Identidades juveniles. La universidad comunitaria-intercultural como espacio de otras diversidades

Susana Vargas Evaristo
Cátedra Conacyt-CIESAS Pacífico Sur
susana.vargas.e@gmail.com


Anuncio ISIA. Foto: Susana Vargas.


En el año 2019 realicé entrevistas entre jóvenes estudiantes del Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA), las charlas tenían el propósito de conocer cómo había sido su trayectoria escolar a lo largo de su historia biográfica, para luego, adentrarnos a la decisión de optar por el ISIA como proyecto de profesionalización posible. Esta universidad se encuentra instalada en la comunidad de Jaltepec de Candayoc en el municipio de San Juan Cotzocón, Región Mixe, Oaxaca; su dinámica cotidiana está vinculada a la vida del pueblo, la llegada de profesores y profesoras que proceden de otros contextos universitarios, así como de aquellos que viven en el mismo entorno; la convivencia en el salón de clases, las actividades extra áulicas y el comedor comunitario del ISIA.

La universidad parte de una visión del aprendizaje como una construcción personal e interior que sucede en un ambiente en el que “las personas son aceptadas, queridas, respetadas en un entorno de confianza, todas estas características buscan fortalecer su identidad cultural y dar cuenta de su propio aprendizaje” (Aarón, 2014: 43). Desde esta mirada, la educación está vinculada a la vida de las y los estudiantes, y a los saberes comunitarios como pilares de los procesos de profesionalización del estudiantado.

El ISIA surgió en el 2006 para dar una opción educativa a las familias con dificultad para solventar los estudios universitarios de sus hijos e hijas, dado el contexto de desigualdades y estratificación entre las comunidades para acceder a los servicios básicos (Ibíd., 43). Su iniciativa educativa se apega a la educación comunitaria e intercultural para jóvenes procedentes de diversos estados del país, evidentemente las y los jóvenes oaxaqueños concentran el mayor número de estudiantes inscritos. Una característica sobresaliente del ISIA es la diversidad lingüística representada por estudiantes procedentes de los pueblos ayuuk, zapoteco, mixteco, ikoots, chinanteco, chontal, popoluca, tzeltal, náhuatl y wixarika. La múltiple presencia lingüística y de mundos de vida entre las y los jóvenes ha conllevado a pensar en generar espacios de atención de la diversidad lingüística. Particularmente, el instituto se esfuerza por la enseñanza de la lecto-escritura a través de la apertura de espacios que favorecen la confianza en la práctica de la lengua materna.

Las migraciones y el ámbito de la educación superior han visibilizado una condición juvenil entre los colectivos indígenas y rurales de Latinoamérica (Urteaga y García, 2015) que revelan retos que atraviesan el reconocimiento de la pertenencia étnico-comunitaria, pero también la necesidad de visibilizarse desde su disidencia y diversidad sexual. En las entrevistas realizadas a las y los jóvenes de esta universidad di cuenta de temas como los dilemas que representa el descubrimiento y apertura social de la identidad sexual o la vergüenza de expresar situaciones de violencia en el ámbito de las relaciones de pareja; como experiencias de las juventudes que buscan ser externadas en espacios libres de conversación. Desde luego estos problemas no son producto de la universidad en sí misma, sino que los asumimos como parte de un proceso identitario, individual y colectivo. No obstante, dadas las particularidades del contexto universitario articulado a la vida de una comunidad rural. Saraví menciona que “la experiencia biográfica constituye el espejo en el que se cristalizan las situaciones de vulnerabilidad y riesgo en las que transcurre la vida de los individuos”. (Saraví, 2006: 88). Los períodos transicionales del curso de vida, como los llama el mismo autor, nos ayudan a comprender la gestación y desarrollo de procesos de acumulación de desventajas, en este caso de las y los jóvenes. En este sentido, nos interesa presentar las reflexiones de un joven estudiante en el ISIA sobre su identidad de género, en tanto que nos abre la pregunta si la universidad intercultural supone un ámbito de apertura para las múltiples identidades, individuales y colectivas (Olaortua, 2017). A continuación, presento extractos de la entrevista que sostuve con Luis[1] en marzo del 2019.

Luis tiene 23 años, nació en la región de los Valles Centrales de Oaxaca, él cuenta que cuando era pequeño tenía que cuidase del tipo de juegos en los que se involucraba en la escuela porque dado que era “afeminado”, siempre tenía la sensación de que se lastimaría y dice: “En la escuela nunca me hacían caso los maestros, se sabe que el 40% de violencia escolar se puede diagnosticar y solucionar por un maestro, pero no lo hacían, y era muy feo pues”.

Cuando era niño, una de las cosas que corrigió mi hermana en mí fue la manera de correr porque a mí me encantaba como… (y es algo que todavía lo tengo muy reprimido) de chiquito me encantaba bailar y bailaba, como siempre fui como de complexión muy grande, bueno siempre fui como gordito y lo era más ¿no?, entonces estaba muy acomplejado por eso (siempre lo he estado) y como que al saltar o correr iba ser súper visto ¿no?; y pues como que no era normal que un niño anduviera como que alardeando todo el tiempo ¡No era común pues!, y por eso como que no lo hacía, porque sabía que me iban a discriminar por eso. Podían molestarme verbalmente por eso, hasta agredirme físicamente o decirle a mi familia ¡Como es un pueblo, pues también todo se sabe! Y pues ahí estaban mis primos también, era peligroso ser de esa manera, entonces decidí: ¡no voy a ser de esa manera porque me van a lastimar!

En el contexto del pueblo, Luis identifica prácticas de discriminación por su identidad sexual, frente a ello recurre a ocultar su identidad sexual como estrategia de sobrevivencia. Durante sus estudios de secundaria, Luis y su familia se desplazan a la Ciudad de Oaxaca por trabajo, él es inscrito en una escuela urbana, el cambio de contexto cultural y comunitario le despiertan una crisis de identidad que cruza su vida personal y colectiva como miembro de un pueblo zapoteca,

Me marcó toda la existencia porque yo en mi pueblo me soñaba topil, me soñaba dando servicio, mi pueblo es el lugar en donde yo quiero regresar; en la actualidad yo no vivo ahí y yo digo que soy de ahí porque también, en esos momentos tuve una crisis de identidad como ¿de dónde soy? ¿a dónde voy?, para mí las raíces son muy importantes entonces si no tengo eso… como que se quebró totalmente en ese momento, pero creo en la reinvención, por eso estoy aquí y estoy trabajando. Esta reflexión empezó a los 18 años cuando di un servicio social en una dependencia de gobierno que se llama Conafe.[2] Ahí fue cuando yo dije esta es la realidad, yo quiero hacer algo por las comunidades y ahí conocí a un amigo que había estudiado acá en el ISIA, investigué más de la escuela; no sabía que era la comunalidad o la interculturalidad, aquí las vine a aprender mmm ¡me gusta mucho!, me gusta.

Para Luis el Conafe supuso un espacio que le despertaba la necesidad de anclarse a la vida comunitaria y comienza a cuestionar a la ciudad como lugar para continuar con sus estudios universitarios. Durante su estancia en el Cobao[3] ‒instalado en la ciudad de Oaxaca‒ se da cuenta que la educación está inscrita en una suerte de competencia pero su experiencia como docente comunitario le marcó la pauta y fue en ese momento cuando recordó que de niño soñaba con participar de los cargos de su comunidad.

entonces me llamó mucho la atención el ISIA, como que me acordé que mi amigo me habló de esto que estudió comunicación y algo sí, me metí a ver su plan de estudios y me gustó muchísimo, eso fue lo que me trajo aquí, todas las materias, no sabía qué era eso de interculturalidad y comunalidad, de hecho todavía no lo sé [risa], no lo palpo, pero me pareció una propuesta muy interesante, muy… como hasta revolucionaria porque también había leído, leí en ese momento de los zapatistas porque no sabía, como que me llamó mucho la atención y como que se juntó al Luis del pueblo que yo era, y lo decidí, se juntaron todas las piezas, lo planeé, sí, y no fue como segunda opción, para mí fue la primera.

En una reflexión sobre la diversidad cultural le pregunté a Luis su opinión sobre la forma y la práctica de la interculturalidad en su formación en el ISIA, a propósito expresa el reto que significa formar parte de una minoría disidente, en términos de su identidad sexual, en un entorno comunitario donde estas diversidades aún son poco aceptadas.

Sobre eso tengo una postura política, siendo parte de una minoría y hablando desde que no tenemos los mismos derechos que los heterosexuales, por ejemplo, mmm es difícil. Cuando llegué aquí (al ISIA) dije ¡ay! o sea, es una comunidad y ahí no voy a poder ser quien soy, porque pensaba en la idea de que sólo en la ciudad ‒ni siquiera en mi pueblo o en las grandes ciudades‒ uno podía ser homosexual. Pensaba, bueno la gente no entiende y yo antes pensaba que no es que no entendieran sino que por su contexto y su historia de vida, no sé… a muchos los han formado así. Cuando llegué aquí sí fui como muy reservado, como que siempre lo he sido pero, o sea, no siempre lo he sido porque hubo veces que no lo era, entonces siempre lo traté de ocultar, bueno, en la primaria y en la secundaria, en el bachillerato ya me valía un poco y por el resto de mi vida también, pero aquí era como… que no sé, o sea el hecho de ver a todos los compañeros todo el tiempo, de que desayunaras, comieras y cenaras con las mismas personas cada día como que me daba mucho miedo a cómo me vieran.

A menudo en la dinámica universitaria la convivencia es muy estrecha porque se comparten espacios, en particular el comedor es uno de los centros de convivencia más concurridos pues es ahí donde se encuentra la comunidad docente y estudiantil para tomar sus alimentos. Tal y como lo menciona Luis, en un contexto urbano y en un modelo de universidad convencional su identidad y preferencia de género podría pasar por desapercibida o perderse entre las dinámicas citadinas, incluso, encontrarse con sus pares. Sin embargo, en el contexto comunitario donde se sitúa la universidad y la cercana convivencia con todas las personas que integran al ISIA, ponen en cuestionamiento las formas en las que se presentará ante este escenario. Luis dice que las personas gays siempre se sitúan en el dilema de presentarse ante la sociedad tal y como son, o bien, ocultarse. Él se reconoce como parte de la comunidad LGBTQ+ y a lo largo de su historia de vida ha fortalecido su identidad sexual y puede “abrirse” desde esta posición pero reconoce que hay compañeros y compañeras que todavía no logran dar este paso, aun cuando en el espacio privado se viven desde su disidencia sexual.

Susana: ¿Y qué pasa cuando quienes ya se abrieron, reconocen que algún compañero o compañera se oculta?

Es algo muy curioso, yo creo mucho que las sociedades tienen que cambiar, que no podemos seguir pensando de la misma manera y que pues es una lógica que estemos ocultos, pues muy fea y que como que mostrarlo, visibilizar lo que eres, visibilizar lo que es ser pareja y ser joto es una manera de reivindicar lo que eres y de que los demás entiendan que no les tiene que dar miedo, que esto que soy diferente a ti no te tiene por qué causar nada, sólo es algo que está y ya, y que es parte de la interculturalidad al final de cuentas. Y que yo y mis pares LGBT’s estamos hartos de que nos mal miren, de que nos mal vean, porque pasa ¿no?, de que nuestros maestros no sepan ni pronunciar LGBT’s ¿no?, de que no se hable de esto, de que vivamos así y por eso en las asambleas ahí estamos hablando ¿no? “Aquí hay jotos, hágannos caso” […] ¡Ya no tenemos que vivir en el siglo XVI! [risa]

Durante mi adolescencia viví en la ciudad y eso es un privilegio para un homosexual pero mis compañeros lo son en sus comunidades con lo que eso representa, conociendo sus historias es mucho, muy difícil ser marica en una comunidad indígena y esa es una de las razones por las que no lo dicen ¿no?, y saber que aquí pueden ser quienes son, en esta universidad y que no se les va a negar.

Luis encuentra la posibilidad de “abrirse” al mundo desde la construcción de su ser, tal cual es, en un entorno citadino durante el desarrollo de su adolescencia. En el medio comunitario se vuelve difícil pero concibe al ISIA como un escenario afable en el que sus compañeros ‒que todavía reservan su identidad de género‒ podrían hacerlo sin temor porque una universidad intercultural está abierta para abrazar las diferencias.

Desde nuestra lectura y siguiendo el planteamiento de Luis, es claro que existen muchas diversidades al interior de un espacio ‒de por sí‒- diverso en términos culturales, comunitarios y lingüísticos. La identidad de género y las diversidades sexuales se muestran como una realidad de las y los jóvenes, que no es nueva, pero Luis coloca el tema articulado a contextos indígenas y rurales que para algunas personas implica “una doble lucha”.

La universidad es un espacio de tensiones y no necesariamente por inscribirse en un modelo intercultural implica que las desigualdades y desventajas se diluyan. Ciertamente la educación intercultural se presenta de forma diversa en sus formas de expresión de acuerdo con los contextos y los actores sociales implicados. La interculturalidad crítica se plantea profundizar en “la naturaleza histórica y estructural de las desigualdades (imperiales, coloniales) que moldea la diversidad actual e identifica a los actores colectivos que pueden transformar las relaciones asimétricas” (Walsh, 2003 en Gunther, 2017: 194). En este sentido, Luis llama la atención sobre estructuras heteronormativas en las que él y sus pares no encuentran cabida, pero simultáneamente el proceso formativo que ha llevado en el ISIA, lo familiariza con el reconocimiento de las relaciones de poder implícitas en las relaciones sociales y, con ello, su discurso se torna crítico pero también con intenciones de pensar a la universidad intercultural en un espacio de diálogo y apertura hacia las diversas comunidades que la integran.

debo decir que antes de nosotros también hubo homosexuales que nos abrieron camino que también he conocido. Mis compañeros me han contado, por ejemplo, que en los tequios se burlaban de ellos por la manera en la que hacían las cosas y eso a mí ya no me tocó. Es una brecha que ellos abrieron y nosotros quizá estamos abriendo otra o no, no lo sé, y es a lo que voy, las sociedades cambian, las sociedades entienden y esto no tiene por qué ser juzgado, esto no es anormal.

Bibliografía

León, Santiago Aarón (2015), “La presencia de la mujer en el Instituto Superior Intercultural Ayuuk”, en Revista Rúbricas, Universidad Iberoamericana Puebla, número especial. Derechos Humanos y Acceso a la Justicia, disponible en https://repositorio.iberopuebla.mx/bitstream/handle/20.500.11777/636/AYUUK.pdf?sequence=5 Consultado: 19/12/20 Pp. 41-46

Dietz, Gunther (2017), “Interculturalidad: una aproximación antropológica”, en Perfiles Educativos, vol. XXXIX, núm. 156, abril-junio, pp. 192-207, México, Universidad Nacional Autónoma de México.

Olaortua, Elena (2017), “Interculturalidad y diversidad sexual”, en Lucha Feminista, Mujeres del Mundo disponible en https://www.aldarte.org/comun/imagenes/documentos/Interculturalidad%20y%20diversidad%20sexual_MUJERES%20MUNDO_N%BA16_pag16_OCTUBRE%2017.pdf.pdf, consultado: 21/12/20

Saraví, G. A. (2006), “Biografías de exclusión: desventajas y juventud en Argentina”, en Perfiles latinoamericanos, vol. 13, núm. 28, pp. 83-116.

Urteaga Castro Pozo, Maritza y Luis Fernando García Álvarez (2015), “Juventudes étnicas contemporáneas en Latinoamérica”, en Revista Cuicuilco, vol. 22, núm., 62, pp. 11-35.

Walsh, Catherine (2003), “Interculturalidad y colonialidad del poder: un pensamiento y posicionamiento otro desde la diferencia colonial”, en Catherine Walsh, Álvaro García Linera y Walter Mignolo (eds.), Interculturalidad, descolonización del Estado y del conocimiento, Buenos Aires, Ediciones del Signo, pp. 21-70.

  1. Gracias a Luis Fernando Martínez por su disposición para platicar conmigo y por haberme abierto un mundo prácticamente desconocido para mí, pero necesario de comprender. También agradezco su tiempo por haber hecho la lectura de este texto.
  2. Consejo Nacional de Fomento Educativo
  3. Colegio de Bachilleres de Oaxaca