En mis propias palabras, recordando a Jesús Ruvalcaba, el colega, el amigo

Ana Bella Pérez Castro
Instituto de Investigaciones Antropológicas, UNAM

Quise empezar este texto hablando de uno de los lazos que unió amistad y el interés por una región, el Encuentro de Investigadores de la Huasteca. Inicio con el XXII Encuentro “Nuevos avances”, que se llevó a cabo en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) del 22 al 24 de noviembre de 2023, bajo dos modalidades: presencial y virtual. Organizado por CIESAS, el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM, la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y un Comité Organizador.

Quise empezar con este acontecimiento porque en él estuvieron presentes varias de las características que en cada uno de los eventos se dieron: “la terca realidad”[1] no de la Huasteca, sino de un apasionado de ella. Jesús siempre fue tenaz, persistente, obstinado y férreo defensor de la importancia de organizar estos espacios académicos para conocer lo que se hacía en la Huasteca. Otro aspecto relevante fue la discusión que provocaba en cada participación, siempre tenía algo que comentar y alentaba a todos a confrontar nuestros planteamientos. Una peculiaridad más era la de buscar siempre el lugar ideal, un rincón de ese “espejo cultural” para llevarlos a cabo. Tenía gran habilidad para entablar redes institucionales y motivar a las autoridades para que se realizara el evento en un pequeño poblado o en una capital. Lo importante era reunir a los estudiosos de diversas latitudes para hablar de sus indagaciones, y cuando los dineros no daban para llevarlo a cabo fuera, cuando no se podía apoyar a los jóvenes investigadores que tenían mucho entusiasmo y más que decir, pero no recursos para poder asistir, veía en su casa, el CIESAS, el lugar ideal para llevarlos a cabo. Presente estaba también su interés en que fueran varias instituciones académicas las que respaldaran y apoyaran el encuentro, con recursos, espacios y/o trabajos resultado de las investigaciones de las mismas.

Quiero destacar el papel que han tenido el CIESAS y el IIA, las instituciones encargadas de organizarlo, y ello es relevante porque si bien el Instituto había apoyado en otras ocasiones los encuentros, fue a partir del XXI cuando, a iniciativa de Jesús, el Instituto fue entidad convocante también. Ello tiene una explicación. Jesús y otro gran pilar de los estudios de la Huasteca, Juan Manuel Pérez Zevallos, fueron los que por años se encargaban de ver dónde se llevaban a cabo, el eje conductor de cada encuentro y las participaciones. En el año de 2021, y ante el fallecimiento de Juan Manuel Pérez Zevallos, “Ruva”, como cariñosamente también le decíamos, busco la mano amiga del IIA para organizarlos. Otro aspecto a destacar es que Jesús siempre tuvo el apoyo de los que en un momento fueron sus estudiantes, luego colegas y después grandes amigos. Y fueron éstos, sin duda, los responsables de entablar comunicación con investigadores, ocuparse de los programas, en fin, del arduo trabajo de organización que todo evento implica.

Ese XXIII Encuentro de Investigadores de la Huasteca quedó a cargo de Claudia Hernández, con la mirada siempre vigilante de Jesús recordándole a quién faltaba de invitar, a quien se le debería insistir para participar, amén de su renuencia a participar como ponente para fungir sólo como moderador o comentarista. Eso de exponer, insinuaba, ya les tocaba a los jóvenes porque él ya qué iba a decir. Terco como era, se mantenía firme en su decisión hasta que entre su decir y lo que debía hacer ganaba su conciencia y sapiencia, o tal vez lo persuadía el hecho de que “Clau” y yo le cuestionamos “¿cómo que no vas a presentar?”. Finalmente cedió y presentó su ponencia sobre “Movilizaciones, logros y represión en la Huasteca entre 1950 y 2007”. Siempre tenía algo que decir, algo para discutir, algo de él que compartía y que motivaba a la discusión. Esta dinámica de discusión del último encuentro fue una constante desde que él y Juan Manuel se hicieron cargo de su organización y los temas fueron cambiando en función de la realidad terca que obligaba a indagar los problemas y retos de lo que en cada encuentro era un presente complejo. “Las jóvenes miradas” siempre estuvieron presentes, lo estuvieron dando cuenta de sus indagaciones y sin duda dando tequio con su trabajo de organizar cada encuentro. Así estuvieron Patricia Gallardo, Marcela Hernández, Eduardo Carreras, Clemente Cruz Peralta, Jessica Itzel Contreras Vargas, Fátima Caballero y tantos más investigadores en ciernes provenientes sobre todo de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y de la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. También los “Grandes hombres”, los que impulsaron el descubrimiento de lo que era la Huasteca, fueron parte de los eventos y ante su fallecimiento, varios de los encuentros fueron la ocasión para un merecido homenaje.

Más de cuarenta años tiene la historia de los Encuentros, y su relevancia lleva a considerar lo mucho que se ha hecho en la Huasteca. Inician en 1981 el primero y el segundo se llevaría a cabo en 1983; sus organizadores, François Lartigue por parte de lo que en esos años era el CIS-INAH, María del Refugio Cabrera y Jesús Vargas de la ENAH. A partir del tercero, en 1985, el Encuentro quedó a cargo de Jesús Ruvalcaba y de Juan Manuel Pérez Zevallos. Iniciaban en la Huasteca “un recorrido por su diversidad” y ello fue una constante también, ver la multiplicidad de procesos sociales que se expresaban en esta discutida región. Como señalé antes, los encuentros fueron el ámbito propicio para rendir homenaje a los grandes pioneros en el estudio de la Huasteca. por ello el VIII, celebrado en la Casa Chata en 1997, estuvo dedicado a Joaquín Meade, prolifero y precursor investigador potosino, y el X Encuentro fue un homenaje a Guy Stresser-Péan, un evento realizado en 1998 en Tamaulipas donde se reunieron a los especialistas del más alto nivel, como Alan Sandstrom, Dominique Michelet, Lorenzo Ochoa, Henry Puig, Jacques Galinier, Jean Paul Provost, Bárbara Edmonson, el padre José Barón Larios, entre otros, sin faltar jóvenes estudiantes e investigadores que comenzaban su trabajo en la gran región. Las ponencias presentadas después se publicaron en la obra La Huasteca: un recorrido por su diversidad, que siguió los ejes rectores del evento: el ambiente natural, la historia, la sociedad y la cultura. En el año 2000 el XI Encuentro fue en un homenaje en vida al gran Roberto Williams; en 2011, se lleva a cabo en Tamasopo, San Luis Potosí, el “XVII Encuentro de Investigadores de la Huasteca. Historia y disyuntivas. Homenaje a Lorenzo Ochoa”. En 2014, Juan Manuel y Jesús decidieron organizar el “Primer Coloquio La Huasteca, haceres y quehaceres, en homenaje a François Lartigue”. En 2022, el XXI encuentro lo organizaría Jesús con el gran apoyo de Marcela Hernández, en Homenaje a ese otro gran pilar que sostuvo los encuentros: Juan Manuel Pérez Zevallos.

Los encuentros en general, salvo el homenaje a Guy Stresser-Péan, fueron por convocatoria y se realizaron en diferentes lugares: el III Encuentro de Investigadores de la Huasteca y del Totonacapan, en el CIESAS,1985. El IV en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en 1987; el V en la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo, Pachuca, en 1989; el VI en el CIESAS, en 1991; el VII en Ciudad Valles, San Luis Potosí, en 1992; el VIII en el CIESAS en 1995; el IX en Tuxpan, Veracruz, en 1997; el X en Tampico, en 1998; en XI en el CIESAS-Golfo, en Jalapa, en 2000; el XII en Huejutla de Reyes, Hidalgo, en 2002; el XIII en Jalpan de Serra, Querétaro, en 2004; el XIV en Papantla, Veracruz, en 2006; el XV en Ciudad Valles, San Luis Potosí, en 2007; el XVI fue en el CIESAS, en 2009; el XVII en Tamasopo, en 2011; el XVIII en el Colegio de San Luis 2013. En 2014 no hubo encuentro, en su lugar propusieron Jesús y Juan Manuel el “Primer Coloquio La Huasteca, haceres y quehaceres, en homenaje a François Lartigue”, en Pachuca en 2014. Fue el único Coloquio. En 2015 se volvió a organizar como el XIX Encuentro de Investigadores de la Huasteca y se llevó a cabo en el Museo Histórico de la Sierra Gorda, Jalpan de Serra, Querétaro. El XX Encuentro fue en 2017 en la Casa Chata; el XXI en el año 2021, fue virtual, organizado por el CIESAS y el IIA donde se llevó a cabo el Homenaje a Juan Manuel Pérez Zevallos, y el XXII Encuentro, ya presencial y virtual se llevaría a cabo en el CIESAS en 2023.

Los temas propuestos, sólo como ejemplo, invitaban a todos los estudiosos de la Huasteca a participar. Algunos de ellos fueron “Lo que del pasado nos ayuda a construir el futuro”, “Visiones y retrospectivas”, Historia y Disyuntivas”, “Historia, cambio y circunstancia”, “Tierra, milpa y maíz” “Antropología e Historia de la Huasteca. Nuevos avances”.

Hacer este recuento de encuentros evoca muchos recuerdos, muchas anécdotas, buenas comilonas. Recuerda sobre todo esos espacios donde nos encerrábamos por tres días con el entusiasmo de participar y discutir, y eso era un verdadero encuentro donde a veces nos tocaban discusiones apasionadas, más de una vez incluso enfrentamientos, y los que conocían a Jesús y a Lorenzo Ochoa pueden imaginar sus debates y terquedades. La discusión era ahí, en esos espacios. Después la risa, las bromas, los comentarios y el recordar caras de espanto de alumnos que veían a veces duelo de titanes y pronosticaban enemistades seguras. Nada de eso.

Esta historia de encuentros también provoca tristeza, duele ver en ella también la parte triste, las pérdidas de lo que fueron los grandes pilares, los impulsores de trabajo en equipos, de unir a los interesados en la Huasteca. Se nos fueron Lorenzo Ochoa (2009), luego François Lartigue (2014), unos años más tarde Juan Manuel (2020) y ahora tú, querido Jesús.

Fue un gran compromiso llevar a cabo estos encuentros, y para lograrlo Jesús como responsable presentó primero el proyecto La Huasteca. Sociedad, cultura y recursos naturales. Pasado y presente, ante el CONACyT (1999-2003), y un año después también como director responsable presentó En el corazón de la Huasteca, entre los problemas académicos y la resolución de problemas cotidianos, apoyado también por el CONACYT (2004-2008). Este apoyo del CONACyT era crucial para lograr no sólo los encuentros, sino becas para estudiantes y publicar los resultados de diversas investigaciones, o incluso la traducción de obras relevantes hechas por académicos de otras latitudes.

Jesús formó muchas generaciones. Él y Juan Manuel llevaron casi de la mano a estudiantes a conocer y escoger un lugar de la Huasteca para hacer su investigación. Estudiantes que fueron privilegiados al contar con esta guía, con el cuidado de ambos, y, sobre todo, porque ellos les abrían las puertas para trabajar en las comunidades o en archivos.

Como buen hechicero que hacía uso de su conocimiento sobre la Huasteca, Jesús logró atraer también a investigadores en ciernes de diversas partes del mundo. Jóvenes a los que siempre consideró para participar en los encuentros, para después presentar sus avances y resultados de investigación en lo que fue el “Seminario permanente de Estudios de la Huaxteca” impulsado por Lorenzo Ochoa. El resultado, numerosas tesis dirigidas de licenciatura, maestría y doctorado, estancias de investigación. diversas publicaciones, un sinfín de ponencias, organización de mesas redondas, presentaciones de libros, etc. Jesús fue un gran investigador, por demás entusiasta organizador de eventos y un excelente maestro. Pero más allá de ello, fue un gran amigo.

Quisiera hacer una mención especial de cómo conocí a Jesús, pero la memoria es ingrata y sólo recuerdo que, en 1999, cuando empecé a trabajar con Lorenzo Ochoa en el proyecto sobre “El sistema de mercados en la Huasteca” (IIA-UNAM), se dio la oportunidad de empezar a asistir a los encuentros de esta región, o regiones como quieran darle el nombre a la Huasteca. En uno de ellos lo conocí, no sé si en Jalapa o en Huejutla. Sólo recuerdo verlo de huaraches, vacilando con Lorenzo, y como la terquedad era el fuerte de ambos, discutiendo por cualquier cosa sin que uno u otro cediera ante el punto de vista del otro sobre lo que se presentaba en los encuentros.

Ya para entonces también era religión reunirse a desayunar. Los tres caballeros, Juan, Jesús y Lorenzo, se juntaban dos jueves al mes para irse a comer tamales en un pequeño local cerca del CIESAS. Los unía su interés por la Huasteca: el antropólogo social, el etnohistoriador y el arqueólogo conocían todo lo que se había hecho y entre los tres lograron contar con una impresionante red de estudiosos de la región. Era un agasajo ver grandes figuras circular por lo que eran los encuentros y el “Seminario permanente de estudios de la Huaxteca” que organizaba Lorenzo desde el año de 1997 en la UNAM.

Así se unían pasiones, la de Jesús y Juan Manuel que desde CIESAS impulsaban los encuentros y la de Lorenzo que promovía este seminario. Unos y otro siguiendo un objetivo: estudiar y dar a conocer lo que era la Huasteca. De esa Huaxteca, para Lorenzo Ochoa, de la Huasteca para Jesús, que con x o s ocultaba un mundo fascinante de descubrir.

Encuentros y seminarios fueron un deleite de conocimientos, de diálogos fructíferos, de discusiones y desacuerdos, de mucha convivencia y disfrute culinario, unión entre el CIESAS y el Instituto de Investigaciones Antropológicas. De muchas relaciones con institucionales como el INAH, el Colegio de San Luis, el CONACULTA, el CEMCA, la Universidad Veracruzana, el Consejo Veracruzano de Arte Popular, la Universidad de San Luis, la de Hidalgo, entre muchas más.

Antropología Social, Etnohistoria, Lingüística, Antropología Física, Arqueología, Historia, Geografía y Biología, eran las especialidades de todos los estudiosos de la Huasteca, de esa Huasteca diversa, como heterogéneos eran los enfoques, las teorías y disciplinas para entenderla. Los encuentros eran casi siempre cada dos años; el seminario, desde un salón del IIA, era un espacio que mensualmente congregaba a los interesados a escuchar un trabajo, ya de grandes investigadores, bien de aquellos en ciernes. Uno y otro evento, no me cabe la menor duda, visibilizaron de manera extraordinaria la Huasteca, su riqueza cultural, los problemas sociales, su relevancia histórica.

Más de una década ambos eventos nos hicieron compartir el enamoramiento por esta región. La muerte se llevó a Lorenzo en 2009, en diciembre y di por terminado el seminario, que ya para entonces organizábamos entre los dos. Jesús me buscó en 2013 y, como un homenaje sin tiempo, me propuso dar continuidad al seminario añadiendo el nombre de Lorenzo, Seminario permanente de la Huaxteca “Lorenzo Ochoa”, y organizando las sesiones entre las dos instituciones, el CIESAS y el IIA.

Gracias, Jesús, porque al buscarme y proponer esta unión me motivaste para seguir en contacto con los investigadores de la Huasteca. Tú, Juan Manuel y yo.

La tristeza invade y también en diciembre decidiste irte. Conociendo a Lorenzo y a ti, me pregunto, ¿habrán pensado, y acordado, que ese mes era el adecuado para cerrar sus trayectorias? No lo sé, pero me es difícil pensar en seguir con el seminario y los encuentros, lacera pensar que Antropológicas ya no cuenta con ese gran amigo que pasó de reunirse con Lorenzo allá en Tlalpan para comer tamales a venirse a desayunar o comer conmigo a la cafetería del IIA para platicar y organizar las sesiones mensuales del seminario o el siguiente encuentro de la Huasteca, y ponerlos al corriente de lo que pasaba en nuestro medio.

Te extraño, como lo hace Martita, la empleada de la cafetería, la que te llevaba chiles porque su salsa no tenía el picor que querías. Y ese extrañarte de Martha, de mi secretaria Karina, de Gaby del Departamento de Difusión con quien tanto trabajaste los carteles, de varios colegas del IIA, habla de tu calidad humana, de ser con ellos, como con muchos, siempre atento, respetuoso y bromista: un gran ser humano que apoyó a estudiantes y también a los habitantes de los lugares de la Huasteca donde trabajó. Extraño esas pláticas donde también orgulloso hablabas de los logros de Emilian, de Alexandra y su trabajo de investigación, amén de sus habilidades en la cocina, de tu hija Itzel, que, sin conocerla, me la imaginaba por lo que también de ella contabas, de tu Yahualica, de tu gran familia. Extraño esos pequeños detalles con los que siempre llegabas, tamales chiapanecos, miel, galletas y pan hechos por ti, Ale y Emilian. Pero sobre todo extraño esa gran sonrisa y el cálido abrazo que me dabas al encontrarnos.

Sé que tus enseñanzas están aquí y segura estoy de que si a mí me cuesta dar continuidad a los eventos que organizábamos, va a ser esa pasión que lograste transmitir por la Huasteca la que llevará a los que formaste a seguir organizándolos. No dejo de pensar que el CIESAS y Antropológicas tenemos un pendiente, una deuda contigo Jesús, organizar el XXIII encuentro de la Huasteca como un gran homenaje para ti que fuiste uno de los grandes pilares de los estudios de la Huasteca.


  1. Parafraseando el título de su libro como coordinador La terca realidad. La Huasteca como espejo cultural. Colección Huasteca, CIESAS / Secretaría de Cultura / Colegio de San Luis, 2013.