La voz perseguida pero no callada: a propósito de la película Estados Unidos versus Billie Holiday de Lee Daniels

Mauricio Sánchez Álvarez
Laboratorio Audiovisual-CIESAS


Fuente: Poster oficial de la película (imagen tomada de Internet).


Me declaro perteneciente al fan-club de Billie Holiday, a quien quizá Cortázar se hubiera referido (porque hasta donde sé, no lo hizo) como una sacerdotisa de aquellas, con su voz de luz de luna. Sensual, sentida, divertida, ingeniosa, profunda. De modo que trato de pescar lo que sea acerca de ella. Esta nueva película acerca de la época en que ella se dio sus buenos rounds con la Oficina Federal de Investigaciones estadounidense (FBI), a raíz primordialmente de la postura crítica de Holiday respecto al trato dado a la población negra, y de la que ella era una figura pública destacada. Y como a Billie le gustaba la heroína, se le buscó la caída por ahí; para lo cual no tuvieron empacho en plantarle droga a fin de poder acusarla y enjuiciarla en corte por posesión de la misma, con el objetivo inicial de que revelara sus fuentes de suministro. Aunque, en últimas instancias, se trataba de desprestigiarla.

Había una razón ‒tan profunda como sonora‒ para hacerlo. Entre el repertorio de Billie figuraba una canción, Strange fruit (que se puede traducir como frutos extraños), que se refería a la terrible visión de afroestadounidenses linchados, colgando de los árboles:

Los árboles del sur dan frutos extraños:
sangre en las hojas y sangre en la raíz,
cuerpos negros balanceándose en la brisa del sur.

Fruta extraña colgando de los álamos.
Escena pastoral del galante sur:
los ojos abultados y la boca retorcida,
aroma de magnolias, dulce y fresco.

Y entonces el repentino olor a carne quemada
Aquí hay fruta para que los cuervos puedan arrancar,
para que la lluvia se junte, para que el viento chupe,
para que el sol se pudra, para que los árboles caigan.

Aquí hay una cosecha extraña y amarga.

Originalmente escrita a fines de los treinta por el poeta y compositor estadounidense Abel Meerepol, precisamente para protestar contra los linchamientos, cosa que él hizo en manifestaciones, Billie la grabó poco después. Y la incorporó en sus presentaciones, como la última del set, que, según se dice, solía cantar con las luces apagadas. No debe haber sido cualquier cosa escucharla en vivo.

Aunque era sólo una canción, Strange fruit representaba una espina en el costado de los poderosos. De modo que le prohibieron a Billie cantarla, un mandamiento que, de acuerdo con la peli, ella desacató, y por lo cual fue detenida. Más adelante, habiendo sido condenada y encarcelada por supuesta posesión de droga, una vez libre, dejó de hacerlo. Pero el hostigamiento continuó y continuó, siempre en torno a la cuestión de la droga. Ni siquiera cesó en su lecho de muerte a los 44 años. Peor aún: los linchamientos aún no han sido ilegalizados en Estados Unidos. Aunque quizás hayan dejado de ocurrir en los hechos, las razones para oír a Billie cantar Strange fruit, en silencio y a oscuras, a juzgar por la violencia actual contra la negritud estadounidense, siguen igual de vigentes.