La supremacía del quetzal sobre el águila y la serpiente. Trabajadores guatemaltecos en el mercado laboral trasfronterizo en México. ¿Disminución coyuntural o permanente de la mano de obra?*

01-Fachada
02-primer piso corredor
03 Interior c plantas
04 Mural GAB
05 Mural trompetista y mujerJPG
06-vitral
07 Vitral-tecolotes
08 Escalera en vertical
09 Trabajadoras
10 Cartel p_Mayela
11 Mural ext mujer recostada
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Carolina Rivera Farfán

CIESAS-Sureste (crivera@ciesas.edu.mx)

En la radio se escucha el anuncio que Emilio llevó hace unos días, a la administración de la radiodifusora, para invitar a los cosecheros de café a alistarse para ir a dos plantaciones en el Soconusco. Este importante personaje –contratista de dos fincas de la región- se promueve también entre sus amistades, familiares y conocidos, a quienes desde hace algunos años ha logrado llevar a Chiapas, México para emplearse en la pizca del café. Sin embargo, antes todo era más sencillo, ni siquiera tenía que realizar labor de convencimiento porque la brecha y la ruta hacia los cafetales ya estaba muy marcada, de años, por familias que tradicionalmente, y por generaciones, se han trasladado para el corte del grano desde rancherías y cantones del municipio de Tacaná, departamento de San Marcos, Guatemala.

Martha y Santiago, junto a su hija de ocho años, conforman una pequeña familia del cantón Cruz de Barrancas, ubicado en este mismo municipio. La pareja ha decidido continuar el trato con Emilio, porque piensa que es un buen contratista, que no los engaña, como otros, y porque necesitan ir a Chiapas a trabajar, aunque este año el salario mexicano está peor que nunca. Ya “no nos trae cuenta venir a trabajar a México”, se escucha insistentemente como resultado de la real devaluación del peso ante el quetzal. Pese a ello, en la finca a la que se dirigirán tienen garantizado el empleo por cinco meses, suficiente para justificar la migración a la colecta de café, con cuyo salario complementarán su ciclo anual de trabajo/ingresos. Los siete meses restantes, ambos se dedicarán a la venta ambulante de panes compuestos rellenos de manjar; no tienen tierra en propiedad, como otros, en la cual pudiesen sembrar maíz y frijol para ir sumando al sustento. Por tanto, aun con los bajos salarios en México, permanecer en Guatemala complicaría más la obtención de ingresos para reproducir la familia.

Entre los meses de septiembre y febrero, dependiendo de la altitud del café, así como de los ciclos de otras plantaciones (banano, papaya y caña de azúcar, principalmente), se produce la migración temporal de miles de trabajadores agrícolas, hombres, mujeres, adultos, jóvenes y niños, hacia Chiapas. Proceden de 42 municipios de diez departamentos guatemaltecos,[1] aunque destacan los fronterizos. Otros miles se desplazan hacia Tapachula, la ciudad más importante de la región transfronteriza, donde hay posibilidad de insertarse de manera más prolongada en empleos vinculados con los servicios, el comercio y la construcción.

El grupo de cuarenta trabajadores llevados por el contratista, entre los que se incluye la familia de Santiago y otras, junto a jóvenes solteros (hombres y mujeres), son trasladados desde Tacaná en camiones de redila hacia una de las fincas de café más próspera del Soconusco. Emilio ha pedido a cada uno de ellos su carnet de identidad, cuya copia fotostática, le será entregada al encargado de la finca. Es el único documento que logran acreditar, no les requieren la tarjera de trabajador fronterizo, ni de visitante regional ya que en su cruce no se les atraviesa ninguna oficina del INM (Instituto Nacional de Migración) y su paso franco aligera la llegada a los cafetales. Los dueños de las fincas confían plenamente en Emilio y saben que “su” gente responderá en el trabajo y que no lo abandonarán en caso de encontrar un mejor salario y comida en otra finca de la región.

Con escasas pertenencias y un pequeño menaje de casa temporal: cobijas, ropa de trabajo, botas de hule, platos, vasos, una que otra olla y sartén y la infaltable jarra cafetera, los cosecheros emprenderán el viaje a las plantaciones. Los solteros, hombres y mujeres, jóvenes principalmente, cargarán con menos enseres porque saben que la mayor parte de su estancia podrán abonarse en la cocina de la finca para que le sea dada su comida del día ($15.00 por dos tiempos). Contrario a las mujeres que migraron con sus familias, quienes se encargarán de preparar sus alimentos en los fogones disponibles para ello en el área de las galleras. Es decir, además de su jornada como cortadoras de café, por las tardes continuarán con otra de carácter doméstico.

Una vez que Emilio y su gente han llegado a la finca, son recibidos por los encargados y el planillero para que cada pequeña familia, o los solteros, sean acomodados en los cuartos de las galleras, las cuales son habitaciones colectivas donde están instaladas bases de camas/literas de madera. Menos son aquellas moradas destinadas a familias extensas, conformadas por trabajadores tradicionales, aquellos que han llegado año con año, incluso desde que eran niños llevados por sus padres, y cuyo caso es diferente, como aquel que llega y reconoce su espacio habitual.

Al día siguiente el encargado y mayordomo darán las primeras instrucciones sobre donde iniciará el trabajo. Se organizarán los grupos para saber a qué pante (fracción de tierra cultivada) serán destinados y empezarán el jornal. Las rutinas instaladas, y el habitus construido por decenas de veces en la labor de cosechero de café, son retomadas en esta nueva ocasión.

Sin embargo, para la cosecha de 2017-2018 las alertas están encendidas y la sospecha de que habrá problema por cubrir la mano de obra temporal requerida se vuelve una realidad para la cafeticultura en fincas, ranchos y ejidos que tienen el café en su momento de madurez. La ausencia de los cosecheros, es una realidad que paulatinamente se ha presentado desde finales de los años noventa, pero agravado durante el último decenio y vuelto especialmente preocupante en este año.

La progresiva disminución de mano de obra guatemalteca registrada tiene diversas causas. La principal, es la reorientación de los flujos migratorios en el marco de un dinámico mercado laboral regional y extra-regional. Guatemaltecos, sobre todo la generación más joven, han empujado desde finales de la década de los noventa un constante flujo hacia Estados Unidos pese a las restrictivas políticas migratorias de contención y repatriación, tanto de parte del gobierno mexicano (Plan Sur, el más reciente), como del norteamericano.

Estados Unidos es actualmente el principal destino migratorio de miles de trabajadores centroamericanos. La migración tiene un carácter eminentemente económico y responde a la interrelación de factores estructurales que determinan las disparidades económicas y salariales y una creciente integración económica entre países de la región.

Hacia 2011 habían migrado a Estados Unidos 3.1 millones de centroamericanos, de los cuales 79% eran trabajadores de 16 años de edad en adelante, y el 38% de ese total, eran mujeres (Stoney y Batalova, 2013). Dentro de ese flujo, destacan los emigrantes provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador (84.5%), quienes en conjunto representan el 10% de la población total de esos tres países, y cuyos desplazamientos irregulares, en su mayoría, dificultan esclarecer las cifras oficiales. De forma similar, pero en mucho menos cantidad, trabajadores guatemaltecos también migran hacia la Riviera Maya a emplearse como peones en la construcción, así como a algunos estados del norte de México donde se ocupan como jornaleros en las plantaciones de ciclo corto.

Otras causas que desestimulan su desplazamiento hacia los sembradíos agrícolas de Chiapas son los bajos salarios y las malas condiciones laborales, a las que se agregan la ausencia de prestaciones de salud, alimentación y alojamiento, como las más denunciadas. A ello se suman las cíclicas crisis en los precios del café y, particularmente, la roya, plaga que determinó una merma considerable en la producción del grano durante los duros años de entre 2013-2016; con afectaciones importantes a las plantaciones de pequeños propietarios y ejidatarios cafeticultores, e incluso a las de grandes fincas.

Además de lo anterior, durante los últimos dos años, la devaluación del peso frente al quetzal ha significado un factor más en la disminución de la llegada de trabajadores no sólo en la rama agrícola sino también en los servicios, la construcción y el trabajo doméstico, en las ciudades fronterizas. “Ya no trae cuentas venir a México”, se escucha de manera reiterada entre quienes llegaron a la cosecha del café y la caña de azúcar. Debido a que el cambio de divisas dejó de ser atractivo, “ya no se ve la ganancia, como antes cuando el peso valía más que el quetzal”.

Pese a todos estos escenarios, el traslado laboral de miles de trabajadores guatemaltecos hacia los municipios fronterizos del Soconusco y la Sierra Madre de Chiapas continúa vigente. A ese respecto, Ordoñez (2015) asegura que las migraciones hacia Estados Unidos y hacia las regiones mexicanas lindantes se complementan a escala comunitaria, desde donde emigran trabajadores para asegurar la reproducción social, sin que ello resuelva la situación de pobreza de las familias.

En ese sentido, su desplazamiento temporal a Chiapas aún se contempla dentro del plan migratorio internacional debido justamente a esa complementariedad, misma que se expresa al interior de los grupos domésticos donde se generan diversos arreglos: familias que enviaron migrantes a Estados Unidos ya no lo hacen necesariamente a la región transfronteriza Guatemala-Chiapas. Otras por su parte, mantienen la relación de continuidad entre ambos procesos, es decir, mientras el padre y algunos hijos mayores (ya casados) siguen desplazándose a las regiones contiguas de México para ocuparse en espacios ya conocidos, donde tienen asegurada la contratación, otros de sus integrantes permanecen en Estados Unidos.

La diversidad de circunstancias de sustitución o complementariedad en el plano familiar, se valoran dependiendo del tamaño de las mismas, sus necesidades derivadas de la pobreza y la frecuencia y la cantidad de remesas que trabajadores temporales en Chiapas, o permanentes en Estados Unidos envían al grupo doméstico en Guatemala. A esta realidad se agrega el elevado desempleo de jóvenes que forman una importante reserva laboral para los mercados de trabajo transfronterizo con México y el país del norte (Ordoñez, ibid:187).

Es menester actualizar los análisis de los flujos transfronterizos compuestos por personas que recorren distancias relativamente cortas para emplearse en estos espacios, los cuales se producen en un contexto transnacional con vínculos históricos, culturales, económicos y familiares. La mayoría de trabajadores que en ellos confluyen son de recursos limitados, con bajos niveles de escolaridad que se insertan con relativa facilidad en todos los rubros de la economía regional, destacando el agrícola. Entre sus actividades laborales predomina la informalidad y la precariedad, en correspondencia con la marginación económica y social que prevalece en las zonas fronterizas del sur de México, como la de la Sierra y Soconusco.

En ese sentido, los flujos intrarregionales de trabajadores y trabajadoras que se observa entre Guatemala y México, forman parte importante del funcionamiento de cada una de las economías de los países que constituyen la región (países del triángulo norte de Centroamérica y sureste de México), ya sea como complemento de la mano de obra nacional, como remplazo de la misma al migrar hacia otras regiones de México y Estados Unidos en busca de mejores oportunidades laborales, o bien como estrategia de sobrevivencia para las familias.

Justamente el proyecto en que se inscribe este artículo tiene el objetivo de revisitar y actualizar la información que nos permita estudiar la situación actual del mercado de trabajo transfronterizo que vincula a Guatemala y el sureste de México.

 


Bibliografía

Ordóñez, César Eduardo (2015) “Mercado de trabajo transfronterizo y microcuencias de los ríos Suchiate y Coatán, Guatemala” en Jorge A. López y Octavio Ixtacuy (coords.) Guatemala-Chiapas. Economía y frontera, Tuxtla Gutiérrez, UNACH. Pp. 155-192.

Stoney, S. y Batalova, J. (2013) Central American Inmigrants in the United states, US in Focus, Migration Information Source, Migration Policy Institute-MPI. Disponible en http://www.flacso.or.cr/index.php/noticias-jb-br-jb-i-lo-mas-reciente-jb-i/578-movilidad-laboral-y-mercados-de-trabajo-integrados-en-el-triangulo-norte-de-centroamerica [revisado 19 octubre 2016].

 


[*] La información para este artículo es parte del proyecto Región transfronteriza México-Guatemala: Dimensión regional y bases para su desarrollo integral. FORDECyT (2017-2018), coordinado por el Dr. Tonatiuh Guillén, Centro Geo. México.

[1] San Marcos, Quetzaltenango, Suchitepéquez, Retalhuleu, Huehuetenango, Escuintla, Sololá, Totonicapán, Zacapa y Jutiapa.