La orientación antropológica de Ángel Palerm

Dr. Andrew Roth Seneff,

Investigador, El Colegio de Michoacán


A cuarenta años de su muerte quiero recordar la orientación antropológica de Ángel Palerm. Fue una orientación que nos sorprendió como estudiantes en la Universidad de Texas en Austin, donde Palerm impartió seminarios en el programa doctoral del Departamento de Antropología en 1978 y 1979.[1] Nuestra sorpresa con la orientación de Palerm y su agenda de investigación fue doble. Por un lado, en su seminario desarrolló una orientación que contrastaba y cuestionaba nuestra formación en la Escuela Norteamericana de Antropología y, por otro lado, era una orientación que tampoco cuadraba con la crítica post-estructural francesa (especialmente de Foucault y de Derrida) que, para nosotros como estudiantes del posgrado en los años setenta del siglo XX, era la supuesta ‘theoretical cutting edge’ y, también, la orientación crítica “de moda”.

Unos años después de tomar su seminario en Austin y después de su muerte, en junio de 1980, leí el libro Introducción a la teoría etnológica[2] que era la publicación de un curso que Palerm impartió en la ENAH en 1966. Al leer el libro pude comprender que la orientación de Palerm era más sencilla y radical que las críticas culturales que estaban reorientando nuestros enfoques en estudios de lengua y cultura a fines de los años setenta y en vísperas de las críticas posmodernas y la época neoliberal.

La orientación antropológica de Palerm que tanto nos desconcertó partía de dos premisas de la teoría etnológica. La primera es que la antropología no tiene una base teórica sistemática que pueda impartirse en torno a un corpus de principios acerca de relaciones elementales y sus interrelaciones. Al contrario, Palerm notaba en su curso que

Existen centenares y posiblemente millares de estudios descriptivos de fenómenos culturales y grupos humanos distintos, que nos han sido facilitados sobre todo por la etnografía, la arqueología y la antropología social. Las tentativas de generalización a partir de esta inmensa masa de datos y de informaciones son, sin embargo, escasísimas y de valor muy desigual. Las leyes formuladas, aún en el nivel puramente de proposición hipotética, se cuentan todavía en menor número (Palerm, 1967: 12).

Fue por esta razón que Palerm daba seminarios en (y publicaba sobre) la historia de las investigaciones y los pensadores antropológicos: la teoría en la antropología tiene que impartirse como una historia en la que se relatan los esfuerzos de diferentes escuelas o protagonistas principales para dilucidar las relaciones e interrelaciones entre conceptos y descripciones. Una parte central de la orientación antropológica de Palerm se vuelve evidente en este ejercicio de acercamiento histórico en el quehacer antropológico. Había un enfoque muy claro, que era la evolución contemplada en sus múltiples formas de descendencia con modificaciones en la configuración de las organizaciones colectivas de la experiencia humana. Según Palerm, el reto de la investigación antropológica era (y es) enfrentar el problema de la evolución histórica y el problema de sus configuraciones en relación con sus posibles aplicaciones dentro de una ciencia en acción.

Este enfoque, como ya mencioné, nos sorprendió en su seminario en 1978. A pesar de que no era un enfoque disciplinario en el sentido tan criticado en el pos-estructuralismo por ser logo o fono-céntrico (Derrida) o por constituir un objeto moderno y homogéneo de estudio (Foucault). Este enfoque siguió siendo una visión disciplinaria de la antropología y se orientaba a una cuestión central: la evolución histórica, sus configuraciones y sus posibles aplicaciones. Fue un enfoque (“un foco común”, Palerm, 1967: 35) que permitió un acercamiento disciplinario a la interdisciplina. Mejor aún, este enfoque fue la manera en que Palerm procuraba alcanzar una triple síntesis para la antropología.

  1. La primera fue la evolución histórica como el foco común de síntesis interdisciplinaria que integraba disciplinas y subdisciplinas bajo un problema común y central.
  2. La segunda fue de perspectiva; una perspectiva temporal de síntesis “entre el pasado, el presente y el futuro”. Solo así se vislumbraban las tendencias históricas más amplias, el pasado en el presente, y las probabilidades o condiciones de la posibilidad en la conformación del futuro.
  3. La tercera fue la antropología como “ciencia en acción”, como una praxis en que “la aplicación del conocimiento científico a la realidad para modificarla y transformarla constituye una de las mejores maneras conocidas tanto de probar y demostrar la exactitud y validez del conocimiento como de hacerlo progresar (Palerm, :35-36).”

Palerm aplicaba una orientación antropológica en la que el enfoque era la evolución histórica. No se trataba de la evolución social unilineal, cuya crítica boasiana dio inicio a la Escuela Norteamericana de la Antropología, sino de la noción de procesos de la creatividad humana que cambian en tiempo, de procesos de descendencia con modificaciones (de continuidades con cambios) en las configuraciones colectivas de la experiencia humana. A partir de este enfoque procuraba una síntesis triple (interdisciplinaria, de perspectiva temporal, y de teoría y práctica).

En 1978, apenas a dos años de su muerte, esta orientación de Palerm nos inquietó. Sentíamos las implicaciones críticas, pero no podíamos comprender cómo tal orientación ponía en tela de juicio el enfoque boasiano para el estudio de supuestas culturas homogéneas en contacto, o cómo era un acercamiento disciplinario (antropológico) a la interdisciplinariedad de las ciencias sociales e históricas y muy lejos de nociones “modernas” de disciplinas constituidas por objetos homogéneos de estudio. Tampoco entendíamos que era una propuesta de investigación-acción elaborada por alguien que se había formado en la praxis y conocía desde joven las Tesis sobre Feuerbach[3], especialmente la última oración de la segunda tesis: “El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”.

10 de junio de 2020.

  1. Palerm era profesor visitante encargado de seminarios sobre “Teoría Campesina” e “Historia de la Antropología” en los semestres de enero-mayo de 1978 y 1979.
  2. Palerm Vich, Ángel, Introducción a la teoría etnológica, Instituto de Ciencias Sociales, Universidad Iberoamericana, México, 1967.
  3. Escritas por Karl Marx en 1845, pero publicadas por primera vez por Friedrich Engels en 1888 como apéndice a la edición de Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana.