Herzog: una vida a pie

Tania Fernanda Aguilar Silva[1]
Universidad de Guadalajara.

Son los peregrinos quienes no pierden su camino en las tribulaciones de su viaje terrenal…[2]


Ilustración de Ichan Tecolotl

Uno de los temas recurrentes en la obra del director alemán Werner Herzog es el acto de caminar. A sus ojos, desplazarse se convierte en una travesía que calma el alma y aminora el peso del mundo. En su corto documental titulado Pilgrimage (2001) vemos también la curiosidad que le despiertan las formas de caminar de otras personas y grupos; principalmente aquella en la que se suma un motivo de fe. En apenas 18 minutos, nos convertimos en testigos de las demostraciones devotas de dos grupos que no pudieran ser más diversos: en primera instancia, Herzog nos traslada a Rusia y nos topamos con la serena vulnerabilidad de las y los devotos de San Sergio de Rádonezh, para después aparecer en México y observar las prácticas y expresiones de hombres y mujeres peregrinos en su camino hacia la Basílica de Guadalupe.

A pesar de capturar dos contextos diferentes, Herzog se las arregla para encontrar puntos en común. Al enfocar su cámara en las y los peregrinos, y no tanto en las figuras devocionales, observamos la relación que estos grupos establecen con los centros sagrados y sus acompañantes de fe (sagrados, familiares, conocidos e incluso extraños); así como el uso del espacio, la iconografía, los movimientos y gestos de quienes se trasladan a pie o con las rodillas sangrantes, incluso aquellos que se arrastran sobre el hielo ruso. Si dirigimos nuestra atención hacia los rostros peregrinos, podemos notar la emocionalidad, veneración y determinación que se exhibe en ellos y que como espectadores, nos lleva a proyectar nuestras propias interpretaciones sobre lo observado.

Herzog quiere recordarnos del poder que tiene caminar cuando dotamos de significado nuestros pasos; lo sabrá bien, pues él mismo se convirtió en peregrino en más de una ocasión. La más reveladora quedó descrita en su libro Of Walking in Ice, publicado originalmente en mayo de 1978, donde relata su decisión de hacer un recorrido a pie desde Múnich hasta París a finales de noviembre de 1974, motivado por la certeza de que ese sacrificio serviría para apelar a fuerzas superiores y así salvar de la muerte a su mentora y amiga Lotte Eisner[3].

En esta experiencia, el director describe parte de los pensamientos, emociones, sensaciones y dificultades que experimentó durante las tres semanas que duró su peregrinación. Confirma que al caminar “la mente se desata” (2015: 4) y que la soledad se hace presente continuamente (2015: 22, 52, 61, 67). Que el cansancio es irremediable (2015: 16, 76, 83) y que a veces se torna tan insoportable que puede hacerte dudar de tu determinación, como cuando logró llegar a la mitad del territorio francés y nos confiesa su impulso de querer trasladarse a París en automóvil, sin embargo, se convence que debe continuar, después de todo ¿qué sentido tiene llegar hasta ahí y no seguir hasta el final? (2015: 76).

Tres días después de iniciar su viaje, Herzog duda de sí mismo y piensa que incluso si logra su cometido, realmente nadie sabrá qué significa (2015: 20). Quizá rememora este titubeo cuando enfoca su cámara sobre los rostros dolientes de los peregrinos y nos invita a cuestionar ¿por qué? ¿cómo? ¿cuánto más? Las respuestas definitivas a estas preguntas parecen no llegar para él, o por lo menos no aminoran su insistencia en descubrir qué hay detrás de estas andanzas, a tal grado que, años después, su propio peregrinaje lo lleva a la Antártida, donde observa los pasos errantes de un pingüino que en lugar de caminar con los otros hacia donde hay alimento, se encamina hacia el horizonte a su inminente muerte. Pero ¿por qué?, pregunta Herzog, a sabiendas que no hay respuestas certeras, el acto de caminar transformado en peregrinación parece que solo puede ser entendido por quienes continúan andando.


Bibliografía

Herzog, Werner (2015), Of Walking in Ice, Munich-Paris, Minnesota, University of Minnesota Press, 23 November-14 December 1974.


[1] Correo: fernanda.aese@gmail.com

[2] Traducción propia. Primera parte de la frase de apertura capturada en el documental, atribuida falsamente a Thomas à Kempis (“It is only the pilgrims who in the travails of their earthly voyage do not lose their way… whether our planet be frozen or scorched: They are guided by the same prayers, and suffering and fervor, and woe”).

[3] Crítica de cine alemana muy importante para la German New Wave. Cuando Herzog llega a París, ella ya estaba recuperándose. Logró vivir nueve años más.