Formas metodológicas y quehacer etnográfico en el trabajo
de campo con japoneses empleados de las empresas automotrices en Guanajuato.

María del Jazmín Hernández López[1]
El Colegio de San Luis A.C

Fotografía tomada de Unsplash (libre uso)

Introducción

Este artículo se estructura en función de la investigación etnográfica realizada durante diversos periodos entre los años 2018 y 2020, así como a través de diferentes metodologías entre las que destacan la observación participante y el relato etnográfico. La idea fundamental es construir una narrativa analítica sobre determinados actores sociales japoneses que se vinculan directamente con la industria automotriz en Guanajuato, y que presentan diferentes características así como perspectivas muy propias sobre su cotidianidad en México. Las formas y estilos de vida que este grupo de interés (particularmente hombres) adoptan en México, son un referente de suma importancia para entender un tema que tiene que ver con la diversidad cultural y el intercambio de costumbres y formas de ser; se trata de la comunicación intercultural, elemento representativo de los intercambios culturales entre miembros de nacionalidades o culturas diferentes.

Las compañías y empresas japonesas regularmente traen consigo capital humano, y un ejemplo es la considerable población de más de dos mil japoneses que radican actualmente sólo en el estado de Guanajuato[2]. Esta situación implica un inevitable intercambio cultural entre japoneses y mexicanos, sin embargo, muchas de las veces surge en primera instancia un choque cultural que genera desencuentro debido al desconocimiento de las diferencias culturales que existen entre ambos grupos. Desde la noción acerca de la puntualidad y la formalidad en el lenguaje, hasta los horarios de los alimentos y la dedicación a la jornada laboral como elementos característicos de la cultura japonesa, son aspectos que la mayoría de las veces conllevan a un desencuentro de perspectivas y costumbres entre las formas cotidianas de los mexicanos. En este sentido, la comunicación intercultural, entendida como aquella que genera un diálogo de conocimiento empático, para lograr un entendimiento eficaz entre grupos culturalmente distintos, es una de las claves primordiales desde las cuales comenzar a atender el complejo proceso de lo que implica en esencia un intercambio cultural.

Pero para lograr la existencia de un diálogo efectivo de comunicación intercultural entre grupos culturalmente diversos, se necesita un proceso estructurado de intercambio y de conocimiento de las culturas que se encuentran interactuando en ese canal de comunicación, donde uno de los principales elementos de arranque para lograr ese intercambio es la motivación de conocimiento elemental acerca de la otra cultura con la cual se está interactuando: en pocas palabras, entender que básicamente son costumbres diferentes a la propia y abrir el panorama cultural e ideológico a la existencia de otras formas de vida en el mundo.

A través del presente texto, se busca mostrar algunas de las formas culturales que se presentan en la vida cotidiana que tienen los japoneses y los mexicanos dependiendo del contexto y ambiente donde les toque interactuar, pero donde se destaca primordialmente el espacio de las relaciones laborales de las empresas japonesas en Guanajuato, que representa uno de los espacios de interacción de mayor importancia donde se dan los choques culturales más precisos y cercanos entre las costumbres japonesas y las mexicanas. Se tiene así, que el ambiente laboral y el espacio de trabajo es el campo donde el choque cultural se presenta con mayor precisión, siendo entonces el ámbito detonante a partir del cual se forman concepciones y figuras representativas de los japoneses hacia los mexicanos, y de los mexicanos hacia los japoneses.

Cuestiones metodológicas para el trabajo con japoneses

Metodológicamente hablando, hacer investigación etnográfica con grupos culturalmente diversos es una característica indiscutible del trabajo antropológico, sin embargo, las dificultades son bastantes y el reto aún mayor para lograr obtener la información necesaria con personas que tienen una ideología y forma de pensamiento diferente a la propia. Anteriormente, de forma personal ya se había presentado la experiencia de trabajo con grupos pertenecientes a otra cultura, como la población china que se encontraba asentada en el municipio de San Cristóbal de la Casas en el estado de Chiapas, México, durante los años 2013 y 2014. En ese lugar se trabajó con unos pocos ciudadanos de origen chino que eran propietarios de una pequeña cadena de comercios de comida rápida cantonesa. De esta manera se considera que, a partir de ese entonces, se comenzó a entender que acercarse a un grupo étnicamente diferente y además con una estructura de pensamiento ajena a la propia, representa un reto que cuestiona las formas antropológicas tradicionales de hacer etnografía en México.

Con ese referente ya claramente establecido, el trabajo etnográfico con los japoneses en el estado de Guanajuato años más tarde, representó también un reto al adecuar las formas metodológicas a las propias formas de las costumbres japonesas, pues de no contar con el conocimiento más elemental de la cultura japonesa, sería impensable poder acercarse a este grupo de interés. Las formas en que se fue encontrado la manera de acercarse a recopilar la información siempre fueron complicadas por varias cuestiones, entre las que se destacan principalmente dos que atraviesan todo el proceso de investigación: 1.- la barrera del idioma y 2.- la cuestión de género.

Si bien se ha mencionado sobre las complicaciones de hacer una investigación acerca de un grupo que habla otro idioma, el cual de forma personal no se habla y se conoce aproximadamente un 10% de su totalidad, la realidad es que no todo es negativo ante esos referentes. Por el contrario, existen muchas otras formas de realizar los estudios de investigación, sólo que el esfuerzo aplicado para llevarlos a cabo representa probablemente el doble de trabajo. Dentro de estos esfuerzos se destaca como uno de los más importantes, el interés y conocimiento por la propia cultura de las personas que se están estudiando, en este caso de la cultura japonesa, porque no es cuestión sólo de hablar y entender su idioma, sino de hacer un esfuerzo por tratar de comprender los elementos y principios más básicos de esa cultura.

Un ejemplo claro de esta situación es la siguiente:

“En una ocasión me reuní con D. Sato[3] para comer; después de hablar por mensajes alrededor de 2 semanas pudimos concretar el encuentro. D. Sato no habla español ni tampoco lo entiende porque recién tenía meses de haber llegado a México de Japón. Nos pudimos comunicar a través de mensajes por medio de una aplicación que automáticamente traduce el español al japonés y viceversa. Cuando nos encontramos fue complicado porque D. Sato tampoco habla inglés, entonces prácticamente nos comunicamos a través del uso de los traductores que teníamos en nuestros celulares. Cualquiera pensaría que es una locura y que el encuentro iba a tornarse aburrido e imposible, porque ¿de qué se puede hablar con alguien que no entiende lo que digo y que además nunca había visto antes? Contrariamente el encuentro resultó fortuito, pues el conocimiento de algunas formalidades culturales japonesas, como la presentación, el saludo y las costumbres a la hora de comer e incluso de tomar una cerveza, fueron elementos fundamentales para que D. Sato generara cierto grado de confianza en mí, y se diera oportunidad de convivir nuevamente”.

Otro aspecto importante además del conocimiento de las formalidades de la cultura japonesa, es el manejo de un tercer idioma que es el inglés. No todos los japoneses que vienen a trabajar a México hablan inglés, pero sí es posible encontrarse con algunos que lo hablan muy bien y con otros que tienen las nociones básicas. Esta situación permitió también poder establecer un canal de comunicación con aquellos japoneses que no hablan español, pero que manejan en un 70 u 80% el idioma inglés. En este sentido, el uso de los traductores como herramienta tecnológica es de gran ayuda, porque muchas de las conversaciones que se mantienen hoy en día son a través de mensajes en aplicaciones por el celular. Esto hace reflexionar acerca del uso tecnológico y de aplicaciones en internet, como parte fundamental de las nuevas formas metodológicas y herramientas “otras” o “varias” que podemos utilizar en tiempos donde la tecnología es parte elemental de nuestras vidas cotidianas.

La otra cuestión que se considera de gran relevancia en el desarrollo de esta investigación, se relaciona con un tema de género. Es importante destacar que el trabajo de investigación doctoral del cual parte el presente texto, está sustentado casi en su totalidad en la perspectiva masculina, es decir, en opinión de varios hombres japoneses relacionados a la industria automotriz japonesa en el Bajío. No es una cuestión que se haya definido personalmente ni basada en una metodología específica, sino más bien se estableció así debido a la propia naturaleza del estudio, pues en el caso de los japoneses, la industria automotriz y las empresas relacionadas al sector pertenecen a un mundo regido todavía mayoritariamente por hombres, donde la presencia de la mujer aún no cuenta con una parte representativa ni puede equipararse con el mandato que mantienen los hombres en esta industria. El papel de la mujer japonesa en las empresas transnacionales es casi nulo, y las pocas que se desarrollan en éste lo hacen a través de la traducción e interpretación del idioma español[4]. Esta situación probablemente responde a cuestiones culturales de la equidad e igualdad de género en Japón, tema que no concierne a esta investigación, pero que no deja de ser interesante observar cómo se hace presente y notorio aun y cuando no forma parte de los objetivos de la investigación.

Un ejemplo, por mencionar a grandes rasgos acerca de la marcada jerarquía de género que hay entre hombres y mujeres japoneses aquí en México, es lo siguiente que se recabó en una entrevista con K. Hayashi:

“Mientras cenábamos en una cafetería localizada al interior de un hospital, lugar donde me había citado K. Hayashi para realizar la entrevista de ese día en la ciudad de León, Guanajuato, hubo un momento donde comenzó a hablar en perfecto español acerca del rol que desempeñaban gran parte de las mujeres japonesas que vivían en México y particularmente las localizadas en el Bajío -Mujer japonesa normalmente viene acompañar a esposo. No trabaja, queda en casa con hijos, va a centro comercial y a salón de belleza y a club con otras mujeres japonesas-.

K. Hayashi me explicó que es algo común que las japonesas acompañen a sus esposos cuando son enviados a trabajar temporalmente a México, e incluso puede viajar toda la familia incluyendo los hijos. Me habló de los grupos de WhatsApp por donde estas se comunicaban y la afición que tenían por conocer nuevos restaurantes de comida donde solían fotografiar los platillos, para luego compartirlos por sus redes sociales. Aquel día fue crucial para mí, pues después de escuchar los comentarios de K. Hayashi sobre las actividades de muchas de las mujeres japonesas y tras recordar que Japón se mantiene en la lista de países donde aún prevalece la desigualdad de género y la brecha salarial entre hombres y mujeres continúa siendo grande, entendí que lo que me interesaba investigar correspondía a un campo liderado casi en su totalidad por hombres”.

Personalmente resultó más factible realizar la investigación centrada en el trabajo con los hombres japoneses, pues son éstos los actores claves de la industria automotriz en Guanajuato. Sin embargo, la cuestión de género es un tema que no se puede pasar de largo y por el contrario, representa un aspecto importante, especialmente para la cuestión metodológica, pues el hecho de conocer acerca de las limitantes del idioma y del ser mujer, fue de gran ayuda para pensar en las estrategias más adecuadas para generar canales de comunicación con los japoneses. Cabe destacar que todo esto se fue aprendiendo en el transcurso de trabajo de campo y como experiencia etnográfica-antropológica.

Relaciones laborales y diferencias culturales entre mexicanos y japoneses

En relación con los aspectos que llegan a generar parte de los desencuentros culturales entre japoneses y mexicanos, como se mencionó al inicio de este artículo, aunque los miembros de ambos grupos pueden llegar a convivir o intercambiar comunicación en distintos entornos sociales, el ámbito laboral es el principal escenario donde la convergencia puede resultar en el choque de ambas culturas, pues es éste donde se presenta mayor acercamiento y donde entra como principal conflicto el entendimiento de la cultura laboral de japoneses y mexicanos.

Si bien en este texto no se presentaran los resultados ni el análisis teórico de la información, resulta más favorable exponer algunos ejemplos y experiencias de cómo ciertas situaciones que parecieran de lo más sencillas, pueden llegar a ser elementos importantes en el entendimiento de una cultura, a su vez que pueden también ser parte de conflictos internos y de comunicación, llegando a desfavorecer el trabajo de las compañías y empresas japonesas en México, o haciendo compleja y complicada la estancia de los connacionales japoneses en el país.

Durante el trabajo de campo para la investigación, de la cual surge éste artículo, en reiteradas ocasiones se presentó una opinión particular de los japoneses empleados de algunas de las compañías japonesas establecidas principalmente en la ciudad de León de los Aldama. Opinión que se relaciona con la perspectiva que tienen sobre la experiencia de trabajo con sus compañeros y también empleados mexicanos. Antes de continuar, un dato curioso de mencionar en este punto es el hecho de que cuando se le pregunta a los japoneses que si les gusta vivir en México, la gran mayoría suele contestar de forma positiva con un “sí”, e incluso pueden llegar a mencionar “que les gusta mucho México”. Sin embargo, cuando se indaga con mayor profundidad el tema del ambiente laboral en sus empresas, la opinión cambia.

En una conversación con H. Takahashi, un japonés de 33 años que tiene alrededor de 2 años y medio viviendo en León, las situaciones de conflicto con sus compañeros de trabajo mexicanos fueron evidentes cuando él habló en un español avanzado, acerca de sus experiencias de trabajo en la empresa donde actualmente labora, y donde destacó que aunque le caen bien sus compañeros, no logra entender su comportamiento “mexicano”:

“Es que no entiendo mexicano. A veces me duele cabeza porque me enojo…mi compañero mexicano hizo mal trabajo y hecho culpa a otro compañero, pero yo sé que él hizo mal y que no fue culpa de otro compañero y eso me enoja mucho porque dice mentira…no entiendo porque mexicano hecha culpa a otro y dice mentira…no entiendo, no”.

En un extracto del diario de campo y de las descripciones que se realizaron con japoneses, se menciona el caso de Ryo F, otro japonés que recién estaba cumpliendo un año de haber llegado a la ciudad de Celaya a trabajar, en mayo de 2021. Ryo no hablaba en ese entonces español y sólo podía comunicarse en un nivel intermedio de inglés, así como a través de aplicaciones de idiomas y de traducción:

“Cuando Ryo F se enteró que yo estaba realizando una investigación científico-social sobre la industria automotriz japonesa en México, mostró cierto entusiasmo pues comenzó a enviarme mensajes preguntando mi opinión sobre los japoneses que viven en México. También me pedía de forma amable que por favor le ayudara a “entender” a los mexicanos, que incluso él había comprado unos libros sobre México y su historia, dando a entender que tenía la firme intención de poder aprender sobre el comportamiento de los mexicanos a través de éstos. A las pocas semanas del primer contacto con Ryo, tuvimos la oportunidad de coincidir en una comida en la ciudad de San Luis Potosí. Fue ahí, donde hice uso de un inglés básico, así como de mis aplicaciones de traducción para poder establecer una comunicación con Ryo. El japonés de 32 años decía constantemente tener interés en mi investigación y que quería conocer los resultados finales de esta. Asimismo expresaba con confusión en su rostro, el hecho de no entender a los mexicanos con los que trabajaba: “Why are Mexicans like that? I was working in Thailand for a while, and the people there could understand Japanese thinking better. But Mexicans cannot understand Japanese thinking at all. Mexicans don’t make an effort to understand and take things lightly. Can you explain to me why Mexicans are hard to understand?”.

Finalmente un tercer ejemplo es el de T. Akamatsu, un joven japonés que tenía apenas 28 años de edad cuando se estableció contacto con él, que fue a finales del año 2020 en la ciudad de León. Para ese entonces T. Akamatsu tenía ya casi 4 años viviendo en México, y una de las cosas más sorprendentes es que manejaba un nivel de español bastante bueno, conociendo y haciendo uso incluso de las expresiones del lenguaje coloquial más básico que utilizamos los mexicanos, incluyendo las groserías y el uso del llamado “doble sentido” en muchas de las expresiones mexicanas. Era evidente que éste japonés había tenido contacto y bastante convivencia con la cultura mexicana, misma que ya comenzaba a asimilar. Sin embargo, cuando hubo la oportunidad de tener una conversación profunda donde se indagó su perspectiva y, podría decirse que hasta sus sentimientos y emociones sobre su estadía en México, salió el hecho de no entender a los mexicanos e incluso en varias ocasiones hasta llegó a referirse de forma negativa sobre el comportamiento general de los mexicanos:

“Hoy tuve que quedarme horas extra en mi trabajo, porque mi compañero mexicano no hizo bien su trabajo y yo tengo que hacerlo por él…mi compañero me cae bien, pero sólo pasa viendo su WhatsApp y no hace bien su trabajo. Todos los mexicanos son así, y también siempre, siempre llegan tarde. Pero si llega tarde, yo me voy y no espero por él”.

Conclusiones

A grandes rasgos, estos son sólo algunos ejemplos de las, posiblemente, muchas otras perspectivas similares que se forman en la mente de los japoneses al llegar a un país cuya cultura desconocen en su totalidad. Al ser un país que ha tenido éxito en exportar parte de su cultura a través de diferentes formas en todo el mundo (tecnología, literatura cine, anime) para muchos mexicanos puede ser de especial interés conocer sobre las formas más básicas de la cultura japonesa, como sus valores sociales y su conceptos acerca de la lealtad, el honor, la disciplina y la puntualidad, por mencionar los más comunes. Pero del lado de los japoneses no ocurre lo mismo, pues no hay una exportación de cultura mexicana al nivel de la japonesa, y tampoco se estima que exista una capacitación por parte de sus empresas en materia de asimilación o conocimiento de la cultura y sistemas sociales de los países a donde viajarán de forma permanente para trabajar.

Debido a este desconocimiento, los japoneses enfrentan el shock cultural con mayor intensidad que los mexicanos. Sin embrago, no sólo se debe al desconocimiento de la cultura o culturas, sino que el factor de asimilación o incluso de apertura a entender la diferencia y la diversidad es fundamental en la forma que una persona puede ser afectada o no por los choques culturales. Esto quiere decir, que si colocamos en una balanza de adaptación a la diversidad cultural y diferentes formas de pensar y ver el mundo, los mexicanos ganarían en apertura de comprensión y aceptación a estas formas, que los japoneses, pues los primeros al provenir de una mezcla de dos culturas (española y prehispánica) son más abiertos a aceptar la diferencia o al menos a verla como algo que existe de facto y que siempre estará presente. Aspecto que para los japoneses (por ser más homogéneos) pareciera no figurar en su sistema de pensamiento. Los japoneses al ser una sociedad tan uniforme, presentan grandes dificultades para entender la diversidad y la existencia de otras formas de pensamiento que no son como las propias.

Ante estas circunstancias, la recomendación para ambos grupos culturales, sería la apertura y aceptación a la diversidad, manteniendo en primera instancia el respeto por las formas culturales de cada grupo o persona, y teniendo como principal motivación la bandera del intercambio cultural como forma de aprendizaje; es decir, tanto japoneses como mexicanos pueden aprender mutuamente de sus formas de trabajo, así como de la cultura laboral de cada uno de los países y utilizar ese conocimiento de forma positiva y benéfica para el mejoramiento de las empresas de los dos países.

  1. Estudiante de doctorado en el Colegio de San Luis /jazz.in.hop@gmail.com
  2. Información obtenida del portal institucional y del último censo estadístico del INEGI 2020.
  3. Se omite el primer nombre del informante para guardar su confidencialidad en la investigación.
  4. Realizando trabajo de campo y a través de diferentes conversaciones con japoneses, algunos de ellos llegaron a decir que las mujeres japonesas no vienen a trabajar a México, y las que llegan lo hacen por acompañar a sus esposos que sí trabajan en las compañías japonesas. Otros mencionaron que tenían una o dos compañeras de trabajo japonesas trabajando como intérpretes en las empresas.