“La mejor religión es la humana. Yo soy espiritual pero también sigo las reglas religiosas”. Mujer metodista-feminista [1]

Hilda María Cristina Mazariegos Herrera
Universidad de Guanajuato
hmc.mazariegos@ugto.mx


Sara tiene 58 años de edad, es maestra jubilada, está casada, tiene dos hijas y un hijo, todos adultos y con estudios profesionales y es abuela de cinco nietos. Es parte de la segunda generación de metodistas en León, Guanajuato, integrante activa de la Mesa Directiva Femenil y apoya con la prestación de servicios en los distintos eventos organizados por la iglesia.

Ella y su familia han transitado por distintas religiones, todas de corte evangélico-protestante y un grupo masón, que le han permitido contrastar las práticas religiosas de su iglesia con aquellas en las que ha estado de paso. Sara desempeña un papel importante al interior de su iglesia, no sólo por ser de las mujeres más comprometidas con su quehacer religioso, sino porque se muestra contestataria y crítica hacia las posturas institucionales conservadoras. Aboga por la igualdad y el reconocimiento del trabajado femenil fuera y dentro de la congregación. Se identifica como espiritual y religiosa:

Lo espiritual es como tu alma, tu creencia, tu fe, tus motivos, tu propósito. Y la religión pues son las normas que ella dicta. Este, dictamina sus leyes, dice cómo se van a hacer ciertas cosas, cuáles son los rituales, etcétera. Entonces son dos cosas diferentes. [Yo soy] un poco de las dos. O sea yo soy espiritual, yo alabo a mi señor, oro, pido por los demás, pido por mi familia, pero también sigo las reglas religiosas (Sara, 15 de julio 2019, entrevista personal).

Señala que “la mejor religión es la humana”.

Todo lo que hacemos en un día sirve a los hijos, sirve a mi esposo, sirve a mi familia, a mis amigos, a mi suegra, a mis hermanas, este, y eso es una manera de alabar al Señor porque yo no estoy siendo mala con nadie, ¿sí? Mis vecinos, el saludo… ehh, “vecina le llevo un poquito de esto”, a mis hermanas, este, “que préstame la transportadora, que voy a ir a tu casa por… sí, no hay problema”. O sea, todo eso que uno pueda servir a los demás es servir al Señor ¿verdad? Porque dice que lo que hicieras con alguno de mis hermanos, lo haces para mí (Sara, 15 de julio 2019, entrevista personal).

Sara se define como una mujer rebelde y feminista, considera que tanto en el matrimonio como en el trabajo las resonsabilidades deben distribuirse de forma equitativa.

Fui muy rebelde. Muy rebelde, muy feminista, muy no sé… ahora pues ya lo veo de otro punto de vista ¿verdad?, o sea más tranquila […]. [¿Ahora ya no es feminista? —le pregunté] Pues sí. La verdad es que mira: maestra de educación física, mi esposo también. Y ahora sí que trabajábamos lo mismo, y nos teníamos que divertir lo mismo. Si él salía, pues yo salía con él. Si hacíamos quehacer, ¿quieres salir?, pues primero el quehacer y luego ya la diversión. Ganábamos lo mismo. Fuimos compañeros trabajadores y luego fuimos los dos supervisores, y su escritorio estaba a tres metros del mío. Él tenía secretaria, todavía sigue trabajando. Yo tenía secretario. Entonces, pues más o menos era, creo lo mismo. […] No le veía yo ninguna diferencia. Sí hubo momentos en que mi esposo me decía: “no que yo no voy a hacer nada…”; “a ver de a cómo nos toca” [le decía] [Risa]. Y yo era bien fuerte. Yo era bien fuerte. Ahorita ya no. Pero bueno, me costó trabajo convencerlo de que tenía que ser así como yo decía. Y (Sara, 29 de agosto 2019, entrevista personal).

Sus posturas con respecto a tener los mismos derechos, su autoadscripción como feminista, rebelde y “liberal”, han influido en la forma en la que vive y practica su religión, así como su posicionamiento político o ideológico con respecto a temas vedados por la iglesia, como son los derechos sexuales y reproductivos, los matrimonios igualitarios, y su postura en contra de que las Iglesias interfieran en las leyes civiles.

Las iglesias son para que uno vaya a dar gracias a Dios y para hacer nuestros cultos de adoración y nada más. Para eso sirve, para que ayude la iglesia a los demás, ¿sí? El que debe regular eso es el Estado, ¿sí? Y si dos personas del mismo sexo se quieren casar, ¡pues que se casen! ¡Y qué!, de todas maneras uno le tiene que dar atención al uno, otro le tiene que dar atención al otro, o sea, de todas maneras es un… un arreglo, un concepto, ¿cómo se le dice a eso?, eso es como una ley, ¿no? Ummm, un contrato, es como un contrato. No le hace que seas hombre o que seas mujer o que seas dos mujeres o que seas dos hombres. De todas maneras es un contrato en el que yo me comprometo a algo, y la otra persona también se compromete a algo. Entonces, esa ley también debería amparar tanto a uno como a otro. También, ahora que la familia que Dios hizo que era de mujer y de hombre, ¡ay!, o sea, imagínate las personas que tienen hijos gays, ¿ya no lo vas a querer?, ¿ya no lo vas amar porque es diferente? O sea el amor no se acaba. Y yo creo que así pasa con el amor de nuestro Señor porque así dice él que nosotros, aun siendo malos; si nuestro hijo nos pide pan no le vamos a dar una piedra. Entonces imagínate, él que es maravilloso y que es amor encarnado ¿verdad?, en su espíritu, yo digo que nos va a aceptar como seamos siempre y cuando amemos, y creamos en él (Sara, 29 de agosto 2019, entrevista personal).

Para ella, la palabra divina se encarna y, por tanto, se lleva a la acción. En este sentido el cuerpo es “el receptáculo (y vehículo) del poder divino” (Meyer, 2018: 16) y las formas de manifestarlo son diversas, desde lo sensorial y emocional, hasta las práticas cotidianas como vestir, comer, trabajar, etcétera. La Lived religion desde la experiencia de Sara, no está centrada en los objetos, se materializa en las práticas cotidianas donde adquiere sentido mediante práticas solidaridas, de compañerismo y la reflexividad sobre las acciones que pudieran o no estar dentro de la obra de Dios. Es decir, hay una evaluación y autoevaluación del comportamiento y lo que se genera y recibe a través de él:

Y entonces, este, pues sí me dice una compañerita: “Dios te bendice”, dice: “porque tú también has sido paciente y compasiva con otros”. Entonces, pues no es más que lo que mandamos, es lo que se te regresa ¿verdad? Eso que estás pidiendo para otra persona, se te regresa para ti, porque es lo que tú estás mandando. No sé si será cristiano o de alguna cosa, pero es lo que yo pienso. O sea, si tú das amor, pues recibes amor. Si das odio, pues recibes lo mismo. Y eso no sé de qué religión o de qué secta sea pero […] pues la regla de oro, ¿no? Eso sería: “No hagas a otros lo que no quieras para ti”. Eso está en la Biblia, no recuerdo en qué parte (Sara, 15 de julio 2019, entrevista personal).

En este sentido, la propuesta teórico-metodológica de la lived religion (Ammerman, 2007, 2014; McGuire, 2008; Orsi, 2005), nos permite conocer la operatividad de la religión en la vida cotidiana de las y los creyentes, al tomar como punto de análisis la experiencia de las y los actores religiosos, y las diversas maneras en las que significan su práctica religiosa, reinterpretan el discurso teológico y elaboran nuevos discursos y significados para darle sentido al día a día. Sara es un claro ejemplo de cómo los creyentes-practicantes dialogan desde la ambivalencia que implica estar en un vaivén que va del discurso institucional a la interpretación subjetiva sobre los preceptos religiosos para la puesta en marcha de acciones concretas que den cuenta de ser una buena creyente pero también una buena persona, un buena profesionista y buena ciudadana, etcétera. Lo mundano y lo sagrado de la vida se encuentra en constante negociación, es decir, “todas las prácticas pueden ser sagradas y seculares”, a la vez (Ammerman, 2014).

Su migración hacia distintos grupos religiosos, así como seculares, ha posibilitado que incorpore, reinterprete y asimile distintos elementos como parte de su vida. Este butinage —recolectar, alimentarse o polinizar— (Soares, 2009; Gez et al., 2017) la ha llevado a establecer relaciones sociales, laborales y familiares así como posicionamientos políticos que trastocan los esquemas y creencias metodistas y tienen un impacto en sus correligionarias así como en su propia vida. Es así como la adscripción religiosa se complejiza. Por ejemplo, Sara se adscribe metodista, sin embargo, muchas de sus prácticas pueden ser entendidas al margen o contrarias a los parámetros de su Iglesia. Por tanto, sus creencias y prácticas adquieren cierta plasticidad, son moldeables de acuerdo con el contexto particular desde el que se hable (Wilkinson y Althouse, 2012). Esto puede observarse en la forma en la que ella define la religión —o lo que concibe que debe ser— como práctica y humana. En este sentido, la religión vivida se incorpora (Csordas, 1994; 1997), se experimenta, se transmite y se pone en marcha mediante diferentes dimensiones prácticas donde cuerpo, afectos, redes solidarias, laborales, relaciones familiares e institucionales son su campo de acción más allá del templo.

Bibliografía

Ammerman, Nancy (2007), Everyday Religion: Observing Modern Religious Lives, Oxford, Oxford University Press.

Ammerman, Nancy (2014), Sacred Stories, Spiritual Tribes: Finding Religion in Everyday Life. Nueva York, Oxford University Press.

https://doi.org/10.1093/acprof:oso/9780199896448.001.0001

Csordas, Thomas J. (1994). Embodiment and Experience. The Existencial Ground of Culture and Self, Cambridge University Press.

Csordas, Thomas J. (1997), Languaje, Charisma and Creativity. The Ritual Life of a Religious Movement, University of California Press.

Meyer, Birgit (2018), “A Estética da Persuasão: as formas sensoriais do cristianismo global y do pentecostalismo”, en Debates do NER, vol. 19, núm. 34, pp. 13-45. https://doi.org/10.22456/1982-8136.89943

Mcguire, Mary (2008), Lived Religion. Faith and Practice in Everyday Life, Nueva York, Oxford University Press.

Orsi, Robert A. (2005), Between Heaven and Earth: The Religious Worlds People Make and the Scholars Who Study Them, Nueva Jersey, Princeton University Press.

Wilkinson y Althouse (2012), “Pentecostalism as Lived Religion”, en Canadian Journal of Pentecostal Charismatic Christianity, num. 3, pp. i-iv.

Yonatan N. Gez, Yvan Droz, Edio Soares y Jeanne Rey (2017), “From Converts to Itinerants: Religious Butinage as Dynamic Identity”, en Current Anthropology, vol. 58, núm. 2, pp. 141-59. https://doi.org/10.1086/690836

  1. La información que integra este texto cuenta con la autorización de Sara para su publicación.