Verónica Mariana Xochiquetzalli Barreda Muñoz[1]
ICSyH – BUAP
Amaranta Cornejo Hernández
ICSyH – BUAP
Alan Carmona Gutiérrez
Agrupación Un Salto de Vida, El Salto, Jal.
No más muertes por contaminación. Protesta contra reactivación de la termoeléctrica en Juanacatlán. Palacio de Gobierno, Guadalajara, Jalisco. 28 de febrero de 2025
Resumen
El presente artículo se enmarca en la etapa de construcción de una propuesta analítica de un proceso de investigación sobre sufrimiento ambiental y procesos de desafección en la cuenca alta del río Grande de Santiago, una de las zonas más afectadas por contaminación tóxico-industrial en México. Mediante un enfoque interdisciplinario, buscamos comprender la experiencia de las poblaciones de El Salto, Juanacatlán y Tonalá, para afrontar las condiciones de afectación socioambiental y las razones detrás de la aparente (in)movilización social frente a estas problemáticas. En este artículo se presenta un primer avance de nuestra propuesta teórico-conceptual para interpretar el sufrimiento ambiental a partir de la experiencia de vida en una zona de sacrificio, lo que nos permite interpretar la información recabada en campo. Consideramos cuatro dimensiones clave para abordar la construcción de dicha experiencia: 1) la dimensión material de la afectación; 2) la psicosocial, emocional y afectiva; 3) la de la memoria colectiva y territorial; y 4) la político-organizativa. Estas dimensiones nos han permitido comprender cómo las condiciones físicas, simbólicas y emocionales convergen en la subjetivación de las experiencias de las comunidades, así como ahondar en la comprensión de la producción de experiencias y procesos de subjetivación particular a través de una metodología propia que recoge los debates de los feminismos y las disciplinas encauzadas a entender el medio ambiente y la producción de territorios. En la segunda parte del artículo, presentamos algunas reflexiones preliminares con la intención de evidenciar las marcas o huellas del proceso de subjetivación que viven las poblaciones al sortear y sostener la vida en medio de condiciones ecológicas devastadoras. Hemos retomado las ideas de distintas autoras y autores, quienes piensan a partir de casos concretos, aclarando que estas nociones serán contrastadas con la información empírica.
Introducción
El interés por explorar la noción de sufrimiento ambiental surge por una necesidad común y una experiencia colectiva que encontraron eco, más allá de lo sugerente del concepto, con la similitud de la vivencia de las y los pobladores de El Salto y Juanacatlán con los de Villa Inflamable en el reconocido texto de Auyero y Swistun (2007). El Salto y Juanacatlán son dos de las comunidades más afectadas por la contaminación tóxico-industrial en la cuenca del río Grande de Santiago, en el occidente de México, reconocido por ser uno de los ríos más contaminados del país. Si bien la contaminación más visible comenzó en la década de los 70, fue hasta inicios de la década de los 2000 cuando iniciaron las primeras acciones de denuncia, y posteriormente se fue incorporando más población a través de diversas convocatorias e iniciativas de más grupos organizados. Particularmente, la agrupación Un Salto de Vida (USV) ha incentivado una participación de carácter popular, propiciando movilizaciones y protestas, entre otras acciones lúdicas, que han atraído la atención de investigadoras e investigadores de diversos campos del conocimiento.
Desde las ciencias sociales se ha investigado el conflicto y la lucha más visibles, o bien la propia experiencia de USV a través de múltiples tesis, libros y artículos científicos. Los conocimientos generados por dichas lecturas y procesos han propiciado un entendimiento parcial sobre la experiencia de vida de las y los habitantes de estos pueblos, de alguna manera eclipsando el sentir y la experiencia de la población no movilizada que vive bajo el yugo de una normalidad tóxica. La presente investigación responde a la necesidad de USV de conocer, con mayor profundidad y alcance, cómo es dicha experiencia, para tener una noción clara de cómo la gente afronta las condiciones de afectación, para entender las razones por las que las y los habitantes no se movilizan y, por tanto, tener mejores estrategias de comunicación y acercamiento, o bien conocer cuáles son las acciones no visibles que la población realiza en defensa o protección de la vida que les rodea frente al despojo múltiple.
La presente investigación se da en el marco de una serie de procesos de construcción de conocimientos estratégicos entre USV y el colectivo Entramados Comunitarios y Formas de lo Político,[2] quienes, a partir del año 2021, conformamos el colectivo de investigación Luchas y Horizontes Comunitarios para una Transición Ecopolítica. A través de una de las líneas de trabajo sobre sufrimiento ambiental y procesos de desafección, nos dimos a la tarea de realizar una investigación con una metodología plural, tanto cualitativa como cuantitativa, en tres etapas generales: 1) trabajo de campo; 2) construcción teórico-conceptual; y 3) procesamiento e interpretación de resultados.
En la primera etapa de este estudio, parte de nuestra energía colectiva fue encauzada a aplicar un ejercicio de levantamiento de información en poblaciones de la cuenca alta del río Santiago, en los municipios de El Salto, Juanacatlán, y el suroriente de Tonalá, para comprender la experiencia del riesgo de la exposición de dichas poblaciones al complejo problema de contaminación tóxica, que más tarde nos ha permitido aproximarnos a una comprensión de los procesos de subjetivación de la población que experimenta la emergencia sanitaria y ambiental en dichos territorios.
En la segunda etapa, nos hemos dado a la tarea de retomar planteamientos previos sobre sufrimiento ambiental, ecología política latinoamericana y estudios feministas, para hacerlos resonar con nuestra primera etapa de trabajo. Este artículo presenta un primer avance de nuestra propuesta teórico-conceptual para interpretar el sufrimiento ambiental a partir de la experiencia de vida en una zona de sacrificio, un concepto que utilizamos “para señalar la desigualdad, injusticia y violencia sobre la que Estados y empresas imponen la zonificación de la devastación” (Carmona, Barreda y Navarro, 2024: 148).
Inspirados en el trabajo de Auyero y Swistun (2007) acerca de las percepciones de los habitantes de Villa Inflamable, territorio ubicado en el partido de Avellaneda, al sudeste de la ciudad de Buenos Aires, Argentina, nos planteamos conocer, en primer lugar, la experiencia relacionada con los riesgos, afectaciones, y acciones que se llevan a cabo en un territorio tóxico, así como las distintas prácticas que se consideran pertinentes para coadyuvar en la solución de la problemática. Conocer de primera mano la experiencia de quienes habitan los municipios mencionados, permite, por un lado, identificar interseccionadamente las diferencias que atraviesan tales experiencias, y en segundo lugar, a partir de esa identificación, producir colectiva y orgánicamente acciones de transformación que desborden el tiempo alienado mencionado por Auyero y Swistun (2007: 141), para quienes
la exposición a la contaminación engendra un conjunto de confusos, contradictorios y erróneos entendimientos (mis-cognitions) que se traducen en un largo, impotente e incierto tiempo de espera, un tiempo controlado por otros (funcionarios, doctores, personal de la compañía), un tiempo alineado (Bourdieu 2000, p. 237) que los residentes de Inflamable comparten con todos los grupos dominados.
Así, la experiencia de los habitantes estaría profundamente marcada por la confusión generalizada acerca de la contaminación, lo cual se traduciría en dudas y divisiones, y finalmente en una actitud de “sumisión a una realidad dañina” (Auyero y Swistun, 2007: 141). La confusión, en parte, es producida por el difícil acceso al derecho a saber, que en otras palabras se refiere a contar con información clara y oportuna sobre los contaminantes, sus procedencias, sus efectos, sobre quiénes son responsables de verterlos en el medio ambiente, y sobre alternativas frente a ese tipo de contaminación. Este proceso de confusión da como resultado una dinámica continua y constante de sufrimiento ambiental, ya que este va más allá de aspectos biológicos (Castillo-Gallardo, 2016), y sin duda permite reconocer el despliegue de desigualdades (ibid.) y externalizaciones del daño ecológico (Machado Aráoz, 2017).
A diferencia del trabajo realizado por Auyero y Swistun, en nuestro estudio hemos constatado que el problema de habitar territorios afectados fuertemente por la devastación tiene múltiples dimensiones que van más allá de un asunto cognitivo, ya que la experiencia vivida en los municipios de referencia arroja luces sobre el proceso de subjetivación, en el cual las dimensiones material y simbólica se entrelazan en la producción de sentido frente a lo vivido (Eraña y Barceló, 2016). Frente a esto nos preguntamos cómo es posible la vida en territorios profundamente degradados y contaminados, entendiendo a la vida como una trama compleja de relaciones sociales que interactúan con seres no humanos en un contexto en el cual están en disputa las condiciones para reproducir la vida misma.
Queremos contribuir a los recientes esfuerzos que se han venido dando para repensar, resignificar y ampliar la noción de sufrimiento ambiental que algunos autores han venido dando en los últimos años, como Castillo Oropeza y Delgado Hernández (2024: 38) para intentar responder
de qué manera las relaciones de poder político-económicas destruyen las naturalezas y los territorios y, de forma paralela, producen histórica y espacialmente el sufrimiento socioambiental como una condición de existencia de las poblaciones mayormente afectadas por distintos procesos socioambientales: desastres, explotación minera, entre otros.
A continuación, presentamos algunas ideas preliminares, tanto claves como reflexiones, a partir del trabajo realizado en esta etapa de la investigación en la que se enmarca este ejercicio, para comprender la experiencia de sufrimiento ambiental en comunidades de la cuenca alta del río Grande de Santiago.
Claves teórico-metodológicas para aproximarnos al sufrimiento ambiental
En la primera etapa de este estudio nos dedicamos a aproximarnos a través de una metodología sustentada en el mapeo cuerpo-territorio, la cual retomamos específicamente de la propuesta del Colectivo Miradas Críticas al Territorio desde el Feminismo (2017), para identificar, a través de un ejercicio corporal y espacial, las agresiones que se viven en los territorios, partiendo del propio cuerpo como centro y primer territorio desde el cual se viven las afectaciones. La intención de esta técnica fue poder conectar, mediante el dibujo, los sentidos, experiencias, vivencias, percepciones y comprensiones de un problema, en particular, en este caso, la vivencia de habitar un territorio devastado. Esto, frente a la necesidad de ampliar los límites de las técnicas tradicionales como la encuesta, la entrevista tradicional y el grupo focal, donde, como se constató en la etapa preliminar de 2022, se detectaron dificultades para acceder a los contenidos más íntimos relacionados con las emociones que provocan las problemáticas con las que los habitantes conviven diariamente en su comunidad. Para superar esa limitante y abordar de manera sensible y cuidadosa los relatos de la población, recuperamos la técnica del mapeo cuerpo-territorio.
El mapeo comenzó situando a las personas entrevistadas en su territorio, con el objetivo de ubicar espacialmente el lugar que le fuera más representativo o importante de su comunidad, municipio o referente espacial. Posteriormente, les pedíamos que señalaran los principales problemas y las maneras como estos le hacían sentir, ya fuera alegría, dolor, preocupación, confianza, tristeza o confusión. Más tarde, les pedíamos que identificaran si estos problemas les afectaban de algún modo. Mientras que en la primera parte parecía que no identificaban una conexión directa entre los problemas socioambientales y la vida cotidiana, en el siguiente ejercicio, los malestares y enfermedades, directos o indirectos, comenzaban a surgir. Este hecho constataba la importancia de la implementación de una herramienta que permitiera vincular la producción de estructuras de sentido con la propia experiencia de habitar un territorio determinado.
Así, más que iluminar las percepciones de los habitantes, nos centramos en la relación que guardan las condiciones materiales y simbólicas de existencia con la producción de subjetividades concretas en los territorios devastados. Dichas subjetividades están en construcción continua por causa de las relaciones entre distintas capas o niveles de experiencia (Mohanty, 1991, en Elizalde, 2008), en las que los lugares de significado están conformados por “cuerpos concretos y habitados, y las prácticas sociales” (Elizalde, 2008: 25). Para Silvia Elizalde, la posibilidad de pensar las experiencias no puede reducirse sólo a la trama dominante (en un sentido vertical), ni verse como una cuestión de agencia individual restringida a las categorías significativas disponibles; las “experiencias no pertenecen a los/as sujetos en tanto individuos o colectivos unificados, sino que se construyen como resultado de continuos procesos de intersección e influencia (desigual) entre diferencias encarnadas en sujetos concretos, así como relaciones de control y resistencia” (2008: 26). En ese sentido, ninguna experiencia carece de especificidad política.
En términos metodológicos distinguimos cuatro capas del proceso de construcción de la experiencia: 1) la dimensión material de la afectación, generalmente vinculada a la especificidad de las prácticas de sostenimiento de la vida; 2) la dimensión psicosocial, emocional y afectiva; 3) la dimensión de la memoria colectiva y territorial; y finalmente 4) la dimensión política y organizativa. Si bien estas dimensiones son abordadas a partir de sendos segmentos en las entrevistas y en la encuesta, es importante decir que no las pensamos como separadas unas de otras. La intención de abordarlas de manera desagregada fue para tener información específica de cada una de ellas, para luego intersectarlas en el análisis de forma que emergiera la complejidad que tiene la experiencia del sufrimiento ambiental.
La primera dimensión está inspirada en distintos feminismos y pensadoras del sur global, quienes instan a pensar la reproducción de la vida material, y en ella se intersectan distintos sujetos como las familias, comunidades, individuos, instituciones de salud pública (el Estado), instituciones de salud privada y mercado, que proveen de un campo para la construcción de vivencias concretas en torno a las prácticas de sostenimiento y cuidados.
La dimensión psicosocial, emocional y afectiva del sufrimiento ambiental aporta información en torno a cuáles son y cómo se viven las emociones que aparecen frente a la devastación socioambiental y el impacto que tiene en la vida de las personas, en el marco de lo que una colectividad valora como dañino, angustiante, triste, o confuso (Cornejo, 2016). Este objetivo se relaciona con el reconocimiento de la capacidad de las personas de producir un conocimiento colectivo (Eraña y Barceló, 2016) a partir de los marcos de sentido que se coproducen socialmente (Eraña, 2021), proceso en el cual emergen conocimientos que pueden habilitar a las personas a desarrollar acciones colectivas para revertir los daños.
Con la tercera dimensión, de la memoria colectiva y territorial, indagamos en la manera en que la población ha producido marcos de comprensión acerca de lo que acontece en el territorio y la generación de una memoria colectiva que dé sentido e identidad a los habitantes.
Finalmente, nos interesó rastrear, a través de la dimensión política y organizativa, las maneras en que se experimenta la conflictividad territorial en la región, así como la inmersión de la población en los procesos político-organizativos.
Una vez presentadas las cuatro dimensiones abordadas en las entrevistas y encuestas, podemos entender que el sufrimiento ambiental es la manera en que se subjetivan experiencias concretas y variadas en un espacio y tiempos específicos. Así, más que información contextual, se busca identificar las marcas creadas colectivamente en la subjetivación de la experiencia, entendiendo que esta no es vivida de la misma manera por todas las personas.
Experiencia del sufrimiento ambiental
A continuación presentamos algunas reflexiones preliminares acerca de la experiencia de sufrimiento ambiental que se vive en la cuenca alta del río Santiago. Nuestra intención es evidenciar las marcas o huellas del proceso de subjetivación que viven las poblaciones al sortear y sostener la vida en medio de condiciones ecológicas devastadoras. Hemos retomado las ideas arrojadas por distintas autoras y autores, quienes piensan a partir de casos concretos, con la salvedad de que estas nociones serán contrastadas con la información empírica; nos interesa aproximarnos a modo de mostrar ideas preliminares que den contenido a las categorías.
- Sufrimiento físico
Una de las principales afectaciones denunciadas por las poblaciones de zonas de sacrificio o zonas saturadas de contaminantes y conflictividades, ha sido la aparición de enfermedades y muertes debido a la presencia de contaminantes químicos derivados de las actividades industriales, mineras, extractivas, entre otras.
- Avasallamiento de los sentidos
Una de las primeras dimensiones del sufrimiento ambiental tiene que ver con un avasallamiento de los sentidos, como lo nombra Marcelo Sarlingo (2013), que estudia la experiencia de sufrimiento ambiental en la población de Colonia Hinojo en Argentina. En su estudio constata que la exposición cotidiana, aguda y constante a olores fétidos y gases, produce dolores y malestares físicos para todxs, pero de manera más aguda para las personas ya enfermas. Además, evitar la exposición a estas condiciones implica un aumento de la carga de trabajo para las personas cuidadoras, en su mayoría mujeres. Esta situación produce una habituación perceptiva desde los sentidos; la gente se acostumbra a mirar la piel en búsqueda de algún efecto en el cuerpo.
En distintos estudios que han abordado la experiencia sensorial de las poblaciones expuestas a una saturación de contaminantes (Castillo-Gallardo, 2016; Auyero y Swistun, 2007; Sarlingo, 2013) se ha constatado el despliegue de una violencia simbólica por parte del Estado y medios de comunicación que estigmatiza a las poblaciones a partir de una narrativa del sujeto contaminado. Las poblaciones afectadas deben “pelear por la legitimidad de su dolor y por la importancia de la reparación frente a otro que muchas veces los niega: en ese tránsito los efectos sobre el cuerpo son escrutados, los espacios más privados son expuestos y los lugares colectivos son transformados en ejemplos del daño ocasionado” (Castillo-Gallardo, 2016: 101).
Lizeth Santana señala, en su estudio acerca de la percepción de la contaminación en el municipio de El Salto, la manera en que la población expuesta a la degradación ecológica ha desarrollado un tipo de raciocinio caracterizado por la construcción de actitudes e información colectivas que permiten mantenerles con vida ante los daños ocasionados. Esta inmunidad se vive como una medida para aceptar la situación y buscar salidas fetichizadas o individuales.
Conocer la experiencia vivida de habitantes de Juanacatlán, El Salto y Tonalá parte, como se ha dicho, de una apuesta por coproducir conocimiento situado, el cual responde a una lógica interseccional (Crenshaw, 2012) que muestra cómo se imbrican los marcadores sociales (edad, género, clase, etnia/raza) en la exposición cotidiana a una alta toxicidad ecosistémica. Esto, como lo señalan Auyero y Swistun (2015) y Castillo (2016) devela los procesos de vulnerabilización social en el territorio, los cuales se dan de forma desigual, y por ende tienen efectos diferenciados según las personas.
Para entender los procesos de vulnerabilización consideramos importante recordar los procesos de acumulación ampliada (De Angelis, 2012) que, entre otras cosas, fragmentan las relaciones de las personas con sus territorios, convirtiendo a los bienes en recursos para el consumo desde una lógica necrótica (Navarro y Linsalata, 2021). En otras palabras, se trata de una dinámica donde las dimensiones material y simbólica no pueden ser separadas. Retomamos aquí a Auyero y Swistun (2015) en la complejidad de su aseveración de que “no hay ni una población determinada a hacer algo en contra de la agresión tóxica, ni una población completamente acostumbrada a la contaminación” (p. 141), para así entender cómo no solo las personas (en lo individual y colectivo) están expuestas de forma desigual según su posición social, sino que también la forma que le dan a tal experiencia se ve atravesada por dicha desigualdad.
- Reparación y revictimización: construcción social de la prueba y legitimación del problema en el ámbito estatal
El problema de la agudización de la desigualdad recién expuesto reitera el empeño por coproducir conocimiento colectivamente desde las poblaciones afectadas. Al retomar las experiencias sudamericanas documentadas y analizadas por Auyero y Swistun (2015), así como por Castillo-Gallardo (2016), reconocemos una dinámica que se presenta también en Jalisco: la validación de los efectos nocivos en las vidas de las personas solo cuando se demuestra científicamente el deterioro de su salud física. Esto lleva a una dinámica de invalidación de las experiencias en su complejidad, ya que la prueba médica desconoce la multiplicidad de niveles que son afectados, además de que, insistiremos, las afectaciones incluso físicas se presentan y comportan de formas heterogéneas (Castillo-Gallardo, 2016). Así, sólo se legitima la afectación si se está enferma. Ante ello, las entrevistas y la encuesta han buscado producir información que dé cuenta de la complejidad y gravedad del sufrimiento ambiental, el cual, no se ha dicho, desborda la salud física.
Lo anterior tiene que ver con un saber experto que expone a las personas afectadas a un proceso de revictimización, en tanto son responsables de sus problemas por “no saber” lo que se espera que sepa alguien con conocimiento en toxicología, por ejemplo. Esto se relaciona con el derecho a saber, el cual sin duda nutriría la capacidad de toma de decisiones informadas. Así, el trabajo empírico hecho aportaría datos sobre el nivel de no acceso a tal derecho, así como la consecuente posibilidad de buscar alianzas con quienes detentan el saber experto que es reconocido por las instituciones gubernamentales.
Sin embargo, el saber experto debe ser tomado bajo tres consideraciones. Por un lado, está la tensión de que tendencialmente desconoce las capacidades de las poblaciones para reconocer cuáles son sus problemáticas y hacer propuestas más orgánicas. Esto clausura la posibilidad de validar otros conocimientos en torno a la devastación socioecológica. Por otro lado, el saber experto instaura una relación entre autoridades (médicas, periciales) que no siempre son parte de la población afectada, reproduciendo la dinámica de hablar por ellxs. La tercera consideración tiene que ver con la dinámica de fragmentación social que emerge a partir de quiénes tienen acceso a esxs expertxs, quiénes les reconocen como autoridades, y quiénes no tienen ese acceso. A partir de estas consideraciones, las entrevistas y la encuesta funcionan como un diagnóstico que permita identificar desde la experiencia de la población afectada estos riesgos en las formas de politizar la experiencia de sufrimiento ambiental.
Para Mayarí Castillo (2016) la presencia y despliegue del aparato jurídico estatal juega un papel fundamental en la construcción de la experiencia de los habitantes y con ello, en la producción de subjetividades, ya que la tendencia del armazón estatal es la de producir desigualdades en tanto se conjuga una relación de poder entre Estado y la población afectada. Esta relación de poder consiste en una concentración y juego a través de la producción de conocimiento y pericia específica, la ley, sus procedimientos y lenguaje. Esta concentración de saber experto en las arcas del Estado coadyuva a la producción de procesos de confusión e inacción entre la población.
Reflexiones finales
En los apartados anteriores hemos presentado tres rubros que nos parecen fundamentales en la construcción de una comprensión acerca de los procesos de subjetivación de la población que experimenta la emergencia sanitaria y ambiental en una zona de sacrificio como la cuenca alta del río Grande de Santiago. En primer lugar, nos interesa dar cuenta de que el problema de la experiencia de la población que habita zonas de sacrificio es un tópico de suma relevancia en la búsqueda de alternativas y generación de procesos de transformación. Nos parece importante ahondar en la comprensión de la producción de experiencias y procesos de subjetivación particular a través de una metodología propia que recoja los debates de los feminismos y las disciplinas encauzadas a entender el medio ambiente y la producción de territorios.
En ese sentido, nuestro segundo apartado se ha dedicado a mostrar las particularidades del estudio que hemos desarrollado, abrevando de la metodología del mapeo corporal. Finalmente, presentamos algunas claves que surgen de la revisión bibliográfica acerca de cómo se ha comprendido el problema, en aras de reconocer algunos de los contenidos más útiles para lanzar una comprensión acerca de la experiencia concreta de sufrimiento ambiental en la cuenca.
Si bien hemos lanzado algunas claves de la experiencia de sufrimiento ambiental, es también evidente que esta experiencia no es homogénea, y requiere de los datos empíricos suficientes para dotar de contenido a las diversas maneras en que se despliegan los procesos de subjetivación de las poblaciones, quienes no solo experimentan el desastre desde una posición de pasividad o sumisión total, sino desde una fuerte resistencia y resiliencia que se enfrenta de cara a las devastadoras condiciones socioecológicas de manera cotidiana y, muchas veces, de manera oculta a la percepción pública.
Una vez realizado este ejercicio de construcción teórico-conceptual a partir de una aproximación investigativa, de la mano de la experiencia de lucha y defensa del territorio de USV, nos encontramos realizando la interpretación de los datos cuantitativos arrojados por el levantamiento de una encuesta, así como de los datos cualitativos obtenidos por diversos métodos en campo. Esta experiencia de coproducción de conocimientos estratégicos tiene el reto, por la propia expectativa autoimpuesta, de tener eco en las discusiones políticas a nivel comunitario, así como en la interlocución con el Estado en los procesos de atención y reparación de los daños provocados por la contaminación tóxica urbano-industrial en la cuenca del río Santiago, es decir, que los resultados puedan trascender el mero interés de la construcción del conocimiento como fin, sino como medio estratégico para la defensa del territorio.
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El colectivo Entramados Comunitarios y Formas de lo Político es un grupo de investigación de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que surgió a partir de un seminario permanente en el posgrado en Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”. El colectivo trabaja desde el pensamiento crítico, la ecología política y el abordaje desde lo comunitario-popular, principalmente en México y América Latina. ↑