Marisol Alcocer Perulero
Investigadora huésped-posdoctorante-CIESAS-Ciudad de México
En este trabajo se busca reflexionar los contextos sociales diferenciados en los que están insertas las mujeres y la relación que existe entre éstos y el feminicidio en espacios locales donde existe población afrodescendiente en la Costa Chica de Guerrero.[1]
Algunas de las explicaciones que se han propuesto recuperan visiones estereotipadas sobre la población afromexicana, con propuestas como la caracterización con el ethos violento (Aguirre, 1958), pero ésta no corresponde con altos grados de feminicidio y homicidio de mujeres, lo que no significa que la violencia de género contra las mujeres no exista al interior de las comunidades. A su vez, sostengo que que las mujeres y hombres dentro de las comunidades establecen estrategias para enfrentar y sancionar la violencia de género que culmina en feminicidio, pero otras violencias siguen presentes (violencias que no son exclusivas de comunidades afromexicanas, como la física y sexual en el ámbito doméstico y fuera de él).
Para validar el alcance de los supuestos que sostengo, y ante la falta de una referencia existente, opté por la construcción de La base de datos de homicidios de mujeres y feminicidios, en la Costa Chica, de Guerrero, 2012-2015, para identificar el panorama a nivel municipal; y complemento la reflexión con el trabajo de campo para entender cómo reaccionan, desde la comunidad, las mujeres, hombres y autoridades de dos comunidades afromexicanas de la Costa Chica de Guerrero: San Nicolás y el Pitahayo, de Cuajinicuilapa, municipio históricamente reconocido por su alta presencia de población afromexicana.
Algunos resultados
A partir de la construcción de La base de datos de homicidios de mujeres y feminicidios, en la Costa Chica, de Guerrero, 2012-2015,[2] que realicé a partir de tres fuentes de información: 1) la Fiscalía General del Estado de Guerrero ¾en adelante Fiscalía¾; 2) el Observatorio de Violencia Contra las Mujeres de Guerrero “Hannah Arendt” ¾en adelante Ovicom¾; y 3) revisión de las notas del periódico regional El Faro de la Costa Chica ¾en adelante El Faro¾, se integró y sistematizó la información, en un único registro con los siguientes campos: nombre de la víctima, etnia, ocupación, escolaridad y estado civil; año, municipio de ocurrencia, tipo de población del municipio ¾indígena o afro¾, localidad, instrumento con el que se comete el delito, relación entre la víctima y el victimario, edad, si hubo violación ¾o se encontró desnuda¾, clasificación ¾homicidio o feminicidio¾, y fuente de información.[3] Para la elaboración de la base de datos se retomó el supuesto epistemológico de que no todos los asesinatos de mujeres podrían ser catalogados como feminicidio. En caso de que el género de la víctima sea irrelevante para el perpetrador, de acuerdo con Diana Russell (2006) “estamos tratando frente a un asesinato no feminicida” (Russell, 2006:79).
La base de datos mostró un panorama general del fenómeno en la región al analizar el contexto de cada caso, pero deja de lado el microanálisis cualitativo de las formas en cómo es interpretado, sancionado y enfrentado el fenómeno a nivel local. A pesar de ello, ese primer acercamiento cuantitativo muestra algunos hallazgos importantes: 1) que los municipios predominantemente afromexicanos no pueden considerarse como los que tienen mayor tasa de feminicidios y homicidios en la región de la Costa Chica; 2) lo cual no quiere decir que en general las tasas no sean altas en sí mismas.
Las tasas más altas de homicidio de mujeres en la Costa Chica en el periodo 2012-2015 se presentan como sigue a continuación:
- En 2012 los municipios de Azoyú, Ometepec y Florencio Villarreal figuran como los que tienen las tasas más altas, con el primero, segundo y tercer lugar respectivamente.
- En 2013, nuevamente Azoyú, seguido de San Marcos y Cuajinicuilapa son los que ocupan los primeros tres lugares, en el mismo orden.
- En 2014 es Tlacoachistlahuaca es el que tiene mayor tasa de homicidios, seguido por Marquelia, y Tecoanapa en tercer lugar.
- Para el 2015 nuevamente Marquelia tiene la tasa más alta de feminicidios, seguido por Tlacoachistlahuaca, y Cuajinicuilapa en tercer lugar.
Discusión
Los datos dan elementos para cuestionar el ethos violento, término acuñado en el estudio de Aguirre Beltrán (1958) titulado Cuijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro donde señaló la tesis de que éstos vivieron en libertad gracias “a la creación de un ethos violento y agresivo en su cultura que hizo de sus individuos sujetos temibles. Estos remanentes de nuestra población negro-colonial se encuentran hoy localizados en las costas de ambos océanos” (Aguirre, 1958: 12).” No obstante ese hallazgo a partir de la base de datos, ésta no permitió entender las diferentes causas e interpretaciones, las estrategias de contención y sanción que llevan a cabo las personas que viven en las comunidades afromexicanas de la Costa Chica de Guerrero. Por ello, a partir del trabajo de campo realizado en San Nicolás y El Pitahayo, del municipio de Cuajinicuilapa, Guerrero, intento comprender cómo es interpretada la violencia contra las mujeres ¾especialmente el feminicidio y la violación sexual¾. Y esto sólo puede entenderse a partir de un trabajo de campo en las comunidades (ni la prensa, ni los datos oficiales nos darían estos elementos).
Así pues, a partir de entrevistas en profundidad con mujeres, hombres y autoridades del derecho consuetudinario en las dos comunidades, pude identificar que sí han existido tres casos de feminicidio. Las dos víctimas de feminicidio en El Pitahayo son de fuera de la comunidad; la única víctima de San Nicolás, también. Otro dato es que no hubo ningún testimonio sobre mujeres originarias de estas comunidades, asesinadas dentro de las mismas; pero sí de mujeres asesinadas en otros lados (Acapulco). Existen sanciones dentro de las comunidades pequeñas, donde el feminicidio no es permitido, porque como relata un principal al hacerlo “voy a huir, me voy a vivir a otro lado” (Demóstenes, Principal, 2016). La razón de la salida de la comunidad es porque la familia de la víctima puede buscar venganza, contra el agresor y su familia, por lo que quien asesina, se ve obligado. Estas reglas, no escritas, son parte de las normas comunitarias en torno a los asesinatos (de hombres o mujeres) que se insertan en el marco de normas específicas, que delinean y demarcan las violencias que no son permitidas, pero otras sí son aceptadas y legitimadas ¾tal como la violencia por parte de las parejas sexoafectivas¾.
De tal forma, esa sanción y el resultado de “huir” de la comunidad es porque los lazos familiares de la víctima pueden dar paso a la búsqueda de la venganza, por ello las mujeres que no son de la comunidad no disponían de ese recurso. Las tres víctimas de feminicidio comparten la condición de que son de “fuera” del pueblo, independientemente del grupo étnico al que pertenezcan (indígena o afrodescendiente). También tenían una ocupación estigmatizada, ya que las dos mujeres asesinadas en el Pitahayo son consideradas por los entrevistados “como si fuera la misma”: una de las víctimas de nombre Luisa, trabajaba en la cantina de El Pitahayo, el Winston, mientras que Marijose[5] trabajaba en una cantina rodante que estaba establecida en la colonia Miguel Alemán, y respecto a la víctima de San Nicolás (caso que ocurrió hace más de 20 años), los relatos apuntan a que ella también trabajaba en una cantina ¾sin especificarse si era mesera o trabajadora sexual (aunque ambas ocupaciones a veces se entienden como “lo mismo”, como lo mencionó un residente)¾. De esta forma, tiene sentido el planteamiento de Judith Butler (2009) sobre las vidas precarias, donde ellas son más propensas al acoso y la violencia ¾las trabajadoras sexuales, por ejemplo¾ al ser estigmatizadas moral y penalmente; por ser “portadoras” del mal y de enfermedades de transmisión sexual son perseguidas por autoridades, pero también por el discurso de la comunidad.
De tal forma que si miramos el feminicidio a nivel local, podemos hacer una conexión entre las relaciones de poder de género y su intersección con categorías de opresión, donde el feminicidio puede ser entendido como una herramienta conceptual para agregar elementos de desigualdad, no sólo de género. En ese sentido, y de la mano con la propuesta de Fregoso y Bejarano (2010), es fundamental sí, pasar por los conceptos de la investigación feminista (género, división tradicional del trabajo y la relación con la violencia doméstica), pero además, no olvidar la centralidad de los contextos latinoamericanos y la multiplicidad de contextos en Guerrero para entender las jerarquías de opresión social donde la violencia también se engendra por agentes estructurales (lo político, lo económico social y cultural) y actores individuales.
Por tal motivo, entendemos que las violencias extremas ¾como el feminicidio¾, tal como señala Monárrez (2009), suceden con mayor frecuencia sobre cuerpos desvalorizados, o desempoderados, cuerpos de mujeres sin capital económico o social y sin redes comunitarias.
Reflexiones finales
A pesar de que la violencia, en sus múltiples formas, existe contra hombres y mujeres, si se analiza a detalle las formas en cómo las mujeres experimentan la violencia, se pueden identificar elementos que dan particularidad a la violencia, y que responden, entre otras cosas, a la existencia de desigualdad de géneros (Jiménez y Guzmán, 2015).
Para el caso, en la reflexión en torno a las comunidades afromexicanas en la Costa Chica de Guerrero, aquí hemos puesto atención en los detalles contextuales en los que se llevan a cabo los homicidios de mujeres y el feminicidio, e ir más allá de la idea de “usos y costumbres machistas” de las comunidades indígenas y del ethos violento de la población afrodescendiente, con lo que se busca contribuir a la deconstrucción de los prejuicios étnico-raciales en Guerrero.
Bibliografía
Alcocer Perulero, Marisol, 2017, Los motivos de Jano: ejercicio y contención de la violencia física, sexual y feminicidio contra mujeres en dos comunidades afromexicanas de la Costa Chica de Guerrero, tesis para obtener el grado de Doctora en Ciencias Sociales, con mención en Sociología, por la Facultad de Ciencias Sociales, sede México.
Russell, Diana, 2006, “Prefacio”, en E. Russell et al, Feminicidio. La política del asesinato de las mujeres, México, CEIICH, UNAM.
Aguirre Beltrán, Gonzalo,1958, Cuijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro, México, FCE.
Butler, Judith, 2009, Vida precaria. El poder del duelo y la violencia, Buenos Aires, Paidós.
Fregoso, Rosa Linda y Bejarano, Cintia (2011), Feminicidio en América Latina, México, CEIICH, UNAM.
Jiménez Rodrigo, María Luisa y Guzmán Ordaz, Raquel, 2015, “El caleidoscopio de la violencia contra las mujeres en la pareja desde la desigualdad de género: una revisión de enfoques analíticos”, Revista de Estudios Sociales, núm. 54, octubre-diciembre, pp. 93-106.
Entrevista
Demóstenes, consejero, 2016, entrevista realizada en trabajo de campo por Marisol Alcocer Perulero que aparece en Los motivos de Jano: ejercicio y contención de la violencia física, sexual y feminicidio contra mujeres en dos comunidades afromexicanas de la Costa Chica de Guerrero.
[*] Este escrito muestra los resultados generales de una investigación más amplia que se realizó para la obtención de grado de Doctora en Ciencias Sociales, mención en Sociología, en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), México.
[1] La Costa Chica es una de las siete regiones socioeconómicas en las que se divide el estado de Guerrero. Se conforma por 15 municipios. Esta región ha sido identificada como una de las regiones con mayor número de comunidades con población afromexicana.
[2] Esta base de datos tomó como referencia el seguimiento y construcción de la base de datos que realizó el Observatorio de Violencia Contra las Mujeres de Guerrero “Hannah Arendt”, aunque yo he agregado la etnia de la víctima.
[3] Un apunte metodológico que se tiene que especificar respecto a las fuentes de información es: 1) en lo que concierne a los datos oficiales es prudente señalar que no todos los casos llegan a la denuncia ni a la apertura de una averiguación previa, por lo que se está consciente que los datos expuestos en este sentido son sólo información oficial y no el total de los casos ocurridos; 2) por otro lado, cuando se utiliza como fuente de información la prensa, los datos que se presentan pueden ser también inexactos. Mediante el programa STATA, versión 12, a partir de la información integrada, se calcularon las tasas por municipio para realizar la comparación.
[4] A Luisa y Marijose las asesinaron en dos años distintos en la comunidad de el Pitahayo, del municipio de Cuajinicuilapa.