Las cosas van y vienen, la vida es la que se va. El sismo del 19S en La Loma de Teocaltzingo, Estado de México

 

Lourdes Raymundo Sabino

Los grupos étnicos que históricamente se han ubicado en el Estado de México son: otomí, mazahua, nahua, matlatzinca y atzingo (Korsbaeck, 2005: 72). La Loma de Teocaltzingo y San Juan Atzingo son comunidades que se encuentran en el municipio de Ocuilan de esta entidad, y son consideradas por el Estado como tlahuicas (Aldasoro, et. al., 2016).

La lengua es uno de los elementos que identifican y a la vez diferencian a un grupo humano de otro. Tales nociones respecto a identificar y diferenciar, constituyen la función primaria de la identidad (Giménez, 2009), y en este caso, al igual que el bosque, la lengua ha sido un motivo de lucha y resistencia para esta población. A nosotros nos han etiquetado como atzincas u ocuiltecas (por la ubicación geográfica), mientras que la autodenominación actual es pjiekak’joo, o simplemente decimos que “hablamos en idioma”. Pjiekak’joo se ha traducido al español como “lo que soy, lo que hablo” o “como hablamos nosotros” (Sabino, 2010: 201).

Elpidia Sabino Carlos es mi madre y Angel Raymundo Mendiola es mi padre. Ella nació en San José El Tótoc y él en Cahualtzingo, un poblado que hoy no existe como tal, sino sólo como monte. Ella y él, al igual que mis abuelas y mis abuelos “hablan en idioma”, pero las comunidades tlahuicas son consideradas como “un poblado único rodeado de poblaciones mestizas… [que] fue delimitado por sus vecinos como una anomalía en tanto era un poblado diferente a los demás” (Álvarez, 2016: 1).

Mi madre y mi padre llegaron a vivir a La Loma de Teocaltzingo, como lo hicieron también otros matrimonios, éste es el lugar en el que nací y crecí, a las faldas del imponente Cerro de Zempoala, un cerro que ha soportado incendios terribles y la tala clandestina, pero que esta vez vio reducidas sus fuerzas porque “el cerro tronó” y “se abrieron 4 grietas, según los geólogos ‘fallas’, sobre los terrenos con asentamientos humanos” (Bienes Comunales de San Juan Atzingo, 2017).

Mi padre y mi madre se esforzaron mucho para comprar un terreno y posteriormente construir una casa. Mi papá cobraba en dinero y trabajó a cambio de comida o de algunos muebles, así es como lograron tener casa, una casa que primero fue de tablas, costeras y techo de lámina; y que con la constancia en el trabajo, llegó a ser una casa de concreto. Todas las historias que se puedan contar alrededor de esta y otras casas, las memorias, sentimientos y experiencias, vivirán en nuestros recuerdos porque “todo se acabó”, dijo mi papá con un nudo en la garganta y las emociones mezcladas al regresar de Toluca y ver su casa hecha pedazos, luego del sismo del pasado 19 de septiembre. Pareciera que los años de trabajo de mi padre y mi madre, y sus anhelos de darnos una vivienda colapsaron con esa casa, en la que crecieron como personas, como matrimonio y familia. Nuestra historia no es la única, y nuestra comunidad históricamente ha sido altamente invisibilizada, en ella se calcula que 200 casas fueron afectadas, pero las revisadas por peritos oficiales, son 40.

El miedo, la angustia y demás sensaciones se hicieron presentes ante el sismo, que nos recordó lo vulnerables y finitos que somos como seres humanos; mi hermano Marcelino Raymundo Sabino funge como tercer delegado de la localidad, él estaba en la delegación cuando ocurrió el sismo, en ese momento parte de su sentir y deber como representante de la comunidad, lo hizo correr a ver la capilla y el estado en el que se encontraban San Nicolás, la Virgen de Guadalupe y Cristo. Ahí encontró a Uriel Carbajal Ramírez, Brazo de la mayordomía de Corpus Cristi y semanero de la capilla, ambos pudieron ver que el vidrio del cuadro de la Virgen estaba roto y San Nicolás estaba bien, pero su mirada se dirigía hacia el Cerro de Zempoala; momentos después se su supo que San Juan estaba en la misma posición en la iglesia de San Juan Atzingo.

Luego mi hermano pudo ir a su casa y reencontrarse con su familia, pero Inés, su esposa había ido a la primaria bilingüe de la comunidad J. Trinidad Tiburcio Santos, por Ámbar, su hija, quien era la única que no estaba llorando, estaba tirada en el piso, todos los niños estaban llorando y gritando.

Mi hermano, al igual que los otros delegados: don Lorenzo Magdaleno Baldomero, y don Pedro Alejandro Hernández Meregildo, primer y segundo delegado respectivamente, vieron frustrado su papel frente a la comunidad, pues encausaron todos sus esfuerzos durante más de dos años a la construcción de la iglesia. Ésta sería la obra que daría cuenta de su periodo como autoridades.

Por la tarde del 19 de septiembre, algunas familias pudieron reunirse pero estuvieron incomunicadas hacia el exterior, quienes estábamos fuera de ella no sabíamos nada de ellas ni ellas de nosotros. Una amiga me dijo vía Facebook que en el pueblo no había luz, que varias casas y las iglesias fueron afectadas. Después, un primo me dijo que mi familia estaba bien y mi alma empezó a apaciguarse, pero la casa de mi papá sufrió daños, no imaginaba su magnitud: pérdida total.

En la comunidad las viviendas que cuentan con teléfono fijo son bastante pocas y no siempre funcionan. La cobertura de internet es casi nula y el servicio de uso de datos es inestable, el sismo ha recrudecido el estado de los servicios, y no sólo estos, la comunidad tampoco cuenta con agua propiamente potable. La Loma de Teocaltzingo se abastece de agua de la cañada “El Infierno” (Martínez, 2015), que se encuentra aproximadamente a unos 14 kilómetros de distancia cuesta arriba de la localidad. Contar con esta agua no ha sido fácil y tampoco ha sido una obra que hayan apoyado fuerte ni directamente autoridades externas, la base ha sido el trabajo colectivo interno, pero “el cerro de desgajó y rompió las tuberías” (Alejandro Ramírez Raymundo, Jefe Supremo Tlahuica de la Loma de Teocaltzingo, 23 de septiembre de 2017). La mayoría de estos kilómetros son de muy difícil acceso, “más o menos como 5 kilómetros son andables, lo demás es puro monte”, entre peñas y barrancas; que ponen en riesgo no sólo las tuberías sino la vida de las personas que las instalaron, ahora los riesgos se multiplican porque es tiempo de lluvias.

Las Noticias sobre el sismo inundaron los medios, pero el hecho de que se centraran en la Ciudad de México hacía pensar que los daños solo habían ocurrido ahí; tal focalización insisibilizó e invisibiliza los demás lugares afectados, entre ellos el Estado de México, sobre el cual el mismo gobernador Alfredo del Mazo Maza, publicó a las 9:32 en Tweeter “sin repercusiones en Edoméx” (@alfredodelmazo, 23 de septiembre de 2017). El pánico también empezó a expandirse, gracias a las noticias inoportunas sobre un supuesto megaterremoto, esto tenía a la expectativa a la población, les dije que era mentira, aferrándome más a mis deseos de que eso no ocurriera que a la declaración del Servicio Sismológico Nacional respecto a que los sismos no se pueden predecir.

Los víveres llegaron a cuenta gotas a la comunidad y cuando llegaron, la gente se sintió acompañada, pero a decir de Ernestina Ortíz Peña, representante del Estado de México ante la Coordinadora Nacional de Mujeres Indígenas (CONAMI), “a La Loma no hubiera llegado nada si no es porque yo recibí una llamada, me dijeron que a La Loma no estaba llegando nada, porque allá abajo nos estaban atorando, todo el apoyo llegó a Santa Martha y a Ocuilan, pero no dejaban pasar nada para La Loma” (1 de octubre de 2017). Llegaron víveres donados por la sociedad civil. La presencia del gobierno ha sido casi nula, elementos de la policía federal se presentaron hasta el sábado 23 de septiembre para “tomarse la foto” entregando despensas. Protección civil no ha emitido algún dictamen oficial sobre la situación de las viviendas, las familias y la “falla”. Tampoco hay un dictamen como tal del Centro Nacional de Prevención de Desastres, la única “evidencia” es el registro de las viviendas afectadas en una hoja tamaño oficio, sin nombre, sello o membrete institucional alguno; esto da cuenta de la poca atención que las autoridades están poniendo en mi comunidad.

Así transcurren los días entre la población de La Loma de Teocaltzingo, entre el temor, la ansiedad y el cansancio; aunque mi comunidad reconoce que “hay muchas personas… que han demostrado que tienen un buen corazón porque nos han dado despensas, ropa, zapatos, cobijas, lonas, hasta juguetes para los niños; pero ¿y el gobierno?”

La sociedad civil se ha solidarizado con mi comunidad. “Ha venido mucha gente, Toluca, Xalatlaco, Santiago [Tianguistenco], Tenango del Valle, Jiutepec [Morelos], Almoloya del Río, Gualupita, Naucalpan, Metepec, Querétaro, Puebla, Atlacomulco, de diferentes partes [la Ciudad de] México… Del gobierno solo han venido los de [la policía] federal y la del estado. Vinieron también los de la UNAM, la ENAH, la Universidad [Autónoma] del Estado de México; la Intercultural del Estado de México… de [la Universidad Autónoma] Chapingo… También vivieron unos payasos de por Zepayautla, que nomás andan como voluntarios… vinieron a regalar un juguete y a divertir los niños… También vinieron unas monjitas… también de Holanda y de Francia creo, venían a ayudar a escombrar pero se tuvieron que regresar a México… Toda esta gente que vino, aquí se declaró como voluntaria. “También vinieron de algunas organizaciones”.

“Las cosas van y vienen, la vida es la que se va”, dijo mi papá, lamentando la pérdida total de su casa, el trabajo que le costó construirla, y que no tenga la fuerza suficiente para trabajar como lo hizo antes y poder reconstruirla.

El sismo trastocó las estructura material de las viviendas, escuelas, iglesias y del suelo; y con ello, nuestras vidas. Es menester atender a la población y sus necesidades y que las “autoridades correspondientes” revisen y dictaminen la “falla”, reconstruyan las viviendas y demás edificios dañados. Es indispensable también priorizar la mejora de servicios en la comunidad, entre ellos, agua, luz, teléfono e internet.

Necesitamos volver a la cotidianidad en la que las personas tienen una casa a la cual llegar, en la cual comer, reír, dormir y en general vivir con sus familias. Al mismo tiempo, La Loma de Teocaltzingo agradece sinceramente la solidaridad de la sociedad civil, de las universidades y del Comisariado de San Juan Atzingo, por su iniciativa de apoyo con madera (legal) para la reconstrucción de viviendas

Por otra parte, pienso que quienes se dedican a labor antropológica, escriben acerca de quien han llamado otro, porque tal vez no se atreven a escribir sobre sí mismas/os, no es fácil hacerlo; pero dadas las condiciones históricas que me ubican como otra, escribo desde mi ser mujer, indígena pjiekak’joo, de la Loma de Teocaltzingo. También escribo desde mi formación como socióloga y antropóloga, ambas posturas me permiten cuestionar esa otredad, como tradicionalmente se le ha entendido. Desde este posicionamiento invito a las/os investigadoras/es a acompañarnos en este proceso, esta es una oportunidad para poner en práctica la investigación acción y la revitalización de prácticas culturales de las que hablan en sus publicaciones. Las/os invito a colaborar con esta población en este momento de crisis, a la que han estudiado generalmente sólo en momentos de calma o de celebración.

 


Referencias bibliográficas

Aldasoro Maya, Elda Miriam; Irene Frutis Molina, Eliseete Ramírez Carbajal, Catalina Nazario Velázquez y Proyecto de Ecoturismo Comunitario Tlahuica. 2016. Los pjiekakjoo (Tlahuicas) y sus hongos. PACMYC. México.

Álvarez Fabela, Reyes Luciano. 2006. “Bosques, conflicto y represión; el caso Tlahuica”. Ponencia presentada en el XVIII Coloquio Internacional sobre Otopames, 2016. Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca.

Bienes Comunales de San Juan Atzingo, Ocuilan, México. Septiembre 2017. “Proyecto de techo temporal”. Documento interno.

Giménez, Gilberto. “Materiales para una teoría de las   identidades   sociales” en Gilberto Giménez. 2009. Identidades sociales. CONACULTA-Instituto Mexiquense de Cultura.   México.

Korsbaeck, Leif. 2005. “El sistema de cargos en el Estado de México”. Texto presentado presentado originalmente como ponencia en el XXII Foro Estudiantil Latinoamericano de Antropología y Arqueología en la Universidad de Cauca en Popayán, Colombia, del 24 al 30 de julio de 2005.

Martínez Mendoza, Jesús. 2015. “Así se la rifan los Tlahuicas…”. Acervo de la delegación municipal de La Loma de Teocaltzingo.

Sabino Nava, Rocío. 2010. “¿Somos Ocuiltecos, Atzincas, Tlahuicas o Pjiekakjo?” en Yolanda Lastra y Ana María Salazar (Eds. y comps.), Estudios de Cultura Otopame, Año 7, Número 7, IIA-UNAM, México: 188-207.

Referencias Web

@alfredodelmazo, Inicio recorrido en Villa Guerrero y Zumpahuacán. El sismo ocurrido esta mañana con epicentro en Oaxaca, sin repercusiones en Edoméx [Tweet Post]. 23 de septiembre de 2017.