Fab labs en territorios indígenas: Entre el extractivismo capitalista y el diseño autónomo de los pluriversos

Maximino Matus Ruiz
El Colegio de la Frontera Norte | matus@colef.mx


Imagen tomada del canal de YouTube de Alaska Public Media


Las tecnologías digitales disruptivas como los fab labs están llegando a territorios indígenas con la finalidad de experimentar el potencial de la fabricación digital en la preservación e innovación de su cultura material, y la gestión de los recursos naturales asociados a los territorios que habitan. Los fab labs establecidos en territorios indígenas ponen en diálogo saberes ancestrales y recursos naturales con tecnologías digitales para alcanzar fines diversos: desde gestionar tecnológicamente recursos culturales y naturales, hasta reproducir o crear objetos digitales (Hui, 2017) capaces de ser impresos para reivindicar formas particulares de ser y estar en El Mundo (Law, 2011) desde El Pluriverso (Escobar, 20016a). Sin embargo, la población indígena ha enfrentado múltiples barreras para apropiarse de forma autónoma de esta tecnología y, en consecuencia, su potencial para revindicar la particularidad de las ontologías indígenas y el diseño autónomo ha sido limitado. En cambio, la reproducción de una lógica extractivista de los recursos culturales y naturales asociados a sus grupos étnicos y territorios, ha sido facilitada por la llegada de dicha tecnología. En las siguientes páginas exploramos algunas implicaciones de introducir fab labs a territorios indígenas y su potencial para diseñar e imprimir los pluriversos.

Palabras clave: fab lab, cosmotecnia, pluriverso

Introducción

Dentro de la diversidad de laboratorios de fabricación digital instalados en el mundo, existe un número limitado que han sido establecidos por indígenas o en territorios habitados por población indígena. Tal es el caso de un laboratorio introducido por el Center for Bits and Atoms (CBA) del Massachusetts Institute of Technology (MIT) entre los sami del norte de Noruega hacia 2003, quienes con esta tecnología crearon redes inalámbricas y tags para rastrear a sus animales en la tundra (Gershenfeld, 2005). Diez años después se instaló otro fab lab indígena en las tierras tribales de Anchorage, Alaska, denominado CITC Fab lab. El proyecto fue impulsado por el CBA y el Cook Inlet Tribal Council (CITC).[1] La particularidad de este laboratorio a diferencia de los que antes se habían establecido en EUA, es que intenta combinar educación STEM,[2] tecnologías de punta y los valores tradicionales de los nativos de Alaska para impulsar desarrollo a nivel local.

Otra iniciativa que busca promover el uso de fab labs entre indígenas fue impulsada en años recientes por Jean-Luc Peirite, quien es presidente de la mesa directiva del Centro de Indígenas Norteamericanos en Boston y encargado internacional de la logística de la Fab fundation.[3] El proyecto impulsado por Peirite fue denominado InDigiFab y su objetivo es crear un programa que promueva la inclusión de las comunidades indígenas al movimiento fab lab a partir de acercar sus tecnologías relacionadas para generar emprendimientos que permitan la gestión del conocimiento indígena y sus recursos naturales:

La iniciativa propuesta InDigiFab está abierta a las comunidades indígenas que deseen utilizar la programación de fab lab como un vehículo para la transformación social, el desarrollo económico, la preservación de la flora y fauna locales y la revitalización y mantenimiento de la lengua y la cultura tradicionales.[4]

Uno de los proyectos impulsados en el marco de esta iniciativa fue de revitalización lingüística entre los túnica-biloxi de Luisiana, grupo al que Perite pertenece. En el proyecto Tarujantohku; diseño digital basado en la tradición de la narración de cuentos: “los estudiantes usaron: narración tradicional, conocimiento de los ancianos vivos y su propio conocimiento personal del ecosistema local. Pudieron colaborar y expresar en papel un nuevo concepto en su lengua de herencia. Los siguientes pasos fueron digitalizar los diseños” (Jean-Luc, 2019: 67, traducción propia).

Jean-Luc Peirite ha señalado que la genealogía del concepto de “InDigiFab” encuentra su raíz en el movimiento Indigitization de la Columbia Británica en Canadá. Esta iniciativa promueve el uso de herramientas para la digitalización del conocimiento de las naciones originarias y tiene la finalidad de desarrollar capacidades para la gestión de la información y el patrimonio indígena. Para Perite, los conceptos de colaboración, creación de redes y desarrollo son alcanzables cuando se aplica el modelo de Indigitization a los fab labs (Jean-Luc, 2019). De hecho, Canadá ha sido pionero en establecer laboratorios de fabricación digital en territorios indígenas bajo este concepto, tal es el caso del Fab Lab Onaki[5] que forma parte del First People Inovation Center o FPIC por su acrónimo en inglés y Agora Lab.[6]

En México no existen fab labs establecidos por indígenas, pero si hay laboratorios que han sido insertados en territorios indígenas y que trabajan con población local. Tal es el caso del Fab lab Maya, el Fab lab Oaxaca o el proyecto impulsado por un estudiante de la Ibero Puebla que en su paso por la Fab Academy desarrolló el prototipo de un Fab loom digital para que fuera adoptado por las artesanas zapotecas de Teotitlán del Valle. Dicho proyecto fue supervisado por Jean-Luc Peirite. Además, existe otra iniciativa de craftivismo digital denominada Zapotech Art Desing, la cual fue impulsada por un artista que bajo el auspicio de una beca del TEC de Monterey trabajó con artesanos de la misma comunidad para digitalizar sus diseños y promover innovación artesanal.[7]

Estos laboratorios e iniciativas de craftivismo digital impulsados por agentes creativos mestizos se han enfocado en promover la digitalización de la artesanía entre comunidades indígenas y forman parte de la red latinoamericana Fab craft.[8] De hecho, el Fab lab Maya se ha convertido en un referente central de la red con el programa Artesana lab, el cual trabaja con mujeres mayas con la finalidad de que digitalicen parte de sus procesos artesanales y de esta forma tengan oportunidad de competir con las artesanías provenientes de China que han inundado el mercado local. Destaca que Trinidad Gómez, directora del Fab lab Maya, realizó estudios en el Instituto para la Arquitectura Avanzada de Cataluña y es graduada de la Fab Academy de Barcelona, desde donde estableció lazos con otros fabbers que ahora forman parte de la red Fab craft.

Otro fab lab en Latinoamérica que forma parte de la red Fab craft es el FabLab UNI de Lima. Desde este laboratorio en 2012 Walter González diseñó un telar de bajo coste y de código abierto que podía ser reproducido con el equipo básico de un fab lab, es decir, que era fabable[9] y logró optimizar al 60% la producción tradicional de un telar. Walter también se formó en la Fab Academy de Barcelona, desde donde estableció relaciones con otros fabbers. Una de sus colaboraciones más relevantes fue la impulsada con el MediaLab Prado de Madrid, desde donde se desarrolló el proyecto Fab loom, el cual ha formado a cientos de artesanos, fabbers y makers en la producción de telares y artesanías fabricadas digitalmente.

Para cerrar este breve recorrido por la genealogía de los fab labs presentamos el caso del Fab lab Perú.[10] Este laboratorio no sólo enfoca sus esfuerzos en la fabricación digital, sino que también está experimentando con la biología sintética a través del programa Bio Academy.[11] En este tenor, su objetivo es enseñar a los fabbers a “usar principios de ingeniería para diseñar y ensamblar componentes biológicos en los fab labs.[12] Empero, el proyecto que queremos destacar es Fab lab Perú como parte de este recorrido introductorio, es un laboratorio flotante en forma de estrella que es capaz de ensamblarse y desensamblarse para llevar estas tecnologías a diferentes puntos del Amazonas: “Estos proyectos se basan en la integración de nuevas tecnologías, como la fabricación digital, biotecnología, robótica, etc. y los saberes locales, para mejorar la calidad de vida de los habitantes amazónicos”.[13] El proyecto es financiado por la fundación alemana Konrad Adenauer como parte de su Programa regional de seguridad energética y cambio climático. Desde nuestra perspectiva, llama la atención que este fab lab sea impulsado por agentes creativos mestizos con el apoyo de una fundación alemana que pretende enseñar a indígenas locales como conservar su naturaleza y luchar contra el cambio climático mediante la fabricación digital y biología sintética producida y archivada bajo licencias de uso libre y acceso abierto, lo cual más que conservar, facilita el extractivismo del conocimiento indígena y la biodiversidad local.

El breve recorrido por la genealogía de los fab labs hasta aquí presentado sugiere que la tecnología de estos laboratorios ha sido apropiada de forma acelerada en diferentes latitudes del mundo y que el propio modelo ha evolucionado e incorporado nuevos elementos; pasando de la fabricación digital a la biología sintética y de laboratorios estables a los itinerantes. Su expansión acelerada en buena medida se ha debido a que los fab labs operan bajo un modelo de red jerárquica controlada por el CBA-MIT y la Fab Academy del Fab lab Barcelona. Desde estos nodos se ha transferido la tecnología y se ha formado con las mismas metodologías para el diseño de nuevos objetos digitales y su fabricación digital a miles de fabbers que comparten la filosofía del acceso abierto. Sus diseños han sido puestos a disposición en plataformas de archivos digitales como Github para que cualquier persona los pueda retomar, replicar y escalar.

En esta exposición introductoria también identificamos que agentes creativos mestizos ‒arquitectos, diseñadores, artistas e ingenieros‒ han sido centrales en la expansión de estas iniciativas en territorios indígenas de Latinoamérica. De estas últimas iniciativas llama la atención que la mayoría de los proyectos impulsados entre población indígena, se centran en la creación neoartesanal para competir en el mercado global, empero, no se han identificado iniciativas que promuevan el diseño autónomo desde lo digital, es decir, la creación de objetos sintéticos pensados desde y para las ontologías indígenas. En cambio, en los fab labs impulsados por población indígena en EUA y Canadá, parece haber mayor libertad para la creación de diseño autónomo y el craftivismo digital, por ejemplo, para crear objetos que promuevan la revitalización lingüística. Por ello consideramos pertinente cuestionar ¿a qué se debe esta diferencia entre fab labs indígenas y aquellos establecidos por agentes creativos mestizos en territorios indígenas? ¿por qué algunos fab labs pueden diseñar e imprimir objetos inexistentes y otros se limitan a reproducir con pequeñas adaptaciones los archivos hospedados en repositorios digitales? ¿qué hace falta para que los fab labs establecidos por indígenas o en sus territorios puedan incursionar de forma plena en el diseño autónomo y la impresión 3D de objetos acordes a sus pluriversos? ¿los fab labs y sus tecnologías asociadas pueden ser apropiadas por las poblaciones indígenas en benefició del diseño ontológico o son tecnologías extractivistas que se benefician de la filosofía del diseño abierto?

El pensamiento bricoleur y bricoler materializado en los fab labs

Siguiendo a Lévi-Strauss, se propone que los fab labs indígenas o que trabajan con esta población reproducen una lógica del tipo bricoleur, es decir, el pensamiento imita, copia o que opera sin un plan establecido y en su ejecución utiliza los remanentes de invenciones pasadas, es decir, materiales procesados para otros usos y fines (Lévi-Strauss, 1964). En cambio, hay un puñado de fab labs que operan bajo una lógica del tipo bricoler, los cuales a partir de un pensamiento ingenieril crean objetos sintéticos que son reproducidos y adaptados por el resto de la red de fab labs. En seguida explicamos a mayor detalle porque consideramos problemático que un pequeño puñado de fab labs operen bajo una lógica bricoler y la gran mayoría, entre ellos los fab labs indígenas, o los establecidos en sus territorios, operen bajo una lógica de tipo bricoler (Matus, Colobrans y Serra, 2019).

En El pensamiento salvaje (1964) Lévi-Strauss explica a detalle el pensamiento bricoleur ‒o bricolaje‒ y el del tipo bricoler. Un ejemplo contemporáneo del primer tipo ‒el pensamiento artesanal‒ serían aquellas reparaciones no profesionales que se hacen en casa ‒fontanería, electricidad, autoconstrucción, etc.‒, con los elementos que se tengan a la mano, sin inventar nada nuevo, sino más bien siendo creativos en el reacomodo de lo existente. En cambio, el pensamiento tipo bricoler ‒el de los ingenieros‒ subordina sus tareas a la obtención de materias primas y de instrumentos previamente concebidos y obtenidos a la medida de los requerimientos de su proyecto; los primeros imitan artificialmente a la naturaleza y sus posibilidades de inventiva se encuentran limitadas a lo dispuesto, en cambio, los segundos crear su propia naturaleza desde lo sintético (Matus, Colobrans y Serra, 2019). En este tenor argumentamos que la mayoría de los fab labs indígenas o que trabajan con población indígena, como los de la red Fab craft, operan a partir de una lógica bricoleur; su universo instrumental y creativo está cerrado pues parte de los remanentes de materiales ya dispuestos y de trozos antes modelados o prototipados. En cambio, en los fab labs más especializados ‒del tipo bricoler‒ el universo instrumental está abierto ya que sus operarios son ingenieros y especialistas en las ciencias del diseño capaces de inventar e intervenir el mundo con sus propios objetos y materiales; así, el mundo bricoler dispuesto por los fab labs y sus tecnologías asociadas está limitado para aquellos que dominan las ciencias del diseño o lo que Arturo Escobar (2016a) identifica como el diseño occidental, funcional, racional y heteropatriarcal; Elon Musk, Richard Branson, Jeff Bezos y su lógica escapista que pretende conquistar el espacio antes de proteger la masa crítica de la tierra (Latour y Weibel, 2020) serían ejemplos paradigmáticos.

Como alternativa, Escobar propone el diseño autónomo, el cual permitiría rediseñar el proyecto de Lo humano y transitar hacia la vida comunal que se distingue por la heterogeneidad de sus ontologías. En este tenor, Escobar argumenta que el diseño es y debe ser ontológico “porque cada objeto, herramienta, servicio o, incluso, narrativa en los que está involucrado, crea formas particulares de ser, saber y hacer” (Escobar, 2016ª: 11). Además, toda invención tecnológica es ontológica porque inaugura una serie de rituales, formas de hacer y modos de ser que dan forma a lo que es ser humano (íbid.). El campo de estudio y la práctica de la tecnoantropología se inserta en la bifurcación del diseño planteada por Escobar; ‒diseño heteropatriarcal vs. diseño ontológico‒ y pretende ser crítico a las fantasías tecnológicas occidentales y tecnopatriarcales, al tiempo de participar en la medida de lo posible en el codiseño de tecnologías heterogéneas, pensadas para personas diversas y acordes a sus pluriversos.

Desde nuestra perspectiva, la diversidad de fab labs antes explorados ‒bricoleur y bricoler‒ muestran diversos matices de cómo lo tecno-patriarcal y lo tecnológico-matriarcal o comunal intentan dialogar para generar nuevos diseños, algunos asociados de forma directa con la funcionalidad, racionalidad y el dualismo occidental, otros poniendo en diálogo las posibilidades de intervenir El Mundo (Law, 2011) para impulsar El Pluriverso (Escobar, 2016a) mediante la fusión de las tecnologías con lo artesanal y el conocimiento ancestral. Por ello, nuestro interés actual se centra en comprender si es posible que las comunidades indígenas se apropien del modelo fab lab y sus tecnologías relacionadas para impulsar un diseño ontológico que sea acorde con sus cosmotecnias (Hui, 2020) y que al mismo tiempo les permita diseñar de forma autónoma el futuro de sus pluriversos desde lo digital.

La cosmotecnia y el diseño de los futuros indígenas

Escobar retoma el concepto de “desfuturización” para hacer referencia a lo que considera uno de los efectos más graves de la modernidad: la destrucción sistemática de futuros posibles por la insostenibilidad del proyecto moderno occidental. Como alternativa, la “futurización” no accidental pretende lo contrario: promover la posibilidad de generar un futuro con futuros (Escobar, 2016b: 71). Un ejemplo de cómo imaginar el futuro ha permitido a grupos excluidos sortear la modernidad occidental es el afrofuturismo, el cual nace como respuesta a los sistemas clasificatorios raciales abriendo de esta manera posibilidad infinitas. No obstante, desde nuestra perspectiva, una diferencia importante a considerar entre el afrofuturismo del siglo XX y el futurismo indígena del siglo XXI, es que las tecnologías digitales facilitan el diseño de dichos futuros, y no sólo eso, sino que, además, gracias a la fabricación digital es posible imprimir los objetos derivados de dichos ejercicios de creatividad y diseño ontológico.

Las cosmotecnias y los futuros indígenas

El concepto de cosmotecnia fue propuesto por Yuk Hui en Sobre cosmotécnica: una nueva relación entre tecnología y naturaleza en el antropoceno (2020). Hui coincide con Escobar (2016b) al considerar que las corporaciones promotoras de las modernas tecnologías digitales y la biología sintética comparten una narrativa utópica y tecnodeterminista desde la cual argumentan que es posible salvar al mundo de la destrucción ambiental a partir de su diseño sintético. No obstante, también considera simplistas aquellas perspectivas que proponen un diálogo simétrico entre humanos y no humanos para superar los problemas derivados del antropoceno. Para Hui, reconocer la simetría ontológica no basta para enfrentar al gigantesco sistema cibernético que ha capturado al mundo mediante la electrónica y la informática. En cambio, Hui considera necesario desarrollar una perspectiva cosmopolítica que sea capaz de resignificar las nociones occidentales que ven en la tecnología una herramienta para gestionar las “reservas” de recursos materiales y biológicos del mundo. Como alternativa Hui propone el concepto de cosmotecnia, es decir, la relación de la tecnología con la moral que encuentra un fundamento particular en la cosmología de cada grupo étnico. Para explicar esta relación el filósofo recurre a la antropología que a través de profundos estudios etnográficos ha desentrañado las complejas y particulares relaciones ‒al menos para los ojos occidentales‒ que los indígenas establecen con el resto de las entidades que habitan en el cosmos, tal sería el caso “de hau y mana en la etnografía de Marcel Mauss sobre los intercambios del don (Mauss, 2013), donde la obligación moral tiene su origen en la cosmología.” (Hui, 2020: 115)

El antropocoeno como sistema cibernético ‒o sistema de sistemas basado en la electrónica y la informática‒, ha roto la relación entre cosmos ‒moral‒ y técnica. Como resultado las tecnologías en las que se sustenta este sistema cibernético se convierten en “una fuerza gigantesca que transforma a cada ser en una mera “reserva permanente” o “stock” (Bestand), como observa Martin Heidegger en su famosa conferencia de 1949/1954, La pregunta sobre la tecnología (Heidegger, 1977).” (íbid.). En cambio, la cosmotecnia propone volver a unificar el orden cósmico con el orden moral a través de la relación establecida entre humanos y objetos técnicos o las herramientas que utilizan para relacionarse con la naturaleza. En este sentido, Hui considera que el reconocimiento y defensa de la diversidad de ontologías e inclusive su propia institucionalización ‒ej. Los derechos de la naturaleza en Bolivia‒ es un primer paso hacia el restablecimiento de esta relación: “Sin embargo, la pregunta que queda por responder es ¿cuál será́ el destino de estas ontologías y practicas indígenas cuando se enfrenten a la tecnología moderna, que es la manifestación del naturalismo? ¿O cabe la posibilidad de que estas “prácticas” sean capaces de transformar la tecnología moderna para que esta última adquiera una nueva dirección en su desarrollo, un nuevo modo de existencia?” (Hui, 2020: 120). La pregunta planteada por Hui puede ser adaptada al caso de los fab labs: ¿Cabe la posibilidad de que las prácticas de diseño ontológico sean capaces de apropiarse de los fab labs y sus tecnologías relacionadas para que adquieran una nueva dirección en su desarrollo y en consecuencia impulsen nuevos modos de existencia? Pregunta que queda abierta y es guía de mi actual proyecto de investigación.

Bibliografía


Escobar, Arturo (2016a), Autonomía y diseño. La realización de lo comunal, Bogotá, Editorial de la Universidad del Cauca.

—————– (2016b), “Sentipensar con la Tierra: las luchas territoriales y la dimensión ontológica de las epistemologías del Sur”, en Revista de Antropología Iberoamericana, vol. 11, núm. 1, enero-abril, 2016, pp. 11-32.

Fabfundation (2020), “Fab Lab Network”. Disponible en https://fabfoundation.org/global-community/. Accesado el 22 de marzo de 2020.

Gershenfeld, N. (2005), Fab: The Coming Revolution on Your Desktop – from Personal Computers to Personal Fabrication, Nueva York, Basic Books.

Hui, Yuk, 2020, “Sobre cosmotécnica: una nueva relación entre tecnología y naturaleza en el antropoceno”, en: Cosmotheoros vol. 1, núm. 1.

Lévi-Strauss, Claude (1964), El pensamiento salvaje (No. 04; GN405, L4.), México, Fondo de Cultura Económica.

Latour, Bruno y Weibel, Peter (eds.) (2020), Critical Zones: The Science and Politics of Landing on Earth, Boston, MIT.

Law, J. (2011), What’s Wrong with a One-world World, documento presentado en el Center for the Humanities, Wesleyan University, Middletown, Connecticut, septiembre, 19.

Matus, M., J., Colobrans, y A. Serra (2020), “Los fab lab o la programación del mundo físico: entre el bricoleur y el bricoler”, en Economía Creativa, núm. 13, mayo-octubre, pp. 10-35.

Peirite, Jean-Luc (2019), “InDigiFab: Craftivismo artisanal indígena promovido a través de a educación Fab Lab”, en Walter Gonzales, Neoartesanías en América. Métodos para incorporar procesos de fabricación digital en las artesanías, Perú, Universidad Nacional de Ingeniería, pp. 61-78.

Ron Eglash (2018), “Decolonizing Digital Fabrication: Case Studies in Generative Justice”, en Tomas Diez (ed.) Fab City, Barcelona, Distributed Design, pp. 44-59.

  1. https://citci.org/
  2. STEM: Acrónimo en inglés para hacer referencia a la educación basada en la Ciencia, Técnica, Ingeniería y Matemáticas.
  3. https://www.biosummit.org/jeanluc-pierite-2018
  4. (Traducción propia, http://fabacademy.org/2018/labs/fablabdassault/students/jeanluc-pierite/indigifab.html).
  5. https://cipp-fpic.com/en/fablab-onaki-the-1st-indigenous-fab-lab-in-canada
  6. http://www.agoralab.ca/first-peoples/
  7. Zapotech Art Design: https://tec.mx/es/noticias/puebla/educacion/artesania-tecnologica-cruce-de-saberes-indigenas-y-arte-digital
  8. https://www.fablabs.io/organizations/fab-craft-artesanias-digitales-red-lat
  9. Capacidad de ser producido dentro de un Fab lab.
  10. https://www.fab.pe/
  11. https://bio.academany.org/
  12. https://www.fab.pe/homepages/puntoedu/#bioacademy
  13. https://www.fab.pe/portfolio/ffl/#