La partería tradicional en la Huasteca potosina: defender la vida en mundo tének

Jocelyn Leyva Santoyo[1]
École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS)

Fotografías de Jocelyn Leyva Santoyo


En México, la partería es una práctica que, hasta la llegada de políticas públicas que favorecieron el acceso al sistema de salud biomédico, era frecuente en diversos estratos sociales. Hoy en día, la partería sobrevive de diferentes formas, ya sea en las numerosas comunidades indígenas del país, en hospitales con pertinencia cultural, o a través de mujeres venidas de horizontes diversos y que se forman en esta práctica, con otras parteras o en escuelas especializadas. Si bien cada una de las parterías es diferente, podemos decir que todas ellas coinciden en procurar una atención alternativa al embarazo, parto y puerperio a la que propone la biomedicina, e incluso algunas destacan su lucha contra la violencia obstétrica o por la justicia reproductiva, defendiendo el derecho de las mujeres a decidir las condiciones de sus partos (Apfel, 2016).

A grandes rasgos, la partería puede definirse como el conjunto de prácticas terapéuticas y cuidados otorgados a la mujer durante el embarazo, el parto y el puerperio. Sin embargo, la partería es mucho más amplia, en la medida en que las parteras proveen también servicios de salud reproductiva, pueden otorgar cuidados a niños enfermos y apoyo psicológico a las mujeres que acompañan. Esta práctica se vuelve mucho más compleja dentro de las comunidades indígenas, en las cuales la partería está ligada a otros aspectos de la vida social y ritual.

Nos enfocaremos aquí en la denominada partería tradicional o partería empírica, término que designa a la partería que practican las mujeres indígenas y que se nutre de conocimientos adquiridos de generación en generación, de su propia experiencia como madres e incluso a través de los sueños. Además de proveer cuidados físicos y emocionales, la partera tradicional detenta una importante autoridad ritual en la comunidad, al poseer conocimientos sobre plantas medicinales y ritos asociados al nacimiento que permiten la integración del recién nacido a la vida comunitaria. En este sentido, la partería tradicional es uno de los recursos médicos que ha permitido a los pueblos indígenas de nuestro país la reproducción de su cultura y formas de vida.

El trabajo etnográfico del cual provienen estas fotografías se llevó a cabo en el estado de San Luis Potosí con mujeres indígenas tének, que habitan en la zona baja de la Sierra Madre Oriental, en comunidades que pueden ser de difícil acceso o estar alejadas de los servicios de salud. Si bien los servicios de salud han logrado una mejor cobertura en las comunidades, dichos servicios no son suficientes y, además, han relegado a otros recursos médicos tradicionalmente presentes en la comunidad, como la partería. Esto mantiene a sus habitantes en una situación de marginación, ya que los recursos médicos tradicionales son estigmatizados y los servicios de salud, insuficientes.

En la Huasteca potosina, la partería tradicional tének se vio reducida a partir de las década del 70, con la llegada de los servicios de salud a la región y la implementación de programas que condicionaban los apoyos sociales a las visitas médicas. Se exigía que el control prenatal se llevara a cabo en clínicas y centros de salud públicos, o, de lo contrario, no se entregaban los apoyos económicos de los que gozaban las mujeres embarazadas. A la par, comenzaron campañas de capacitación para las parteras tradicionales, que buscaban enseñarles habilidades técnicas para mejorar los servicios que podían ofrecer al interior de sus comunidades. Si bien se les capacitó en cuestiones básicas de higiene y de prevención, también se estigmatizaron sus prácticas, catalogándolas de sucias y peligrosas. Una visión medicalizada del parto, como un evento de riesgo que solo puede ser compatible con la atención biomédica, comenzó así a permear y debilitar las prácticas terapéuticas y rituales de las parteras tének.

Estas estrategias del gobierno mexicano para favorecer un modelo biomédico de atención, tuvieron también un impacto en la confianza que las mujeres tenían en sus cuerpos y en las parteras de la comunidad. Adicionalmente, en el año 2007 se implementó en el país el certificado de nacimiento como un documento obligatorio para obtener el acta de nacimiento, la cual otorga todos los derechos de la nacionalidad mexicana. Sin embargo, este certificado fue controlado para que las parteras tradicionales no pudieran expedirlo, ya sea porque se requiere de una autoridad médica para avalarlo o bien, porque exige un nivel de alfabetización que no todas las parteras poseen (El Kotni y Ramírez-Pérez, 2017). En la Huasteca potosina, las parteras tradicionales se han enfrentado a los prejuicios de las instituciones de salud, que las consideran como personal no capacitado para atender partos, menosprecian las hojas de alumbramiento y cuestionan el vínculo filial de la mujer y el recién nacido, sospechando incluso de trata infantil. Así, este mecanismo vulnera el derecho a la identidad de cientos de niños indígenas (Sevilla, 2022), cuyas madres decidieron parir en casa, acompañadas de una partera tradicional.

Ante dichas problemáticas, en 2019 nació la asociación Mím Tsabál Parteras (que en lengua tének significa Madre Tierra), de la iniciativa de dos parteras, para defender los conocimientos alternativos de la atención al embarazo, parto y puerperio; conocimientos y prácticas que difieren del modelo de atención biomédico, el cual atiende estos eventos en su dimensión fisiológica y, la mayoría de las veces, excluye factores de orden social, emocional y cultural.

El rescate de la partería tradicional en la Huasteca es complejo y se relaciona tanto con la salud como con los derechos indígenas a la autonomía, a la identidad y la defensa del territorio. Este último es un elemento inseparable de la lucha que han emprendido las mujeres de Mím Tsabál, pues, como repite constantemente su representante, “sin parteras no hay comunidad”. En este sentido, revitalizar y fomentar la partería tradicional en México no es solo una cuestión de salud pública, sino de reconocimiento a otras formas de venir y ser en el mundo, sobre todo las de los pueblos indígenas.

Pies de fotografías

1. La partera escucha los latidos del feto utilizando un estetoscopio de Pinard. La partería tradicional ha integrado a su práctica diversos recursos médicos, particularmente los de la biomedicina.

2. La partera corta el cordón umbilical del recién nacido. El parto tuvo lugar en el domicilio de la embarazada, en la comunidad tének de Mantetzulel.

3. La partera prepara las ofrendas para el kaldhi, una suerte de bautizo ritual en el cual los recién nacidos (mujeres y hombres) salen por primera vez de su casa y son integrados a la vida comunitaria.

4. Las parteras participan en una de las reuniones de la asociación Mím Tsabál, en donde comparten sus conocimientos sobre medicina tradicional.

5. La partera tradicional comparte su práctica terapéutica con estudiantes de enfermería en la UASLP, Campus Huasteca Sur. Esto permite la sensibilización de las y los estudiantes sobre otras prácticas médicas.

6. Participación de las parteras de Mím Tsabál en un conversatorio sobre medicina tradicional, transmitido por la radiodifusora XEANT, La voz de las Huastecas. Invertir el espacio público es una parte fundamental en la defensa de la partería.

Bibliografía

Apfel, Alana
2016 Birth Work as Care Work: Stories from Activist Birth Communities, Oakland, PM Press.

El-Kotni, Mounia, y Alba Ramírez-Pérez
2017 “Actas que reconocen, actas que vigilan. Las constancias de alumbramiento y el control de la partería en Chiapas”, LiminaR, vol. 15, núm. 2, pp. 96-109.

Sevilla, Amparo
2022 “La partería tradicional: herencia patrimonial en riesgo”, La Jornada del Campo, núm. 177, p.9.


  1. Doctoranda en Antropología| Correo: jocelyn.leyvasantoyo@ehess.fr