Evocaciones lacustres desde la etnografía digital: atisbos metodológicos

Valeria C. de Pina Ravest[1]
CIESAS Ciudad de México

Imagen de katemangostar vía www.freepik.es


El distanciamiento social provocado por la pandemia de SARS-CoV-2 a inicios de 2020, puso a la etnografía digital en el centro de las preocupaciones metodológicas de científicos sociales ante la imposibilidad de hacer “trabajo de campo”. La etnografía en su acepción tradicional se vio hondamente afectada, pues el estudio in situ es uno de sus requisitos epistemológicos. Derivado de ello, se empezó a pensar y nombrar generalizadamente el lugar antropológico emergente por excelencia: el ciberespacio, la web, lo virtual y/o lo digital.[2]

La etnografía, como forma de conocimiento,[3] ve saberes en prácticas, relaciones y sentidos socialmente construidos, y se pregunta por la estructuración de la vida social desde la perspectiva o mirada de los sujetos, entendiendo que en ello hay formas de conocimiento que muchas veces están fuera de las agendas académicas y sobre todo gubernamentales (de ahí los conflictos sociales derivados de las diferentes visiones del mundo). Ahora bien, se pone en marcha un extractivismo académico cuando esta incorporación del conocimiento producido en la periferia o los márgenes es éticamente condenable, si el sujeto que investiga desde ciertos privilegios hace una apropiación sin dar crédito o preguntar si cierta información puede hacerse o no pública, práctica íntimamente ligada a la etnografía. Cuando ésta se hace digitalmente, los dilemas éticos y las dificultades de obtener consentimientos informados de los colaboradores se tornan más problemáticos.

En el contexto de la pandemia, donde se sitúa el presente relato, la necesidad de continuar con investigaciones etnográficas, pese a las restricciones, se hizo latente cuando se fueron ampliando los días de confinamiento. Ello no fue del todo intempestivo, pues desde las dos primeras décadas del siglo XXI hemos presenciado un aumento paulatino, continuo y exponencial de las interacciones sociales-individuales con el mundo virtual, pero lo cierto es que la irrupción del coronavirus en nuestras vidas generalizó su uso y se convirtió en un hecho social total (Ramonet, 2020). De esta forma somos testigos de un sincretismo entre las relaciones sociales “presenciales” offline y las “virtuales” o “digitales” online,[4] que sin bien en un principio eran muy diferenciadas, ahora #sonunamisma,[5] se ha comenzado a nombrar este proceso como onlife. Estos cambios explosivos en la cultura, las relaciones sociales y las tecnologías de la información deben estar en nuestros focos de interés y la etnografía digital es una herramienta para descifrarlos.

Con la probabilidad de caer en algunos lugares comunes, en cuanto a la etnografía y a lo digital, debido a ser éste mi primer contacto con ambos, el texto se presenta a modo de autoetnografía[6] de mi acercamiento al ciberespacio para poder advertir cómo se recuerda y qué se piensa del cuerpo de agua texcocano a través de la publicación de fotos y mapas en dos redes sociodigitales, Facebook e Instagram.

El proyecto de investigación inicial en aquel ya lejano 2019, no sólo por el tiempo sino por la intensidad de los sucesos que vivimos en lo que parece ser un antes de y un después de, buscaba indagar las evocaciones fotográficas y cartográficas del Lago de Texcoco en los siglos XX y XXI a través de diversas estrategias: etnografía digital (aunque no ocupaba el nodo metodológico central), visitas a archivos, etnografía in situ, ejercicios de cartografía participativa, entrevistas y encuestas. A unos meses de empezar el trabajo de campo, el distanciamiento social instaurado para evitar el contagio, impedía acudir presencialmente a los lugares importantes para la investigación. Fue en ese momento en el que lo digital comenzó a adquirir centralidad y se formó la nueva cara de nuestra propuesta que cada vez iba nombrando con mayor claridad las memorias, imaginarios y sentidos evocados a partir de publicaciones en estas redes, que fueron seleccionadas por la importancia que dan a la imagen.

Aunado a las preocupaciones que implicaba la pandemia, un angustiante sentimiento se apoderaba de mí al advertir que no podría hacer lo que en las clases iniciales del doctorado nos decían que la etnografía debía ser, basados en una certidumbre: la centralidad del “trabajo de campo”. ¿En dónde y qué es hacerlo desde y en lo digital? ¿Cómo podría conceptualizarse dicho espacio como lugar de múltiples interacciones y complejidades?

Después de tener que descartar la mayoría de las estrategias y hacer de lo digital la principal fuente, empecé a advertir varios problemas, que en el momento se presentaron como pensamientos y procedimientos caóticos, pero que ahora puedo nombrar con mejor claridad desde la distancia frente a ese necesario caos que surge por el primer contacto con aquel “mar de información”.

Primero me pregunté, como cuando empezaba la investigación, sobre las motivaciones personales para estudiar el lago, así como cuestionar el lugar desde donde tomaba posición para hacerlo: originaria de Texcoco, en la orilla donde la memoria lacustre es un poco más difusa, pues nos separan fronteras físicas (como carreteras), ideológicas (como olvidos inducidos e imaginarios impuestos sobre el “vacío” o “desierto” o “lugar lodoso o polvoso” que “es”), prácticas (la cotidianidad no está conectada a las actividades campesinas y lacustres, aunque pocas aún perviven, siguen realizándose en algunas comunidades. La principal actividad de contacto con dicho espacio fue cruzarlo, pero desde este camino no se alcanzan a advertir los remanentes del lago como la Ciénega San Juan o el lago artificial Nabor Carrillo). Lo lacustre comenzó a resonar en mí con mayor presencia hasta los conflictos derivados de los intentos de construcción de dos terminales aeroportuarias, en las presidencias de Fox (2001) y Peña (2014), cuando las voces de los atenquenses resonaron en toda la región y nos obligaron a cuestionarnos sobre este espacio. A pesar de ello, no tenía un recuerdo visual de lago, pues no lo había visto más que una vez. Fue en una página de Facebook que vi la primer fotografía antigua del lago, en Texcoco en el tiempo.[7]

De esta forma, las evocaciones sobre el lago comenzaron a habitarme y se empezaron a vislumbrar como un nodo problemático, develando los conflictos por la memoria. Los primeros encuentros con el mar de información de estas dos redes sociodigitales me permitieron construir un problema de investigación, apasionante desde la perspectiva de conocer las derivas lacustres de nuestro territorio. De esta forma seguí una serie de procedimientos, que se alimentaron de varios lugares de encuentro y estudio: lecturas propias y recomendadas, acompañamiento de compañeras y de la línea de investigación a la que pertenezco, Antropología Semiótica,[8] experiencias académicas previas (en la Geografía, la Sociología Rural, los Estudios Latinoamericanos y los seminarios Mario Payeras y Máquina Mixba’al), es decir, del proceso dialógico que implica hacer investigación. Por ello la utilización tanto del singular como del plural de la primera persona: el texto a veces se habita de la voz de la experiencia propia y a veces de las polifonías que aquí encuentran una tonada común. El camino que empezó a tomar nuestro trabajo de campo en el espacio digital y que no siempre siguió un orden lineal o cronológico se puede resumir en estos siete momentos:

Tabla 1. Momentos de la etnografía digital en Facebook e Instagram

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Momento Caracterización Metodología Experiencia propia y resultados
I. Exploratorio Representa el inicio de la exploración de campo, a modo de inmersión en una cantidad importante de información y discursos, que en este primer momento se hace con el objeto de rastrear un tema muy general. Estas exploraciones pueden ser de diverso tipo: transversales, nodales, rígidas, fluidas. Se lleva a cabo un acercamiento al tema. a) Primero se pueden hacer navegaciones exploratorias en diversas plataformas,[9] según sea el interés y el primer acercamiento al tema de la investigación. Para nuestro caso, elegimos Facebook e Instagram por su alto contenido visual.

b) Ello hará visibles los sujetos que están publicando cuestiones referentes al tema y que tienen algún vínculo, también empezará a ser más claro el rompecabezas temático y se advertirán diferenciaciones temporales y espaciales. Se empezarán a localizar los momentos de mayor circulación de sentidos,[10] que podrían estar mostrándonos coyunturas, y las intertextualidades digitales, aquellas menciones fuera de las publicaciones.

c) Con la decisión de las plataformas que revisaremos y la ubicación de los sujetos, temas, tiempos y espacios, se puede hacer un “mapa general” de las interacciones que se están observando o que se conocen por comunicaciones diversas e iniciales con los sujetos.

Si bien revisar las redes sociales formaba parte de mi cotidianidad, empecé a hacer búsquedas diarias en diversas páginas y perfiles donde intuía que podía encontrar información sobre el lago, así como los sujetos relacionados de alguna forma con él. Al empezar una etnografía se parte de un interés, se trata, en esta fase, de formalizar y disciplinarse en la búsqueda de información.
II. Constructivo Es cuando se empiezan a hacer las preguntas básicas que la etnografía digital ayudará a contestar, después de tener un panorama amplio a partir del momento exploratorio, es necesario “construir el problema”, que parte de nombrarlo fácilmente. Se lleva a cabo un distanciamiento o extrañamiento respeto al tema para poderlo problematizar. a) Comenzar por las preguntas básicas ¿cuál es el interés de la investigación? ¿qué conflictos se advierten de inicio? ¿cuál es el problema concreto que quiero entender? ¿cómo los puedo nombrar claramente? ¿quiénes participan de él? ¿qué diferencias hay entre los sujetos? ¿en qué tiempo y espacio? ¿se puede advertir como un solo espacio o tiene diferencias? Articular el problema en una sola pregunta, que puede tener que ver con nuestro interés, pero sobre todo, con lo que está pasando y lo que dicen de ello los sujetos.

b) Aquel acercamiento afectivo y estructural que conseguimos en el primer momento, debe ser contrastado con un proceso de distanciamiento, es decir, ver el tema en sus problemáticas y conflictos, desentrañar y desconfiar de aquello que se presenta como natural, normal, hegemónico, neutral, como producto del progreso.

En mi caso había un acercamiento con el tema muy afectivo, lo que me dificulta despojarme de aquel romanticismo[11] tan criticado en la academia. Ese distanciamiento o vista desde arriba del panorama respecto al lago en redes sociodigitales, me permitió formular mi pregunta: ¿qué memorias e imaginarios están en disputa por el Lago de Texcoco, y quiénes las están enunciando?
III. Coyuntural Se trata advertir de manera clara las densidades de sucesos, de disputas, de creación y circulación de sentidos socialmente construidos. Aunque puede haber un conocimiento previo o de sentido común de las coyunturas, se trata de profundizarlas. a) Se pueden revisar aquellas publicaciones que rememoran fechas importantes a modo de calendario conmemorativo, éstas son importantes pues reflejan momentos donde los sujetos cada año se vuelven a posicionar sobre los conflictos de forma clara.

b) Posteriormente se puede advertir en qué años hay mayor presencia del tema e intercambio de mensajes entre los sujetos.

c) Complementar el calendario de días conmemorativos y el de los años donde sucedieron con la elaboración de una cronología detallada, elaborada a partir de fuentes históricas o periodísticas.

Aunque conocía algunas fechas importantes de sucesos, con la ayuda de un registro de las publicaciones en las redes sobre el lago, en específico las que contenían fotos y mapas, en una base de datos,[12] pude hacer un cruce con la cronología y advertir claramente los momentos relevantes.
IV. Fronterizo Se refiere al adentro y el afuera de la etnografía digital. si bien los primeros momentos evidenciaron la complejidad de un tema, es necesario tomar decisiones de lo que formará parte del análisis y lo que no. a) Está íntimamente ligado al momento constructivo, pues parte de los intereses propios y de lo que nos están diciendo las publicaciones, es el momento de delimitar cada vez más en dónde pondremos el énfasis de nuestras preocupaciones etnográficas.

b) Sin embargo el afuera es sumamente importante para entender el adentro, por lo que hay que tenerlo presente de forma clara y aunque sea en sus grandes rasgos. Para ello, la noción de semiósfera puede ser de utilidad, como el universo semiótico en el que los discursos y prácticas tienen sentido.

Las fronteras respecto a las problemáticas que advertimos fueron múltiples: la elección de las plataformas, privilegiar las publicaciones con fotos y mapas, ubicar memorias e imaginarios que estas publicaciones generaban.
V. Metodológico A partir de que el problema empieza a adquirir claridad, se deben plantear las estrategias para hacer un acercamiento más metódico, aquí cada investigación debe formular las formas en las que es posible acceder al problema. Si mi problema tenía que ver con cómo se recuerda (memorias) y cómo se nombra o se tiene una idea más o menos consensuada (imaginarios) del lago a través de fotos y mapas, me propuse dos herramientas para acceder a esta información:

a) Advertir las características de los discursos digitales en Facebook e Instagram, que son eminentemente visuales y textuales (discursos transgenéricos o multimodales), así como los sujetos que los producen o difunden, los momentos y espacios en los que se hace.

b) Advertir las “reacciones” y comentarios que las publicaciones de fotos y mapas generan. En el caso de las memorias como aquellos comentarios que se expresan en formas del pretérito y enunciadas en el singular o plural de la primera persona (ej. “recuerdo que íbamos al lago los domingos”, “mi abuelo nos contaba que atravesaba el lago en las peregrinaciones hacia la Villa”). Para los imaginarios como oraciones impersonales que caracterizan al espacio (ej. “ahí ya no hay nada”, “es un lodazal”).

En el caso de a) realicé primero una caracterización de la publicación de redes sociales (si la hace un sujeto individual o colectivo, en qué momento, si se habla de un momento pasado o presente, la información textual y visual, y las reacciones: “me gusta”, “me encanta”, etc.), así como un análisis de discurso (texto, fotos y mapas). Y para b) se realizó una caracterización temática de las memorias e imaginarios, a modo de glosario de las evocaciones lacustres.
VI. Testimonial En este momento se empiezan a revelar los sujetos en su complejidades, aquí es cuando comienzan los contactos y socializaciones por diversos medios (en nuestro caso tuvieron que ser en su totalidad a distancia), así como el diseño de entrevistas y pensar en posibles colaboraciones con personas o colectivos, de preferencia que surjan de sus propias necesidades. a) Primero se debe tener muy claro un mapa de sujetos y se puede hacer una primera caracterización exploratoria y advertir los sujetos centrales que tendrían que ser entrevistados.

b) Empezar el contacto a través de diversas estrategias comunicativas.

c) A partir de ello y del problema de investigación, hacer un diseño de entrevistas.

d) Hacer entrevistas exploratorias y si el guion funciona, continuar y mejorar las fallas o cuestiones ambiguas.

e) Continuar con la comunicación para poder realizar las entrevistas.

f) Hacer la transcripción. Cuando no se tiene mucho tiempo para este proceso, se puede hacer una transcripción selectiva o estratégica, solo aquellos fragmentos que serán de utilidad para el análisis.

g) Continuar con el contacto en el transcurso y conclusión de la etnografía, como reciprocidad y compromiso frente a los sujetos.

Para este acercamiento primero realicé un mapeo de sujetos, luego un directorio con los contactos que estaban a la mano en sus perfiles. Después se hizo el primer contacto por medio de la mensajería de las propias redes sociodigitales o por el contacto (correo electrónico o teléfono), después hacer la debida presentación y su aceptación concretar la cita (por teléfono, videollamada o incluso por correo electrónico).
VII.

Analítico/

heurístico[13]

Forma parte de los resultados o conclusiones de la etnografía y consiste en hacer un análisis de los materiales obtenidos en los diferentes momentos. Para nuestro caso, a través del análisis del discurso. a) Primero se debe afinar el registro y la sistematización del material recabado (acervo), pensar en la mejor forma de organizar la información, decidir las jerarquías (volver a delimitar) por importancia temática, de sujetos, tiempo o espacio (construir el corpus, aquellos materiales que serán el centro del análisis).

b) Construir un modelo de análisis que está íntimamente ligado al momento V, la elección de la metodología. La diferencia es que el análisis no es a modo de mapeo o exploratorio, es conclusivo: de problematización profunda y con explicaciones “densas”.

c) El análisis puntual de los discursos multimodales se plasma a través de la escritura etnográfica, muy cercana en muchos casos a algunos géneros literarios, como la forma testimonial.

Es una de las fases más difíciles de la etnografía y se puede elaborar un texto netamente etnográfico, que logre plasmar el proceso y las conclusiones desafiando nuestra creatividad y el dominio de la palabra escrita. O bien, hacer que la etnografía forme parte de un trabajo de investigación de mayor alcance que incluya otras metodologías.

Fuente: elaboración propia (2023).


La etnografía digital me permitió afinar mi proyecto de investigación, reformularlo y delimitarlo. A través de ella advertí quiénes están evocando al lago desde el presente y cómo lo hacen (memorias), así como las formas en las que se nombra y las ideas que se tienen de él (imaginarios). Del mismo modo, pude vislumbrar prácticas digitales que se producen a partir de necesidades de la realidad social y de los problemas que atraviesa la región, como la de los cronistas del siglo XXI que tienen un papel fundamental en el acceso a información histórica y la horizontalización de la investigación más allá de la academia, haciendo de la difusión su principal vocación. Esta práctica de los cronistas y también de organizaciones sociales que comienzan a tener actividad en redes sociodigitales, propician un intercambio de opiniones, recuerdos, prejuicios, ideas sobre un lugar como el lago; ello me está permitiendo advertir la materia simbólica de las memorias e imaginarios que éste evoca, a modo de glosario. Además, advertí cómo dos coyunturas dinamizaron la circulación de sentidos sobre el lago y cómo las relaciones de poder y la posición en la topología social, hace nombrar lo lacustre de cierta forma y denota la disputa por el territorio.

Nuestra etnografía buscaba las memorias frente a la historia oficial, lo diferente frente a lo hegemónico, las particularidades frente a las totalizaciones, las minorías y su diferenciación frente a las mayorías, la estratificación como respuesta a los ejercicios de poder. Ingold (2016: 219) dice que “el holismo al que aspira la antropología es exactamente lo opuesto de la totalización; lejos de juntar las partes en un todo unificado, en lo que todo queda «fusionado», busca mostrar cómo en cada momento de la vida social se despliega toda una historia de relaciones de la cual esta es el resultado transitorio”. Podemos entender a los sentidos y las prácticas como esos resultados transitorios, aquellos que sólo son comprensibles en un contexto social, y discursivo, que debe ser entendido para poder traducir y delimitar esos momentos nodales, donde nuevos sentidos y relaciones se afianzan y las continuidades y rupturas se resignifican continuamente. Por ello también es necesaria la disputa por el todo en nuestras inmersiones en la big data; de ahí el lugar central de la semiósfera (Lotman, 1996) en nuestra etnografía digital.

Bibliografía

Cantamutto, Lucía, y Cristina Vela Delfa
2016 “El discurso digital como objeto de estudio: de la descripción de interfaces a la definición de propiedades”, Aposta. Revista de ciencias sociales, núm. 69, pp. 296-323.

Carlón, Mario
2020 Circulación del sentido y construcción de colectivos en una sociedad hipermediatizada, San Luis, Argentina, Nueva Editorial Universitaria.

Di Prospero, Carolina
2017 “Antropología de lo digital: construcción del campo etnográfico en co-presencia”, Virtualis, vol. 8, núm. 15, pp. 44-60.

Felgenhauer, Tilo
2019 “La renovada importancia de los conceptos geográficos tradicionales en la construcción digital del espacio y del lugar”, Punto Sur, núm. 1, pp. 38-57.

Flores Márquez, Dorismilda
2010 “Estar con los otros: presencias, proximidades y sentidos de vínculo en las redes de bloggers”, Mediaciones Sociales, núm. 6, pp. 145-161.

Floridi, Kuciano (ed.)
2015 The Onlife Manifesto. Being Human in a Hyperconnected Era, Nueva York, Springer.

Hine, Christine
2004 Etnografía virtual, Barcelona, Editorial UOC.

Hine, Christine
2015 Ethnography for the Internet. Embedded, embodied and everyday, Londres / Nueva York, Bloomsbury Academic.

Ingold, Tim
2016 “Conociendo desde dentro: reconfigurando las relaciones entre la antropología y la etnografía”, Etnografías Contemporáneas, año 2, núm. 2, pp. 218-230.

Lotman, Yuri
1996 La semiósfera, Madrid, Cátedra.

Pink, Sarah, Heather Horst, John Postill, Larissa Hjorth, Tania Lewis, y Jo Tacchi
2016 Etnografía digital. Principios y práctica, Madrid, Ediciones Morata.

Ramonet, Ignacio
2020 “La pandemia y el sistema-mundo”, Le monde diplomatique en español, 25 de abril, https://mondiplo.com/la-pandemia-y-el-sistema-mundo.


1. Doctorante del CIESAS, Ciudad de México, línea de Antropología Semiótica | Correo: valeriadepina@gmail.com

2. Antes de la pandemia ya existía una copiosa producción académica sobre la etnografía digital. Por ejemplo, el trabajo pionero de Christine Hine, Etnografía virtual (2004), donde habla de las características de la perspectiva etnográfica de Internet, caracterizándolo como un artefacto cultural de conexiones complejas, y habla sobre los objetos y principios de la etnografía virtual. Y su libro más reciente, Ethnography for the Internet. Embedded, embodied and everyday (2015), donde ahonda sobre la etnografía del Internet y sus tres características principales: estar incorporada, encarnada y ser cotidiana; así como de las estrategias, experiencias y conexiones Online/Offline, la complejidad conectiva y los paisajes institucionales. También está el libro colectivo Etnografía digital. Principios y práctica (Pink et al., 2016) donde se habla de cómo hacer etnografía en un mundo digital como evento abierto y de la necesidad constante de la reflexividad en este proceso; en los apartados posteriores se hace un recorrido sobre lo que se puede estudiar a través de la etnografía digital: experiencias, prácticas, cosas, relaciones, mundos sociales, localidades, eventos. Otro aporte desde la antropología de lo digital, es el artículo de Di Prospero (2017), “Antropología de lo digital: construcción del campo etnográfico en co-presencia” que problematiza la construcción del trabajo de campo para abordar objetos digitales y hace una reflexión sobre la identidad del investigador como “observador observado”. En el CIESAS están los trabajos pioneros de Eva Salgado sobre redes sociodigitales, principalmente Twitter, y un estudio sobre los memes, así como varias reflexiones sobre el confinamiento y los sentidos de la pandemia (se pueden consultar algunos de sus trabajos en http://evasalgado.blogspot.com). También la importante investigación sobre las mujeres en el arte urbano en contra de la violencia de género en América Latina, donde Gemma Sánchez hizo de la etnografía digital una forma de expandir territorialmente su cuidadoso “trabajo de campo” con mujeres artistas de países tan lejanos como Perú, México, Chile, Colombia, Venezuela, Puerto Rico, entre otros (se puede consultar en https://ciesas.repositorioinstitucional.mx/jspui/handle/1015/931).

3. Permite el discernimiento sobre la humanidad y sus culturas. Este conocimiento se empezó a nombrar formalmente como antropología, y la etnografía era su principal herramienta metodológica por su institucionalización en las academias europeas y norteamericanas decimonónicas con coordenadas profundamente colonialistas. A pesar de ello es una práctica de larga data y diversa que supera su fundación institucional y universitaria. Conocer diferentes culturas y la propia, así como advertir las presencias de la otredad y la reflexividad individual-colectiva, es una actividad que ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia y representa una forma de conocimiento que permite cruzar fronteras culturales para explicar lo ajeno desde horizontes conocidos—la traducción en el más amplio sentido de la palabra es fundamental para ello. La etnografía se ha ido diferenciando de esta práctica científica e incluso ha sido adoptada por otras ciencias sociales, como bien lo señala Tim Ingold en Relaciones entre la antropología y la etnografía (2015): la antropología, en la actualidad, a partir de la crítica del papel de quien investiga, tendría que estar más vinculada a la forma de conocimiento que propone la observación participante, como un conocer con, a diferencia de la etnografía que conoce de. Pero ¿qué pasa cuando el otro de la antropología tradicional, de raigambre decimonónica, colonialista, muchas veces racista, somos nosotros? El lugar de enunciación de la investigación se invierte y somos nosotros hablando de nosotros mismos. Somos los otros de la disciplina fundacional que pregonaba el distanciamiento frente al “objeto de estudio”, la objetividad y la neutralidad del punto de vista, y desde antes de ella ya hablamos por nosotros mismos. En América Latina se ha caracterizado este tipo de producción como forma testimonio.

4. Nociones que parten de una diferenciación de lo real (offline) y lo virtual (online), y los momentos de las actuaciones sociales en o fuera de la red. Sin embargo, aunque fueron términos muy usados desde la década de los noventa, Floridi (2015: 90-91) hace una crítica al dualismo cartesiano que ello supone, como si fueran dos esferas separadas de la vida social, por ello en la actualidad se está hablando de lo onlife como forma de superar el dualismo.

5. En los últimos días he estado reflexionando cómo las modalidades de la comunicación y del discurso digital, en este caso en específico la incorporación de símbolos como el #, empiezan a estructurar nuestras formas de pensamiento. En muchas de mis actividades cotidianas me veo pensando “con qué hashtag marcaré la actividad que estoy realizando, la foto que estoy tomando, el lugar que estoy visitando. La utilización del hashtag se refiere a una marca temporal, espacial, personal, temática de un mensaje, llámese fotografía en Instagram o un texto acompañado de un meme en Twitter, es una forma de caracterizarlo, de “marcar” temáticamente nuestras actividades cotidianas y que sean fácilmente rastreadas por otros usuarios que tienen intereses similares o han visitado los mismos lugares. Así como las clásicas aseveraciones de que el lenguaje moldea el pensamiento, podríamos pensar en cómo las redes sociodigitales están haciendo que nuestras formas de pensar, nombrar y actuar cambien.

6. Término utilizado para referir el ejercicio de observarse a sí mismo y redactar metódicamente sobre ello. A propósito de esta práctica, es usual hablar de escritura etnográfica, es decir, se vincula el método con la forma de escribir, por lo que podría decirse que la etnografía posee una forma genérica, a modo de aquellos géneros discursivos de los que hablaba Bajtín (1989), que en la práctica y el uso del discurso se van consolidando. Ello conlleva un estilo de escritura y una forma de estructura argumental; a grandes rasgos se refiere al modo en que se articula el discurso para explicar la complejidad social desde la perspectiva de los sujetos. En América Latina se ha consolidado un género característico de ello, como lo dijimos líneas arriba, la forma testimonio, y propone alternativas éticas frente aquel estudio “objetivo”.

7. Se puede visitar su perfil en: https://www.facebook.com/TexcocoEnElTiempo

8. Que por cierto una mirada privilegiada a las interacciones e intersecciones entre la realidad y sus interacciones con lo digital, al proporcionar marcos teóricos y metodológicos adecuados para el abordaje de temas complejos con múltiples aristas que se ramifican en las relaciones entre sociedad, lenguaje y sentidos.

9. En el Internet o ciberespacio, y también dentro del campo de las tecnologías de la información y la comunicación, existen distintas plataformas, aplicaciones, interfaces y programas, cada una de ellas podría ser la más adecuada para el tipo de etnografía digital que realicemos: navegadores (Chrome, Opera, Mozilla Firefox, Microsoft Edge, Internet Explorer, Apple Safari), buscadores (Google, Bing, Yandex), redes sociales (Facebook, Snapchat, Instagram, Twitter, TikTok, Linkedin, Blogger, Pintrest, Tumblr, Mastodon), bases de datos y repositorios digitales (para nuestro caso fueron particularmente importantes, como la Mediateca del INAH), aplicaciones de comunicaciones instantáneas (WhatsApp, Telegram, Signal, Messenger), correos electrónicos (Hotmail, Yahoo, Gmail). Según sean las temáticas, objetivos y necesidades de cada investigación, se podrían rastrear prácticas y sentidos en las redes más adecuadas. En nuestro caso, al centrarse en dos tipos de imágenes, fotografías y mapas, resultó que las dos redes sociales más adecuadas para hacer la indagación de las memorias e imaginarios que prevalecen sobre este espacio lacustre fueron Facebook e Instagram, pues privilegian lo icónico frente a lo verbal. Uno de los campos de la etnografía digital tiene que ver con el discurso digital: coadyuva a caracterizarlo, a advertir sus propiedades (modo de realización, situación comunicativa, relación entre interlocutores, interacción digital) advirtiendo los contextos “en que las interfaces y los artefactos que mediatizan los intercambios se encuentran en constante redefinición, se defiende la pertinencia de apuntar unos parámetros que permitan abordar las condiciones en que las interfaces imprimen sobre el discurso digital” (Cantamutto, 2016: 296).

10. Se refiere al proceso de flujo de discursos en redes sociodigitales y los cambios que se producen en su trayecto o movimiento; la circulación de sentidos puede presentarse en varios sentidos: descendente (de los dispositivos socio-institucionales a colectivos y actores individuales), ascendente (“desde abajo”) u horizontal (intercambio entre pares) (Carlón, 2020: 36).

11. Si bien tenemos que ejercer una crítica constante a nuestros preceptos e ideas sobre algo y aunque son cuestionables algunas posturas del romanticismo como movimiento artístico del siglo XIX, deberíamos apelar a un nuevo romanticismo que permita expresar la afectividad respecto a lo que estudiamos y que muchas veces nos encarna, afecta, atraviesa, duele y desespera. Hacer un llamado a la memoria y revalorización de este espacio es necesario frente a las condiciones ambientales deleznables que afectan a la región. Si bien el Lago de Texcoco es lugar con un pasado doloroso y problemático por sus propias características naturales y por las decisiones políticas que han cambiado por completo su cariz, es, sobre todo, un lugar cargado de futuro y que podría beneficiar a la región e incluso a toda la zona metropolitana.

12. Se elaboró en una hoja de cálculo de Excel. Mientras avanzaba la etnografía, la base de datos se iba complejizando, y al final se organizó en varias hojas: fotos, mapas, textos periodísticos, documentos institucionales (estos materiales se almacenaron en carpetas), todos ellos ubicados a partir de la exploración digital. A cada material (captura de pantalla) se le dio una clave: F1, M1, P1, I1 y se hicieron columnas para registrar la información básica: red sociodigital (F o I), autor de la publicación, fecha de la publicación, autor del material (en caso de ser diferente al de la publicación), fecha del material (en caso de ser diferente al de publicación), texto que acompaña a la publicación, temática, ubicación aproximada, reacciones (cantidad de me gusta), comentarios (número de respuestas), comentarios (texto de los comentarios), link. En verdad cuando pude llegar a esta sistematización de los materiales, fue cuando pude tener un mapa más completo del problema al que me enfrentaba.

13. Existen un sinfín de softwares (NVivo, ALTAS.ti, Provalis Research Text Analytics Software, Quirkos, MAXQDA, Dedoose, Raven’s Eye) que facilitan el análisis de datos cualitativos que podríamos recopilar a través de etnografías digitales. Pueden rastrear temáticas, actividades, sujetos predominantes, coyunturas y hacer incluso visualizaciones estadísticas. Creemos que al ser la etnografía una de las metodologías más cualitativas que existen, es necesaria toda esta construcción del problema y su delimitación. Estos programas modelan investigaciones a través del análisis computarizado de bases de datos digitales que pueden incluir textos, imágenes, links, hashtags e incluso audio, y aunque permiten hacer búsquedas temáticas y tener un acercamiento estadísticamente más asertivo, se debe hacer un tratamiento cuidadoso a partir de las cercanías y distanciamientos frente al tema. Las herramientas digitales, como la creación de bases de datos, son sumamente útiles, pero el contacto directo es necesario para traducir los datos aparentemente objetivos y restituirles sus subjetividades; ello sólo se consigue con el ejercicio de habitar el espacio de observación y participación. La mayoría de los softwares que mencionamos hacen los análisis a partir de la modelización de un tipo de análisis de discurso, de raigambre analítica, para efectuar análisis cualitativos de contenido, narrativos, del discurso, del marco de trabajo. También existen softwares que pueden hacer programaciones para realizar las búsquedas automatizadas y masivas de bases de datos, redes sociodigitales o de diversos lugares de la web, como sería R-project. A este proceso se le llama minería de datos que metafóricamente se refiere al proceso masivo de extracción, sistematización, organización y jerarquización de datos.