La creación de mapas conceptuales para interpretar relaciones sociales. Una aproximación a los sistemas comunitarios de agua en los Altos de Chiapas

Daniel Murillo Licea
CIESAS Ciudad de México
dmurillo@ciesas.edu.mx


No hace falta mucha observación para saber que la infraestructura hidráulica cambia el paisaje y los entornos naturales: desde la desecación de lagos y ríos, hasta el recubrimiento de humedales, la construcción de canales y de presas, una y otra vez, a lo largo y ancho de nuestro país cunden los ejemplos. Y, generalmente, en todos los ejemplos encontraremos el papel del Estado como principal actor que afecta e interviene (directa o indirectamente) al ambiente, a pueblos campesinos y territorios indígenas, la mayoría de las veces haciéndolo negativamente. Hay una amplia bibliografía al respecto que los interesados pueden encontrar (por ejemplo: Torregrosa, 2017; González, 2019; Martínez et al., 2017).

Sin embargo, en este breve escrito abordaré el asunto de una manera distinta, partiendo de una pregunta fundamental: ¿Qué fenómenos encontramos cuando se crean mapas conceptuales de la infraestructura hidráulica construida autogestivamente por pueblos indígenas?

En el sureste mexicano, dentro de la región conocida como los Altos de Chiapas, existe la cadena montañosa del Tsontevits («Montaña Musgo», en español), que se encuentra entre los municipios de San Juan Chamula y Tenejapa, y que ha sido tomada como uno de los parteaguas de la minicuenca del Valle de Jobel. En la ladera sureste del Tsontevits se registró el funcionamiento de varios sistemas de agua construidos por los pobladores indígenas de los parajes o localidades, como parte de una investigación de varios años en la región (2012-2018). El trabajo de campo se centró en 26 parajes, tres barrios de la ciudad de San Cristóbal de Las Casas y un manantial administrado por el Sistema de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de San Cristóbal de Las Casas (SAPAM) que forman parte de esta ladera y que funcionan bajo un esquema interparaje de manejo del agua, mismo que trataré de describir en las siguientes líneas. Debido a que un mapeo de la infraestructura hidráulica de los sistemas de agua estudiados realizado mediante geolocalización no es imposible, pero sí muy complicado y difícil, se optó por mapear “conceptualmente” estos sistemas. Si bien un trabajo de geolocalización ayudaría a hacer un censo sobre toda la infraestructura hidráulica utilizada en cada uno de los sistemas, se requeriría mucho tiempo e invertir mucho trabajo, además de que se necesitaría contar con el apoyo y anuencia de cada uno de los 26 Patronatos del agua involucrados. Además, el objetivo principal de esta investigación no era la realización de mapas: más bien éstos fueron haciéndose más claros conforme se iba obteniendo más información sobre las negociaciones por el agua en los parajes estudiados. Así, los mapas empezaron a “emerger” de la información recabada y de los patrones encontrados. Fue así como se eligió hacer mapas conceptuales que dieran cuenta del funcionamiento de estos sistemas de agua y que permitieran destacar algunas características de los sistemas de agua autoconstruidos o autogestionados.

Debido a que los gobiernos municipales ‒quienes tienen la obligación de dotar de servicios públicos y, en específico, de agua a las poblaciones dentro de su jurisdicción‒ no cuentan con la capacidad institucional ni el financiamiento necesario para construir sistemas de agua para uso doméstico, son los propios pobladores en zonas rurales (y en barrios periurbanos, tanto formados por la migración o expulsión por motivos religiosos, como a barrios considerados como originarios) quienes han construido autogestivamente buena parte de estos sistemas en los Altos de Chiapas.

Por supuesto que la intervención del gobierno federal, sobre todo a partir de programas impulsados por el entonces Instituto Nacional Indigenista (INI), se centraron en acciones para llevar agua “potable” a las localidades indígenas de la región. Así, en el periodo de 1951 a 1964, el INI y la Secretaría de Recursos Hidráulicos realizaron obras de infraestructura:

En su intento de mejorar la situación, el INI dio mayor importancia a la cuestión del agua. Las acciones se orientaron a proteger las fuentes mediante la construcción de una especie de aljibes donde se junta el agua, bombas, tubería, lavaderos y baños públicos: estas obras encaminadas a mejorar la situación se efectuaron en las cabeceras municipales de Amatenango, Chalchihuitlán, Chamula, Chanal, Chenalhó, Oxchuc y Zinacantán y además en 25 parajes. Más o menos la mitad de todas las construcciones se realizaron en los tres municipios de Tenejapa, Oxchuc y Huistán (Köhler, 1975: 274).

Una de las medidas para tratar de dar una mayor cobertura de agua fue la construcción de llaves públicas y la de pozos comunitarios instalados en las cabeceras municipales y en algunos parajes. Pero no siempre se encontró cooperación con los pobladores ni con sus autoridades:

En cambio, en Chamula el proyecto no se pudo realizar, ya que después de varias discusiones, los principales negaron su cooperación. La oposición se debía al hecho de que se tenía que utilizar el agua del pozo que se encuentra en el Barrio de San Juan. En este pozo se celebran cada año grandes ceremonias. Los principales temían que el depósito de agua enojara a los “propietarios del agua” y que éstos, como consecuencia, castigaran al pueblo. Como no se pudo convencer a los principales y, por otra parte, no existía cerca de la cabecera ningún otro pozo que se pudiera utilizar, se abandonó el proyecto a pesar de que todo el material ya se encontraba en Chamula. Para demostrar a los chamulas las ventajas de una red de agua potable, se decidió hacer un pozo pequeño que no tenía significado religioso (Köhler, 1975: 278).

Sin embargo, la cuestión religiosa siempre estuvo presente en cuanto al manejo del agua se refiere, no solamente por la tradición simbólica acerca de los dueños del agua que viven en los manantiales, cerros, cuerpos de agua y cuevas, sino también por el proceso cultural que involucraba la sacralización de la infraestructura hidráulica. Me explico: a la sacralización de los lugares naturales, en donde se ofrecen ofrendas, se realizan ceremonias y se “plantan” cruces verdes y azules en lugares llamados kalvarios, se le sumó la infraestructura hidráulica, como lugares donde pasa el agua, que es sagrada, que siente y que tiene corazón, a decir de los indígenas.

Así, los kalvarios y su sacralidad se extendieron a los tanques construidos, a los lugares de distribución del agua, a los manantiales que eran protegidos con obras (como el “encajonamiento” de los manantiales, construyendo ya fuesen pilas o cajas de cemento) y hasta a las hoyas de agua (una tecnología apropiada, impulsada ya en el siglo XXI tanto por la Comisión de Desarrollo de los Pueblos Indígenas y por la Comisión Nacional del Agua).

Muchos de los sistemas de agua comunitarios se fueron construyendo a partir de la década de 1970, por decisión y autogestión de los parajes indígenas. Y, desde 1995, la inversión del gobierno federal apoyó otra vez la construcción de nuevos sistemas de agua través de la Comisión Nacional del Agua (García, 2005).

Todos estos sistemas, los construidos autogestivamente y los introducidos por las instancias federales, son administrados por Patronatos de Agua en cada paraje. Sus miembros son pobladores de las localidades indígenas y se rigen por los consabidos “usos y costumbres”, nombrados por las asambleas comunitarias. Los Patronatos de Agua se hacen cargo de la administración, mantenimiento y rehabilitación de los sistemas de agua.

Estos sistemas están construidos bajo la lógica de manejar y distribuir el agua por gravedad, desde las fuentes hasta su disposición final, en cada paraje. Existen muchos manantiales en esta región, pero no todos pueden ser aprovechados por los parajes en donde se encuentran, debido a que algunos de ellos están situados en cotas altitudinales más bajas que las poblaciones que pertenecen a un paraje. Por ejemplo, el paraje Romerillo tiene 18 manantiales (Burguete, 2000; Murillo, 2018), pero sólo dos se encuentran en una cota altitudinal más alta que el centro poblacional, por lo que 16 de ellos no pueden ser aprovechados por los pobladores de este paraje.

Parte de esta lógica de aprovechamiento de agua se centra en acuerdos interparaje, en los que se negocia la obtención de agua. Estos acuerdos se centran en que el agua que no es aprovechada por un paraje (y cuyo manantial se encuentra dentro de su territorio) puede ser cedida a otros situados en altitudes más bajas, mediante el intercambio de agua por cuotas anuales, apoyo y participación en las fiestas ya sean patronales o con importancia simbólica en el ciclo agrícola y cuotas extraordinarias.

Pero tales acuerdos no sólo son entre el paraje que otorga agua y el paraje que la recibe, sino con los parajes que se encuentran entre estos dos y por los que se tenderá la tubería. De esta forma, los acuerdos se dan entre parajes, con acuerdos de los Patronatos de Agua y con la anuencia de las asambleas comunitarias. Así, el tendido de tuberías, de ser simple infraestructura, llega a ser una huella en el paisaje que da cuenta de las relaciones intercomunitarias. Si se quiere conocer cuáles parajes se encuentran en conflicto, hay que buscar y preguntar sobre las líneas de tuberías que han sido cortadas. Al contrario, los lazos comunitarios más sólidos se pueden encontrar siguiendo las tuberías y sus conexiones. Por supuesto, esto mencionado en un plano ideal, ya que el conflicto, la negociación y el dinamismo están presentes y latentes en los parajes indígenas. No se entienda que se aborda aquí un cúmulo de relaciones sociales con una visión romántica, en donde todos los parajes son solidarios, cooperativos y mantienen una reciprocidad aeternus.

Debido a que durante el trabajo de campo fue imposible hacer mapas tomando como referencia las coordenadas para cada uno de los sistemas, las fuentes de agua, las tuberías y sus trayectorias y los lugares de almacenamiento, se trabajó en obtener información de los pobladores, buscar documentos y reconstruir, mediante mapas conceptuales, estos sistemas. En la ladera del Tsontevits en la que se realizó trabajo de campo, se identificaron al menos seis sistemas distintos, identificando los parajes que otorgan agua, los parajes por donde pasan las tuberías y los parajes de destino de las aguas.

El tendido de tuberías atraviesa campos considerados de uso común, pero también pasa por varios parajes y, en algunos casos, se utilizan mangueras conectadas a tanques de almacenamiento, para llevar agua hasta los hogares, como en el caso del paraje El Pinar (fotografía 1).

Foto 1. Mangueras conectadas al tanque de almacenamiento en el paraje El Pinar. Cada manguera dota de agua a una vivienda

Imagen que contiene interior, sucio, viejo, cubierto

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Fotografía: Daniel Murillo, 2015.


Como puede verse en la fotografía 2, existe en esta zona una telaraña de tuberías de los sistemas de agua que interconectan diversos parajes. Puede apreciarse que el agua baja por gravedad y que la tubería no siempre está a ras del suelo, sino que atraviesa por encima de ríos y de barrancas. También hay lugares en donde la tubería ha sido enterrada. En la fotografía 2, el tubo de color azul, que pasa por en medio de un marco de cemento, pertenece al sistema El Crucero-La Garita y Barrio Cuxtitali, que está descrito en el siguiente mapa conceptual (imagen 1).

Foto 2. En esta imagen se aprecia el tendido de cuatro tuberías distintas, que interconectan diversos parajes.

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Fotografía: Daniel Murillo, septiembre, 2014.


En este mapa conceptual (imagen 1) se retoma un solo sistema de agua, de los seis estudiados en la zona. En color azul obscuro está el paraje que otorga agua, es decir, El Crucero; en color blanco están señalados los parajes por los que pasa la tubería (Las Ollas, Yut Osil II, Romerillo, Cruztón, Agua de Pajarito y San Luis Chupactic) y los dos recuadros azul claro se refieren a los barrios que reciben agua y que se encuentran en San Cristóbal de Las Casas (La Garita y Cuxtitali).

Imagen 1. Mapa conceptual del sistema El Crucero-La Garita- Barrio Cuxtitali

Diagrama

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Elaboración: Daniel Murillo, 2018.


Como puede verse, los sistemas de agua construidos por los pobladores atraviesan las fronteras municipales y permiten que el agua llegue desde las faldas del Tsontevits hasta la zona urbana de San Cristóbal de Las Casas. Este sistema, por ejemplo, tiene una distancia aproximada de once kilómetros, desde la fuente de abastecimiento hasta los tanques de almacenamiento en los dos barrios. Los demás sistemas estudiados también tienen una distancia similar, que oscila, aproximadamente, entre 10 y 12 kilómetros de longitud.

El siguiente mapa conceptual (imagen 2) da cuenta de los seis sistemas de agua estudiados; se puede observar la telaraña de tuberías (y habría que tomar en cuenta la demás infraestructura asociada con ellas) que interviene en el paisaje de la región.

Imagen 2. Mapa conceptual de seis sistemas estudiados. Cada flecha representa un tendido de tuberías. Los colores de cada flecha marcan un sistema distinto

Diagrama

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Elaboración: Daniel Murillo, 2018.


En la imagen 2 apreciamos cuatro parajes que otorgan agua a otros que están situados en cotas altitudinales más bajas. Podemos apreciar que el paraje El Crucero es privilegiado en cuanto al número de manantiales y al volumen de agua, ya que otorga agua a seis parajes más, mediante igual número de sistemas independientes (Jotoltek, Rasién, Nichmantic, El Aguaje, Las Ollas y El Pinar). En color verde aparecen los parajes que, además de recibir, otorgan agua a otros parajes (o barrios urbanos, como lo hace El Pinar).

Esta forma de “mapear” (para utilizar la norma lingüística chilena) los sistemas de agua comunitarios, no solamente permiten identificar la telaraña de tuberías a la que he hecho referencia, sino que también permiten entender los lazos comunicativos, los lazos identitarios entre los parajes, la solidaridad y relaciones de reciprocidad entre parajes y, al fin y al cabo, las relaciones sociales en un lugar determinado. Es una posibilidad de “mapeo” que permite ayudar a entender, desde la presencia física de la infraestructura hidráulica, toda una red de relaciones, negociaciones y acuerdos intercomunitarios. Este análisis puede darse en varias dimensiones: primero, identificando los lazos de comunicación e identidad entre los parajes: es claro que toda la infraestructura atraviesa un territorio y está ahí porque existe un lazo entre los diversos parajes; segundo, identificando las relaciones de solidaridad, cooperación y reciprocidad entre los parajes (relaciones que son diferentes de las anteriores, ya que aquí se pueden identificar algunas más allá de la identidad, de las creencias religiosas y hasta con los kaxlanes, las personas consideradas por los indígenas como “blancos”); y tercero, lazos simbólicos que unen lo sagrado de la naturaleza y de la sobrenaturaleza con el actuar humano. Esta última conexión es, tal vez, la que ha quedado menos explicada, por su complejidad intrínseca.

Bibliografía


Burguete Cal y Mayor, Araceli (2000), Agua que nace y muere. Sistemas normativos indígenas y disputas por el agua en Chamula y Zinacantán, México, UNAM-PROIMMSE.

García García, Antonino (2005), “La gestión del agua en la Cuenca endorreica de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México”, tesis de Maestría en Desarrollo Regional, Universidad Autónoma de Chapingo, México.

González Reynoso, Arsenio Ernesto (coord.) (2019), Conflictos y riesgos por el agua en México. Trasvases, inundaciones y contaminación en territorios desiguales, México, Instituto Mora.

Köhler, Ulrich (1975), Cambio cultural dirigido en los altos de Chiapas: un estudio sobre la antropología social aplicada, México, SEP-INI.

Martínez, José Luis, Daniel Murillo Licea y Luisa Paré (coords.) (2017), Conflictos por el agua y alternativas en los territorios indígenas de México, México, Semarnat-IMTA-UNESCO.

Murillo-Licea, Daniel (2018), El camino de los Anjeltik. Relaciones entre gobernanza del agua, cosmovisión y territorio: dos visiones del Valle de Jobel, Chiapas, México, México, El Colegio de Michoacán-CIESAS.

Torregrosa, María Luisa (coord.) (2017), El conflicto del agua. Política, gestión, resistencia y demanda social, México, Flacso.