Jesús Ruvalcaba Mercado (1950-2023)

Teresa Rojas Rabiela
CIESAS Ciudad de México

Jesús Ruvalcaba Mercado nació en el rancho de los Ruvalcaba, municipio de Yahualica, Jalisco, el 15 de abril de1950. Estudió el bachillerato en la Preparatoria 2 de Guadalajara, Jalisco. Se formó como ingeniero agrónomo en la Escuela Nacional de Agricultura, en Chapingo, y estudió la maestría y el doctorado en antropología social en la Universidad Iberoamericana (1975-1981). Ingresó como becario del CISINAH en mayo de 1976. (Diccionario temático CIESAS).

No recuerdo exactamente cuando conocí a Jesús, pero sí que fue antes de que presentara su examen en la Universidad de Chapingo, el 14 de noviembre de 1977. Lo más probable es que haya sido en la Universidad Iberoamericana, en donde por entonces cursaba la maestría en Antropología social. En ese año impartí dos materias cuatrimestrales en aquel posgrado (Seminario Sistemas agrícolas mesoamericanos y Taller de Etnohistoria) y fue en el Taller donde Jesús participó, interesado en localizar documentos del siglo XVI sobre Epazoyucan, Hidalgo, en el Archivo General de la Nación, con la intención de incorporarlos a su tesis para titularse como agrónomo. Los alumnos inscritos en aquel Taller fueron Ernesto Camou Healy, Ariane Baroni, Fernando García Serrano, Rebeca Ramos, Margarita Valverde, Lucía Bascunan, Gordon Kelley y Mario H. Ruz. (Archivo personal TRR).

Jesús vivía, al igual que otros alumnos del posgrado extranjeros o que procedían de los estados, cerca de la Ibero, en la colonia Campestre Churubusco, como fueron los casos del sonorense Guillermo García Zamacona y de la suiza Ariane Baroni quien, por cierto, resultó la mejor paleógrafa del grupo de estudiantes que tomaron aquel Taller de Etnohistoria (a pesar de que el español no era su lengua materna y de que no siempre entendía a cabalidad lo escrito en los documentos novohispanos). Jesús procreó con ella a su amada hija Itzel.

Jesús elaboraba entonces su tesis para obtener el título profesional de agrónomo, con especialidad en industrias agrícolas, titulada El maguey manso (Agave salmeana), en Epazoyucan, Hgo. Un ensayo, en cuyo examen participé como vocal, al lado de cinco ingenieros agrónomos, incluido el célebre Efraím Hernández Xolocotzi (secretario), a quien Jesús le profesó una gran admiración. La tesis fue publicada en 1983 por la propia Universidad de Chapingo. El flamante agrónomo me abrió entonces las puertas para adentrarme en aquel mundo de agrónomos, gracias a lo cual tuve la fortuna de tratar al ingeniero Hernández X., a quien ya había visto en la Ibero pues por entonces frecuentaba a Angel Palerm y a Arturo Warman. Igual hice amistad con Juan Pablo de Pina y Erasmo Galicia, encargados de Difusión y Publicaciones respectivamente, y tuve la fortuna de publicar el libro La agricultura chinampera. Compilación histórica, en 1983, bajo el sello de esa Universidad. Con otros agrónomos tejí una red de extraordinarios estudiosos y amigos que conservo hasta la fecha, de los cuales aprendí sobre la etnobotánica, la agricultura tradicional y los agroecosistemas campesinos, la mayoría de los cuales eran alumnos de Hernández X., entre ellos Artemio Cruz León (estudioso de los arados y la tracción animal), Jesús Axayácatl Cuevas (experto en los maíces nativos, luego director del Banco de Germoplasma Nativo de la Universidad) y Erin Ingrid Jane Estrada Lugo (a quien dirigí su tesis, sobre la Etnobotánica en El Códice Florentino. Su información etnobotánica, 1989), además de expertos como Rafael Ortega Pazcka (el mayor conocedor de los maíces nativos de México).

La trayectoria de Jesús en el CISINAH-CIESAS se inició en mayo de 1976, como becario para elaborar su tesis sobre el maguey, adscrito al proyecto Ciudad Sahagún y su zona de influencia (a cargo de Carmen Viqueira, por convenio con la UIA, en el cual participó también Scott Guggehnheim). Después, ya titulado, se convirtió en Investigador Asociado, para desarrollar su investigación para obtener el grado de maestría, una parte del tiempo en el marco del proyecto colectivo que yo dirigía por entonces (Historia de las plantas cultivadas y los sistemas agrícolas, de 1975 a 1983), en el cual participaron Bárbara Torres Latorre, Adriana Naveda Chávez Hita y Martha Rodríguez García.

Tuve el gusto de dirigir su tesis, la Agricultura india, prehispánica y colonial, en Tepeapulco, Cempoala y Tulancingo (1490-1600), que presentó en abril de 1981, y que fue premiada y publicada por la Unión de Ciudades Iberoamericanas y el Departamento del Distrito Federal (1985).

De 1983 a 1985 Jesús realizó el doctorado en la UIA, obteniendo el grado de doctor en Ciencias Sociales en 1989, con la tesis Sociedad y violencia en la Huasteca. Concentración y extracción de excedente, dirigida por Leticia Reyna Aoyama.

Fue por aquellos años que Jesús y yo tuvimos mayor cercanía, cuando frecuentaba mi casa para comer, nos reuníamos en fiestas y hacíamos algunos viajes en compañía de los compañeros del programa de Etnohistoria sobre todo. Me impresionaba, y lo recuerdo como si fuera ayer, la forma que este hombre afable e interesante, venido de la región Cristera de Jalisco, consumía la salsa que, entre más picosa más le gustaba, y acompañaba la comida con tequila, supongo que en una forma muy de su tierra. Igual fue siempre peculiar su atuendo, en especial sus huaraches con suela de llanta y tiras de cuero blanco, que usaba siempre, excepción hecha de ocasiones solemnes como sus exámenes.

Mencionar a la Huasteca me remite a los orígenes del Programa La Huasteca, a 1979, cuando el maestro François Lartigue y yo propusimos su creación a Guillermo Bonfil, director del CISINAH, con dos argumentos: el primero, la casi ausencia de investigadores de instituciones mexicanas en la región, por entonces casi un monopolio de los académicos franceses (arqueólogos y etnólogos), cobijados por la Misión Arqueológica y Etnológica Francesa en México (1960-1970), luego Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (1970 a la fecha), y el segundo, ser entonces la Huasteca escenario de numerosas invasiones de tierra por los campesinos y de protestas contra el caciquismo y el latifundismo imperante.

Iniciado oficialmente en julio de 1979, el Programa La Huasteca se estructuró en dos proyectos, uno a cargo de Lartigue y otro mío, integrados por sendos grupos de jóvenes becarios, el primero para realizar estudios antropológicos contemporáneos y el segundo etnohistóricos. En 1980 realizamos un recorrido general por la región a bordo de nuestras Brasilias, con objeto de observar paisajes, personas, poblados, mercados y archivos. Yo me incorporé tarde porque sucedió que Arturo Warman, mi esposo, se encontraba en una misión en Liberia y al llegar a ese país ocurrió un golpe de Estado que lo dejó incomunicado, debido a lo cual tuve que retrasar mi salida hasta recibir noticias suyas. Jesús me acompañó en la espera y luego en el viaje hasta alcanzar al grupo en Tamazunchale, San Luis Potosí. Recuerdo que yo iba muy desvelada y en un tramo de muchas curvas de la carretera le pedí a Jesús que manejara, a lo cual accedió a pesar de no ser muy diestro en ese menester, logrando llegar sanos y salvos a nuestro destino.

Los tres integrantes del proyecto de Etnohistoria, formado por Ludka de Gortari, Juan Manuel Pérez Zevallos y por mí, viajamos en mi camioneta, mientras que Jesús, Miguel Morayta y Lartigue en la de éste. El recorrido incluyó Tamazunchale, Huejutla, Tantoyuca, Tuxpan, Álamo y Tamiahua, así como diversas poblaciones menores.

Recuerdo con alegría la llegada, al atardecer, a Tuxpan y a nuestro primer encuentro con el mar, a donde acudimos emocionados antes de llegar al hotel. En el camino y gracias a la buena vista de Juan Manuel, quien fungía como copiloto, evitamos chocar con una vaca, cuyos ojitos alcanzó a ver y yo virar el volante. Tengo fotos de otro día en la playa, en donde los hombres del equipo jugaron football. Atesoro muchos recuerdos de aquel memorable y gratísimo recorrido. Igual de la visita al tianguis de Tantoyuca, en donde Jesús y yo nos interesamos particularmente en los puestos de venta de maíz y de alfarería, sobre todo en esas ollas con fondo cónico adecuado al tlecuil o fogón de las cocinas campesinas, una de las cuales sirvió a Jesús cual casco de conquistador, con ese humor chispeante que entonces lo caracterizaba. Otro recuerdo me remite al encuentro de un tlacuache que apareció en uno de los hoteles donde nos alojamos, el cual fue tomado del pescuezo por François, o bien a éste jugueteando al observar en el mercado algunos de esos catres de tijera con tejido de ixtle comunes por allá. Otro recuerdo visual, quizá el más célebre de Juan Manuel Pérez Zevallos, dormido plácidamente en la parte trasera de mi camioneta, y el regaño que siguió cuando le dije: Juan Manuel, el propósito de estos recorridos es conocer la región, observar los paisajes y las poblaciones y si te duermes éste no puede cumplirse. Por cierto, no tardó mucho en pedir el cambio de vehículo para mejor viajar con François.

Pero no todos los recuerdos de aquel recorrido son gratos, en especial tratándose de los archivos locales, que encontramos en un estado lamentable en su gran mayoría y cuya localización era uno de los principales objetivos del grupo de Etnohistoria, pues si no todos, muchos estaban saqueados o bien “dejados de la mano de Dios”. Otros, simplemente ya no existían o estaban muy disminuidos. Una verdadera tragedia la verdad.

Más tarde, Ludka y Juan Manuel realizaron sus tesis de licenciatura de la ENAH sobre la Huasteca, que dirigí, ella sobre los “Pueblos indios en la jurisdicción de la alcaldía mayor de Yahualica, 1650-1800” (1982), y él, “La Huasteca en el siglo XVI: fragmentación de los señoríos prehispánicos” (1983).

Años después y gracias a aquella semilla que sembramos en el Programa Huasteca, Pérez Zevallos y Ruvalcaba, emprendieron sus propios proyectos en esta región, pero colaborando en varias tareas, entre las que cabe destacar la dedicada a los archivos. Pérez Zevallos propuso a ADABI (Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas) un proyecto para el “Recate de los archivos parroquiales de los pueblos indígenas y afromexicanos de la Huasteca (siglos XVIII-XIX), realizado en 2009, previa visita a los obispos y párrocos para concertar las autorizaciones y diagnóstico, limpieza, resguardo en cajas y catalogación de los documentos. En estas tareas involucraron a sus alumnos de la ENAH, algunos de los cuales se convirtieron luego en estudiosos de la región, entre ellos los ahora doctores Clemente Cruz Peralta y Sergio Eduardo Carrera. De los ocho archivos parroquiales rescatados se cuenta con catálogos impresos también publicados en la página electrónica de ADABI.[1]

Pero esta historia sin duda merece ser contada con mayor detalle por los entonces jóvenes participantes. En todo caso nos remite al interés que ambos profesores tuvieron en formar a los jóvenes en estas tareas, particularmente a sus estudiantes de la licenciatura de Etnohistoria de la ENAH, en la cual Jesús fue profesor nada menos que 31 años, con más de 45 cursos dictados, además de serlo en otros programas de posgrado, de dirigir numerosas tesis de licenciatura y de posgrado y de participar activamente en jurados y sínodos de exámenes, lo cual no hace sino mostrar su vocación docente y de servicio.

Además de su producción académica, plasmada en libros, capítulos y artículos, Jesús propició y promovió activamente la publicación de los trabajos de sus estudiantes y colegas, especialmente los de índole etnológica y etnohistórica. Digna de resaltar es su acción para crear dos colecciones destinadas a dar a conocer avances y obras de investigación, la primera la Colección CIESAS/Estado de Hidalgo/Centro Hidalguense de Investigaciones Históricas, A.C., que contó con el apoyo del historiador Arturo Herrera, con cuatro títulos (1987-1988), y la segunda, co-coordinada con Pérez Zevallos, la Colección Huasteca, publicada por el CIESAS en coedición con instituciones como El Colegio de San Luis, CEMCA, Universidad Autónoma de Tamaulipas, Universidad Autónoma de San Luis Potosí), cuyos 20 títulos aparecieron entre 2000 y 2014, unos colectivos, otros individuales, algunos resultado de tesis, otros de los encuentros, y otros pocos, traducciones de textos de estudiosos extranjeros.

De lo realizado por Jesús en la Huasteca durante las varias décadas que le dedicó, además de lo apuntado, pueden resaltarse su interés en conocer la problemática social, agraria y agrícola de la región, sobre la cual realizó parte de sus mayores contribuciones académicas y humanas, plasmado en una prolija producción en forma de libros, capítulos y artículos, así como en sus esfuerzos y dedicación para organizar congresos, encuentros y seminarios con objeto de dar a conocer y discutir resultados propios y de sus colegas y estudiantes, entre los que destacan sin dudan los 22 Encuentros de investigadores de La Huasteca que coorganizó con el maestro Pérez Zevallos. Éstos se realizaron en distintos puntos de la geografía Huasteca, con el patrocinio de instituciones locales y nacionales, universidades, museos, municipios, etcétera, muestra de su poder de convocatoria.

Pero igual queda testimonio de su compromiso personal y profesional en las amistades que tejió en la Huasteca, con sus colaboradores campesinos, en particular en Silosúchil y Tancoco, Veracruz, a donde por cierto tuve el privilegio de acompañarlo. Fueron experiencias gratas, divertidas y llenas de aprendizajes. Imborrables.

Más allá de la Huasteca, pero en mucho nutrido por sus experiencias en ésta, estuvieron sus inquietudes políticas y acendradas convicciones éticas, enraizadas en su formación moral católica en su tierra natal y luego en la Universidad de Chapingo, sumadas a sus experiencias vitales como padre, antropólogo, maestro y colega durante su juventud y madurez, que lo llevaron, ya en el siglo XXI, a ocuparse y preocuparse por la Ética, la metodología, el plagio y el compromiso intelectual de los académicos, sobre lo cual publicó un valioso texto en 2008, ampliado más tarde, en 2019: Ética, compromiso y metodología. El fundamento de las ciencias sociales), y cuyos planteamientos “predicó”, como llamaba el antropólogo John V. Murra, a dar a conocer algún avance o propuesta en diversos foros. Una de estas pláticas, probablemente la última que Jesús ofreció en agosto del año pasado, en la Semana de bienvenida de posgrados CIESAS, puede consultarse en la página de YouTube del CIESAS .

El legado de Jesús en los varios terrenos que cultivó a lo largo de su vida es digno de conocerse mejor, difundirse más ampliamente, pero sobre todo discutirse a mayor profundidad, en estos tiempos difíciles que ahora vivimos en los cuales reina el desconcierto, la confusión ética y el cinismo. Lo extrañaré muchísimo, extrañaré su presencia siempre cordial y cariñosa conmigo pues, finalmente, fue más que mi colega. Fue mi alumno en los años más lejanos y mi amigo casi toda una vida.

La siguiente es la lista de sus libros:

El maguey manso, historia y presente de Epazoyucan, Hgo., Universidad Autónoma Chapingo, 1983 “Cuadernos Universitarios, 4”,.

Agricultura india en Cempoala, Tepeapulco y Tulancingo. Siglo XVI, DDF-UCCI, México, 1985.

Vida cotidiana y consumo de maíz en la Huasteca veracruzana, CIESAS, Tlalpan, 1987, “Cuadernos de la Casa Chata, 134”,.

Sociedad y violencia. Extracción y concentración de excedente en la Huasteca, CIESAS, México, 1991 “Cuadernos de la Casa Chata”,.

Tecnología agrícola y trabajo familiar. Una etnografía agrícola de la Huasteca veracruzana, CIESAS, Tlalpan, 1992 “Ediciones de la Casa Chata”,.

Las congregaciones civiles de Tulancingo, libro de documentos, con introducción, índice y estudio temático, CIESAS, Tlalpan, 1994. Coeditor junto con Ariane Baroni.

“Los teenek de Veracruz”, INI, México, 1994 «Cuadernos de trabajo del Instituto Nacional Indigenista».

Pueblos indígenas de México. Huastecos de Veracruz. Síntesis, INI-SEDESOL, México, 1994.

La Huasteca en los albores del tercer milenio. Textos, temas y problemas, Coautor junto con Juan Manuel Pérez Zevallos, CIESAS-IPN-CEMCA-Centro de Investigaciones Históricas de San Luis Potosí-UACH-INI, México, 1996.

Ética, compromiso y metodología. El fundamento de las ciencias sociales, CIESAS, México “Antropologías”, 2008.

Ética, compromiso y metodología. El fundamento de las ciencias sociales, CIESAS, México “Antropologías”, 2019 (edición corregida).


  1. 229. Sagrario Catedral, Huejutla; 244.Santiago Apóstol El Pescador, Tamiahua, Ver; 245. San José de la Montaña, Naranjos-Amatlán, Ver.; 246. Santa María Guadalupe Temporal, SLP; 261. San Juan Bautista Tamazunchale, SLP; 261. San Juan Bautista Tamazunchale, SLP; 262. San Miguel Arcángel, Tancanhuitz, SLP; 263. San Agustín Xilitla, SLP; 291. San José de los Montes Alaquines, SLP; 302. Tamasopo, SL.; 303. Tampamolón, SLP. Existe un video al respecto que puede ser visto en la página web del CIESAS.