El Tren Maya en construcción: narrativas en contienda

Marco Almeida Poot[1]
Universidad Autónoma Metropolitana

Fotografía tomada de la página oficial de Facebook del Tren Maya

Introducción

El Tren Maya se encuentra actualmente en fase de construcción, tanto en términos de rieles y cemento sobre la tierra del sureste mexicano, como de papeles, tinta y terabytes de información en los escritorios de las burocracias gubernamentales y de las academias social y ambiental. De igual forma, se construyen a diario los discursos sobre el tema en los medios masivos y alternativos de comunicación. Al mismo tiempo, los habitantes de las localidades en la ruta del tren viven una amplia gama de experiencias —tanto positivas como negativas— que llevan a la diversidad de opiniones y posicionamientos sobre el proyecto.

En ese sentido, la construcción material del tren se realiza a la par de la construcción de narrativas sobre el mismo, ocasionando que ideas, sucesos, procesos y recursos en disputa puedan ser significados de muchas maneras, a menudo contrapuestas. Hay muchas narrativas circulando y combinándose en la opinión pública, sin embargo dos operan como telón de fondo, y podría decirse que las demás narrativas son matices subsidiarios y permutados de ellas: el desarrollismo y el altermundismo. Por cuestiones de extensión, en esta propuesta se analizan solamente algunos puntos esenciales de estas dos principales narrativas que han construido el imaginario sobre el Tren Maya en la opinión pública.

A grandes rasgos y desde la versión oficial, el Tren Maya es un proyecto de infraestructura y ordenamiento territorial del sureste mexicano y la península de Yucatán basado en el turismo y el transporte de mercancías mediante un circuito ferroviario de 1 500 km que planea conectar los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo. Contaría con 21 estaciones[2] con sus respectivas “comunidades sustentables”[3] y 17 paraderos,[4] distribuidos en 8 tramos[5]. Con la construcción a marchas forzadas, se pretende inaugurarlo el 1 de diciembre de 2023.

Diversos actores sociales se han posicionado a favor y en contra del tren desde su anuncio en 2018 como uno de los proyectos prioritarios de la agenda del actual presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, en el marco del proyecto político por él iniciado, denominado “Cuarta Transformación”. El Tren ha sido objeto de interés de actores oriundos o afincados en la región de incidencia y de nacionales y extranjeros en otras latitudes. A lo largo de los últimos cuatro años han proliferado muchos espacios donde se discute sobre el proyecto, como foros y congresos, webinars, comunicados de prensa, documentos de trabajo, artículos académicos y periodísticos, o documentales.

En todos ellos se puede notar la participación de al menos ocho sectores sociales: 1) el gubernamental; 2) los partidos de oposición; 3) el empresarial; 4) los propietarios legales de la tierra (ejidatarios y particulares); 5) las academias social y ambiental; 6) la cooperación internacional para el desarrollo y Organizaciones de la Sociedad Civil para el desarrollo; 7) el activismo por los derechos de los pueblos indígenas o por su autonomía; y 8) el activismo ambientalista. Cabe destacar que de estos ocho sectores sólo dos elaboran sus discursos con distancia de las narrativas del desarrollismo y del altermundismo, me refiero a los partidos de oposición y al sector empresarial, los cuales no tienen una consistencia narrativa ni intención de tenerla, pues elaboran sus discursos estratégicamente a partir de coyunturas para obtener o mantener poder y ventajas económicas. Por tal motivo, al comportarse de una manera distinta a la mayoría del conjunto, estos dos sectores merecen un análisis específico en otra ocasión.

Por la naturaleza breve de esta publicación no es posible abordar a detalle los discursos de los seis sectores referidos ni hacer un balance crítico de otros acercamientos académicos al proyecto,[6] esta es una tarea en curso en el proceso de investigación doctoral de quien escribe[7] No obstante, con la intención de abonar a la discusión sobre el Tren Maya, a continuación se ofrece un análisis de las dos principales narrativas identificadas en el proceso político del proyecto Tren Maya: la del desarrollismo y la del altermundismo. Posteriormente, se ejemplifica cómo siguiendo estas narrativas se llega a significaciones distintas de un proyecto —el Tren Maya—, de un proceso —la Consulta Indígena—, y de un recurso —el territorio—. Después de ello, se analiza la relación entre las narrativas y las poblaciones rurales, campesinas y/o mayas. Por último, se ofrecen unas consideraciones finales.

El Tren Maya no nos une, pero sí nos refleja

Los seres humanos necesitamos dotar a la realidad de sentido y dirección para orientar nuestra propia existencia individual y colectiva. Para ello, solemos colectivamente crear y asumir explicaciones sobre el orden e historia del mundo, lo cual nos permite ubicar nuestra posición en el orden social-natural, lo que debemos ser y hacer en el mismo, y lo que debemos desear y despreciar; nos permite también formarnos un criterio acerca de lo que es justo e injusto, de lo que es necesario y lo que no lo es.

Nos permiten las narrativas, en última instancia, establecer nuestros sistemas de valores para discernir lo que es bueno y lo que es malo, lo que es correcto e incorrecto, y, sobre todo, quiénes son los buenos y quiénes son los malos, quiénes tienen razón y quiénes están equivocados en determinados procesos y situaciones. Por lo general, todo ser humano se considera el bueno y el que tiene razón en su narrativa, extrapolándose esta postura al grupo humano con el que se identifica, ya sea porque al ser parte del grupo asumió la narrativa o porque al asumir la narrativa se volvió parte del grupo. Las narrativas sirven como sustrato para construir nuestra concepción de Nosotros y los Otros.

Las narrativas, ya sea que tengan un sustento real o ficticio, brindan soporte ideológico a las acciones que emprendemos colectivamente en los procesos políticos. En este sentido, los distintos sectores sociales activos en el proceso político del proyecto Tren Maya ya tenían sus propias narrativas, sus propias historias y aspiraciones. De modo que el tren no inició ninguna historia, sino que llegó a irrumpir en varias escenas de múltiples narrativas en curso, ocupando en algunas un papel heroico y en otras el antagónico, en algunas siendo el estelar y en otras un extra.

Es así que intentar comprender el Tren Maya es intentar comprender la realidad mexicana. A diferencia del slogan de FONATUR que reza que “el Tren Maya nos une”, en la realidad se devela que no sólo no nos une, sino que hace evidente la heterogeneidad y fragmentación de nuestra sociedad. Al final, el Tren Maya funciona como un espejo donde el investigador puede ver reflejada la realidad mexicana. Comprender el Tren Maya es en cierta forma comprender México: su cultura política, sus relaciones interétnicas, sus relaciones centro-periferia, sus dinámicas territoriales, las ideologías imperantes en su población, sus esperanzas y temores, sus injusticias y cegueras, su voluntad e imaginación. El Tren Maya no nos une, pero sí nos refleja.

Dada la complejidad y vasta extensión territorial del proyecto, éste provee de soporte empírico a todas las narrativas que lo atraviesan. Las experiencias de los pueblos en la ruta, tanto positivas como negativas, ofrecen un acervo amplio de argumentos tanto a favor como en contra del tren. Aunado a esto, cabe mencionar que el proyecto en cuestión no tiene solo implicaciones locales, también tiene relevancia en las escalas regional, nacional y geopolítica, por lo que era de esperarse un hervidero de narrativas en disputa. Como ya se mencionó, las principales narrativas presentes en el proceso político del proyecto Tren Maya son las del desarrollismo y la del altermundismo, de las cuales a continuación se contrastan siete aspectos relevantes.

En primera instancia, hay que señalar que desde la narrativa del desarrollismo se considera que la historia humana es un movimiento del caos de las tradiciones diversas al orden moderno. Por otra parte, desde la narrativa del altermundismo, la historia de la humanidad ha transitado de un estado de armonía originaria al caos de la modernidad.

En segundo lugar, desde la narrativa del desarrollismo, la industrialización ha sido positiva para satisfacer las necesidades humanas y sobre la marcha del caos al orden se han ido corrigiendo los problemas sociales que ha generado, como la explotación laboral. Por su parte, desde la narrativa del altermundismo, la industrialización ha sido fundamentalmente negativa para los pueblos del mundo, pues fueron obligados a subordinarse a la economía capitalista para ser explotados.

Un tercer contraste a considerar es el de la relación de los proyectos de desarrollo con la naturaleza. Desde la narrativa del desarrollismo, el modelo de desarrollo ha tenido efectos negativos sobre la naturaleza que está intentando resarcir mediante el viraje al desarrollo sostenible. Desde esta óptica, las afectaciones al medio ambiente son producto de la carencia de la perspectiva de la sostenibilidad en versiones anteriores del desarrollo impulsadas por los Estados y las empresas. Desde la narrativa del altermundismo, en cambio, se considera que el desarrollo ha tenido efectos catastróficos sobre la naturaleza y ahora se disfraza de capitalismo verde, pero en realidad mantiene el modelo de sobre-explotación de los recursos y degradación ambiental. Se plantea que existe un abuso sistemático de la naturaleza y que detrás del greenwahsing del desarrollo sostenible se encuentran la expansión capitalista y la acumulación por desposesión.

En cuarto lugar, la narrativa del desarrollismo plantea que se tiene una deuda histórica con el sur-sureste de México, pues se ha quedado rezagado en el proceso de desarrollo nacional. Se argumenta que la deuda histórica se tiene principalmente con los pueblos indígenas, por lo que es prioritario en la agenda incluir a los pueblos indígenas en los proyectos de desarrollo nacional. A su vez, desde la narrativa del altermundismo, se sostiene que el Estado mexicano, en tanto aparato de poder dominado por criollos y mestizos, tiene una deuda histórica con los pueblos indígenas porque sistemáticamente se les ha explotado y expoliado desde la invasión europea al continente.

En quinto término, para el desarrollismo las necesidades humanas se satisfacen haciendo crecer la economía y no dejando a nadie fuera de las dinámicas laborales y de intercambio. Por su parte, para el altermundismo lo que la población necesita es que se respete su autonomía y autodeterminación para decidir sobre su futuro, pues esta inclusión a las dinámicas laborales es proletarización, promoción del consumismo e invención de necesidades superfluas.

En sexto lugar, para la narrativa del desarrollismo, la construcción de infraestructura de comunicaciones ha permitido expandir la dinámica económica, facilitando la incorporación laboral de las personas e incrementado su calidad de vida al poder participar en mercados más amplios, en los cuales pueden obtener u ofrecer sus productos y servicios. A su vez, desde la narrativa del altermundismo, se sostiene que la construcción de infraestructura de comunicaciones ha permitido la expansión capitalista sobre regiones que antes no controlaba, facilitando el despojo y la proletarización, dañando los modos de vida tradicionales.

En séptimo lugar, y como derivación de lo anterior, desde la narrativa del desarrollismo se sostiene que el Estado es un actor clave en la consecución del desarrollo a beneficio de la población en general. Mientras que, desde la narrativa del altermundismo, el Estado es considerado vasallo de las grandes corporaciones, por lo que dirige sus esfuerzos a beneficiar al sector privado.

Considerando los siete aspectos anteriores en los que las narrativas del desarrollismo y del altermundismo se contraponen, es comprensible que difieran también sobre lo que el proyecto de la Cuarta Transformación (4T) significa para el país. Desde el desarrollismo, se considera que la 4T es un movimiento hacia la libertad y el orden en el que se busca reparar los daños causados por el neoliberalismo y la corrupción de las últimas cuatro décadas. Se considera un proceso con cuatro episodios, primero la independencia de la corona castellana, después la Reforma con la que el Estado logró posicionarse por encima del clero, luego la Revolución con la que se acabó el estado tirano y el poderío de los hacendados, y ahora la Cuarta Transformación, con la que se pretende componer al Estado corrupto y redistribuir la riqueza. Asimismo, considera que la 4T propone la creación de una modernidad desde abajo organizada por el Estado.

Desde la narrativa del altermundismo, por otro lado, la Cuarta Transformación es concebida como la continuidad del Estado neocolonial, capitalista y depredador de la naturaleza. Se considera que la independencia fue un simple cambio de amos, de españoles a criollos y mestizos, situación que se mantuvo a pesar de la Reforma y la Revolución, y que la 4T tiende a reproducir. Se sostiene que ha cambiado el capataz de la finca, pero el amo sigue siendo el mismo, y que la relación entre el Estado y los pueblos sigue siendo la misma. En ese sentido, asume imposible la creación de una modernidad desde abajo organizada por el Estado, puesto que entiende que la modernidad, en tanto proyecto occidental y colonial, no puede gestarse desde abajo, sino que es esencialmente una imposición desde arriba. Algunas variedades de la narrativa altermundista incluso descartan las modernidades alternativas, pues toda modernidad es colonialista. En cambio, promulgan las alternativas a la modernidad que sólo pueden ser de origen indígena y proletario, como el “Buen Vivir”. De tal forma, para el altermundismo los proyectos de desarrollo occidentales son proyectos de muerte, de modo que un mundo que merezca ser vivido tendría que ser uno muy distinto a este donde el desarrollismo es hegemónico. Por esa idea de crear otro mundo es que se le denomina altermundista.

Distintas narrativas, distintos significados

Expuestas las principales características de las narrativas del desarrollismo y el altermundismo, es posible exponer cómo a través de ellas se puede conferir significados diferentes a proyectos, eventos o procesos y a recursos. El proyecto en cuestión es, por supuesto, el Tren Maya, cuyos objetivos declarados son pensados desde la lógica del desarrollo: 1) impulsar el desarrollo socioeconómico de la región sur-sureste y las comunidades locales; 2) fortalecer el ordenamiento territorial de la península de Yucatán; 3) fortalecer la industria turística en México; 4) promover y resguardar las culturas indígenas locales; 5) fomentar la inclusión social y la creación de empleo, y 6) proteger y rehabilitar las áreas naturales protegidas de la península de Yucatán (CAFS-CD, 2019: 7).

La lista anterior resulta útil para exponer una posible respuesta a cada objetivo, surgida de la narrativa del altermundismo, desde la cual los objetivos reales del Tren Maya serían: 1) impulsar la expansión capitalista en la región sur-sureste y las comunidades locales; 2) facilitar el despojo territorial en la península de Yucatán; 3) beneficiar a los grandes capitales turísticos sacrificando a México; 4) mercantilizar y domesticar las culturas indígenas locales; 5) incrementar las desigualdades sociales, crear empleos precarizados e inestables para descampesinizar y proletarizar a la población regional, y 6) mercantilizar las áreas naturales protegidas de la península de Yucatán.

Ahora bien, el proceso sobre el cual se generan distintas interpretaciones es la Consulta Indígena para el Tren Maya. Desde el desarrollismo se considera que fue la consulta indígena más grande que se ha hecho en el país, pudiendo considerarse un hito en el camino por saldar la deuda histórica de incluir a los pueblos indígenas al desarrollo. Por su parte, desde el altermundismo la consulta fue considerada una simulación a modo que no cumplió los requisitos de ser previa, libre, informada, culturalmente adecuada y de buena fe.

Por último, el recurso en cuestión es el territorio. Desde la narrativa del desarrollismo es comprendido como territorio nacional que no ha sido atendido en las últimas décadas y con el que existe una deuda histórica, en el que además existen múltiples recursos naturales y humanos que pueden ser activados para dinamizar la economía regional. Para lograr el proyecto resulta necesario comprar las tierras a los ejidatarios y particulares según sea el caso, pero a un precio justo estipulado por la ley. Desde el altermundismo, se entiende que se trata de territorio maya que a lo largo de los siglos ha sufrido distintos embates del exterior, y el Tren Maya es el más reciente. Asimismo, desde esta narrativa se sostiene que la tierra no se vende ni se renta, se ama y se defiende, porque es territorio.

El soporte de las narrativas: la población local

Dada la complejidad y vasta extensión territorial del proyecto, éste provee de soporte empírico a todas las narrativas que lo atraviesan. Las experiencias de los pueblos en la ruta, tanto positivas como negativas, ofrecen argumentos tanto a favor como en contra del tren. El respaldo de las narrativas del desarrollismo y el altermundismo en la realidad es la población local, a la que suelen representar como sujeto que por derecho merece desarrollarse, o como sujeto cuyos derechos a la autodeterminación entre otros están siendo vulnerados. A final de cuentas, cabe recordar, el éxito de cualquier narrativa depende de su verosimilitud, propagación y, sobre todo, de su capacidad de satisfacer las necesidades ontológicas y económicas de quienes se las apropian, o sea, su capacidad de dar sentido a la realidad social y proveer los recursos necesarios para la subsistencia.

La narrativa del desarrollismo suele encontrar su soporte en la población local que demanda la creación de empleos, dotación de servicios públicos e infraestructura básica. Es decir, encuentra una justificación en la población que quiere “salir de la pobreza”. Por su parte, la narrativa del altermundismo encuentra soporte en la población local que sufre afectaciones a sus recursos naturales o culturales, o es víctima de transacciones inmobiliarias injustas. Puede afirmarse que, en última instancia, las poblaciones locales se apropiarán de las narrativas necesarias y establecerán alianzas estratégicas con actores externos movilizados por dichas narrativas, ya sea para acceder al desarrollo o para defender sus recursos. Es posible, en este sentido, que la adopción de las dos narrativas aquí analizadas por parte de las poblaciones locales tenga motivaciones más pragmáticas que ideológicas, al menos en primera instancia.

En función de lo anterior, es comprensible que, pese a las implicaciones negativas del desarrollo por turistificación en la península de Yucatán —proceso acelerado y potenciado por el Tren Maya—, este proyecto siga encontrando adeptos entre la población rural, campesina y maya, sobre todo aquella que ya ha sido impactada en algún grado por el turismo como vía para el desarrollo. Por último, sólo queda por señalar que, en la península de Yucatán, como en otros lugares del mundo, los pueblos indígenas están siendo atravesados por la turistificación, pero también están optando por atravesar las sendas del turismo, incursionando en dicha actividad de manera autogestiva, es decir, de manera autodeterminada eligen diseñar su propio desarrollo o la manera de insertarse en procesos de ese tipo. Esta realidad pone en entredicho la supuesta incompatibilidad del desarrollismo y el altermundismo. Desde la orientación pragmática de los pueblos, la barrera no existe.

Consideraciones finales

Como ha quedado en evidencia a lo largo de esta propuesta, ni la narrativa del desarrollismo ni la del altermundismo sirven para explicar todo lo que ocurre en torno al Tren Maya, por lo que no deben considerarse puntos de partida o de llegada en investigaciones sociales sobre el tema; son más bien elementos a analizar. Estas narrativas deben ser comprendidas como fenómenos sociales contingentes y en transformación, los esfuerzos investigativos deben orientarse no a justificarlas o descalificarlas, sino a comprender las particularidades de sus activaciones y manifestaciones en procesos políticos concretos, como el del proyecto Tren Maya.

Las narrativas, al enfatizar cierto tipo de fenómenos para dar coherencia a sus explicaciones sobre la realidad social, suelen incurrir en la exclusión de la información que las contradice, buscando autoconfirmarse sin límites y descalificar también sin límites, buscando constantemente más de lo mismo y nada de lo otro. Este modo de operar es denominado por Pereda como “razón arrogante” (en Díaz Cruz, 2014). En este orden de ideas, tanto la narrativa del desarrollismo como la del altermundismo incurren en la razón arrogante y tienen puntos ciegos que estratégicamente no pueden aceptar. No obstante, es importante señalar que, aunque el modo de operar es similar, dichas narrativas no ejercen el mismo poder en la sociedad, puesto que la del desarrollismo cuenta con el aparato estatal e instancias de la cooperación internacional para el desarrollo.

Desde la narrativa del desarrollismo se suelen minimizar los abusos sistemáticos a los pueblos indígenas, restándole importancia a la historia de la dominación colonial como configuradora del presente y sus desigualdades, por priorizar las esperanzas —etnocéntricas— sobre el futuro. A su vez, desde la narrativa del altermundismo suele negarse que una parte considerable de la población rural, campesina y maya encuentra en los proyectos de desarrollo la posibilidad de resolver sus necesidades económicas y de acceso a servicios.

Por último, queda mencionar que la realidad no suele ser tan simple ni tan complaciente con los modelos mentales que solemos crearnos para dar sentido al mundo. Siendo el Tren Maya un tema tan complejo, es necesario superar las tensiones que existen en el encarnizado debate público a favor y en contra, entre las apologías del desarrollismo y del altermundismo. Esto puede resultar difícil, puesto que las narrativas juegan un papel ontológico e identitario en algunos actores. De tal modo, esperar que el conflicto entre las narrativas acabe es poco realista. Sin embargo, esto no debe tomarse como algo negativo pues, al menos desde la perspectiva antropológica, los conflictos sociales más que destructivos son primordialmente generativos, es decir, son el cauce de las transformaciones sociales. Sólo queda trabajar por que estas transformaciones sean benéficas para la mayoría, desde la trinchera que se guste, desde el desarrollismo o desde el altermundismo. Recuérdese el pragmatismo de los pueblos: la barrera entre narrativas es, en muchos aspectos, más ficticia que real.

Referencias

Almeida Poot, Marco
2020 El proceso político del Proyecto Tren Maya: narrativas y disputa por recursos (2018-2019), Tesina de maestría en Ciencias Antropológicas, Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa, Ciudad de México.

Almeida Poot, Marco, Samuel Jouault y Yassir Rodríguez Martínez
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2019 Ficha Técnica del Tren Maya: Aspectos legislativos, ambientales, económicos y socio-culturales. Disponible en: https://web.archive.org/web/202 https://web.archive.org/web/20200930065042/https://www.trenmaya.gob.mx/repositorio-de-documentos-oficiales/00930065042/https://www.trenmaya.gob.mx/repositorio-de-documentos-oficiales/

Díaz Cruz, Rodrigo
2014 Los lugares de lo político, los desplazamientos del símbolo. Poder y simbolismo en la obra de Victor W. Turner, Ciudad de México, UAM-Gedisa.

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2019 Territorios mayas en el paso del Tren: situación actual y riesgos previsibles, Ciudad de México, CONACYT.

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2023 Territorios mayas en el paso del tren. Riesgos previsibles y posturas independientes sobre el tren maya, vol. 1, Ciudad de México, Bajo Tierra Ediciones.

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Sandoval Palacios, Juan Manuel
2022 La construcción del Tren Maya y la destrucción de patrimonio arqueológico en la península de Yucatán, cuaderno de trabajo núm. 3, Grupo de trabajo “Fronteras, regionalización y globalización”, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), Buenos Aires, CLACSO, disponible en https://www.clacso.org/wp-content/uploads/2022/03/Cuaderno-de-Trabajo-3.pdf.


  1. Doctorante en Ciencias Antropológicas |Correo: me.almeida191@gmail.com, marco.almeida@correo.uady.mx

  2. Habría estaciones en Palenque, Boca del Cerro, El Triunfo, Escárcega, Edzná, San Francisco Campeche, Mérida Aeropuerto, Teya, Izamal, Chichén-Itzá, Valladolid, Nuevo Xcán, Cancún Aeropuerto, Puerto Morelos, Playa del Carmen, Tulum, Tulum Aeropuerto, Felipe Carrillo Puerto, Bacalar, Chetumal Aeropuerto y Xpujil.

  3.  “Las zonas ubicadas alrededor de las estaciones del Tren Maya, en donde se busca integrar los servicios y equipamientos carentes o demandados por las comunidades y con esto reducir paulatinamente el rezago local y regional existente. Son un modelo de gestión territorial que tiene como objetivo ordenar la actividad y las inversiones que generarán las estaciones en su contexto inmediato, con el fin de asegurar que exista un equilibrio social, económico y ambiental. En estas zonas se interviene atendiendo y respetando la cultura local, y las necesidades y requerimientos de cada localidad. Contarán con infraestructura de salud y educación, vivienda, áreas comerciales y de servicios, espacios públicos y áreas verdes. Las Comunidades Sustentables no son ciudades nuevas, son un reordenamiento urbano que responderá a las regulaciones locales para atender los rezagos de infraestructura de servicios y transporte para mejorar la conectividad y movilidad de la población local” (Página oficial Tren Maya, 20/ago/2022. El 30/abr/2023 la página ya no existía: https://web.archive.org/web/20221001000000*/http://www.trenmaya.gob.mx/)).

  4. Los paraderos contemplados hasta el momento son: Tenosique, Candelaria, Carrillo Puerto, Petenes, Tenabo, Hecelchakán, Calkiní, Maxcanú, Tixkokob, Xibalbá, Leona Vicario, Xcaret, Puerto Aventuras, Akumal, Limones, Conhuas y Centenario.

  5. El Trazo del proyecto contempla actualmente 8 tramos: Tramo 1: Palenque–Escárcega (228 km aprox); Tramo 2: Escárcega–Calkiní (235 km aprox.); Tramo 3: Calkiní–Izamal (172 km aprox.); Tramo 4: Izamal–Cancún (257 km aprox.); Tramo 5 Norte: Cancún–Playa del Carmen (49.8 km aprox.); Tramo 5 Sur: Playa del Carmen–Tulum (60.3 km aprox.); Tramo 6: Tulum–Bacalar (254 km aprox.); Tramo 7: Bacalar–Escárcega (287 km aprox.).

  6. Es necesario un balance crítico de la diversidad de análisis existentes sobre el Tren Maya, pero será motivo de otro documento debido a las limitaciones de extensión. No obstante, para un acercamiento al tema, se recomienda revisar los trabajos del GC-TTM (2019); Espadas Manrique et al. (2019); Reyes García et al. (2019); Flores, Deniau y Prieto (2019); Escalante Gonzalbo et al. (2020); Almeida Poot (2020); Gasparello y Núñez Rodríguez (2021); Sandoval Palacios (2022); Almeida Poot, Jouault y Rodríguez Martínez (2022); y Martínez Romero et al. (2023).

  7. Esta propuesta está basada en algunos resultados de la tesina de maestría del autor, titulada El proceso político del proyecto Tren Maya: narrativas y disputa por recursos (2018-2019), más algunas reflexiones en el marco de su investigación doctoral en curso sobre turistificación, mercantilización de lo maya y transformaciones territoriales derivadas del tren.