Las muestras de cine y los intercambios entre Brasil y México

Bianca S. Pires[1]
Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa

Exhibir también es hacer cine.
(Colectivo Cine la Mina)

Foto: Bianca S. Pires (2024).

A través del hashtag #exhibirtambieneshacercine, el colectivo Cine la Mina, en Guanajuato, reivindica a la exhibición como parte fundamental de la cadena cinematográfica, valorando el trabajo de colectivos y gestores que actúan en el sector. El mismo slogan podría servir también en Brasil, que comparte con México la dificultad de proyectar obras nacionales y de origen latinoamericano en sus circuitos regulares de salas de cine (Rosas Mantecón y González, 2020). Los últimos son dominados, en ambos países, por las grandes cadenas exhibidoras vinculadas a las majors, que históricamente han privilegiado la proyección de películas estadounidenses.

En este ensayo reflexioné sobre las relaciones establecidas entre Brasil y México a partir de iniciativas que, desde la década de 1990, buscan promocionar el cine nacional en el país hermano. Lo hago desde una perspectiva que posiciona la cultura y el acceso al cine como un derecho ciudadano y que analiza los esfuerzos cruzados realizados por los dos países para establecer puentes entre sus filmografías. Para lograrlo, observé las articulaciones creadas por embajadas y centros culturales, museos de arte, cinetecas/cinematecas, universidades, archivos fílmicos, festivales audiovisuales y cineclubes con el fin de hacer valer el derecho a un acceso cultural más diverso y acercar las filmografías brasileñas y mexicanas a los públicos del país hermano. Sin pretensiones de ser una recopilación de datos exhaustiva, el ensayo busca plantear preguntas y reflexiones que incentiven acciones colaborativas entre ambos países a través del cine.

El mercado y la presencia del cine nacional en el país vecino

El parque exhibidor de México representa un importante mercado, con un total de 7,389 pantallas en complejos comerciales, además de 799 espacios alternativos de exhibición (IMCINE, 2024: 12-13). A nivel latinoamericano, lideró el ranking de número de salas cinematográficas por millones de habitantes en 2023, con una media de 58.59. Los últimos datos del parque exhibidor brasileño son del año 2022; se contabilizaron 3,415 pantallas (ANCINE, 2024: 58). Este documento no incluye información sobre espacios alternativos de exhibición. En el ranking latinoamericano de número de salas de cine por millones de habitantes, Brasil figura en décimo lugar, con una media de 16.75.[2]

En conjunto, ambos países concentran los mayores parques exhibidores de Latinoamérica, y en los dos se ha vivido un aumento en el número de producciones nacionales y coproducciones a lo largo del siglo XXI. En este periodo, el número de públicos en las salas de cine de ambos mercados había comenzado a experimentar un aumento constante, el cuál se vio interrumpido con la pandemia de Covid-19 en 2020. Poco a poco, hay evidencia de que, en los dos países, los espectadores han ido regresando a las salas de cine.[3]

El Anuario estadístico del Cine Mexicano 2023 subraya que, entre 2009 y 2023, se estrenaron 37 obras mexicanas en Brasil, sumando alrededor de dos lanzamientos por año (IMCINE, 2024: 324). El Anuario Estatístico do Audiovisual Brasileiro 2022 (ANCINE, 2023) no trae datos sobre los estrenos nacionales en el exterior; sin embargo, una mirada a la cartelera cinematográfica mexicana deja ver que la presencia de películas brasileñas es baja y son, sobre todo, proyecciones realizadas en la Cineteca Nacional de México.

La historia del tránsito de películas entre los dos países no siempre ha sido así. De hecho, el cine mexicano de la Época de Oro fue ampliamente proyectado en Brasil, y figuró entre las filmografías más exhibidas en el país entre los años de 1947 y la década de 1950 (Pires, 2021: 71). La distribuidora Películas Mexicanas (Pelmex) —dedicada a comercializar el cine mexicano en el espacio iberoamericano— fue clave para la exportación de las obras. Brasil, en un principio, rentó salas de cine, y, más adelante, construyó sus propios espacios, siendo el más célebre el Cinema Azteca, inaugurado en 1951, en Río de Janeiro. En 1970, la sede de Pelmex en Río ardió en llamas, con lo que una parte importantísima de la memoria del trabajo de la empresa en el país desapareció (Amancio, 2016). Las notas periodísticas y entrevistas a espectadores del cine de la Época de Oro nos permitió encontrar indicios de la repercusión que tuvieron, en aquellos años, las películas mexicanas y sus estrellas entre los públicos de cine en Brasil (Pires, 2021: 90).

En la transición a la década de 1970, las cinematografías de los dos países pasaron por momentos de reestructuración profunda. En Brasil, en 1969, se creó la Empresa Brasileira de Filmes S.A. (Embrafilme), que funcionaba como productora y distribuidora de obras nacionales. A su vez, la censura prohibía el estreno de obras y perseguía a las personas realizadoras. En medio de este escenario de restricciones impuestas por el régimen militar, los auditorios de las cinematecas, los museos de arte y los foros de cineclubes funcionaron como una especie de “circuitos alternativos” para obras que no tenían una distribución regular.[4] Muchos ciclos llegaban a Brasil directamente en valijas diplomáticas y con apoyo de sus embajadas.

En México se vivieron también momentos de gran efervescencia política y cultural. Las inversiones públicas para la distribución internacional de películas entraron en crisis con la disolución de Pelmex. Al interior, la circulación de producciones independientes en formato 16mm y super-8 (Vázquez Mantecón, 2012), así como de ciclos auspiciados por embajadas y por la Filmoteca de la Universidad Autónoma Nacional de México, fortaleció los circuitos alternativos a través del préstamo de muestras cinematográficas y copias para los cineclubes distribuidos por el país.

En 1974, se fundó la Cineteca Nacional de México, la cual, a lo largo de los años, se transformó en un referente latinoamericano en el trabajo de conservación, proyección de cine y préstamo de acervo cinematográfico para la región. Desde 2021, la Cineteca figura entre los recintos cinematográficos más rentables del país, en ocasiones superando la taquilla de complejos comerciales.[5] El éxito de la Cineteca comprueba que las inversiones públicas en la exhibición pueden ser un camino para diversificar la oferta y acercar el cine a nuevos públicos.

Al analizar las acciones de las cinematecas latinoamericanas, Fabián Núñez (2017) argumenta que dichos archivos surgieron, en su mayoría, durante la Guerra Fría, y se posicionaron como recintos a favor de una militancia cultural. Argumenta que, a partir de sus acciones de difusión, se ha promovido e influenciado la creación de “una cultura cinematográfica” en los diferentes países del continente (p. 73). Las cinematecas han funcionado como ventanas que miran al pasado a través de ciclos retrospectivos dedicados a la filmografía de un país, autor y/o movimientos cinematográficos, que van acompañados de textos escritos y balances realizados durante los conversatorios al final de las funciones. Asimismo, al programar ciclos contemporáneos, acercan a los espectadores a las producciones internacionales más novedosas, reunidas en semanas y ciclos dedicados a filmografías inéditas.

Dichos ejercicios de visionado al pasado y al presente se pueden analizar como movimientos complementarios apreciados por los públicos latinoamericanos que, de esta manera, pudieron conocer más de la historia de filmografías que casi nunca llegaban a las salas de cine (Amieva, 2023; Melo, 2022). Considero que este modelo de gestión y circulación de películas fue un elemento fundamental de los intercambios cinematográficos que se dieron entre Brasil y México a partir de la década de 1990.

Ciclos retrospectivos

La mirada a la memoria cinematográfica mexicana en Brasil

En lo que va del siglo XXI, la Cinemateca do MAM y dos de los grandes festivales de cine brasileños programaron ciclos dedicados al cine mexicano de la Época de Oro.

En 1995, la 19a Mostra Internacional de Cinema de São Paulo organizó un ciclo en homenaje al fotógrafo Gabriel Figueroa, quien viajó a la ciudad para participar en el encuentro. Un resultado de la actividad fue el libro Gabriel Figueroa o mestre do olhar (Cakoff, 1995), realizado a partir de una entrevista al fotógrafo mexicano.

Asimismo, en los años dos mil, en la ciudad de Río de Janeiro, se dedicaron cuatro ciclos a la Época de Oro. En 2002, el Festival de Río programó De pecadoras a Santas: O melodrama mexicano; en 2005, la Cinemateca do MAM/RJ realizó el ciclo Mestres do Cinema Mexicano: Homenagem ao Centenário de Emílio ‘Indio’ Fernández; en 2014, el Festival de Río programó Clásicos mexicanos, con copias provenientes de la Filmoteca de la UNAM, y, al año siguiente, Cine Noir Mexicano, realizado con cintas que procedían de la Cineteca Nacional de México.

Ubiqué cuatro actividades más conformadas por ciclos retrospectivos dedicados a realizadores o referentes a otros periodos cinematográficos. En 1994, la Cinemateca do MAM programó el ciclo Revisitando Buñuel en Rio de Janeiro[6], y, en 2012, la Cinemateca Brasileira programó el ciclo Mestres do Cinema Mexicano, dedicado a la revisión de las obras de Luis Buñuel y El Santo, exhibidas en el auditorio de la institución, en São Paulo.

En 2015, se realizaron actividades en diferentes ciudades del país alrededor de la Mostra de Filmes Mexicanos, organizada por la Embajada Mexicana en Brasil, en colaboración con universidades y centros culturales. La muestra se ha conformado por diferentes programas en función de los intereses locales, y ha recorrido las ciudades de Belém, Brasília, Ceilândia, Curitiba, Gama, Goiás, Manaus, Rio de Janeiro, Salvador y Taguatinga. Por último, este año, el Instituto Cervantes de Rio de Janeiro promovió el Ciclo de Cinema Mexicano, integrado por tres obras del nuevo cine mexicano de los dosmiles.

Todos los ciclos contaron con el apoyo del Consulado General de México en Brasil y/o de la Embajada Mexicana, lo que hizo posible su exhibición en Brasil. Parte de las copias fueron préstamos provenientes de la Cineteca Nacional o la Filmoteca de la UNAM; sin embargo, las dos cinematecas brasileñas, universidades, museos y festivales de cine también han sido aliados importantes.

Más recientemente, el Cineclube Sala Escura (Cineclub Sala Oscura) ⎯una colaboración entre la Universidad Federal Fluminense y la Cinemateca do MAM⎯ ha exhibido y debatido producciones mexicanas de la Época de Oro y otros periodos. Ello ha posibilitado que los universitarios y los nuevos públicos[7] se acerquen a la filmografía mexicana realizada en otros momentos históricos.

La mirada a la memoria cinematográfica brasileña en México

Durante la revisión se encontraron al menos tres ciclos retrospectivos brasileños programados en México en el periodo analizado:

En 2011, se llevó a cabo la Retrospectiva: Vídeo nas Aldeias, presentada en la Cineteca Nacional de México en el eje Cine entre cultural del Festival Internacional de Cine Documental de la Ciudad de México, DocsMX. Dicho ciclo formaba parte de las VI Jornadas de Antropología Visual: México-Brasil Trayectos y correspondencias, que incluyó otras actividades académicas y artísticas de intercambio bilateral.

En 2017, se rindió homenaje al documentalista Eduardo Coutinho en otra retrospectiva organizada por el Festival Ambulante: Gira de Documentales, con obras exhibidas en la Cineteca Nacional y que circularon por diez estados en la itinerancia promovida por el evento.

En 2019, la Cineteca Nacional realizó la Retrospectiva Nelson Pereira dos Santos; en aquella ocasión, el director recibió la distinción Medalla Cineteca Nacional. Asimismo, el Centro Cultural Brasil-México (Instituto Guimarães Rosa México) mantiene activo un cineclub de cine brasileño.

La participación de festivales de cine documental, de la Cineteca Nacional y del Instituto Instituto Guimarães Rosa México ha sido fundamental para la realización de los ciclos revisionistas. Sin embargo, la concentración de dichas actividades en la capital federal sigue siendo un limitante para que se conozca más sobre el cine brasileño en el país.

Las muestras y cintas inéditas

La cinematografía contemporánea mexicana en Brasil

En 1994, se realizó, por primera vez, una muestra para analizar y exhibir la producción cinematográfica contemporánea mexicana en São Paulo, organizada por el Memorial da América Latina, la Cinemateca Brasileira, la Universidad de São Paulo (Cinusp) y el Consulado de México. El Ciclo de cinema mexicano se presentó al público brasileño a partir de tres ejes: Ópera Prima, que reunía cinco películas de cineastas debutantes; Novos Realizadores Mexicanos, conformado por seis cintas; y el ciclo Documentales sobre la historia del cine mexicano.

Siete años después, en 2001, el Museu da Imagem e do Som (MIS), en São Paulo, programó el Ciclo de Cinema Mexicano, con obras reunidas a partir del tema “universo femenino”. La selección estaba compuesta por obras inéditas en Brasil; entre ellas, El Jardín Del Eden (1994), de María Novaro, aclamada por la crítica internacional.

La tercera experiencia es la Mostra Cinema Mexicano Contemporâneo, realizada en 2016 en Río de Janeiro, y presentada en São Paulo y Curitiba en el año siguiente. “La idea es exhibir películas premiadas internacionalmente, que tristemente nunca entraron en el circuito comercial brasileño, ni en la programación de Netflix”, explicaba Mateus Nagime, curador de la muestra, durante una entrevista (Alencar, 2017). La muestra estuvo conformada por catorce largometrajes, tres cortometrajes y debates con especialistas.

En 2023, el Memorial da Memória da América Latina realizó en São Paulo un nuevo ciclo, nombrado 1ª Mostra de Cinema Mexicano. Este incluyó un conjunto de películas dirigidas exclusivamente por mujeres, con la intención de poner énfasis en el protagonismo femenino.

Las cuatro iniciativas contaron con el apoyo del Consulado General de México. El intervalo entre las experiencias indica que la iniciativa no ha sido considerada una prioridad entre las políticas culturales relacionadas con países extranjeros. La concentración de dichas actividades en el eje Rio-São Paulo ha sido otro limitante. A los públicos brasileños interesados en la producción cinematográfica mexicana contemporánea sólo les queda recurrir a la selección de las plataformas de streaming, a la piratería o a esperar las escasas obras que se programan dentro de los festivales de cine que tienen un enfoque latinoamericano.

Cinematografía contemporánea brasileña en México

Desde 2016, cada año se realiza la Semana del Cine Brasileño en la Cineteca Nacional. El evento, organizado por la Embajada de Brasil en México, y que presenta un panorama diverso de cintas al público mexicano, ha logrado mantenerse constante. En 2022, realizó la primera retrospectiva de clásicos de la producción fílmica brasileña, en la que se programaron obras de dos de los más importantes movimientos cinematográficos brasileños: el Cinema Novo y el Cinema Marginal.

La permanencia del ciclo ha funcionado como un catalizador de cintas, cineastas de Brasil, públicos interesados en la filmografía brasileña y personas curiosas que, a partir de un primer acercamiento, es probable que regresen y busquen conocer más sobre el cine producido en el país hermano. En los últimos años, muchas de las películas brasileñas estrenadas en la cartelera regular de la Cineteca Nacional fueron obras que ya se habían presentado en la Semana de cine brasileño del año anterior. Ello demuestra que, más que un evento inmersivo y efímero, la presencia de la muestra brasileña en México empieza a generar frutos y se extiende a lo largo del año. La promoción de un tour de la Semana por el país podría ser un siguiente paso, extendiendo la oferta más allá de la capital federal.

Otros esfuerzos puntuales de programación han sido llevados a cabo por universidades mexicanas, a través de cineclubes y actividades especiales que buscan reflexionar sobre el cine brasileño. Entre los ejemplos está el ciclo Resistencias e insurgencias: una mirada al documental brasileño contemporáneo, presentado en el Cineclub del LAV UAM-Iztapalapa, en 2022; que contó con conversatorios virtuales con documentalistas de Brasil.

Reflexiones finales

Los diferentes esfuerzos para acercar el cine brasileño y mexicano a los públicos del país hermano han sido gestionados con el apoyo de los sectores culturales de sus embajadas, archivos cinematográficos y festivales de cine. El tránsito de obras por auditorios de cinematecas/cinetecas, universidades, museos y centros culturales han posibilitado que una porción muy pequeña de la creciente producción cinematográfica de los dos países lleguen a ser proyectadas y encuentren a sus públicos. Quedan muchas preguntas sin respuesta: ¿A qué otros públicos potenciales pueden llegar nuestras filmografías? ¿Qué coproducciones y reflexiones académicas pueden surgir de estos encuentros? Siendo dos mercados tan importantes, ¿no es conveniente distribuir el cine nacional en el país “vecino”? Los caminos para garantizar el derecho a un acceso cinematográfico más diverso, que fortalezca los tránsitos de obras latinoamericanas, es todavía un horizonte a ser construido en la realizada de los dos países.

Bibliografías:

Alencar, N. 2017 “Caixa Belas Artes recebe mostra cinema mexicano contemporâneo”. en O exibidor, consultado el 3 de junio de 2024, disponible en <https://www.exibidor.com.br/noticias/mercado/6918-caixa-belas-artes-recebe-mostra-cinema-mexicano-contemporaneo>

Amancio, A. C. (2016). “A PELMEX e sua inserção social no Brasil”. En Anales del Segundo Encuentro Internacional de Investigadores de Cine Mexicano e Iberoamericano; XV Congreso Internacional de Teoría Análisis Cinematográfico (SEPANCINE); IV Coloquio de Cine y Arte en América Latina (COCAAL). Cineteca Nacional de México: programa de actividades DOCS Mx.

Amieva, M. (2023) De amores diversos: Derivas de la cultura cinematográfica uruguaya 1944-1963. Universidad Nacional de Quilmes.

ANCINE (2024). Anuário Estatístico do Audiovisual Brasileiro 2022. Observatório Brasileiro do Cinema e do Audiovisual – OCA.

IMCINE (2024). Anuario Estadístico de cine mexicano 2023. Instituto Mexicano de Cinematografía.

Melo, I. de F. C. (2022). Cinema, circuitos culturais e espaços formativos: novas sociabilidades e ambiências na Bahia (1968-1978). EdUNEB.

Núñez, F. (2017). “La acción de las cinematecas latinoamericanas en tiempos de dictadura: el caso de la Cinemateca do Museu de Arte Moderna do Rio de Janeiro”. En Archivos de la Filmoteca, 73, 43-55.

Pires, B. S. (2021). “Los grandes mercados: Brasil”. En J. C. Domínguez Domingo, y A. Rosas Mantecón (coords.) Públicos iberoamericanos del cine mexicano de la Época de Oro. Trayectorias analógicas y digitales de una identidad compartida. Fideicomiso para la Promoción y Desarrollo del Cine Mexicano en el Distrito Federal (PROCINE CDMX).

Rosas Mantecón, A. y González, l. (eds.) (2020). Cines latinoamericanos en circulación. En busca del público perdido. Universidad Autónoma Metropolitana y Juan Pablos Editor.

Vázquez Mantecón, Á. (2012). El cine súper 8 en México (1970-1989). Filmoteca de la UNAM.


  1.   Investigación realizada con el apoyo del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, en el marco de la Convocatoria EPM-Conahcyt 2022(1). Agradezco a Mariano Báez la amable invitación a participar en este número de Ichan Tecolotl, la cual me hace sentir muy honrada. También quiero agradecer a Alejandro Reyes, asesor del Sector Cultural de la Embajada de Brasil en México, por facilitar el acceso a la documentación que sirvió de base para el análisis de este ensayo.Correo: bianca.s.pires@gmail.com https://independent.academia.edu/BiancaPires27 ↑ 
  2. Plataforma Statista, Gráfico “Número de salas cinematográficas por cada millón de habitantes en algunos países de América Latina en 2023”, enlace: https://es.statista.com/estadisticas/1200779/salas-cinematograficas-pais-america-latina/, visitado el 02 de julio de 2024.
  3. En ambos países hubo una fuerte reducción en comparación a 2019, antes de la pandemia: el público en 2022 fue 46% menor que el caso brasileño (177,7 millones) (ANCINE, 2024:9); y el número de espectadores en 2022 fue 49% menos en el caso mexicano (173 millones) (IMCINE, 2024: 144).
  4. La Cinemateca del Museo de Arte Moderna do Rio de Janeiro (Cinemateca do MAM) fue fundada en 1948 y hasta la fecha forma parte del Museo. La Cinemateca Brasileira fue fundada en 1949 como Filmoteca del Museo de Arte Moderna de São Paulo (MAM-SP) en emancipandose en 1956, convertida en Cinemateca Brasileira.
  5. Según los informes de la Cámara Nacional de la Industria Cinematográfica (Canacine).
  6. Los ciclos retrospectivos de obra del director Luis Buñuel, ocurrían en Rio de Janeiro al menos desde los años de 1970: En agosto de 1970, Programa Buñuel; en abril y mayo de 1975, “O jovem Buñuel”; en abril de 1976, “Nos olhos de Buñuel”. En 1986, el III FestRio (Festival Internacional de Cinema, Televisão e Vídeo do Rio de Janeiro) programó un ciclo llamado “Homenagem Luis Buñuel” (Pires: 2019).
  7. Los nuevos públicos son los nuevos espectadores que asisten o tienen acceso a ver las películas del pasado.