Laura Mier Gómez[1]
El Colegio de México
La minería en Ixmiquilpan puede considerarse como no hegemónica, debido a que la producción de plata fue muy inferior en comparación con grandes distritos mineros como Pachuca, Zacatecas y Guanajuato. Los reales de minas no hegemónicos, incluyendo Ixmiquilpan, han sido poco estudiados. Esto debido a los pocos registros documentales que han quedado, lo que complica la posibilidad de calcular la cantidad de plata que se extrajo de sus minas, y de crear perfiles empresariales de los poseedores en la época novohispana.
Ixmiquilpan, un distrito minero no hegemónico
Uno de los primeros en llegar a la región en búsqueda del mineral argentífero fue Alonso de Villaseca, quien en 1546 fue el encargado de fundar la cofradía de Nuestra Señora del Rosario muy cerca de las vetas, en el cerro de Santo Tomé de Buenaguía a 24 leguas (100.8km) al noroeste de la Ciudad de México. El descubrimiento de plata en Ixmiquilpan se dio alrededor de 1548. Y a partir de ese momento, se hicieron un gran número de hallazgos metalíferos en el tramo que va de Ixmiquilpan al pueblo de Tlazintla. En este territorio se fundaron dos reales, el de Santa María Tepexi y el de San Juan.
A raíz de los descubrimientos Ixmiquilpan se convirtió en un lugar de producción de plata con un importante núcleo de población indígena que ya se encontraba asentada en la región antes de los descubrimientos. En 1549 lo que había sido el corregimiento de Ixmiquilpan pasó a ser la alcaldía mayor del mismo nombre, esto para tener un mejor control sobre los asuntos de gobierno y administrativos. Sin embargo, poco a poco el auge minero de Ixmiquilpan se vio opacado por los numerosos descubrimientos de minas en Pachuca, en 1552 aproximadamente, ya que el mineral en Pachuca y sus reales era de mejor calidad. Por el contrario, la plata de Ixmiquilpan tenía un alto contenido de plomo, por lo tanto su refinamiento se realizaba mediante el método de fuego, ya que el plomo servía de fundente, a diferencia del refinamiento empleado en la mayor parte de las minas de Pachuca que consistía en una mezcla de azogue (mercurio), sal y magistral. Este proceso era conocido como beneficio de patio.
El hecho de que en Ixmiquilpan se utilizara el beneficio de fuego, lejos de ser una desventaja, puede considerarse como causante de que la producción de plata, aun cuando fuera en pocas cantidades, se hiciera de forma continua. Esto debido principalmente a tres factores: el primero y más importante es que este método de beneficio no dependía del azogue, un insumo caro, escaso, monopolizado por la corona y que no se producía en el territorio novohispano sino que debía ser importado, por lo que el beneficio por fuego era relativamente más económico. El segundo factor está relacionado con la infraestructura necesaria en las haciendas de refinamiento, ya que el beneficio por fuego no requería de grandes extensiones de tierra, a diferencia del beneficio de patio. Y, por último, el tiempo que se tardaba en refinar la plata usando fuego era mucho menor que empleando azogue, lo que podía traducirse en periodos más cortos de recuperación de la inversión y de la obtención de ganancias por parte de los mineros.
Las primeras minas descubiertas en Ixmiquilpan estuvieron en manos de encomenderos de pueblos como Pachuca, Metztitlán y Huachinango. Posteriormente, para 1570, se sabe que en el Real de Santa María Tepexi había al menos ocho haciendas de beneficio. Los propietarios de estas eran Diego de Ibarra, Alonso de Villaseca, Juan de Añasco, los hermanos Francisco y Alonso de Oropesa y los hermanos Alonso y Pedro de Guzmán, con lo cual se puede observar que en este primer momento el vínculo familiar entre los poseedores jugó un papel muy importante para la explotación de las vetas, mientras que en Real de San Juan había tres haciendas de beneficio en manos de Rodrigo de Rivera y Francisco de Coello. Otro factor por destacar dentro del perfil empresarial de estos personajes es la diversificación geográfica de sus explotaciones, Ibarra tenía minas en Zacatecas, Villaseca era poseedor de minas en Pachuca, Guanajuato, y también en Zacatecas, mientras que Rivera explotaba simultáneamente sus minas de Ixmiquilpan, Pachuca y Guanajuato.
Debido a la poca información con la que se cuenta para conocer la cantidad de plata extraída de las minas de Ixmiquilpan, fue necesario echar mano de otras fuentes como los registros que los mineros realizaron ante los alcaldes mayores. Con esta información se pudieron inferir los periodos por los que atravesó la actividad minera en los primeros dos siglos coloniales. El primer periodo abarca desde el primer descubrimiento argentífero hasta finalizar el siglo XVI. En él se registraron un gran número de minas, lo que produjo grandes expectativas en la región atrayendo a un gran número de interesados en poseer minas, y población que deseaba trabajar en ellas. El segundo periodo, que abarca las primeras tres décadas del siglo XVII, fue de descenso de la producción, pues algunas minas se habían abandonado ya que tenían una profundidad considerable que implicaba una mayor inversión tanto en fuerza de trabajo como en infraestructura, principalmente para el desagüe de las vetas.
El periodo siguiente, que abarcó hasta mediados del siglo XVII, estuvo caracterizado por un nuevo auge relacionado con el descubrimiento de más vetas en la región, que atrajo una gran cantidad de población a establecerse en los reales de minas de Santa María Tepexi y San Juan. Posteriormente, y por un lapso de 20 años, todo parece indicar que la minería experimentó nuevamente un proceso de desaceleración. Sin embargo, los reales de minas de Ixmiquilpan no sufrieron un abandono total, como sí llegó a ocurrir en otros reales, ya que algunos yacimientos pequeños se siguieron explotando de forma continua y alternada según las posibilidades económicas de los mineros. En los momentos en los que bajaba la producción minera, ya fuera por falta de capital, agotamiento de los yacimientos o cualquier otra razón, gran parte de la población, principalmente indígena, volvía a sus pueblos a retomar sus actividades cotidianas, que consistían mayormente en la cría de ganado menor, debido a que la mayor parte del territorio estaba compuesto de tierra estéril con pocas lluvias, y en menor medida al cultivo en los márgenes del río Tula.
Hablando de la población, las minas de Ixmiquilpan tuvieron la gran ventaja de contar con pueblos aledaños densamente poblados a lo largo del periodo virreinal, entre los que destacan Orizaba, Chilcuautla y Tlazintla, por lo tanto, la mano de obra para las minas, que comprendía a los trabajadores libres y a los de repartimiento, en apariencia no fue un problema. Más aun, los pueblos antes mencionados tenían la obligación de enviar indígenas a las labores mineras tanto de Zimapán como de Pachuca. El último periodo para concluir con el siglo XVII, se caracterizó por un por un nuevo apogeo en las minas del real del Cardonal, ya que varias minas que estaban abandonadas fueron denunciadas, y por tanto rehabilitadas por nuevos mineros que llegaron a la zona.
Debido a que Ixmiquilpan fue un distrito minero no hegemónico, podemos considerar que los cambios productivos entre los periodos de auge y desaceleración de la producción argentífera no fueron tan abruptos como los experimentados en los reales de minas con gran producción en los periodos de bonanza, dando hasta cierto punto estabilidad y continuidad en la explotación minera de la región. Otra cuestión importante para resaltar es que a lo largo de los siglos XVI y XVII se construyeron diferentes caminos que permitieron que Ixmiquilpan estuviera conectado con las poblaciones aledañas. Los caminos principales fueron de Ixmiquilpan a Zimapán, Jilotepec (este era un ramal que se conectaba al Camino de Tierra Adentro y que llegaba a la región de Zacatecas), Pachuca pasando por Actopan y que de ahí había una bifurcación a Tula, y con la Ciudad de México. Además de los que conectaban a la cabecera de la alcaldía mayor de Ixmiquilpan con los reales de minas de la misma jurisdicción, es decir, el Cardonal, Santa María Tepexi y San Juan, y los que iban a los pueblos indígenas de Tlazintla, Chilcuautla y Orizaba.
Mapa del distrito minero de Ixmiquilpan 1628-1700
Elaboración: Ricardo Hernández Vergara.
Debido a la cantidad de caminos, que en muchos casos eran de paso obligado para llegar a diferentes pueblos, podemos considerar que Ixmiquilpan fungió como una especie de punto central y eje comercial de mercancías. Además, uno de los principales productos que se obtenía en Ixmiquilpan como parte de la minería, además de la plata, era el plomo. Como se mencionó arriba, el plomo servía como fundente, y se envió a reales de minas como Pachuca, Real del Monte, Atotonilco el Chico, entre otros, para que la plata pudiera ser beneficiada por el método de fuego, principalmente en momentos de escasez de mercurio. Por lo tanto, al hablar de minería no hegemónica es necesario considerar que regiones como Ixmiquilpan no se encontraban aisladas, y jugaban un papel fundamental en el comercio.
¿Quiénes fueron los poseedores de minas entre 1630 y 1700?
Para comprender cómo se realizó la explotación de las minas de Ixmiquilpan es necesario conocer a los personajes que fueron poseedores de ellas. Sin embargo, esta tampoco es una tarea sencilla por la poca cantidad de documentación con la que se cuenta, por lo cual, para elaborar los perfiles empresariales de a los poseedores de minas en Ixmiquilpan fue necesario un análisis detallado de las actividades de cada uno. A continuación, trataremos sobre algunos de estos personajes.
El primero es Pedro Zamora, de quien se tiene registro de que desde 1628 poseía una mina cuya producción principal era el plomo, pues tenía baja concentración de plata. Zamora era cura en la iglesia de la Asunción del Cardonal, aun cuando la legislación de la época prohibía que los curas tuvieran minas dentro de su doctrina. Además, este personaje poseía una hacienda de beneficio en Zimapán, a donde muy probablemente llevaba su mineral para ser beneficiado. El hecho de que Zamora fuera cura le daba cierta ventaja respecto al resto de los mineros, ya que conocía perfectamente el real del Cardonal, y tenía una estrecha relación con las autoridades locales y los habitantes.
En 1634, Juan Antonio de Azevedo descubrió las minas de Santo Tomás y La Mina de los Pobres, las cuales se encontraban relativamente cercanas entre ellas. Una vez hecho el descubrimiento acudió ante el alcalde mayor para registrarlas, y aprovechó ese momento para también registrar un sitio para casas y una hacienda de beneficio en la cual establecer un molino y a su cuadrilla de trabajadores. Como se puede observar en este caso, Azevedo a raíz de los descubrimientos buscó afianzar todo el proceso productivo de la obtención de plata en sus manos, desde la extracción hasta el beneficio, para no depender de terceros.
Juan González de Lugo, junto con Francisco Martín Alemán (el mozo), hizo el registro de una mina que descubrieron, a la cual nombraron San Nicolás Tolentino. Algo similar ocurrió con la mina de San Joseph, la cual fue descubierta por Marcelino de Madariaga, el cual hizo donación a Juan Sánchez Nieto y a Diego Álvarez de una tercera parte de la mina a cada uno, por haberse hallado presentes en el momento del descubrimiento. En este periodo y específicamente en el caso de Ixmiquilpan fueron comunes los registros de minas conjuntos, ya que estos permitían dividir los costos de producción entre los poseedores. Regresando a la mina de San Nicolás Tolentino, tenemos que González Lugo al año siguiente de su descubrimiento, descubrió la de San Antonio, y además era dueño ganado menor en Ixmiquilpan. El caso de González Lugo ejemplifica claramente cómo algunos mineros, con el objetivo de reducir los riesgos de perder su dinero por completo dentro de una actividad tan azarosa como lo era la minería, recurrieron a la inversión en otras actividades económicas más estables.
Era muy común que un solo personaje tuviera varias minas, tal es el caso de Nicolás de Azocar quien había descubierto dos minas en el real de San Juan, y Luis de Apaciarse quién denunció cuatro minas en el Real del Cardonal. Podemos decir que Apaciarse era un minero experimentado, ya que poseía minas también en Zimapán y Pachuca. El hecho de poseer más de una mina generaba en el minero cierta seguridad en cuanto a la continuidad de la producción, pues en muchas ocasiones las ganancias obtenidas en una mina eran invertidas en otra, aminorando el riesgo de pérdida de la posesión, ya que si una veta no era trabajada por más de cuatro meses, cualquier persona podía denunciarla y hacerse con ella.
La mayor parte de los descubrimientos que se hicieron de minas en el Real de San Juan estuvieron relacionados entre sí, pues cuando los mineros acudían a realizar el registro, daban como referencia el nombre de otra mina o minas recién descubiertas. A modo de último ejemplo, tenemos el caso de Francisco de Acosta, quien en 1674 había recibido como merced dos sitios de ganado mayor a modo de agradecimiento por la donación de 250 pesos de la época que había hecho al rey. Probablemente una vez recibida la estancia Acosta estuvo más interesado en los negocios de la región y por tanto ya en 1690 aparece laborando una mina.
A continuación, se presenta una tabla con los registros de posesiones mineras que se hicieron en el distrito de Ixmiquilpan entre 1628 y 1700. En la tabla podemos observar que el primer periodo comprende un gran número de descubrimientos, mientras que en el segundo los registros eran por denuncio, es decir, que las minas ya se habían explotado años antes, pero se habían abandonado. También la tabla nos permite observar cómo el real de minas de San Juan estuvo en auge, dentro de los parámetros de minería no hegemónica, en la primera mitad del siglo XVII, y para las últimas dos décadas del mismo siglo la actividad minera fue superada por el Cardonal.
Elaboración propia con base en el Archivo Histórico del Poder Judicial del Estado de Hidalgo (AHPJEH), Serie Minería, caja 1, exp. 9, 16, 17, 18, 20, 21, 22, 24, 23, 26, 27, 25, 33, 59, 80.
Reflexiones finales
En suma, debido a la poca producción de plata de las minas de Ixmiquilpan durante el periodo de estudio, podemos considerar que este fue un distrito minero no hegemónico. Sin embargo, debido a su amplia conexión por medio de caminos, el empleo de beneficio de fuego y su producción de plata, Ixmiquilpan debe ser considerado como un lugar relevante dentro del espacio novohispano. Además por la presencia de poseedores de minas en la zona, que, si bien no generaron grandes fortunas con la extracción de plata, fueron muy importantes en la creación de vínculos y redes comerciales.
El estudio detallado de reales de minas como este, es decir, no hegemónicos, nos permite conocer las dinámicas económicas y las estrategias empresariales de los personajes involucrados.
Bibliografía
Cubillo Moreno, G. (2006). Los dominios de la plata: el precio del auge, el peso del poder. Empresarios y trabajadores en las minas de Pachuca y Zimapán 1552-1620. INAH.
De Mendizábal, M. O. (1941). Los minerales de Pachuca y Real del Monte en la época colonial: contribución a la Historia Económica y Social de México. El Trimestre Económico, 8(30), 253-309.
De Villaseñor y Sánchez, J. A. (2005). Theatro Americano. Descripción general de los reynos y provincias de la Nueva España y sus jurisdicciones. UNAM. (Primera publicación, 1746).
Gerhard, P. (1986). Geografía histórica de la Nueva España, 1519-1821. UNAM.
Ramírez Calva, V. C. (2011). Ixmiquilpan: un paisaje en construcción: procesos de cambio regional, siglos XVI-XVII. Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.