Las fronteras como políticas de desplazamientos frente a las disidencias sexuales

Andrea Itzel Padilla Mireles
Estudiante del Doctorado en Estudios Críticos de Género
Universidad Iberoamericana CDMX
andrea.itzelpm@gmail.com


Foto: Vanessa Maldonado, Manos de migrantes LGBTI+, en Casa Albergue Arcoíris, Tijuana, 2019.


Introducción

Comenzar a hablar de movilidad y fronteras en la actualidad implica un primer momento de reflexión sobre qué cambios políticos y sociales definen el escenario global del siglo XXI. Desde las discusiones que señalan nuestra época como la del llamado “antropoceno”, la experiencia de una pandemia global, así como las múltiples voces y movilizaciones que se encuentran exigiendo cambios políticos radicales en diferentes puntos del mundo. Podemos decir que nos encontramos asistiendo a momentos cuya urgencia es innegable. Así, se hace evidente que los distintos procesos que se encuentran yuxtaponiéndose, llámense globalización, neoliberalismo, calentamiento global, etc., se puede decir que están afectando, de manera transversal, la vida en distintos aspectos alrededor de nuestro planeta, incluso más allá.

En esta acelerada vorágine, podemos observar los fenómenos de la movilidad, las migraciones y las fronteras. Este plural es sumamente relevante pues su espectro mutable en la actualidad nos habla de la necesidad de abrir una discusión que sea capaz de hablar del movimiento y el devenir de poblaciones, culturas y subjetividades, más allá de las categorías que tradicionalmente han explicado estos fenómenos, como son el Estado-nación y la ciudadanía. Pero ¿cómo comenzar a esbozar tal ejercicio? Evidentemente los alcances de este problema son mucho más extensos de lo que se puede complejizar en este texto. Pero lo que sí se puede hacer es plantear algunas de las vías teóricas y discursivas para emprender tal iniciativa, a partir por ejemplo, de un elemento fundamental en estos ejes: el cuerpo. Los cuerpos, en su forma concreta, como experiencias, archivos e historias son subjetividades, tanto abiertas como condicionadas por distintos flujos de poder. Son además las expresiones de experiencias situadas, pero también en tránsito, en su constante hacerse haciendo. De manera que atender su desplazamiento, y con ello la política inherente a ellos puede servir aquí para intentar hacer una propuesta hacia un análisis de las fronteras en su complejidad actual.

Aquí se partirá entonces desde una mirada crítica a las fronteras asumidas del cuerpo, particularmente nos gustaría enfocarnos en su relación con la sexualidad, el género y los deseos, para discutirlos a la luz de los desplazamientos y las migraciones. De esta manera, intentar rastrear algunos mecanismos análogos que operan en la relación entre el espacio y el cuerpo desde su condición fronteriza. Pensamos lo anterior atendiendo a una necesidad de articular propuestas que subviertan los “puntos de partida” y de “llegada”, entendidos como espacios fijos, para buscar pautas analíticas que nos hablen sobre el movimiento y devenir de los cuerpos, a partir de su potencial político, donde las disidencias sexuales como aquello que escapa a la heteronorma puede problematizar las fronteras, como algo más que un límite geopolítico o la división de categorías excluyentes entre sí.

Emergencias conceptuales para emergencias sociales

Aparece entonces la necesidad de atender a las transformaciones del fenómeno migratorio y los desplazamientos en la búsqueda de nuevos marcos conceptuales e interpretativos, que puedan no sólo ayudar a la comprensión y lectura de los complejos escenarios actuales, sino también buscar las pautas que ayuden a posibilitar su transformación. Sostenemos que nos encontramos en un momento de emergencia social que reclama la exploración de emergencias conceptuales y para este fenómeno en particular, que no se reduzcan a las categorías modernas de Estado-nación y ciudadanía, a partir de la dinámica de la política internacional presente que parecen ser insuficientes. Así es que nos parece pertinente abrir el diálogo con dos propuestas de pensamiento: los feminismos y la teoría crítica de las fronteras, para echar mano de herramientas que permitan abrir el horizonte interpretativo sobre el cual queremos abordar las fronteras, las migraciones y los desplazamientos en nuestros días.

Los feminismos pueden rastrearse como un complejo heterogéneo de movimientos sociales y políticos, como teoría o estudio interdisciplinario que observa las relaciones de género, pero además, nos parece, como paradigma crítico de conocimiento. Esto último no debe entenderse como un modelo que se agote en el tiempo a la forma propuesta por Kuhn, sino más bien desde su utilidad en la lingüística, como “conjunto de unidades” que pueden sustituir a otras para cumplir la misma función en un contexto determinado, el ejercicio que supone esta sustitución es en sí misma un desplazamiento que emplea una sospecha y crítica frente al falogocentrismo (Braidotti, 2002; Derrida, 1975), como lógica de exclusión que precariza y discrimina toda forma de otro conocimiento (Braidotti, 2002). El “falogos” se sostiene en la autoridad del conocimiento, la palabra y el poder fálico, cuya historia sería la historia misma del conocimiento, como pensamiento occidental y forma de regulación política, cognitiva y moral. El trabajo de desplazar la lógica falogocentrista significa una articulación desde distintos cruces que afirman tanto la materialidad y experiencia de los cuerpos y las subjetividades deconstruyendo este centro epistemológico de poder hacia conocimientos encarnados que, como nos señala Donna Haraway, son conocimientos situados (Haraway, 1995).

Así, los feminismos, en sus multiplicidades y formas diversas, han observado desde hace tiempo la necesidad de comprender el devenir de los cuerpos-subjetividades más allá de las lógicas de poder patriarcales falogocéntricas, lo que han concretado en distintos momentos históricos de su quehacer político colectivo, cuestionando los flujos de poder que atraviesan los cuerpos, viviendo y experimentando el devenir mismo como posibilidad de conocimiento y transformación política. Esto debe leerse como un constante diálogo que ha construido puentes desde distintos lugares, cosmovisiones y experiencias que resisten a las lógicas de poder. Aquí nos ayuda resaltar una de las principales características del pensamiento y activismo feminista, a saber, su multiplicidad al igual que su pluralidad. Las muchas voces, así como los muchos sitios desde los cuales encontramos las reflexiones y luchas feministas son cruciales para entender su propuesta de pensamiento, ya que las posibilidades para esta lectura nos permiten también encontrar la multiplicidad de las fronteras y los cuerpos, además de continuar la crítica a la unidad/identidad del “falogos” occidental desde el rescate de los pensamientos y conocimientos otros.

Cuerpo, disidencia sexual y fronteras

Otro paso en esta propuesta es poner al centro de la discusión al cuerpo mismo, como intersticio liminal, cuya complejidad debe considerarse no sólo en su materialidad, en constante devenir, sino también su inserción en los discursos que lo forman. Aquí lo sexual adquiere además, otra dimensión una vez que tratamos de situarlo en los cuerpos mismos. En donde si bien las emociones, los afectos y los deseos son en gran medida configurados por dinámicas sociales (Weeks, 1998), no podemos obviar la manera en la que éstos se asumen y se nombran desde la experiencia de los individuos mismos, donde la sexualidad adquiere toda una nueva gama de posibilidades que no pueden ser reducidas a la construcción social de ésta.

Las fronteras de la sexualidad ya no son fácilmente identificables a partir de esta observación y aparecen, más bien, preguntas sobre hasta dónde la sexualidad puede sostenerse en aspectos corporales meramente biológicos, y hasta dónde se reconocer en función de las prácticas y los deseos. Si pensamos estos dos como formas que articulan la subjetividad, es entonces en el cuerpo donde esta frontera se materializa, no obstante, siguiendo nuestro argumento, sería un error dar por sentado pensar los aspectos biológicos por un lado y los sociales en otro, no estaríamos revisando críticamente que justamente esta dicotomía es la que asume al cuerpo como un lugar fijado entre estos dos, cuando en realidad en su aspecto fronterizo se encuentran entrelazados y mutando constantemente.

Desde este análisis podemos empezar a adentrarnos en las consecuencias de lo que este “cuerpo fronterizo” (Torras, 2007) significará al momento de hablar sobre las disidencias sexuales. Entendiendo aquí los flujos de deseos, prácticas, afectos y enunciamientos que escapan a la correspondencia sexo-género-deseo de los discursos médicos y hegemónicos de poder, particularmente sobre la lógica heteronormativa, que diagnostica y clasifica subjetividades y, por lo tanto, cuerpos. Si la frontera corpórea habría sido sólo pensada en función de lo biológico y lo social, el deseo habría sido sólo clasificado en función de lo femenino y masculino, en este sentido es que se puede retomar la experiencia encarnada de la disidencia sexual. La cual se presenta como actualización del deseo y forma de tránsito en los intersticios de aquello que nunca se puede totalizar, el deseo mismo aparece como devenir, forma política de lo liminal, de las subjetividades que escapan a la lógica de la heteronorma de clasificación y estandarización. Para el deseo desplazado por las hegemonías de poder, se ubica a su vez, una articulación que posibilita este desplazamiento como afirmación política.

La subjetividad en devenir es lo que Braidotti llama “subjetividad nómade” (2004), con ella se asume el desplazarse del centro de la identidad moderna que apela a la “verdad” de las subjetividades como esencias anteriores a la experiencia encarnada de éstas, para apuntar hacia el devenir constante entre aquello que la condiciona, pero que no obstante se encuentra resignificando en su acaecer. Las observaciones de la autora no se quedan en una simple lectura del devenir de las subjetividades. Entiende además sus consecuencias políticas, ya que observará, a partir de su lectura de Spinoza, en el cuerpo-espacio dos fuerzas de poder; aquella que se puede denominar potestas, la que se presenta como rasgo que impone y coacciona, pero también ubica a la potentia que empuja y abre al cuerpo en un sentido positivo (Braidotti, 2002). Estos flujos de poder que se encuentran corriendo a través de los cuerpos y entre las cartografías sociales, permiten pensar aquello que no puede ser establecido o fijado sólo en la dimensión biológica, o sólo en la estructura social. El cuerpo y su devenir puede, y de hecho lo hace, localizarse como un territorio capaz de vehicular significados que en su naturaleza mutable “revalúa” y “transforma”, además de situarse como territorio, cuyas fronteras también aparecen como potencial político; a saber, en el ejercicio de resistencias que enfrenta y desplaza a partir de su propia autodeterminación. Esta última observación será vital para entender la disidencia sexual como ejercicio político.

Políticas de desplazamiento

Rescatando estas últimas ideas para hora enfocarlas hacia la biopolítica actual de los Estados, podemos formular que la frontera parece no poder sostenerse sin los cuerpos, y los cuerpos parecen encarnar la frontera (Mbembé, 2019) misma a partir de las ficciones de la identidad nacional, operando paralela a la heteronorma, argumentos similares son los que se pretenden levantar en torno a los discursos ficcionales que asumen en el género, la raza, la orientación sexual una naturaleza que funcione como frontera de los cuerpos y las subjetividades.

Wendy Brown encuentra una importante luz que nos ayuda a ir reconociendo la relación entre Estado, soberanía, fronteras y sus reforzamientos lo que llamamos “política de desplazamiento” a partir de la globalización, además introduciendo otro factor. Esto es, ya no sólo se presenta el reforzamiento de las fronteras y nacionalismos sobre los cuerpos-subjetividades, sino también las implicaciones simbólicas e imaginarias sobre éstos. La autora anota aquí el impacto de la interdependencia de los Estados-nación en la era de la globalización, la cual se experimenta como disolución de marcos que hacen posible la definición de los territorios. En este paralelismo, podríamos mencionar también la definición de los cuerpos-subjetividades, haciendo posible la vuelta a la añoranza de “la identidad” en el levantamiento de muros y fronteras que proporcionan estabilidad en las naciones y sus ciudadanxs. Esta edificación representa también un gesto de potestad masculina patriarcal del Estado, pater familias, soberano en una dimensión ontológica de todo cuanto ocupa el territorio nacional, como regidor y dictaminador de los límites de los cuerpos, del territorio y de las subjetividades, apuntando de nuevo al control del territorio que encarnan los cuerpos feminizados (Brown, 2015).

Esto último nos ayuda entonces a ampliar el enfoque de la figura del migrante, como cuerpo-subjetividad-territorio en movimiento, desde una perspectiva, crítica situada, que dé cuenta de su devenir a través del cruzamiento y articulación de distintos flujos de poder. Ahora, es necesario preguntarse: ¿qué marcos nos permitirán entonces interpretar y analizar tales flujos? La Caravana Migrante Centroamericana iniciada en octubre del año 2018 nos puede servir para señalar algunos ejes desde los marcos interpretativos de los feminismos y la teoría crítica de las fronteras.

En diferentes momentos de octubre del 2018[1] el mundo observo, siguió y en su recorrido experimentó de primera mano, el desplazamiento masivo de cuerpos-subjetividades-territorios de la Caravana Migrante Centroamericana, la cual irrumpió en un escenario político complejo entre las negociaciones que mutaron el TLCAN a el USMCA y las promesas del muro fronterizo iniciadas por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, desde su campaña electoral. Aunque en el continente latinoamericano existe una larga tradición de migración hacia los Estados Unidos, particularmente la centroamericana y mexicana, ésta en específico se distinguió de las demás. Algunas de estas distinciones fueron la movilización en grupo, la mediatización global de la movilización y las distintas reacciones al avance de la caravana, estas reacciones, tanto de las autoridades de México y Estados Unidos, así como de la población que les atendió a su paso. Pero estuvo otra reacción que rechazó e incluso agredió, precisamente ese primer contingente agredido era uno LGBT+. Aquí apareció un muro pero no el físico, uno que se erigió frente a la caravana, el de los tijuanenses exigiendo su deportación.

Los afectos y emociones se cristalizaron como materialidad de lo inaccesible. Pero cuyo alcance también puede entenderse desde su apuesta política, pues son éstos los que resultan cruciales también en la posibilidad de reconducir los flujos de poder hacia la autonomía y la resistencia. Lorena Cabnal (2010) detecta esta posibilidad en lo que llama “territorio-tierra”, señalando la resistencias desde los afectos-cuerpos-subjetividades-territorios, a través de los vínculos afectivos desde los cuerpos como resistencia política. Con esto último aparece la necesidad de problematizar aquello que entendemos que “es” y “no es” como opuestos excluyentes entre sí, para comprender lo que pasa en el movimiento, el devenir mismo. Esto apunta a una interdependencia, pero ya no la económica global, sino la de la política y colectiva, cuya delimitación desde las hegemonías trata de contener a los cuerpos-territorios.

A partir de aquí, no sólo la relación poder-cuerpo-territorio tiene que ser revisada, sino también el concepto frontera, entendido como límite geopolítico sobre el cual suceden los cruces y devenires sino también como narrativa y ejercicio exclusivo del Estado-nación . Las fronteras, hay que reelaborar, están deviniendo en sintonía con el cuerpo-territorio-subjetividad. El concepto de borderscapes (Brambillia et Al. 2015: p.19) puede ser sumamente útil, entendiendo éste como “paisajes fronterizos”, desde los que se posibilita el cuestionamiento político de las fronteras como crítica renovada sobre quiénes somos y hasta dónde llegamos en las dinámicas y flujos de poder global hegemónico. Los afectos y emociones, como materialidad en devenir y apuesta política, son determinantes en la posibilidad de reconducir los flujos de poder hacia la autonomía del territorio-subjetividad-cuerpo, que posibilita también la autonomía del territorio tierra (Cabnal, 2010) como el feminismo comunitario ha señalado en su resistencia desde los afectos-cuerpos-subjetividades-territorios.

Conclusiones

Así que los desplazamientos, la movilidad y las fronteras deben entenderse siempre como inacabados y en devenir, nunca como formas conclusivas de proyectos que suponen un “punto de partida” y un “punto de llegada”, los desplazamientos no terminan cuando los cuerpos-territorios-subjetividades llegan a lugares de arribo, éstas están en movimiento y su fuerza y potencia política recae en eso. Lo que hace fundamental que podamos entender la fortaleza del devenir, lo podemos articular a partir de las críticas feministas al poder, así como desde la teoría crítica de las fronteras. Hay que añadir que las experiencias de desplazamiento y movilidad son múltiples y en distintos escenarios, pero en el caso de las disidencias sexuales apunta también a las resistencias desde los afectos y la vida compartida en las calles. La politización de lo cotidiano, no podemos dejar de anotar, es algo que ha estado siempre presente en los feminismos y cuya observación introduce y amplía la posibilidad de observar el fenómeno de la migración en su movimiento y potencial político de resistencia. De aquí que puedan ser asumidos como plataforma para observar, analizar y criticar los fenómenos emergentes del presente glocal, además de articulaciones de encuentros y alianzas para pensar prácticas deconstructivas, decoloniales o desde la diferencia, que entienden y viven la política en el empuje de los cuerpos-territorios como forma de reconducción de los flujos de poder, particularmente de aquellxs que salen de la heteronorma tanto como de los marcos del Estado-nación.

Bibliografía

Braidotti, Rosi (2018), “A Theoretical Framework for the Critical Posthumanities”, en Theory, Culture and Society. Transversal Posthumanities, vol. 0. núm. 0 pp. 1-31.

Braidotti, Rosi (2004), Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade, Barcelona, Gedisa.

Braidotti, Rosi (2002), Metamorfosis. Hacia una teoría materialista del devenir, Ana Varela Mateos (trad.), Madrid, Akal.

Brambilla, Chiara (2015), Exploring the Critical Potential of the Borderscapes Concept, Nueva York, Routledge.

Brown, Wendy (2015) Estados amurallados, soberanía en declive, Antonio Martínez-Riu (trad.), Barcelona, Herder.

Cabnal, Lorena (2010), Feminismos diversos. El feminismo comunitario, Madrid, ACSUR-Las Segovias.

Haraway, Donna (1995), Ciencia, cyborgs y mujeres, La reinvención de la naturaleza, Manuel Talens (trad.), Madrid, Cátedra.

Mbembé, Achille (2019), “Bodies as Borders”, en From the European South, núm. 4, pp. 5-18.

Massimo Livi (2012), Breve historia de las migraciones, Madrid, Alianza.

Torras, Meri (2007), “El delito del cuerpo. De la evidencia del cuerpo al cuerpo en evidencia”, en Meri Torras (ed.), Cuerpo e identidad I, Barcelona, Ediciones UAB.

Weeks, Jeffrey (1998), “La invención de la sexualidad”, en Sexualidad, México, PUEG-UNAM, s.p.

  1. Para la cronología completa de los sucesos que marcaron el desplazamiento de la Caravana Migrante véase el informe completo Observatorio de legislación y política migratoria realizado por El Colegio de la Frontera Norte con apoyo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Disponible en http://observatoriocolef.org/infograficos/cronologia-de-la-caravana-centroamericana/