el que se implican. El tipo de trabajos y decisiones que se llevan a cabo son distintas. Aunque, en proyectos pequeños, la diferencia entre uno y otro a veces queda difuminada porque suele suceder que el mismo tecnoantropólogo que impulsa el proyecto de innovación está implicado con el diseño e implementación del objeto (físico, digital, o social) que se emplea para solucionar el problema planteado.

Esta Tecnoantropología suele alinearse estratégicamente, por ejemplo, con grandes objetivos como los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) o con grandes retos como la transición energética, la transición digital de la sociedad actual, o la adaptación al cambio climático. Esta Tecnoantropología participa en proyectos interdisciplinarios de cambio de tecnologías, conductas y valores y, muy especialmente, en proyectos de innovación social y digital. Es una Tecnoantropología que diseña e impulsa los laboratorios vivientes o living labs, comunidades de usuarios, que promueve cambios sociotécnicos, que intenta encontrar un equilibrio entre lo económico, lo social y lo medioambiental a través de la aplicación de tecnologías industriales, digitales, sociales y que, en definitiva, persigue el balance entre lo tecnológico, lo social y lo cultural, por un lado, y lo económico, lo social y el medioambiental, por el otro. El primer balance tiene que ver con las contradicciones que plantea la construcción de la sociedad digital y, el segundo, con las contradicciones heredadas del orden de la sociedad industrial y que, tratan de resolverse a través de la digitalización. En este sentido, la Tecno-antropología interviene no sólo a nivel de producto sino a nivel de proyecto. Necesita una mayor perspectiva para poder contextualizar las soluciones dentro de un proyecto de cambio mayor.

La Tecnoantropología de tipo II aporta trabajo para, por un lado, reducir la brecha digital y contribuir a la alfabetización digital de la población y, por el otro, a impulsar la sociedad de la innovación, la sociedad creativa, la sociedad digital, la sociedad internet, la sociedad laboratorio o la sociedad del conocimiento. Es una Tecnoantropología que simultáneamente trabaja en la línea de la transformación digital de la sociedad, sea para impulsar una e-Administration, un e-Commerce, una e-Salud, una e-Educación, o cualquier otro ámbito de la experiencia mediatizado por internet y las máquinas electrónicas en el centro de los cuales ubica los laboratorios vivientes y otros equipamientos parecidos dirigidos a la ciudadanía digital (laboratorios ciudadanos, fablabs, bibliolabs, etc.) como herramienta de cambio. Trabaja en la línea de conectar las nuevas tecnologías con la sociedad en un sentido amplio, como en proyectos de TIC y Salut, TIC y educación, Ciberseguridad, TIC y desarrollo rural, etc.

Ejemplos de esta Tecnoantropología de tipo II pueden verse en los proyectos impulsados en Catalunya reflejados en el dosier monográfico de la Revista d’Etnologia de Catalunya, núm. 38 (2012). Puede verse en los todos aquellos proyectos en los que se plantea la transición digital de algún sector social, educativo, comercial, industrial o administrativo desde un punto de vista a la vez social, económico, medioambiental y tecnológico impulsados por i2CAT y Livinglabing en la línea de la Innovación Social y Digital y en los laboratorios ciudadanos de innovación social como el Citilab de Cornellá, el CoBoi Lab de Sant Boi de Llobregat, en Sant Feliu Innova o el CoEbre Lab en la Ribera d’Ebre desde donde se impulsan proyectos de inspiración tecnoantropológica, sociológica, social y otros en los que participan activamente profesionales de orígenes diversos tanto desde un punto de vista social y humano como tecnológico.

Otras iniciativas de Tecnoantropología de tipo II pueden verse en los proyectos impulsados desde el Techno-Anthropology Lab y el Techno-Anthropology Research Group de la Aalborg University. La escuela danesa de Tecnoantropología (ver Bortsen y Botin, 2016) ha desarrollado una Tecnoantropología de tipo I y II además de una intensa reflexión académica sobre la relación entre tecnología y sociedad y la transformación digital de la etnografía y otras herramientas cualitativas aplicadas a la investigación sociotécnica. Esta Tecnoantropología es decididamente interdisciplinar y se diluye en otras disciplinas, aproximaciones y campos de aplicación.

Antropología de tipo III

La Tecnoantropología de tipo III se enfoca al diseño e impulsión de sistemas de innovación. Esta Tecno-antropología se da cuenta de que no es suficiente impulsar proyectos de innovación, aunque sea desde un marco estratégico nacional, europeo o global. Impulsar proyectos de innovación es algo nuevo que requiere de un entorno de coordinación novedoso con perfiles profesionales nuevos. Para impulsar la innovación se necesitan modelos de innovación. Hasta no hace muchos años se ha estado trabajando con sistemas nacionales y regionales de innovación basados en el modelo de la triple hélice (Etzkowitz y Leydesdorff, 1995) con sus parques científicos como equipamientos de transferencia del conocimiento científico y tecnológico de la universidad y centros de investigación a la empresa, y ayudados por la financiación de las administraciones públicas. Este modelo esta emparentado con las políticas para impulsar clústers industriales. Sin embargo, el modelo de la triple hélice adolece de la falta de la voz de la sociedad civil organizada y de la ciudadanía en general. Es un enfoque muy sectorial y muy poco territorial. En el modelo de la triple hélice las personas son tratadas como meros consumidores; la innovación que se deriva de estos entornos no es una innovación centrada en las personas.

Para subsanar las deficiencias del modelo de la triple hélice en la primera década del siglo XXI se empezaron a impulsar los llamados sistemas de cuádruple hélice y, especialmente, modelos territoriales de cuádruple hélice cuyo objetivo es el fomento de la innovación a escala local para, a continuación, conectarla con el sistema de innovación oficial de la ciencia y la tecnología. Los sistemas de cuádruple hélice están centrados en las personas, están vinculados al mundo de los laboratorios vivientes, de la innovación abierta y, sobre todo, integra tanto a la sociedad organizada tanto en forma de asociaciones, comunidades, partidos y ONG, como de redes de ciudadanos, o ciudadanos que se incluyen en procesos participativos en los que comparten sus conocimientos y experiencias.

La Tecnoantropología de tipo III es una especialidad que la Escuela Catalana de Tecnoantropología ha impulsado muy activamente en los últimos años. Esta Tecnoantropología capitaliza sus conocimientos sobre las dinámicas de la cultura y la sociedad. Parte del hecho de que la aparición de internet ha supuesto un cambio sustancial en la historia de la civilización humana. La internet y la computación electrónica han llevado a la humanidad a una nueva revolución, la revolución digital; una revolución con unos efectos sistémicos comparables a los que en su momento tuvo la revolución neolítica y, posteriormente, la revolución industrial. La internet está provocando un cambio de civilización (VVAA, 1988) y las nuevas tecnologías digitales avanzadas están provocando una transición digital. Esta Tecnoantropología se ocupa no sólo de la observación de la evolución de la sociedad y la cultura del pasado, sino de la creación, diseño e impulso de la cultura y la sociedad que están por venir y que es el resultado de la interacción con las tecnologías avanzadas (5G, IA, IoT, Blockchaine, Realidad Vitual, Ciberseguridad, Drones, etc.). Esta Tecnoantropología tiene que ver con el futuro, pero no con su anticipación o adivinación, sino con su codiseño.

Para hacer esta transición posible, la Tecnoantropología de tipo III está impulsando laboratorios vivientes, redes de laboratorios y colaboratorios. La iniciativa que ejemplifica esta aproximación es el Programa Colaboratorio Catalunya que desde el 2018 a través del área de la Digital Society Technologies de la Fundación i2CAT está impulsando colaboratorios territoriales, temáticos, sectoriales y tecnológicos de cuádruple hélice en distintas zonas del territorio catalán. Ver el articulo de Colobrans y Serra, “La tecnoantropología en el programa de investigación e innovación “Colaboratorio 1.0” en este número del Ichan Tecolotl.

Conclusiones

La Tecno-antropología es un campo de especialización profesional muy amplio que sigue redefiniéndose a través de la experiencia de los proyectos. Su trabajo se puede dividir en tres especialidades conectadas entre ellas. Cada una se ocupa de un tipo específico de necesidades propias de los sistemas de innovación pero que operan a distinta escala. La Tecnoantropología de tipo I, se ocupa de solucionar problemas tácticos y operativos relacionados con la emergencia o convivencia con los nuevos productos y servicios que ofrece el mercado o la sociedad a los consumidores, usuarios o ciudadanos. La de tipo II formula proyectos de investigación, desarrollo e innovación que, a su vez, incluyen el diseño, el prototipado y la validación de nuevos productos y servicios. La Tecnoantropología de tipo III, actúa a nivel estratégico y trata de influir en las políticas públicas creando las condiciones estructurales sociales necesarias y los equipamientos necesarios para el desarrollo de una sociedad creativa e innovadora. La relación entre las tres especialidades es simbiótica. La creación de ecosistemas de innovación y laboratorios vivientes proporciona un punto de partida para impulsar proyectos de investigación e innovación que, a su vez, se concretan en innovaciones sociales, industriales o digitales que contribuyen a consolidar y dinamizar la sociedad digital.

Como práctica profesional, la Tecnoantropología necesita integrar varios métodos para ser eficaz: el científico, el de diseño, el del emprendimiento, y el de la innovación aplicada a los procesos de cambio, transformación e innovación. Cada una de las especialidades de la Tecnoantropología usa sus métodos y técnicas específicos para lograr sus fines. El conjunto de estas tres especialidades forma una tecnología social que sirve para articular los procesos de transformación social en el mundo digital.

Como área de investigación, la Tecnoantropología es, en sí misma, una oportunidad para reflexionar sobre la relación de los seres humanos con la tecnología en el contexto de la transición digital (Hualde y Matus, 2020; Matus, Colobrans y Serra, 2018, 2020; Matus, Serra y Colobrans, 2019; Borsen y Botin, 2016; Colobrans, Serra, Faura et al., 2014).

Queda mucho por hacer y pensar aún en el campo de la Tecnoantropología. Sus primeros 15 años de vida han abiertos muchos frentes distintos, muchas oportunidades y han dado algunos frutos. ¿Cómo seguirá evolucionando la Tecnantropología y sus especialidades en el futuro?

Bibliografía


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