Esclavitud de la infancia en México: el caso de los niños y niñas indígenas explotados laboralmente en las maquiladoras del vestido en el municipio
de Ajalpan, Puebla


Joaquín Cortez Díaz[1]
Maestrante en Trabajo Social, Universidad Nacional Autónoma de México

El presente ensayo pretende mostrar los hallazgos de un estudio de caso que versa sobre la explotación laboral infantil indígena en las maquiladoras del vestido en el municipio de Ajalpan ubicado en el sureste del estado de Puebla, abordado desde un enfoque de los derechos humanos y la sociología de la infancia, viendo a la niñez desde una mirada integral, rompiendo con la visión proteccionista o de asistencialismo, pues se considera a esta población como titular de derechos autónomos, en donde se articula con el postulado de la sociología de la infancia, la cual concibe a los niños y niñas en una categoría permanente en las distintas sociedades como “actores sociales”.

La relevancia de la problemática sobre la explotación laboral infantil no radica únicamente en que, en la actualidad existen más de 3 millones de niños y niñas en esta situación (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2019), sino que, gran parte de esta población pertenece a la población indígena y que aún sigue siendo invisibilizada. De este modo, este estudio pretende visibilizar a la niñez indígena víctima de graves violaciones a sus derechos humanos en las maquiladoras del vestido en Ajalpan, Puebla.

En donde se muestran hallazgos sobre violaciones a los derechos de los niños y niñas dentro de dichas maquiladoras, resaltando que el estudio se llevó a cabo en el segundo semestre del año 2016 y el primer semestre del año 2017, en donde se aplicaron entrevistas en profundidad a través de guiones de estudio a niños y niñas, a sus familiares, a los patrones o encargados de las maquiladoras, un grupo de enfoque con niños y niñas de secundaria que estudian y trabajan, además de llevar a cabo la técnica de la observación participante en la población y trabajar dentro de una maquiladora del vestido en el municipio de Ajalpan, Puebla.

Del norte al sur de México: del campo a las maquiladoras del vestido

 Para hablar de la explotación laboral infantil en México, es necesario contextualizar el origen de las maquiladoras en México, las cuales empezaron a operar en el norte del país en la década de los sesenta, pues en el año 1961 se abrió paso al Programa de Industrialización Fronteriza y se establecieron las primeras plantas de maquila en territorio mexicano (De la O y Quintero, 2002). Otro de los motivos fue la caída del sector algodonero, que se dio también en los años sesenta, debido a la reducción de los costos de producción, desplome de los precios y mecanismos de apoyo (Solleiro y Chávez, 2016). En ese sentido, las maquiladoras fungieron como estrategia para salvar la economía del país también por la culminación del Programa Bracero (Martínez, 2006). Hacia los años ochenta, se expande este tipo de industrias debido a la reestructuración de la economía regional, la devaluación de 1986 y por el apoyo del expresidente Miguel de la Madrid, logrando ser la principal fuente de divisas después del petróleo y el turismo (De la O & Quintero, 2002).

En la frontera norte de nuestro país, las maquilas se han caracterizado históricamente por especializarse en productos eléctricos y de autopartes; en cambio, en el centro, occidente y sur de México, donde las maquilas se expandieron en los años noventa, la especialización estuvo dada en la confección y el vestido, dando cuenta además de las precarias condiciones de trabajo y de los altos niveles de explotación laboral (De la O, 2006). Es en este contexto del establecimiento de las maquiladoras durante la década de los años noventa en estados del centro y sur del país, que ubicamos a la región de Tehuacán y Sierra Negra, región sureste de Puebla, que es donde se sitúa el municipio de Ajalpan (véase el mapa 1). Este pueblo, cuenta con numerosas maquiladoras del vestido (textiles) actualmente, en las que trabaja un gran número de personas, no sólo de trabajadores precarios adultos sino también de niños y niñas en situación de explotación laboral infantil.

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Mapa 1. Zona de estudio en Puebla. Fuente: Gabriel Pérez Salazar

En dicha región, desde los años cincuenta se localizaban pequeñas maquilas, las cuales eran de familias de clase media alta de la zona o de la capital del estado (Hernández, 2008). La diferencia con las actuales es que en aquellas décadas que van de 1930 a 1980, se producía a pequeña escala; sin embargo, con la extensión de maquilas con producción a gran escala que, en 1989 el Distrito de Tehuacán contaba con un complejo de 80 maquilas que daban empleo a 8, 000 personas (Juárez, 2004). Años después se funda Grupo Tarrant, una corporación que conjunta a las principales maquiladoras textiles de la región; así como Vaqueros Navarra, para después constituirse como grupo Navarra (Barrios y Santiago, 2004). Además, las maquiladoras ya se habían extendido a varios municipios aledaños a Tehuacán, como San Francisco Altepexi, Ajalpan, San Gabriel Chilac y Santiago Miahuatlán, principalmente. En donde se logra ver la presencia de niños y niñas explotadas(os) laboralmente, originarios de la región y de pueblos de otros estados sobre todo de Oaxaca y Veracruz.

Desde un enfoque de los derechos humanos y la sociología de la infancia

A lo largo de la historia en las diferentes sociedades y épocas en el mundo, la infancia no ha tenido visibilidad, y mucho menos actuación prioritaria en los diversos escenarios o ámbitos de la vida pública, entre otras cosas “concebir la infancia y el niño como producto social significa, simultáneamente, concebirlos también como productores de sociedad; sólo en la medida en que algo ha sido producido socialmente es capaz de generar efectos en las estructuras y relaciones sociales” (Touraine, 1994: 9). Por ello es que este análisis estuvo basado principalmente en estos dos enfoques teóricos, como ya se mencionó, el de los derechos humanos y la sociología de la infancia. Estos enfoques, en términos generales, surgen durante las últimas décadas del siglo pasado por diversas situaciones sociales en que se encuentran los infantes. Según Mancini ya sea en “materia social, económica, educativa, etc., son resultado o consecuencia de las condiciones sociales, históricas y culturales en las que viven” (2017: 43-44).

Sin duda, la Convención sobre los Derechos del Niño (cdn), promulgada en el año de 1989, permitió tener una mirada hacia la infancia de una manera integral, concibiendo a esta población como titular de derechos autónomos, un sujeto social de derechos (Picornell, 2006). Los principios que establece la cdn sustentan la aplicación de los derechos de los niños y las niñas, para aquellos que ejecuten las normas o que realicen acciones en beneficio de los menores de edad. Estos principios son: el principio de no discriminación, el interés superior de la infancia, el de la supervivencia y el desarrollo, y el de la participación.

Por consiguiente, concebir a los niños y niñas desde el enfoque de derechos humanos es visibilizarlos como “sujetos sociales, como parte de un colectivo y de un grupo social, y no visto desde el punto de vista psicológico o pedagógico de manera individual, pasando a ser parte constitutiva del tejido social y cultural del cual forman parte, asumiéndoles como sujetos activos, públicos, parte de un colectivo” (Valverde, 2008: 100).

Por su parte, la nueva sociología de la infancia, la cual comprende a la niñez como una categoría permanente en nuestras sociedades, aunque sus miembros se renueven constantemente, de tal forma que se ve a la población infantil como “actores sociales” que participan en la vida social (Pavez, 2012). teniendo como finalidad “dar visibilidad a los niños como actores sociales, en línea con las orientaciones de la Convención Internacional que reconoce a los niños y niñas como sujetos de derechos”. De modo que, “no pretende inventar nada nuevo, sino introducir el estudio de los niños en el ámbito de los objetos de interés sociológico, otorgándoles importancia por sí, y no como apéndices de la familia” (Gaitán, 2006:12-13).

Por lo que la infancia constituye un “fenómeno societario que se encuentra inserto en la propia estructura de las sociedades contemporáneas y construido en marcos de interacción social intersubjetiva, caracterizado por su dependencia en algún grupo primario o micro comunidad (la familia), por su duración respecto a su dimensión temporal, por su identificación y uso que los propios agentes sociales hacen de ella” (Rodríguez, 2000: 120). “buscando hacer visibles a los niños o niñas como sujetos y actores sociales, que tienen incidencia en las estructuras y relaciones sociales, que también en el enfoque de derechos reconoce la participación activa de los sujetos de derechos en el cumplimiento de los mismos” (Mancini, 2017: 45-46).

Niñas y niños indígenas en las maquiladoras de la mezclilla

El trabajo infantil no viene a ser un tema ajeno a la sociedad, pues estas prácticas ya se venían llevando a cabo desde la época prehispánica, sin embargo, la finalidad era forjar su carácter e impedir que se volvieran flojos, pues también se inculcaba a los niños y niñas que aprendieran diversas expresiones artísticas, como el baile, la música, el canto y conocimientos de historia, matemáticas, escritura e interpretación del calendario y de los códices (Pérez, 2009).

La ejemplificación quizá un tanto alejada en términos históricos del trabajo infantil en la época referida, es para contrastar que las prácticas que se llevan a cabo en las maquiladoras son muestra de una esclavitud moderna de la niñez indígena. Es una clara muestra de violación a los derechos humanos de dicha población, pues ante dichas actividades dentro de las maquiladoras de la mezclilla por más de diez horas de trabajo de lunes a viernes y más de 48 horas de jornada laboral en la semana. Lo que impide que éstos puedan realizar otro tipo de actividades que les permitan un desarrollo integral, pero además se les paga un salario de entre 550 pesos a 750 pesos semanalmente. esto sin incluir los gastos que puedan generar para la comida, transporte, pues los dueños de las maquiladoras se dan las atribuciones de descontarles su sueldo en caso de llegar tarde. Además, hay antecedentes de que compañeras de trabajo reflejan la existencia de agresiones físicas y verbales hacia la niñez: “Una vez yo lo vi, una niña le enseñaron y no, y no puso, creo, mucha atención o todavía no agarraba ritmo, que la regañan y le aventaron los pantalones en la cara y empezó a llorar. (entrevista a Ana, trabajadora de la maquila, originaria de Nativitas, Puebla, 2016).

Los hallazgos mostraron la inexistencia de condiciones laborales en el ambiente de trabajo de las maquiladoras del vestido, pues Matilde, una niña trabajadora refirió que no goza del derecho a la salud y Adán, también un niño trabajador habló de las condiciones materiales precarias de la maquila: “La salud a ellos no les importa, no te dan pastillas y no les importa, lo que les importa es [ponernos a] trabajar” (entrevista a Matilde, niña trabajadora y estudiante de 13 años, Ajalpan, Puebla, 2016); “Luego cuando estás en la maquila sientes feo porque son cuatro paredes, luego no pasa el aire” (Entrevista a Adán, niño trabajador y estudiante de 13 años, Ajalpan, Puebla, 2016).

Como se ha podido apreciar, los niños y las niñas siempre han estado presentes de manera inherente en la sociedad, a pesar de ello, se les ha concebido desde la perspectiva adulta o “mundo adulto”, lo que interesa es “rescatar la voz infantil, las experiencias de los niños, su papel como actores sociales” (Sosenski, S.; Jackson, E., 2013: 9-19), en donde primeramente se garanticen sus derechos humanos y se les involucre en los intereses de la vida pública.

Bibliografía

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  1. Cortez, J. (2017), Esclavitud moderna de la infancia: los casos de explotación laboral infantil en las maquiladoras del vestido en el municipio de Ajalpan, Puebla. Escuela Nacional de Trabajo Social-Universidad Nacional Autónoma de México, México: Ciudad de México. [132.248.9.195/ptd2017/noviembre/0767777/Index.html]