Infancia y plaguicidas en comunidades rurales
de Jalisco

Luz Emilia Lara y Bretón[1]
CIESAS Occidente

Introducción

En este artículo se presenta la situación de exposición a plaguicidas que la infancia de comunidades rurales puede estar teniendo y a través de qué vías. Mediante un estudio de caso, así como incidencia en una localidad enmarcada en un valle cañero al sur de Jalisco, se muestra que es posible revertir esta situación a través del cambio de prácticas de riesgo y tanto un continuo seguimiento de las actividades de incidencia, como la evaluación continua de bio indicadores como la presencia de plaguicidas en la orina y la filtración de albuminuria en el riñón.

La información es parte de los datos preliminares de un Proyecto Nacional de Investigación e Incidencia (PRONAII) del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencia y Tecnología (CONAHCYT), donde participan investigadores de cuatro Centros Públicos de Investigación: CIESAS-Occidente, Universidad de Guadalajara, El Colegio de Michoacán y el CIATEJ; tres Organizaciones de la Sociedad Civil, líderes y promotores locales, así como diversas familias de las localidades que participan en el proyecto desde el año 2022 hasta 2024.

Antecedente

A partir de la instalación de paradigma productivo de la llamada “revolución verde” en la década de 1940, se comenzaron a utilizar en forma masiva los agroquímicos. Este paradigma propone una agricultura industrial intensiva realizada en monocultivos dependientes de insumos externos: semillas, fertilizantes, plaguicidas, maquinaria agrícola, suministro de agua a través de obras de riego y otorgamiento de crédito para financiamiento de las operaciones agrícolas (Bejarano, 2018).

La “revolución verde” se originó en Estados Unidos desde donde fue importada a México apoyada por políticas y programas de fundaciones privadas y organizaciones como la FAO, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Se acentuó con el proceso de apertura comercial.

Con la adopción creciente de este paradigma productivo, se incrementaron también los problemas de salud humana y de contaminación, ya que los agrotóxicos se utilizaron sin prevenir la contaminación del aire, agua, suelo, flora, fauna y el propio organismo humano (Hewitt de Alcántara, 1978). En 1962, Rachel Carson (precursora del ecofeminismo), en su libro “Primavera silenciosa” (Silent spring) denunció los efectos nocivos que para la naturaleza tenía el empleo masivo de productos químicos como los pesticidas, el DDT en particular. A partir de ese momento se ha venido construyendo y argumentando un enfoque sistémico de la salud ambiental.

Enfoque de ecosalud

Desde el enfoque ecosistémico para la salud, o ecosalud, la salud humana depende directamente del estado del ecosistema, por lo que incidir en la salud humana, y especialmente en problemáticas de la salud pública, se convierte en incidir en la salud ecosistémica, y mejorar o preservar la salud humana implica mejorar o preservar el medio ambiente (Lara-y-Bretón, 2023)​. En este tenor, para la investigación e incidencia en problemáticas socioambientales desde este enfoque de ecosalud, es necesaria la integración de los siguientes principios:​

1. El pensamiento sistémico. Evalúa todas las partes y las interrelaciona ya que forman una sucesión de causas y efectos dentro de un todo.​

2. La transdisciplina. Es una manera de organizar el conocimiento más allá de las fronteras disciplinares, aportando una mirada global que integra una diversidad de saberes humanos, saberes científicos y experiencias vividas (Morin, 2004; Freire en Serna, 2016).​

3. La equidad social y de género. No hay transdisciplinariedad sin descentralización del poder y compromiso social, por lo que la inclusión social, y en especial de las mujeres en tanto principales cuidadoras de la salud y los recursos para la vida, es un elemento fundamental de la ecosalud.​

4. Investigación-acción. Se basa en una vinculación entre los estudios y las experiencias vividas materializadas en la práctica de un trabajo colectivo y solidario facilitado por agentes sociales (Morin, 2004; Freire en Serna, 2016)​.

Plaguicidas: exposición y efectos

Los plaguicidas, pesticidas o biocidas son sustancias químicas y tóxicas creadas para matar o repeler plagas que afectan a las plantaciones agrícolas o animales de cría. Ningún plaguicida es inofensivo y todos implican algún riesgo para la salud humana y el ambiente. No obstante, en las localidades rurales, donde son utilizados ampliamente como “la única solución efectiva” a las plagas y enfermedades agropecuarias, poco se sabe de estos riesgos, y son utilizados sin las precauciones adecuadas para minimizar los riesgos y la exposición a estas sustancias, tanto de los trabajadores agrícolas, como de las poblaciones rurales en general, incluyendo a los y las niñas.​

Los plaguicidas se utilizan en la agricultura (85%), salud pública, la industria, reservas y áreas verdes y depósitos de agua. ​ En muchos casos, el suelo y las aguas subterráneas se convierten en reservas ambientales de estos residuos, desde los cuales se pueden desplazar, a través de una gran variedad de rutas, a la atmósfera, aguas y organismos vivos, donde sufren diferentes procesos de acumulación, degradación y disipación (Andreu, 2008).​ La presencia de sus residuos y metabolitos en el ambiente depende del grado de persistencia (degradación rápida o lenta).

Fuente: FAO y OIT, 2015.


Los efectos negativos de los plaguicidas en la salud humana que se pueden ver inmediatamente son conocidos como efectos agudos, mientras que los efectos a largo plazo son conocidos como efectos crónicos y muchos de ellos todavía están estudiándose. Entre los efectos agudos se encuentran los vómitos, náuseas, dolores de cabeza, ronchas en la piel, mareos, ceguera, confusión y hasta la propia muerte. Dentro de las principales enfermedades asociadas a una exposición crónica a los plaguicidas son diferentes tipos de cáncer, infertilidad, diabetes, obesidad, trastornos del comportamiento (depresión, trastorno bipolar) y déficit de atención.

Existen diversos estudios que han demostrado la presencia de plaguicidas en el cuerpo humano (Flores-Ramírez et al., 2020; González et al., 2020; Sierra-Diaz et al., 2019; Trejo-Acevedo et al., 2012)​.

Presencia de plaguicidas en Jalisco

Todos estamos expuestos a los plaguicidas, no solo los jornaleros rurales. Tan solo entre 2015 y 2017, Jalisco fue el estado que presentó mayor número de personas intoxicadas por plaguicidas (ver gráfica 1). Dentro de las personas intoxicadas, el 20% eran menores de edad, tanto niños como niñas (ver gráfica 2).

Gráfica 1. Intoxicaciones por plaguicidas registradas en México, entre 2015 y 2017

C:\Users\Investigador4\AppData\Local\Microsoft\Windows\INetCache\Content.MSO\A12A6D11.tmp

Fuente: elaboración propia con base en datos abiertos de la Dirección General de Epidemiología, 2022.

Gráfica 2. Población intoxicada por plaguicidas según edad y género, registrada en México en 2017​

​  C:\Users\Investigador4\AppData\Local\Microsoft\Windows\INetCache\Content.MSO\7058247.tmp

Fuente: elaboración propia con base en datos abiertos de la Dirección General de Epidemiología, 2022.​

¿De qué manera están expuestos los y las niñas?

Los y las niñas son más vulnerables a exponerse a la contaminación por plaguicidas porque tienen una percepción menor del riesgo y pueden llegar a jugar o reutilizar los envases de los plaguicidas, desconociendo el peligro que ello implica. Asimismo, los niños comen y respiran más veces que un adulto, en proporción a su peso, además, su piel es más absorbente dado que tienen los poros más tupidos. También, al tener menor peso que un adulto, las dosis de toxicidad son menores. Por ejemplo, una cerveza le va a causar mayor emborrachamiento a un niño que a un adulto, porque la concentración de alcohol en el cuerpo del niño va a ser mayor que en el del adulto, y lo mismo sucede con otras sustancias en el organismo.

Mediante observación etnográfica y entrevistas, se pudo constatar que los menores están expuestos, por un lado, al participar directamente en las actividades que involucran el manejo de plaguicidas, como son compra-venta de plaguicidas, preparación de mezclas y disoluciones de plaguicidas para aplicar en campo, aplicación de plaguicidas en cultivos de traspatio y a veces en la parcela, limpieza de implementos agrícolas para la aplicación de los químicos, etc., y por otro lado al contaminarse indirectamente por estudiar, trabajar o jugar cerca de cultivos tratados con plaguicidas, consumir agua y alimentos (incluida la leche materna) con residuos de estos químicos, y, en el caso de los nonatos, a través de la exposición dentro del vientre de la madre.

Presencia de plaguicidas en niños rurales

Es común que los poblados rurales estén rodeados de zonas de cultivos en las que se utilizan los plaguicidas de manera periódica. Para analizar la exposición de los niños a los plaguicidas se eligió un poblado al sur de Jalisco rodeado de cultivo de caña (ver mapa 1), con el fin de analizar la presencia de esas sustancias en la infancia. Dicho poblado tiene 1,399 habitantes, de los cuales 530 son menores de 18 años de edad. El 27% de la población es indígena (372 habitantes de hogares indígenas), proveniente de los estados de Guerrero, Chiapas y Oaxaca principalmente, que se emplean como jornaleros agrícolas de la caña, la hortaliza y el agave. Además, habitan 81 afrodescendientes que también se emplean en la agroindustria local.

En 2018, un grupo de investigadores del CIESAS Occidente y la Universidad de Guadalajara realizaron un tamizaje de orina para determinar la presencia de plaguicidas en los infantes de esta comunidad y encontraron que el 100% de los niños tenían al menos 2, y hasta 12, plaguicidas (Sierra et al., 2019).

Mapa 1. Poblado rural al sur de Jalisco, rodeado por agricultura convencional


Dicho tamizaje lo hemos repetido durante 2022 y 2023 como parte de un Proyecto Nacional de Investigación e Incidencia (PRONAII) de CONAHCYT. En este proyecto se implementan acciones de incidencia para disminuir la exposición de las y los niños a los plaguicidas, para revertir un posible daño renal y neurocognitivo, tales como:

1. Producción de alimentos orgánicos (libres de plaguicidas) en huertos escolares, familiares y parcela escolar.

2. Activación y abastecimiento de comedores escolares con los alimentos de los huertos orgánicos.

3. Talleres con adultos e infancias sobre educación ambiental, agroecología, nutrición orgánica y desarrollo cognitivo.

  1. Padre de familia cultivando la parcela escolar. 2. Madre de familia cocinando alimentos orgánicos de la parcela escolar. 3. Padres de familia preparando bioinsumos para la parcela escolar.

Resultados

Los resultados del tamizaje realizado a 196 estudiantes de educación básica en 2022 muestran que el 93% de los niños tenían de 1 a 6 plaguicidas presentes en la orina, destacando el herbicida 2-4D y el insecticida Malatión. En total se detectaron 15 sustancias activas de los plaguicidas en las orinas (ver gráfica 3). En ese momento, un 76% de los infantes salieron con una condición normal de sus riñones, mientras el 19% tenían una leve inflamación reversible y el 5% una inflamación moderada aún reversible.

Para el último tamizaje realizado en 2023, después de 18 meses de implementación de las actividades de incidencia mencionadas, el 63% de los alumnos no presentó ningún plaguicida. El 47% que sí tenía plaguicidas, sólo presentaba de 1 a 2 plaguicidas, de 6 sustancias diferentes. Los principales fueron nuevamente el herbicida 2-4D y el Molinato (ver grafica 3).

Gráfica 3. Plaguicidas detectados.

Fuente: elaboración propia


Por su parte, el 95% de los niños presentaron una condición normal de sus riñones, el 3% una inflamación leve reversible y el 1% una inflamación moderada reversible (ver gráfica 4).

Grafica 4. Estado renal

Fuente: elaboración propia.

Conclusiones

Modificar la práctica alimentaria de los estudiantes —considerando el reto mayúsculo que ello implica— parece estar disminuyendo la exposición a plaguicidas, dado que tanto los infantes como sus familias están mejor informados sobre las vías de exposición, los riesgos y las alternativas para prevenir que dichas sustancias ingresen al organismo. La presencia de plaguicidas ha disminuido considerablemente y la alimentación orgánica en los comedores escolares va aumentando, de a poco, así como la salud de los y las niñas, al menos en estos 2 bioindicadores.

Bibliografía

Andreu, S. O. (2008). Evaluación de riesgos ambientales del uso de plaguicidas empleados en el cultivo del arroz en el parque Natural de la Albufera de Valencia [tesis doctoral en Biotecnología]. Universitat Politécnica de Valencia.

Bejarano, F. (2018). Highly Hazardous Pesticides in Mexico, Pesticide Action Network in Mexico. RAPAM. https://ipen.org/sites/default/files/documents/HHHP%20in%20Mexico%202018REV.pdf.​

Carson, R. (1962). Silent Spring. Houghton Mifflin.

Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), y Organización Internacional del Trabajo (OIT) (2015). ¡Protege a los niños de los plaguicidas! https://openknowledge.fao.org/server/api/core/bitstreams/2e9d6fb5-cbe5-4334-bd3a-a66c54a2cb60/content

Flores-Ramírez, R., Pérez-Vázquez, F., Cilia-López, V., Zuki-Orozco, B., Carrizales, L., Batres-Esquivel, L., y Díaz-Barriga, F. (2016). Assessment of exposure to mixture pollutants in Mexican indigenous children. Environmental Science and Pollution Research, 23(9), 8577-8588.

González-Alzaga, B., Romero, D., López, I., Giménez, M., Af, H., y Lacasaña, M. (2020). Urinary levels of organophosphate pesticides and predictors of exposure in pre-school and school children living in agricultural and urban communities from south Spain. Environmental Research, 186, 109459. https://doi.org/10.1016/j.envres.2020.109459

Hewitt, C. (1978). La modernización de la agricultura mexicana 1940-1970. Siglo XXI.

Lara y Bretón, L.E. (2023). Incidencia a partir de un enfoque de ecosalud para la reconfiguración agroecológica, alimentaria y de Salud. Ichan Tecolotl, 34(370). https://ichan.ciesas.edu.mx/incidencia-a-partir-de-un-enfoque-de-ecosalud-para-la-reconfiguracion-agroecologica-alimentaria-y-de-salud/

Sierra-Diaz, E., Celis-de la Rosa, A., Lozano-Kasten, F., Trasande, L., Peregrina-Lucano, A., Sandoval-Pinto, E., y Gonzalez-Chavez, H. (2019). Urinary Pesticide Levels in Children and Adolescents Residing in Two Agricultural Communities in Mexico. International Journal of Environmental Research and Public Health, 16(4), 562. https://doi.org/10.3390/ijerph16040562

Trejo-Acevedo, A., Rivero-Pérez, N. E., Flores-Ramírez, R., Orta-García, S. T., Varela-Silva, J. A., y Pérez-Maldonado, I. N. (2012). Assessment of the levels of persistent organic pollutants and 1-hydroxypyrene in blood and urine samples from Mexican children living in an endemic malaria area in Mexico. Bulletin of environmental contamination and toxicology, 88(6), 828-832.


  1. Investigadora por México del Conahcyt en CIESAS Occidente.