La minería de plata y sus múltiples sociedades en la Nueva España

Dana Velasco Murillo
University of California, San Diego | dvmurillo@ucsd.edu


Las investigaciones novohispanas de la minería de plata en Nueva España se enfocaron en la producción, la mano de obra, y los efectos de la minería sobre la economía, tanto en la colonia como en los mercados globales. A través de importantes estudios españoles, ingleses, y Franceses, aprendimos que dentro de la Nueva España la minería de plata creó un tráfico de bienes y personas a lo largo de la línea troncal de Zacatecas, la Ciudad de México, y Veracruz (Bakewell, 1971; Brading, 1971; Alatriste, 1983; Langue, 1999). Este comercio sirvió como una fuente de riqueza intermitente, si no duradera, para un grupo selecto de empresarios españoles, incluidos los mineros propietarios de las fuentes de producción y los aviadores que financiaban sus emprendimientos (Bakewell, 1988; Pérez Rosales, 1996; Couturier, 2003). Algunos trabajos más recientes han ilustrado que “tomó un pueblo” para administrar estos centros plateros y que tanto mineros como comerciantes españoles habrían logrado muy poco sin el gran número de gente indígena y afrodescendiente (Velasco Murillo, 2016, 2013; Velasco Murillo y Sierra Silva, 2012; Lane, 2005; Corbeil, 2018; Arenas Hernández, 2020). La sociedad minera no era solamente europea. Fue construida por múltiples etnias y niveles sociales, especialmente de los más humildes niveles. Estos hombres y mujeres se desempeñaron como trabajadores en las minas, las haciendas de beneficio, los mercados, y los hogares de la ciudad. En los últimos diez años, han aumentado las investigaciones sobre las historias de estos críticos, pero poco estudiados, los protagonistas de la minería. Este ensayo ofrece una breve reseña de algunas de las actividades y contribuciones de la gente indígena y afrodescendiente en los centros mineros, particularmente en Zacatecas, el principal centro minero de la Nueva España.

Los funcionarios coloniales admitían a menudo que sin la labor de los “indios” no habría plata en la Nueva España. Esto no fue solamente una hipérbole española. En Zacatecas y los centros mineros de su comarca los indígenas constituyeron el 90% de la fuerza laboral a finales del siglo XVI (Bakewell, 1997: 195). Los censos parroquiales y civiles indicaron que para la mayor parte del periodo colonial había más gente indígena viviendo en Zacatecas que españoles (Velasco Murillo, 2016: 92, 162). Los padrones también mostraron que la sociedad minera no era una población exclusivamente masculina. Las mujeres, los niños, y las familias eran elementos integrales de la prosperidad de los centros mineros.

¿Cuáles fueron las raíces de estas poblaciones indígenas? Al igual que otros lugares del norte, los centros mineros estaban escasamente poblados. Gente nómada, comúnmente llamados Chichimecas, vivían en las regiones donde se encontraron vetas de plata. Con la llegada de los españoles, muchos de ellos fueron expulsados de sus tierras a través de la guerra y la esclavitud (Frye, 2000). Necesitados de trabajadores, los mineros y otros comerciantes promovieron incentivos para atraer migrantes indígenas a las zonas mineras. Estos incentivos incluían la oportunidad de ganar un salario en pesos y en plata (lo que se llamaba la partida o pepena) y la dispensa de pagos de tributos o de requisitos laborales (el repartimiento). Estas acciones atrajeron oleadas de migrantes indígenas (hombres y mujeres), de todas las etnias, de todas las áreas del virreinato, incluyendo Nahuas del centro de México, Otomíes, y Purépechas de las zonas de Michoacán.

Estos individuos no se conformaron a el estereotipo de los indígenas itinerantes que buscaban un salario y que se marchaban rápidamente después de sus periodos laborales en las minas. Más bien, una mayoría sustancial estableció raíces urbanas a largo plazo, con un deseo tan fuerte como los españoles de convertirse en vecinos de la ciudad, incluso mientras continuaban desarrollando prácticas, redes, y relaciones indígenas (Velasco, 2016). Gente indígena estableció cuatro pueblos indígenas en Zacatecas (Velasco, 2016) y siete en San Luis Potosí (Corbeil, 2018). También, a petición suyas, organizaron sus propios cabildos con oficiales indígenas al timón. Entre sus parroquias, los indígenas fundaron sus cofradías. Durante los días de fiestas desfilaban con orgullo sus estatuas religiosas y estandartes. Como los inmigrantes antes y después de ellos, se esforzaron por crear nuevas comunidades para ellos mismos mientras mantuvieron algunas de las tradiciones de sus pueblos de origen.

Sin embargo, las zonas mineras no fueron exclusivamente sitios de trabajo asalariado libre. Muchos Chichimecas estaban esclavizados, tanto hombres como mujeres. En 1617, la relación de los bienes de Gabriel Fuenmayor, un capitán de las guerras fronterizas en las zonas mineras, indica que tenía esclavizados en sus propiedades entre San Luis Potosí y Zacatecas, “cuarenta indios, veinticinco casados y los quince solteros.” En otra ocasión el documento hace referencia a una mujer con orígenes en Asia, una “india china, llamada Gracia” (Urquiola, 2004: 148-49). La mano forzada indígena y asiática coexistió con la africana. Sabemos que los afrodescendientes aparecieron en la ciudad de Zacatecas desde el principio de su fundación (Bakewell, 1971: 22). Desde ese tiempo hasta la abolición de la esclavitud en México una gran mayoría de ellos vinieron en contra de su voluntad a los centros mineros. El inventario de los bienes de Fuenmayor revela la presencia de quince afrodescendientes esclavos: “Gaspar, negro casado con una Francisca; Francisco, negro casado; Mateo, negro, viejo; Juanillo, negro, pastor viejo; Periquillo, casado con Petrona; Enriquillo, Angola; Juan, Angola; Manuel, Congo; Lorencillo, criollo; Ana, negra criolla con dos hijos pequeños de un año el uno… Antonia, negra vieja” (Urquiola, 2004, pp. 148-49). Referencias a Angola y Congo, indican que tres hombres fueron inmigrantes forzados directamente de África mientras descripciones de “criolla/o” indica gente nacida en las Américas. Con el tiempo también se desarrolló una población de gente libre en los centros mineros. En Zacatecas, en 1805, ya en los finales años de la colonial, había 12 500 afrodescendientes en la ciudad, más del 30% de la población total de 33 000 (Gerhard, 1993: 159).

La labor de la gente indígena y afrodescendiente, ambos libre y forzado, fue una poderosa mano de obra en los asuntos de la minería y los de la ciudad. Los Chichimecas, íntimos con las características geográficas de la tierra, frecuentemente encontraron las vetas de mineral que llevaron a las bonanzas de plata, aunque los españoles se atribuyeron los descubrimientos a ellos mismos (Velasco Murillo, 2021). Los hombres que habían trabajado en las minas del centro de México llevaron sus habilidades de excavación y refinación a los distritos mineros de Zacatecas y San Luis Potosí. Españoles reconocieron la experiencia de estos hombres, refiriéndose a ellos como “indios mineros.” Hombres afrodescendientes, además de trabajar en las minas, por ejemplo, sirvieron como leñadores, camioneros o sirvientes domésticos. Mujeres indígenas y afrodescendientes vendieron alimentos y mercancías en el mercado y cocinaron y lavaron para los trabajadores en las haciendas. A través de sus trabajos y asociaciones, hombres y mujeres de diferentes mundos interactuaban y se cruzaban entre sí. Así como no había una sola sociedad (española) en los pueblos mineros, tampoco había múltiples sociedades que funcionaron en aislamiento.

La mirada a las experiencias y actividades de las múltiples sociedades de los centros mineros ‒indígena, femenina, asiática, y   afrodescendiente‒ amplía la historia social de estos grupos y de la minería novohispana. Si bien el corpus de estudios todavía está escaso, indica una tendencia legítima y apunta a un renovado interés general en la minería en la Nueva España y las contribuciones de pueblos indígenas, afrodescendientes, y asiáticas que nunca han recibido el reconocimiento que se merecen por sus papeles no sólo a la industria minera, pero más importante, al desarrollo del pueblo mexicano.

Bibliografía


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