La interculturalidad como estrategia pedagógica revive la comunalidad en el aula

Esther Poot
Promotora, intérprete y traductora en lengua maya

Soy mujer indígena maya, originaria del histórico pueblo de la “Guerra de Castas”, Tihosuco, Quintana Roo, México. Amante de la naturaleza. Defensora de mi tierra y territorio.


Salón de clases. Fotografía tomada por Esther Poot.


Licenciada en Lengua y Cultura con mención especial a través de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo. Durante mi formación académica mis profesores me dieron la oportunidad de apoyarlos con frecuencia en actividades académicas, lo cual me permitió consolidar mis hábitos estudiantiles, fortalecer mis habilidades comunicativas y mis procesos de análisis de distintas actividades, esto admitió exitosamente mi participación en convocatorias y becas competitivas para lograr formar parte de proyectos de vinculación de la UIMQROO que se ejercían dentro y fuera de la universidad a nivel estatal, nacional e internacional. La universidad me ofreció experiencias de aprendizajes y me proporcionó herramientas necesarias que me ayudaron a explorar con profundidad los diferentes problemas ambientales, culturales, económicos y discriminativos; fenómenos que han opacado la riqueza de un desarrollo sostenible, la cual despertaron mi óol (espíritu) en los valores ancestrales para trabajar en la gestión cultural a favor de la lengua y cultura maya yucateca. Transitar en el sak bej de las enseñanzas y valores brindados por mis abuelas y abuelos me permitió entender que tejer la educación intercultural y la educación comunitaria nos permite inspirar seguridad y congruencia entre lo que ofrecemos y lo que hacemos, entre lo que se pide y lo que se entrega; entre lo que se espera y cómo somos.

En nuestra cosmovisión maya el cero comúnmente es utilizado para presentar la nada, sin embargo, se representa simbólicamente a través de una semilla: que germina, retoña y florecerá para luego iniciar otro ciclo de vida, descubrir que nuestros compatriotas de origen mayan dan muestra de una profundidad y riqueza filosófica me permite detenerme, escucharme y prestar atención al mensaje que viene desde la profunda resonancia de las selvas, milpas y aves que me llaman desde la reencarnación. Mi identidad ha sido un requisito para caminar hacia la interculturalidad que se sustenta a partir de tres ejes accionales: mi lengua y cultura, mi vida cotidiana y mi estrecho vínculo con la comunidad.


Foto: Esther Poot.


Está interculturalidad que nace desde mis principios y valores me ha permitido deconstruir pensamientos para reconstruir lazos culturales y aprender que la ideas de ser un incompleto indígena es una historia de cosmovisión basada en una relación armónica con el universo, es decir, una percepción holística del mundo cuya relación principal es entrar en armonía con la tierra y la naturaleza, el simbolismo y significado del maíz es un ejemplo tonal en este contexto, su simbolismo y característica sagradas lo convierte en horcón central de la existencia maya. Mi identidad retoña en el sak bej, donde florece la sabiduría del tsikbal de las abuelas, los abuelos, cronistas mayas y profesores que llegaron para comprendernos en este plano terrenal, todo esto hilvana con la vida cotidiana y ha pasado a ser un proceso de realizar y convivir con nuestra existencia y colectividad. En donde el pensamiento se sitúa y descansa en los conocimientos que se heredan por los “noolo’ob y chiicho’ob” que en la cotidianidad observan e interpretan sus realidades y se actúa en consecuencia, esto es común en la vida maya.

La interculturalidad como estrategia pedagógica revive la relación, conocimiento lengua y cultura en el aula y en la comunidad tejiendo los valores, saberes e historias para erguir la mirada hacia nuevos horizontes, más lejanos y cercanos. Conjuntar espacios con profesoras y profesores que nos ayudan a preguntarnos y cuestionarnos el mundo, la historia y la vida nos dan la libertad de entender la educación como un proceso permanente y colectivo de procesos muchos más amplio que se producen en diferentes momentos y espacios de la vida.

Las actitudes pueden ser una apertura hacia nuevos contextos, experiencias, otras personas, ideas, pueblos y sociedades hacia la voluntad de revitalizar la propia perspectiva. Los factores de actitud, personalidad, los actos comunicativos y la capacidad de aprender cómo un desarrollo de personalidad intercultural va más allá del aula desde una actitud que toma conciencia considerando una meta educativa en sí misma que influye en los alumnos, profesores y comunidad como un encuentro intercultural hacia otros contextos, personalidad, autoestima creencias y valores culturales. Además, permiten comparar lo similar y diferente a dos culturas, y que dejan ir más allá de los estereotipos y prejuicios. Para luchar por lo bueno y por lo malo.


Foto: Esther Poot.


Desconectarnos de una educación convencional y conectarnos a una educación intercultural nos permite escuchar nuestro corazón y nuestra palabra; para construir los caminos de la comunidad y romper los procesos de educación occidental, de currículos estandarizados que han violentado nuestras formas de vida. Esto a su vez implica reforzar y reafirmar los conocimientos culturales diversos para crear una conciencia multicultural, esta actitud crítica también nos permite discernir desde la mirada, nuestras preocupaciones, sentir y pensar todo lo que nos gusta y lo que no nos gusta, que vale la pena transmitir y que debemos desaparecer en nuestro territorio.

Nuestro territorio es el corazón de cada indígena en el sentido de que nos valemos de ella para nombrar las cosas, preservar y transmitir los elementos culturales acumulados en el seno de una determinada comunidad de una generación a otra, misma que vemos como un museo vivo. Sin hacerme esperar el viento refresca mi piel. Murmuraba el aire con la calidez de la mañana, su silbido revelaba el presente y lo que vendrá.

Hablamos de nuestro territorio maya, sobre el avance del mundo contemporáneo que nos obliga a mecanizarnos y olvidar la solidaridad en aras del individualismo. Asentí con la cabeza y recordé que el tejido social se ha roto y que es muy necesario mirarnos como medicinas y recuperar el tsikbal como un encuentro que invita a la práctica del otro en comunión. Desde luego las divisiones nos llevan a desajenarnos de la vida comunal para luego desproteger nuestra tierra y nos vamos quedando sin nada. En la actualidad algunas de nuestras tierras ya no nos pertenecen. Las narrativas mayas están resonando desde la actual resistencia que se tiene hacia las tierras debido a los desastres naturales que ocurren día a día (la tierra ya no produce, ya no dio elote como en años pasados, el i’inaj está quedando vacío, el ave ya no anuncia la buena cosecha, el ya’axche’ ya no florece, los venados se están acercando a los ejidos, las abejas mueren por el incendio. Con paciencia y serenidad ante los designo de la naturaleza el j-men habla con la tierra y escucha los mensajes de chaak, pidiéndonos leer el rostro de nuestra comunidad y familia, observar alrededor y escuchar los presagios de nuestros pájaros sabios que nos anuncian el deshilamiento del tejido social.