El uso de cartografía participativa como una alternativa para la búsqueda
de personas desparecidas post-mortem  

Ana Josselinne Alegre Mondragón
Doctorante en Ciencias de Información Geoespacial, CentroGeo
 jalegre@centrogeo.edu.mx


Introducción

La historia reciente de México está marcada por un conflicto armado interno que comenzó el 11 de diciembre de 2006 a días de tomar posesión el entonces presidente de la república Felipe Calderón Hinojosa, en su calidad de comandante supremo de las fuerzas armadas hizo una “declaración de guerra en contra del narcotráfico que comenzó en su estado natal, Michoacán (Espino, 2019); cabe aclarar que los antecedentes de este conflicto se remontan años atrás, pero la diferencia radica en el incremento de la violencia sin precedentes, ya que desde entonces el número de homicidios y personas desaparecidas en México se ha incrementado considerablemente hasta el momento en que se escribe este trabajo (mayo, 2022). De acuerdo con cifras publicadas por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de diciembre de 2006 a marzo de 2022 se han registrado 327 mil carpetas de investigación por homicidio doloso (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2022).

Además, de acuerdo con la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) se cuenta con el registro de más de 84 mil personas desaparecidas o no localizadas de diciembre de 2006 a marzo de 2022. En promedio, al día se reportaron como desaparecidas 26.5 personas durante 2021, de las cuales 7.7 son mujeres, el comportamiento de las estadísticas se puede observar en la gráfica 1 (Comisión Nacional de Búsqueda-Segob, 2020). Debido a la tendencia al alza de estas cifras en octubre de 2017 se expidió la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas. Sin embargo, los esfuerzos desde el Estado aún son insuficientes y desarticulados, la naturaleza misma de este fenómeno hace prácticamente imposible el acceso a información de forma precisa, la recopilación de información y la elaboración de registros son tareas sumamente complejas, ya sea desde fuentes oficiales o abiertas.

Gráfica 1. Comportamiento anual de las estadísticas sobre el registro de personas desaparecidas y no localizadas

  Fuente: Elaboración propia con información de la CNB (*información al 31 de marzo de 2022).


Asociado a esta crisis de violencia y después, especialmente, de la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Isidro Burgos en Ayotzinapa, Guerrero, en septiembre de 2014; se han descubierto incontables fosas clandestinas, a partir de entonces han aumentado los esfuerzos para tratar de dimensionar el problema de la violencia en México y la búsqueda de personas desparecidas. En octubre de 2017 se expidió la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas.[1] Sin embargo, estos esfuerzos aún son insuficientes y desarticulados, la naturaleza misma de este fenómeno hace prácticamente imposible el acceso a información de forma precisa, la recopilación de información y la elaboración de registros son tareas sumamente complejas, ya sea desde fuentes oficiales o abiertas.

A esto último se debe sumar el hecho de que, en muchos de estos casos, las autoridades han sido señaladas como responsables de desaparición forzada y/o existen pruebas de colusión entre autoridades, crimen organizado y particulares, lo que contribuye al subregistro de casos y tiene como consecuencias la desconfianza y falta de comunicación entre las instituciones y los colectivos en la mayoría de los casos. En este sentido, las tareas de búsqueda han sido tomadas por las familias de los desaparecidos y se han formado colectivos en buena parte del territorio nacional; al menos 160 participaron en la VI Brigada Nacional de Búsqueda en el estado de Morelos, del 9 al 25 de octubre de 2021 (Hernández, 2021). Estos grupos al principio no contaban con herramientas, ni con información suficiente, ni con protocolos que permitan sistematizar las búsquedas o realizar registros homologados para la elaboración de diagnósticos más allá de las historias. No obstante, llevan la delantera en cuanto a búsqueda se refiere respecto a las autoridades en los diferentes niveles de gobierno.[2]

En conclusión, es necesario utilizar todas las herramientas posibles para la búsqueda de fosas clandestinas en México, ya que, finalmente, se trata de encontrar personas desaparecidas, y la cartografía participativa puede ser una herramienta poderosa de apoyo en estas tareas, incluso en la construcción de historia, verdad y justicia. En este artículo se presentan algunos antecedentes del uso de información digital para el registro de datos sobre fosas clandestinas y búsqueda de personas desaparecidas post mortem.

Antecedentes

Tanto en México como en otros lugares en contextos de conflicto, las organizaciones dedicadas a la búsqueda de personas desaparecidas se han apropiado de estos saberes y los han aplicado, por ejemplo, en Colombia el uso de estas herramientas y el registro de información ha permitido conocer más sobre la desaparición forzada y el proceso de paz (Equitas, 2015) (Cifuentes y Avendaño, 2020) (Human Rights Everywhere, 2019). En México, la organización A dónde van los desaparecidos(A dónde van los desaparecidos, 2022) ha realizado esfuerzos para mapear las fosas clandestinas y el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana (González, Ruiz, Chávez y Guevara, 2019) (Universidad Iberoamericana, HRDAG y Data Cívica, 2020) también ha mapeado las fosas clandestinas y ha desarrollado modelos estadísticos para «predecir» fosas clandestinas en los municipios. Especialmente, para el caso de Guerrero, se realizó un modelo que permite reducir las áreas de búsqueda gracias al mapeo de las fosas clandestinas que se han localizado en ese estado (Silván, Alegre y González, 2019) (Silván, 2021).

Finalmente, es necesario explicar qué se entiende por cartografía participativa.

La cartografía participativa puede ser considerada como la extracción y el uso del conocimiento local para la generación de mapas de diversos temas, proceso en el que los participantes se hacen conscientes y se apropian de su conocimiento espacial para la solución de problemas territoriales (González, Cohen y Galindo [coords.], 2020).

Este concepto presenta un abanico de posibilidades para el registro, almacenamiento, estudio y toma de decisiones para la búsqueda de personas desparecidas post-mortem, aunado al acceso a la tecnología con la que se cuenta hoy en día para la elaboración de mapas digitales.

La información oficial y la cartografía participativa como alternativa

La recopilación de información sobre la ubicación de fosas clandestinas en México aún es incipiente, si bien en la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (Secretaría de Gobernación, 2017) se tiene contemplado un registro nacional de fosas clandestinas aún no se ve concretado en la práctica, ya que cada una de las fiscalías o procuradurías registra sus propios datos, éstos no se encuentran homologados, existen faltantes y tampoco se han puesto de acuerdo en la definición de “fosa clandestina”[3] y en algunos estados este término se registra como “fosa común”,[4] entre otros muchos errores y subregistros.

Personalmente, también he realizado solicitudes en la Plataforma de Transparencia del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) a las 32 fiscalías estatales y a nivel federal a las secretarías de la Defensa Nacional, Marina, Gobernación, Seguridad y Protección Ciudadana y, a la Fiscalía General de la República (FGR). A la fecha se han recibido 24 respuestas positivas de las fiscalías estatales (1 719 registros). Destacan los casos de Morelos y Tabasco, el primero niega el acceso a la información por faltar a la “secrecía” (cabe mencionar que no se solicitaron datos personales ni expedientes, sólo estadísticas) y Tabasco ha reservado la información por 5 años. Querétaro, Guanajuato y Yucatán respondieron que no tienen registros de fosas clandestinas en sus estados. Con respecto a las oficinas federales se obtuvo respuesta de la FGR (28 registros) y de la Secretaría de Marina (118 registros). Cabe mencionar que la solicitud requiere información de diciembre de 2006 al 5 de octubre de 2020) y la mayor parte de esta información no se encuentra geolocalizada, es decir, no cuenta con coordenadas geográficas a nivel de punto. Por lo tanto, solamente serán útiles para un análisis a nivel agregado por estado o municipio.

En el mapa 1 se identificaron los tipos de respuesta, en verde todas las fiscalías o procuradurías que respondieron de forma positiva, es decir, que sí tienen presencia de fosas clandestinas y entregaron la información, los estados que respondieron que no tienen registros de fosas clandestinas y no es un problema en sus estados se encuentran en color naranja claro, en amarillo aquellos que no adjuntaron la información, en naranja los que no respondieron y en rojo los que niegan la información o la reservan. En estos últimos tres casos se presentó inconformidad sin respuesta.

Mapa 1. Respuesta a las solicitudes de transparencia a las Fiscalías

 Fuente: Elaboración propia.


En resumen, las autoridades no han logrado capturar la mayor parte de los registros y tampoco son transparentes con la información y esperar a que la información provenga de las instituciones nos llevará mucho tiempo, o tal vez nunca suceda. Se propone una alternativa de información desde los colectivos. Existen algunas iniciativas que han avanzado en México, por ejemplo, el “Mapa de los Feminicidios en México” de María Salguero (Salguero, 2016). Entonces, si ya tenemos este mapa ¿por qué no construir un mapa así, para los hallazgos desde los colectivos? Que, dicho sea de paso, llevan mucho más tiempo que las autoridades buscando y conociendo el territorio,[5] Finalmente, estas iniciativas pueden ayudar a registrar no solamente las fosas clandestinas, sino otro tipo de información que puede ser útil, como objetos localizados en las búsquedas, destaca el caso de la plataforma que presentó Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos Nuevo León (FUNDENL) en colaboración con CentroGeo “Huellas de vida: buscar a las y los desaparecidos mediante los objetos localizados en las búsquedas de campo”, en la que se registra y se “ofrece información fotográfica de las prendas y objetos que fueron localizados en los sitios de búsqueda, esto con la intención de que quienes buscan pueden identificarlos y eso les permita localizar a sus seres queridos” (Franco, 2022). Esta plataforma se encuentra abierta para su consulta.[6]

Conclusiones

En el panorama actual, tenemos autoridades desarticuladas, la información no es homogénea y falta transparencia, por lo tanto, una alternativa es aprovechar el conocimiento de los colectivos de búsqueda y registrar su conocimiento, para el beneficio de ellos mismos, antes que cualquier cosa. Existen ya algunos avances, destaca la plataforma realizada por el FUNDENL y CentroGeo como una herramienta que más allá del registro de fosas clandestinas, registra y geolocaliza objetos que pueden ayudar a incluso a la identificación de personas desaparecidas (Franco, 2022).

Por otro lado, se han registrado diversas formas de ocultamiento de crímenes, no solamente fosas clandestinas, por ejemplo, en Coahuila se han localizado zonas con restos humanos en superficie y con exposición al fuego (Redacción, 2011), en Tijuana el registro de cuerpos disueltos en sustancias químicas (Nájar, 2014) y en Guaymas se encontraron tambos de metal flotando en el mar que contenían restos humanos (Escobar, 2021). Todos estos casos dejan una huella en el territorio y es posible seguir esas huellas, por lo tanto, el registro de estos casos debe formar parte de un archivo que contribuya a la búsqueda de la verdad y justicia, más allá de ser tratados como notas de prensa y casos de estudio aislados.

Por estas razones y por todo lo que falta por estudiar en relación con la búsqueda de desaparecidos en México es urgente contar con un registro digital que contribuya a las búsquedas y a comunicar lo que no están registrando las fuentes oficiales. Además, estas herramientas son sumamente útiles para la planificación de futuras búsquedas y tareas de campo (antes, durante y después de las jornadas), los principales beneficiarios serían los numerosos colectivos de búsqueda, familiares y víctimas.

Bibliografía


Cifuentes Ortiz, Elena y Johan Andrés Avendaño Arias (2020), «Geografías del conflicto: geometrías del poder en el contexto de la maternidad de la desparición forzada, en el departamento de Antioquía, Colombia entre 1993 y 2016», en Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Universitat de Barcelona, vol XXV, núm. 1, pp. 1-36.

Comisión Nacional de Búsqueda-Segob (11 de Abril de 2020), Versión Pública del Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. Obtenido de https://versionpublicarnpdno.segob.gob.mx/Dashboard/ContextoGeneral

A dónde van los desaparecidos (31 de 03 de 2022), «A dónde va los desaparecidos». Obtenido de https://adondevanlosdesaparecidos.org/nosotros/

Equitas (2015), Un radar para encontrarlos. Modelamiento Espacial y Estadístico Predictivo. Plan Regional de búsquedapara las personas desaparecidas de Recetor y Chámeza, Casanare. Bogotá: Familiares Colombia.

Escobar, Amalia (5 de junio de 2021), Hallan 4 cuerpos desmembrados dentro de dos tambos en la Costa de Guaymas, Sonora. El Universal.

Espino, Manuel (23 de Agosto de 2019), «Así comenzó la «guerra» contra el narcotráficos de Calderón», en El Universal. Disponible en: https://www.eluniversal.com.mx/nacion/seguridad/asi-comenzo-la-guerra-contra-el-narcotrafico-de-felipe-calderon.

Franco, Darwin (2022), ZonaDocs. Recuperado el 10 de mayo de 2022, de Huellas de vida: buscar a las y los desaparecidos mediante los objetos localizados en las búsquedas de campo: https://www.zonadocs.mx/2022/02/28/huellas-de-vida-buscar-a-las-y-los-desaparecidos-mediante-los-objetos-localizados-en-las-busquedas-de-campo/

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Universidad Iberoamericana, HRDAG y Data Cívica (2020), Predecir la existencia de fosas en municipios mexicanos: una primera aproximación estadística, Ciudad de México.

  1. DECRETO por el que se expide la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas, y se reforman y derogan diversas disposiciones del Código Penal Federal y de la Ley General de Salud, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas.http://www.dof.gob.mx/avisos/2606/SG_171117/SG_171117.html
  2. En el Seminario de Cartografías (UAM) realizado entre marzo y abril del 2022 se presentaron testimonios de líderes de colectivos de búsqueda que ya tienen entre 8 y 10 años realizando estos trabajos, se han capacitado en leyes, antropología, arqueología forense, Sistemas de Información Geográfica, incluido el uso de GPS (Sistemas de Posicionamiento Global), drones y modelos geoespaciales.
  3. Se entiende por fosas clandestinas todos aquellos sitios en donde se han realizado enterramientos, sepulcros u hoyos en la tierra para enterrar uno o más cadáveres de forma secreta por temor a ser acusados de un crimen ante la ley o para eludirla. De acuerdo con la Real Academia Española fosa significa enterramiento, sepulcro, hoyo en la tierra para enterrar uno o más cadáveres. Mientras que clandestino (a) significa secreto, oculto y especialmente hecho o dicho secretamente por temor ante la ley o para eludirla.
  4. De acuerdo con la Real Academia Española fosa común es el lugar en el que se entierran los restos humanos exhumados de sepulturas temporales o aquellos que no pueden disponer de sepultura propia.
  5. Algunos colectivos tienen 8 a 10 años buscando a sus familiares desparecidos, mientras que la CNB comenzó operaciones de búsqueda en 2019.
  6. https://csilva-geo.shinyapps.io/fundenl-consulta/