La homosexualidad retratada por Hollywood en tres tiempos

Mauricio Sánchez Álvarez
Laboratorio Audiovisual-CIESAS


Poster de la película The Children’s Hour tomada del sitio https://www.imdb.com/


No es lo mismo desaprender una estructura cultural tan atávica y compleja como la homofobia que reconocer que la existencia de preferencias sexuales e identidades de género alternas y distintas a la heterosexualidad son simplemente parte del mundo y punto. Y mi caso es el primero. En el proceso de ir entendiendo la importancia y necesidad de ver el orden de cosas de otra manera, más libre y pleno para todos y cada uno, quisiera señalar que el modo como los medios audiovisuales (el cine y la televisión) han ido retratando a la homosexualidad en particular, ha sido de lo más edificante y didáctico. Así que voy a trazar una trayectoria con proyecciones que para mí han sido particularmente significativas, señalando los respectivos cambios de posturas de la misma industria del espectáculo hacia la homosexualidad y cómo ello es una forma ‒si se quiere‒ de didáctica social.

Para quienes recordamos con admiración las figuras de Audrey Hepburn y (la aún viva) Shirley MacLaine, quizá sorprenda y a la vez resulte gratificante, que juntas filmaron a principios de los sesenta lo que en inglés se conoció como The Children’s Hour (literalmente: La hora de los niños), y que en castellano recibió distintos títulos, al parecer según el país (en España: La calumnia y en Perú: La mentira infame). Una historia acerca de una pareja integrada por dos mujeres que codirigen una escuela, y cuya relación permanece en la discreción hasta que una alumna la revela, pero mediante injurias, lo cual lleva a un desenlace trágico, cuando los padres de familia se enteran. Lo sustancial, me parece, es que se retrata aquí el rechazo hacia la homosexualidad, que se estigmatiza como algo pernicioso, convirtiéndose en un tabú. Una situación (como diría Mary Douglas) de polución social, noción que se refiere a un tipo de gente que desde una postura hegemónica se asume como un peligro, una amenaza. El hecho de que The Children’s Hour tenga una impronta trágica permite entonces dejar en el aire dos preguntas: ¿por qué la estigmatización? ¿qué sentido tiene? Antes de seguir al próximo momento, cabe señalar un par de datos curiosos acerca de esta película: originalmente fue escrita para el teatro a mediados de los treinta por la progresista Lillian Hellman (o sea: que tardó cerca de tres décadas en llegar a la pantalla). Y fue dirigida por el célebre y prolífico William Wyler, quien para ese momento contaba en su haber, entre otras, la superproducción y multioscarizada Ben-Hur, y también la comedia romántica Roman Holiday, en la que precisamente debutó Hepburn. Es decir, no obstante su tema, The Children’s Hour no fue hecha por un director marginal, sino uno muy establecido. Hollywood estaba tratando de decir algo.

Saltaré ahora a los noventa con Filadelfia de Jonathan Demme y estelarizada por Tom Hanks, quien hace de un abogado que permanece en el closet y que trabaja para una firma litigante muy prestigiosa y encabezada por hombres abiertamente homófobos. La situación se precipita cuando ese abogado es diagnosticado con sida y, tras ser despedido debido a ello, decide demandar a la firma, lo cual lleva a que el juicio se convierta en un claro cuestionamiento del estigma, mientras el personaje principal va sufriendo cada vez más los estragos de la enfermedad, hasta que muere. Se puede decir, entonces, que Filadelfia retoma el cuestionamiento planteado por The Children’s Hour acerca del sentido y propósito de la homofobia, llevándolos más lejos, porque sitúa a la homosexualidad en otros dos planos. El primero es el de los derechos humanos: ¿por qué estigmatizar y discriminar a un ser humano en razón de su preferencia sexual, si, por otra parte, como buen empleado es también un buen ciudadano? Y el segundo plano es ¿por qué el sida, en vez de suscitar compasión e interés genuino puede agudizar la estigmatización y el rechazo?

Casi 20 años después, la directora Lisa Cholodenko daría a conocer The Kids Are All Rightare (Los chicos están bien), cuya trama se centra alrededor de una pareja homoparental formada por dos mujeres (actuadas por Annette Bening y Julianne Moore) que están criando a un par de hijos adolescentes. Y entonces aparece el padre biológico de los chicos, quien se acerca a la familia y eventualmente trata de agregarse a ella, lo cual termina por no prosperar. Y no prospera porque en un momento dado el padre biológico se encama con una de las madres, lo cual desata una crisis dentro de la familia, pero que ésta logra absorber y superar, precisamente indicándole a él que se aleje. La idea aquí respecto a la homosexualidad es muy diferente a los dos ejemplos anteriores. Ya no se trata de cuestionar la pertinencia de un estigma que intensifica la incomprensión y el sufrimiento, sino más bien de dejar sentada la validez de la homoparentalidad como una realidad y una decisión, tan legítima y legal como la heteroparentalidad, que, como se sabe, es el patrón prevalente y hegemónico.

Se puede ver, entonces, en estos tres ejemplos cómo el retrato de la homosexualidad en el cine hollywoodense pasa de la crítica y el cuestionamiento a cierto orden social (que se considera a sí mismo absoluto) hacia la postulación y normalización de un orden social diverso. Esto da pie para sugerir que el mundo de la comunicación masiva, específicamente el del así llamado “entretenimiento”, puede desempeñar un papel significativo en la sensibilización hacia la aceptación pública de cuestiones socioculturales éticas que merecen replantearse y resituarse en la agenda social. Medios como el cine y la televisión no sustituyen a los procesos políticos y legales que se requieren para efectivamente plasmar y encauzar nuevas realidades y derechos. Pero pueden contribuir a la discusión en el foro público, lo cual no es poca cosa.

Poster oficial de “Los chicos están bien”.

Poster oficial de la película “Filadelfia”.