Familia, iglesia y trabajo en la vida cotidiana de una mujer mormona

Genaro Zalpa[1]
Universidad Autónoma de Aguascalientes

Templo de Salt Lake City en Utah, Estado Unidos

Brenda[2] es una mujer que es integrante de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (SUD), también conocida como Iglesia Mormona. Tiene 38 años, es Licenciada en Informática y Maestra en Educación. Es casada y su esposo, Ingeniero en Sistemas, también es miembro de esta Iglesia. Es madre de tres hijos pequeños, una mujer y dos varones. Nació en el seno de una familia que ya era mormona.

Historia de vida y experiencia religiosa

Brenda nació y creció en una familia mormona, por lo que los recuerdos de su infancia, que dice que la marcaron mucho, tienen que ver con la importancia de la familia, del trabajo y de la participación en la vida de su Iglesia, que forma parte de las enseñanzas de su religión, y que ella interiorizó por la vivencia personal de su vida familiar y el ejemplo de sus padres.

En cuanto a la vida familiar, aunque a los fieles de esta Iglesia no se les prohíbe casarse con miembros de otras religiones, sí se les inculca que el matrimonio eterno[3] solamente se da entre creyentes mormones.

Yo quiero tener una familia para toda la eternidad, quiero tener un esposo, quiero tener hijos, quiero tener una familia. Entonces, desde ahorita mis elecciones van a tener repercusión. Bueno, yo lo pienso y lo creo. Y pues no, no tuve novio en la prepa, hasta que llegué a la universidad, porque precisamente terminando la prepa conozco a mi esposo. Él es miembro de la Iglesia desde los ocho años.[4]

Terminada la preparatoria y antes de entrar a la universidad para estudiar la carrera de informática, Brenda trabajó durante dos años en una empresa de electrónica. Durante este tiempo tuvo que resolver el problema de la no coincidencia entre sus creencias y las exigencias de la empresa, la cual esporádicamente le pedía trabajar los domingos. Dice que aceptó hacerlo porque no era una exigencia rutinaria, y que si lo hubiera sido habría renunciado al trabajo para reservar el domingo para las actividades religiosas.

Ya cursando la carrera de informática, Brenda sintió el llamamiento para ser misionera. No fue una decisión fácil interrumpir los estudios y alejarse por un tiempo de su novio para irse a misión, pero estuvo en Tijuana del 2002 al 2004. Cuando regresó a Aguascalientes reanudó sus estudios, y se casó en el año 2006. Tuvo también a su primera hija.

Según las enseñanzas de su Iglesia y el ejemplo de su madre, Brenda se dedicó a atender a su esposo y a sus hijos, y a las labores del hogar. Un día normal lo describe así:

Acostumbramos levantarnos, hacer una oración como familia, dar gracias antes de que corramos a nuestros trabajos. Todos nos arrodillamos, hacemos una oración, sobre todo para dar gracias por el nuevo día, y pedir que podamos estar juntos en la noche, que podamos tener eee… pues la habilidad para poder realizar nuestras tareas en el día y que nos cuide de cualquier situación. Y ya empezamos nuestras labores, en tareas, trabajo, en nuestra dinámica. En la tarde, cuando vamos a comer hacemos oraciones para bendecir los alimentos. Y platicamos: “¿Cómo te fue en la escuela? ¿Qué aprendiste? ¿Cómo te pareció? Tus amigos…” Y entonces nos platican. Después de la comida hacemos tarea. O, como ahorita en vacaciones, vamos a leer, vamos a aprender de las Escrituras. Cuando me dicen:

  • Mamá, no me salen las matemáticas, fíjate que estoy batallando con este problema, es que no me va a salir.
  • Oye hija, ¿recuerdas qué hizo el profeta del Libro de Mormón, Nefi, cuando tenía el desafío de construir un barco? Hizo una oración.

Los domingos llegamos de la capilla, preparo la comida y comemos, y hacemos una noche de hogar. Pero entre semana leemos las Escrituras todos los días.

Alrededor del 2016, cuando sus hijos, incluido el más pequeño, ya iban a la escuela, Brenda se preguntó qué hacer, a qué dedicar su tiempo si sus hijos ya no estaban con ella toda la jornada. Lo consultó con su esposo y él la animó a dar clases como maestra de su especialidad, informática. Así lo hizo durante un semestre, cubriendo un interinato, después del cual ganó un concurso para ocupar una plaza de 30 horas. Entonces se le presentó nuevamente el problema de elegir entre seguir las enseñanzas de su Iglesia, es decir, seguir dedicada a las labores del hogar y a atender a su esposo y a sus hijos, o aceptar el trabajo. Para resolverlo decidió consultar a su líder religioso, dándose un diálogo en los siguientes términos:

  • Necesito un consejo. Me siento mal porque es una enseñanza de toda la vida que la mamá se queda en la casa, cuida a los hijos, está al pendiente de ellos, y yo me voy a ir a trabajar 30 horas. Voy a comer, regreso, y con todo son 36 horas semanales, y ahí es donde siento que no voy a hacer lo correcto.
  • Yo pienso que sí es lo correcto, porque parte de la enseñanza del Evangelio es que, tanto hombres como mujeres, siempre puedan lograr su máximo potencial, que puedan lograr la medida de su creación, y si se está dando esta oportunidad es porque es para ti. Tienes el apoyo de tu esposo, él quiere que tú puedas aprender, que puedas adquirir herramientas.

Como resultado, aceptó el trabajo. Dice que el horario se acomodó muy bien, pues trabaja de 8 de la mañana a 2 de la tarde, lo que le permite dejar a sus hijos en la escuela, y recogerlos al salir.

Brenda combina sus tareas como madre y esposa, y como maestra, con las actividades que la Iglesia espera de una mujer de su feligresía. Ha sido maestra de primaria, maestra de jóvenes y maestra de seminario y de instituto.

Materializacion de lo religioso

En la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, los objetos religiosos no tienen una presencia importante, aunque tampoco son rechazados. La iglesia utiliza con profusión imágenes —pinturas— de Cristo. Llama la atención que en ningún caso se represente a un Cristo sufriente —como suele ocurrir en el mundo católico—, a pesar de que la Iglesia hace mucho hincapié en su sacrificio expiatorio. Más bien se representa a un Cristo sereno y bondadoso, pintado con colores pastel. Es posible, quizás, utilizar el argumento de Birgit Meyer cuando afirma que “la religión ofrece una estética específica, que forma sujetos religiosos transformando sus sentidos y permitiendo modos de incorporación de lo divino a través de formas sensoriales” (Meyer, 2018: 34). En el caso de la Iglesia SUD, la estética religiosa se relaciona con una forma de vivir la religiosidad, y también la vida diaria, que privilegia el orden y la pulcritud.

Los únicos objetos relacionados con su religión que se encuentran en la casa de Brenda, son una imagen de Cristo con las características señaladas, y una especie de medallones de metal repujado que representan el templo de Salt Lake City, que es el centro religioso de esta Iglesia. Detrás de los medallones puede atisbarse una fotografía de la familia. Lo demás es mobiliario sin alguna característica especial.

En lo que toca al cuidado del cuerpo, los fieles mormones hacen convenios de castidad y existe la prohibición de ingerir bebidas embriagantes, o estimulantes, como los refrescos de cola, café o té negro, así como el consumo de tabaco y de drogas. Con respecto al vestido no hay normas específicas para las mujeres, solamente se les recomienda vestir modestamente. Por medio de las páginas oficiales de la Iglesia SUD se sabe también de una indumentaria blanca —conocida por su nombre en inglés: Garment— que los fieles, varones y mujeres, reciben como parte de la ordenanza de investidura que se lleva a cabo en los templos, y que deben llevar día y noche debajo de su vestimenta. Este objeto sagrado no está, ni debe estar, a la vista.

Referencia

Meyer, Birgit (2018), “A estética da persuasão: as formas sensoriais do cristianismo global e do pentecostalismo”, en Debates do Ner, vol. 19, núm. 34, pp. 13-45.

  1. Profesor-investigador. Universidad Autónoma de Aguascalientes.
  2. Este es su verdadero nombre, que ella estuvo de acuerdo en que se utilizara.
  3. Que no termina con la muerte.
  4. En cursivas las palabras de Brenda.