La minería en México es una actividad con una amplia trayectoria, que ha tenido una importancia crucial en su historia. En este dossier del Ichan nos interesa reflejar algunos de los caminos transitados en los estudios relativos al sector minero en México y, dada la relevancia de dicho proceso productivo como eje de la economía, reflexionar sobre sus implicaciones socio-ambientales, así como sobre los agentes sociales que, de diferente forma, coadyuvaron a su desarrollo. Los trabajos que aquí se presentan abordan alguna de esas cuestiones y atienden a diferentes épocas y regiones. Todo ello buscando que las últimas investigaciones y la mirada crítica (al pasado y al presente) supere el campo de la academia y llegue a un público más amplio.
En cuanto a los agentes sociales implicados en la actividad minera, nos interesa reconstruir un panorama amplio que tenga en consideración la participación en esta actividad económica de grupos y sectores que, durante mucho tiempo, fueron relegados a un segundo plano en los estudios sobre minería. De este modo, queremos traer a este lugar los resultados de investigaciones recientes que buscan recuperar la presencia activa de afrodescendientes, indígenas y mujeres en la minería de Nueva España y México. Estudios que dibujan a los reales de minas como espacios de confluencia de diversos grupos sociales y étnicos y resaltan el papel que estos desempeñaron en la configuración y funcionamiento de esas comunidades.
El rol de los afrodescendientes es abordado por David Navarrete, quien evidencia las posibilidades que brinda el análisis de censos parroquiales de Nueva España a la hora de percibir las diferentes actividades económicas en las que se involucraron dentro y fuera de la minería. Y, en último término, insiste en la relevancia que tuvieron al intervenir en ámbitos esenciales para la vida en esas comunidades como el abastecimiento de insumos, actividades terciarias, labores artesanales, etc. Aspecto que también plantea Dana Velasco, quien presta atención a la diversidad social de ciudades mineras como Zacatecas o San Luis Potosí y a las contribuciones de hombres y mujeres afrodescendientes e indígenas no sólo a la minería sino, sobre todo, al desarrollo de esas sociedades. Se alude, en este sentido, a las prácticas y habilidades técnicas de estos grupos, desdibujadas en muchas ocasiones.
Examinar y valorar las actividades de mantenimiento y cuidados, consideradas por mucho tiempo como secundarias y complementarias, permite recuperar el aporte laboral de la mujeres en las ciudades y pueblos mineros. Cuestiones que planteo en mi texto, sin olvidar que la actividad femenina se percibe, también, en la esfera empresarial. Así se cuestiona la imagen habitual de los centros mineros como espacios muy masculinos. En esa dirección apunta el trabajo de Alma Parra, en el cual analiza la trayectoria de una empresaria minera del Guanajuato decimonónico, Francisca Paula Pérez Gálvez y muestra cómo sus actitudes para la gestión y administración le permitieron promover sus negocios y también sobrellevar situaciones inestables y adversas.
Sobre estas/os protagonistas de la historia minera aún falta mucho por saber, igual ocurre con otros sectores como los egresados de las instituciones de educación técnica, profesionales que ejercieron de ingenieros de minas en las empresas mineras. Algunas notas sobre ellos se presentan en el texto de Lucero Morelos. En el cual, además de señalar varios tópicos aún por estudiar, aborda la historia de varias escuelas prácticas de minas durante el siglo XIX prestando especial atención a sus profesores y egresados. La presencia de ingenieros de minas al interior de los consejos de administración de sociedades mineras a finales del siglo XIX y principios del siglo XX es mencionado por Moisés Gámez en su trabajo. En éste expone, a partir del caso de San Luis Potosí, las transformaciones experimentadas en las formas de organización del sector minero y las estrategias de empresarios e inversionistas mineros nacionales.
La cuestión de los conocimientos técnicos es fundamental para el desarrollo y funcionamiento de la minería. En el territorio mexicano, esos saberes y prácticas tienen una larga tradición, anterior a la llegada de los europeos, como se ve en el texto de Blanca Maldonado. Esta autora repara en las actividades mineras y metalúrgicas desarrolladas por las comunidades indígenas mesoamericanas para la extracción del cobre. Así nos presenta desde una óptica distinta la relación de los indígenas con la minería. La llegada de los europeos, y la producción de metales preciosos para un mercado global, trastocó esa situación, aspecto que aborda Brígida von Mentz. Poner el foco de atención en los protagonistas de la actividad minera, como son los trabajadores indígenas, nos lleva a percibir, también, los efectos que su desarrollo tiene en ellos y en sus comunidades. Así, Mentz muestra varias de esas repercusiones, a lo largo del periodo colonial: trabajo coercitivo, transformaciones de las economías indígenas regionales o efectos nocivos para la salud, tanto al desempeñarse como trabajadores, como por la contaminación del entorno.
La incidencia y los daños ambientales de la actividad minera no son desconocidos. En ese sentido, el texto de José Luis Caño incide en las transformaciones medioambientales a nivel regional que conllevaron la explotación minera y su demanda de recursos. En un trabajo en el que defiende la tesis sobre el inicio del proceso de industrialización a finales del periodo colonial en México. Javier Ortega también alude a los efectos sociales y ambientales de la llamada Revolución Industrial y explica cómo la introducción de las máquinas de vapor en la minería de Real del Monte, en el siglo XIX, conllevó un elevado consumo de madera sometiendo a los bosques cercanos a una severa explotación. A finales de esa centuria y comienzos del siglo XX, ciertas medidas gubernamentales junto a cambios tecnológicos permitieron detener la deforestación de la región. Experiencia que debería servir para reflexionar sobre las posturas actuales ante los problemas sociales y ambientales que origina el sector minero en México.
En la actualidad los problemas y las repercusiones de la actividad minera son extensos y de diversa índole. Sería materia para un dossier o número monográfico específico. En este número sólo se atisban levemente algunas cuestiones en el trabajo de Eréndira Martínez, y en la sección de Cinemantropos. En éste, a partir de un análisis del documental El mineral o la vida, de José Luis Matías Alonso, se pone el acento en las personas y comunidades que se han visto afectadas por la violencia y el extractivismo de empresas transnacionales en Guerrero, así como en las respuestas que desde esas comunidades se han dado. Por otro lado, el papel e importancia de las poblaciones originarias en la preservación del entorno natural se puede ver en texto de Salomón Cortes y Belinda Rodríguez. Por último, el trabajo de Hugo Cotonieto nos trae dos rostros de la problemática minera a partir del caso de Real de Catorce, en San Luis Potosí. De un lado, su reconversión al turismo y por otro, la posibilidad de la reactivación minera de mano de una empresa canadiense, no exenta de conflictividad social.
Es mucho aún lo que queda por hacer y estudiar en cuanto a las implicaciones e impactos de la actividad minera a nivel regional. De todas formas, hay que reconocer los esfuerzos realizados, que en las últimas décadas, junto a las cuestiones económicas, legales e institucionales, han puesto el foco de atención en los actores sociales implicados en el sector minero, así como en su impacto socio-ambiental. Este dossier sólo ha mostrado una pequeña parte de todo lo que se está haciendo y nos aproxima a cuestiones como la presencia de los afrodescendientes e indígenas en la actividad minera, la importancia de la transmisión de conocimientos, la participación de las mujeres o la respuesta de las comunidades frente a los megaproyectos o acciones de empresas transnacionales, entre otras problemáticas. No queda más que invitar a la lectura de esos textos.
Coordinadora: Isabel M. Povea Moreno