La unión de fuerzas en el Festival Artístico Audiovisual Afrodescendencias

Rosa Claudia Lora Krstulovic[1]
CIESAS Ciudad de México

El dicho “la unión hace la fuerza” es muy utilizado y profundamente cierto. El caso del Festival Afrodescendencias es una muestra de lo que se puede alcanzar sumando esfuerzos institucionales, comunitarios y de colectivos artísticos.

El Festival Artístico Audiovisual Afrodescendencias surge en plena pandemia de COVID-19, una etapa sumamente difícil para la humanidad, y un momento en el que rescatamos la necesidad del trabajo colectivo para la transformación del mundo, cada vez más degradado, en el que vivimos. En este contexto, las poblaciones indígenas y afrodescendientes siguen viviendo todo tipo de violencias provenientes de acciones, ideas y políticas coloniales que prevalecen en nuestros días. En este sentido y como forma de descolonizar la manera de hacer investigación y de generar una propuesta de festival distinta, se planteó desde el diseño de su primera edición, que tuviera un carácter colaborativo y multicultural, con una idea muy clara de que la estructura de la organización estaría a cargo de académicas/os, pero también de artistas y activistas de las propias comunidades. Llevarlo a cabo no ha sido fácil y no habría sido posible sin un conglomerado de fuerzas que se han ido sumando al proyecto.

Si bien en la primera edición la y los organizadores de este encuentro formábamos parte del Laboratorio Audiovisual del CIESAS CDMX, con apoyo de académicos de CIESAS Pacífico y CIESAS Golfo pertenecientes a la RIAV (Red de Investigaciones en Antropología Audiovisual), en la segunda emisión se sumaron organizadoras de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa (UAM-I) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que investigan la cultura Mascoga/Black Seminole, que nos conectaron con personas de las comunidades, en su mayoría mujeres, que también contribuyeron en decisiones organizativas y de agenda del festival. Sin este conjunto de académicas, artistas y activistas, no hubiera sido posible su realización.

Este tercer festival se distingue de los anteriores por varios motivos. El primero es el hecho de su carácter bimodal, es decir que se realizó de manera presencial y en línea, lo que conllevó mucho más trabajo, muchos más gastos, y muchas más responsabilidades. El segundo fue el esfuerzo interinstitucional; se tuvo la fortuna de contar con el apoyo de colegas antropólogas/os que coordinan o colaboran con laboratorios audiovisuales, como Rodrigo Martínez, de enlace académico del LaMA (Universidad Autónoma de la Ciudad de México, UACM), quien apoyó en la organización de talleres y de logística general, y Bianca Pires y Ana Isabel León, colaboradoras del LAV (UAM-I). Entre las tres hicimos la curaduría y organización de la muestra de cine. El alumno de posgrado del CIESAS Golfo, Luis Alberto Castillo, que realizaba su tesis en esos lugares, se unió a la organización y apoyó sobremanera a entender la historia y el contexto sociocultural de la región, además de presentarnos a las personas de las comunidades con quienes construimos el programa.

A partir de este primer ensamblaje conseguimos el apoyo del Instituto de Cultura de Veracruz (IVEC) para nuestra muestra de cine, obtenida a través de la convocatoria para apoyo a exhibición de cine. Estamos ampliamente agradecidos con el IVEC, y especialmente con Nataly Perusquía por el seguimiento brindado.

El siguiente paso fue realizar trabajo de campo, que en la metodología de este proyecto se encuentra aunado a la preproducción, para lo cual se realizaron varias visitas a las tres comunidades. Como decía, el antropólogo Luis Castillo, como es nombrado allá, nos presentó a artistas, integrantes del Consejo Afroveracruzano y autoridades gubernamentales. Así, pudimos contarles nuestra idea y sumar esfuerzos organizativos. El objetivo de realizar trabajo de campo fue entender las necesidades comunitarias y proponer acciones conjuntas. Esta fue la tercera gran diferencia, el trabajo de campo presencial, ya que los años anteriores, por la pandemia de COVID-19, había sido imposible.

Como siempre, los más entusiasmados fueron los y las artistas, que en algunos casos eran también integrantes del Consejo Afroveracruzano, como José Mendoza, Magaly de la Rosa y Antonio Carrera. Resaltamos el gran apoyo del pintor Oscar Malagón, importante muralista de Yanga que se sumó de manera muy orgánica a la organización (con apoyo de la antropóloga y artista Karla Rivera, que apoyó en la parte de preproducción del taller de pintura), del realizador audiovisual Vicente Jiménez, quien apoyó en la organización de la muestra de cine en Mata Clara, y el enorme esfuerzo de José Mendoza y las mujeres de su familia, que apoyaron en la organización de talleres y preparación de alimentos en El Mirador. En las actividades, tuvimos el honor de contar con el músico Francisco Luna, quien dio una clase de jarana para niños. La maestra Mariana, de Yanga, participó como moderadora en la primera función de cine. Otras personas con las que sumamos esfuerzos organizativos fueron los directivos y maestros del Colegio de Bachilleres (COBAEV), principalmente el Lic. José Francisco Cruz Zamudio, coordinador de educación del municipio de Yanga.

La colaboración de los licenciados José Rodríguez López, director de Cultura y Turismo, y Fernando Nicolás Gordillo Torres, presidente Municipal de Yanga, fueron fundamentales para la difusión y préstamo de espacios públicos. De igual forma nos apoyó el comisariado ejidal de Mata Clara, Fidel Flores Ortiz y el agente Municipal Rolando Flores López, proporcionándonos la Casa del Campesino para proyectar películas y dar el taller de jarana. Finalmente, la maestra Rosa María Hernández Fitta, presidenta del Consejo Afroveracruzano, nos apoyó con el préstamo de caballetes para la exposición de fotografía.

Para la fase de realización del festival, la colaboración interinstitucional fue de gran relevancia. El Laboratorio Audiovisual del CIESAS, a cargo de Mauricio Sánchez, con apoyo de la dirección de vinculación a través de Francisco Fernández de Castro, aunado al compromiso brindado por el laboratorio de la UACM y a través del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales (CHyCS) de la UACM, fueron dos grandes soportes para el festival. También fue muy importante la colaboración de otros investigadores del CIESAS, como la coordinación de la exposición de fotografía a cargo de Nahayeilli Juárez Huet, de CIESAS Pacífico, y el apoyo en logística de Mariano Báez, de CIESAS Golfo.

No puedo dejar de nombrar el generoso trabajo en la edición y difusión del festival por parte de Antonio Bernal, Fernando Solorio, Alejandro Matalí, Edith Díaz y Tere Soria, del Laboratorio Audiovisual, el Departamento de Difusión y la Dirección de Vinculación del CIESAS. Así como el diseño del logo, a cargo de Marco Antonio Kim Ortega, del área de Difusión Cultural y Extensión Universitaria de la UACM.

Otra parte importante, que marcó una diferencia muy positiva en este último festival (cuarta diferencia), fue la participación de alumnas y alumnos de las licenciaturas en Antropología (UAM-I), Arte y Patrimonio Cultural (UACM), y Artes Circenses Contemporáneas (Cirko de Mente). Para este fin, el apoyo de la coordinación del laboratorio de Antropología Visual de la UAM-I, a cargo de Karla Ballesteros, y la jefa del departamento de Antropología, Rocío Gil, fueron fundamentales, como lo fueron también la valiosa coordinación del Laboratorio de Medios Audiovisuales de la UACM, y la del co-director de la escuela Cirko de Mente, Leonardo Costantini.

Las alumnas de la UACM Magaly Valverde Vidal y Brenda Valverde Vidal apoyaron en el diseño del cartel y el programa del festival. Los alumnos y alumnas del Taller de Artes Gráficas, Olinka Alicia López Rodríguez, Belén Hernández Hernández, Maribel Rodríguez Jiménez, Michelle Guadalupe Chávez Cárdenas, Ivanova Monserrat Vera Barbosa y Carlos Miguel Melgar Juárez, junto con su maestro Jorge Luis Rubio, llevaron a cabo un taller de grabado en Yanga y en El Mirador. Laura García y Mauricio Pretelin, alumnos de la carrera en circo, acompañados del director de la escuela, brindaron un taller para niños en El Mirador y apoyaron en cuestiones logísticas. Los alumnos de la UAM-I Omar Ilich López Aguirre, Edgardo Huertas Castañeda y Sandra Victoria Martínez, junto con la antropóloga y fotógrafa independiente Daniela Amozurrutia, trabajaron apoyando en el montaje de la exposición fotográfica, cubrieron la grabación y el registro fotográfico. Desde el LAV, estos alumos también realizaron la edición del video de las memorias del festival, trabajo que con mucha alegría compartimos en esta revista.

La experiencia vivida por el alumnado de estas tres instituciones fue, según sus palabras, de mucho aprendizaje, tuvieron la oportunidad de conocer pueblos afroveracruzanos y entender de primera mano sobre la historia y presente de esta cultura, pudiendo compartir conocimientos y construir puentes culturales a través del arte.

Finalmente, otra novedosa parte de la organización en este festival se dio a través de colectivos como Colectivo Cinema Colecta, de Xalapa y Ver de Adentro, de Ciudad de México, a los cuales pertenecen tres de sus organizadoras. El primero con una gran experiencia en proyección de películas en espacios descentralizados y el segundo con amplia trayectoria en realizar investigación antropológica en y para las artes audiovisuales.

En la impartición del taller de música y danza participó también el Colectivo Maíz Negro, con un largo recorrido en la ejecución y enseñanza de la música y danza de Guinea y afroamericana, dirigiendo desde hace muchos años el Festival Raíces en Coatepec, Veracruz.

Finalmente tuvimos el honor de contar con la psicóloga social cubana, estudiante de posgrado de la Universidad Veracruzana (UV), Odalys Collazo, quien desde su trabajo de investigación acción participativa compartió un taller de cartografías corporales para mujeres afroveracruzanas.

Estas acciones y diálogos interinstitucionales e interculturales, guiados por el objetivo de producir arte, realizar investigación y generar acciones destinadas a la valorización, difusión e intercambio de las artes afrodescendientes, generó una sinergia poderosa que nos hizo construir y presentar un festival lleno de gozo, aprendizajes y reflexiones colectivas, abriéndonos posibilidades de explorar nuevas maneras de compartir e impulsar las artes comunitarias y de entender lo que representan para las identidades afrodescendientes actuales.

En este sentido, el número que presentamos es una manera de darle continuidad al trabajo iniciado a principios del año 2023 y cerrarlo con mucha alegría, recordando los momentos compartidos pero también reflexionando acerca de cómo podemos seguir aportando a los procesos artístico-culturales, abriendo espacios en un mundo donde la individualidad, el academicismo neoliberal, y el extractivismo en todas sus formas, intentan disgregarnos y acabar con la diversidad.

Desde mi punto de vista, el arte, la interdisciplina, el conocimiento intercultural desde adentro, y el trabajo conjunto, fueron y seguirán siendo la manera de seguir caminando juntos y juntas.

Este texto fue escrito a manera de agradecimiento a todas y todos los que pusieron un granito de arena en este III Festival Artístico Audiovisual Afrodescendencias realizado en 2023, en Yanga, El Mirador y Mata Clara, Veracruz. Los recuerdos quedan para la posteridad en la memoria, apoyados por este número, realizado con mucho cariño y compromiso.


  1. Correo: clalok@gmail.com