Merle Müller-Hansen[1]
Universität Augsburg
Wendy Bazán[2]
Freie Universität Berlin
Anna Landherr [3]
Universität Augsburg
Izquierda: Envases de agroquímicos en un cuerpo de agua. Merle Müller-Hansen, Nuevo Durango (Campeche), 2024
Derecha: Apicultura en los Chenes. Merle Müller-Hansen, Xmaben (Campeche), 2018
Resumen
Este ensayo analiza la movilización colectiva maya en la península de Yucatán, enfocándose en el sufrimiento ambiental generado por la agricultura industrial en Hopelchén (Campeche) y el activismo de mujeres apicultoras. Esta industria ha provocado una deforestación acelerada y la bioacumulación de agroquímicos que contaminan el agua, el aire y los cuerpos, resultando primero en la muerte paulatina y masiva de abejas. Esta contaminación sigue la lógica de la violencia lenta que altera y degrada cuerpos, territorios, formas de vida y comunidades indígenas a lo largo del tiempo. Desde una perspectiva de ecología política relacional, se examina la lucha de resistencia surgida de esta amenaza, con un enfoque en las mujeres apicultoras y su papel en la defensa del territorio y en la oposición al modelo de desarrollo extractivista. Este ensayo también plantea la pregunta ¿de qué manera las experiencias de sufrimiento socioambiental por la muerte de abejas configuran nuevas formas de resistencia en la lucha colectiva maya? En este contexto, se discute la importancia de las abejas en el feminismo comunitario como un elemento central que fortalece la movilización colectiva. En última instancia, el estudio ahonda en la ampliación del repertorio de protesta, considerando a las abejas como nueva parte del feminismo comunitario que trasciende limites identitarios y legales. Contempla tanto los nuevos derechos de las abejas como los derechos de las mujeres indígenas como componentes esenciales de la defensa ambiental contra la colonización e intoxicación química de cuerpos y territorios en la península de Yucatán.
Introducción
En las últimas décadas, la expansión de la agricultura industrial en la península de Yucatán ha generado profundos impactos socioambientales, afectando de manera desproporcionada las dinámicas de vida de las comunidades mayas y su apicultura. La deforestación acelerada, el uso intensivo de agroquímicos y la contaminación del agua y el aire han transformado el territorio y la vida de sus habitantes, quienes enfrentan un proceso de degradación paulatina de su entorno y de sus cuerpos, lo que se manifiesta en la muerte masiva de las abejas en la región (González Tolentino et al., 2024; Vides-Borrell et al., 2019; Vides-Borrell et al., 2023). Estos efectos pueden entenderse con el concepto de «violencia lenta» (Nixon, 2011), un tipo de violencia que se expande de manera gradual, difusa y muchas veces invertida, y que afecta desproporcionadamente a poblaciones vulnerables de manera acumulativa y prolongada. Frente a escenarios de violencia lenta como los que se viven en contextos agroindustriales en territorio maya, mujeres apicultoras mayas han desempeñado un papel clave, generando estrategias para la defensa ambiental en la lucha contra el modelo extractivista de agricultura.
Este ensayo analiza la relación entre el sufrimiento socioambiental por la muerte de abejas y la movilización colectiva de las comunidades mayas en Yucatán, con un enfoque en la ecología política relacional y los conceptos auxiliares de la violencia lenta y el feminismo comunitario. Se argumenta que la defensa del territorio no solo responde a la degradación ecológica, sino también a una lucha por la autodeterminación y el reconocimiento de derechos. Se explora cómo la intersección de género, etnia y clase amplifica las violencias sufridas por las mujeres mayas y cómo su protagonismo en la resistencia —en conjunto con las abejas— contribuye a la ampliación del repertorio de protesta y la reivindicación de nuevas formas de justicia social y ambiental.
El sufrimiento socioambiental y la violencia lenta en la península de Yucatán
El concepto de «sufrimiento socioambiental» (Castillo Oropeza y Delgado Hernández, 2024) permite entender las formas en que las comunidades mayas experimentan los efectos nocivos del extractivismo y la modernización agrícola impuesta en sus territorios. Forma parte del repertorio de conceptos clave de la ecología política, «en un marco plural pero con características muy propias, el de la tradición del pensamiento crítico latinoamericano» (Alimonda et al., 2017: 33). Generalmente, el sufrimiento ambiental se manifiesta en «los efectos que tienen [los proyectos extractivistas], sobre la vida de los destituidos, vivir en medio de la basura y el veneno y las maneras en que estos individuos sienten, piensan y constituyen un sentido colectivo sobre la vida» (Auyero y Swistun, 2008: 40). La adición epistemológica del sufrimiento «socio»-ambiental descentraliza la mirada enfocada en solamente en los humanos y toma en cuenta también el sufrimiento de otros seres. En este caso, permite co-conceptualizar el sufrimiento humano por la muerte de las abejas y el sufrimiento de las abejas mismas.
Este sufrimiento no se manifiesta de manera inmediata o explosiva, sino que opera en tiempos prolongados, erosionando gradualmente las condiciones de vida de la población. La deforestación masiva para la siembra de monocultivos como la soya transgénica ha sido una de las principales causas de la pérdida de biodiversidad y del acceso a recursos naturales vitales, como el agua potable y el agua de riego (IMTA, 2024: 14). En 2019, las deforestaciones en la Selva Maya de la península catapultaron a México a ser el quinto país con las tasas de deforestación en bosques primarios más altas en el mundo (Global Forest Watch, 2020). La Selva Maya es el segundo bosque primario más grande del mundo, después de la Amazonia, y tiene un significado clave porque tiene un efecto cuello de botella, uniendo ecosistemas de América del Sur y América del Norte (ibid.). Además de volverse cada vez más angosto este corredor mesoamericano de ecosistemas, ha habido efectos secundarios devastadores de la deforestación a beneficio de la agricultura industrial. Estos son la bioacumulación de agroquímicos en los ecosistemas locales, lo que ha llevado a una contaminación constante y generalizada de cuerpos de animales (entre ellos, humanos) y de agua, de suelos, plantas y del aire. Diversos estudios han demostrado la presencia de glifosato y otros agroquímicos en el agua de consumo humano, así como en la sangre y la leche materna de habitantes de las comunidades mayormente afectadas (CONAHCYT, 2024; Rendón von Osten et al., 2016; Gómez González, 2016; Polanco Rodríguez et al., 2017a y 2017b).
Este fenómeno se enmarca en la lógica de la «violencia lenta», un concepto desarrollado por Rob Nixon (2011) para describir formas de violencia que, al no ser inmediatas ni espectaculares, suelen ser ignoradas por los medios de comunicación, las instituciones gubernamentales y a veces incluso los mismos afectados. Más allá de evidenciar las violencias latentes proporcionadas al medio ambiente, este enfoque permite visibilizar a quienes las padecen y resisten, en su mayoría poblaciones de bajos recursos en zonas rurales sometidas a explotación. Nixon teoriza estos territorios y cuerpos afectados bajo el concepto de «desechabilidad ecológica y humana unidas» (p. 4). Sin embargo, para evitar una visión que reduzca a estas personas a meras víctimas, es fundamental complementar esta perspectiva con un análisis matizado del activismo que emerge en respuesta a las múltiples amenazas que enfrentan.
Los movimientos sociales requieren de un sentido compartido de indignación para movilizarse, especialmente en contextos de injusticia ambiental y de salud, donde las comunidades rurales, dependientes de los recursos de la naturaleza, resultan particularmente afectadas. Para analizarlos a profundidad y no caer en la simple victimización de las personas afectadas por sufrimiento socioambiental, es prudente recurrir a las herramientas utilizadas en al análisis sociológico de movimientos sociales. Motta (2016) propone un marco que analiza la identidad colectiva y bases organizativas, las estrategias y repertorios de acción, los significados asociados a la problemática, los impactos en políticas y discursos, y las oportunidades y amenazas. Por otro lado, Lapegna (2016) identifica cuatro fases en la (des)movilización social en los conflictos agrícolas argentinos: emergencia (construcción de significados), contención (aprovechamiento de oportunidades), desmovilización (factores relacionales que frenan el movimiento) y acomodación (normalización del problema y pérdida de indignación). Aunque estas fases aparecen de forma lineal en el caso argentino, su secuencia puede ser flexible y cíclica. Sobre todo en casos de violencia lenta en el sufrimiento socioambiental, la fase de movilización se dificulta porque la percepción de sus efectos y la relacionada indignación también son paulatinos. Además, existen factores de violencia lenta que refuerzan los procesos de desmovilización y acomodación. Lapegna destaca las violencias simbólicas de la represión discursiva, que castiga las narrativas que contradicen las narrativas dominantes.
Por último, el concepto auxiliar del feminismo comunitario ayuda a entender la consolidación de la movilización colectiva maya en la península de Yucatán. El feminismo comunitario, originado en América Latina y especialmente en contextos indígenas y rurales, vincula la opresión de las mujeres con la explotación colonial y capitalista de los territorios (Cabnal, 2010). Se basa en la interdependencia entre cuerpo y territorio, en la que la violencia ejercida sobre uno refleja la sufrida por el otro. Más que centrarse solo en la igualdad de género, incorpora la defensa del territorio, la cultura y la autonomía comunitaria frente a las estructuras represivas del gobierno, el capitalismo y el patriarcado. Según Lorena Cabnal (2010), el feminismo comunitario surge como una respuesta de las mujeres indígenas frente a las múltiples violencias estructurales que enfrentan, las cuales entrelazan la opresión de género y cuerpos sexuados, la pérdida de sus territorios, y el racismo. Por lo mismo, el activismo feminista comunitario es tanto una respuesta a la violencia social, con un componente importante de género, como a la violencia ambiental, como una reafirmación de las identidades indígenas y de las feminidades.
Metodología
Este trabajo adopta un enfoque feminista interseccional para revelar conocimientos subyugados (Hesse-Biber, 2011) sobre la violencia lenta en la salud y el medio ambiente, desafiando las narrativas dominantes. Se reflexiona críticamente sobre el poder en la investigación, considerando intersecciones de cultura, raza/etnia y clase, en línea con la ética feminista, que enfatiza la atención al poder, los límites y la autorreflexión (Ackerly y True, 2010). Se reconoce que toda investigación tiene agendas, y en este caso, se busca visibilizar violencias socioambientales para contribuir a la justicia alimentaria.
La metodología combina etnografía crítica y aplicada (Buch y Staller, 2011), incluyendo notas de campo y entrevistas semi-estructuradas en profundidad, con etnografía digital (Kaur-Gill y Dutta, 2017), analizando campañas de mujeres apicultoras de los Chenes en redes sociales (Facebook e Instagram) y medios audiovisuales (Youtube, National Geographic, Geo, WePresent, Indignación). La investigación digital se realizó en 2020, y las entrevistas en pueblos mayas alrededor de Hopelchén, Campeche, entre octubre de 2020 y marzo de 2021, con seguimiento entre noviembre de 2024 y enero de 2025. Se realizaron 40 entrevistas, en su mayoría grabadas, con apicultoras, campesinos y activistas (n=16), profesionales de la salud (n=9) y agricultores menonitas (n=15), aunque estos últimos no forman parte del presente estudio.
El muestreo, afectado por la pandemia, siguió el método de bola de nieve, garantizando diversidad en localidades, edades, géneros y afiliaciones políticas. Solo una entrevista se realizó por videollamada, las otras en persona. El análisis de contenido cualitativo (Mayring, 2022), mediante MAXQDA y categorías inductivas y deductivas, identificó más de 1,500 segmentos codificados, destacando los impactos de los agroquímicos en el medio ambiente y los cuerpos y la (des)movilización social.
«El dolor me llenó de fuerza para luchar»: sufrimiento socioambiental en la resistencia de las mujeres apicultoras y el feminismo comunitario
La movilización colectiva maya en la península de Yucatán es un movimiento identitario que nace de la amenaza existencial inmediata por el avance extractivista que se traduce principalmente en el aumento masivo de la deforestación por la agricultura industrial en la región. El movimiento de resistencia se origina en su mayoría desde los apicultores de los pueblos originarios de los Chenes. La campaña más resonante a nivel nacional tuvo lugar en 2015 en contra de los organismos genéticamente modificados (OGM), bajo la insignia maya «Ma OGM» («No a los OGM»). Se denunciaba la violación del derecho a la consulta previa, libre e informada, para que el pueblo indígena pudiera pronunciarse sobre la introducción de los OGM de Monsanto en la región. Además, sus representantes se opusieron a esta medida, ya que venía acompañada de un paquete tecnológico inaccesible para los pequeños agricultores, e incluía agroquímicos nocivos para la salud y el medio ambiente (Gómez González, 2016). El caso legal de Ma OGM en conjunto con la asociación civil de abogados «Indignación» en contra de Monsanto llegó hasta la suprema corte de México y resultó ser un éxito del tipo David contra Goliat del «derecho en los libros» (Ramírez Espinosa y Fernández Mendiburu, 2020). Sin embargo, ha tenido poca traducción hasta hoy en día al «derecho en la práctica».
Esta movilización se enmarcaba en la formación, cuatro años atrás, de una alianza entre apicultores, en la asociación civil Muuch Kambal, un colectivo maya con especial participación de mujeres, sociedad civil, universidades y exportadores de miel. Las estrategias de oposición y resistencia han sido descritas por Gómez González (2016). Para esta autora, que en ese entonces formaba parte del colectivo como asesora, se trataba de una resistencia social que combinaba la acción legal, educacional, organizacional y científica además de una estrategia de presencia en los medios y lobbying (p. 728). Los ejes temáticos de la protesta se centraban en la defensa de la naturaleza y el territorio, y en la oposición al extractivismo. Al mismo tiempo, por ser una lucha indígena, el ojo público negaba la transversalidad con la defensa de bienes comunes y justicia social. Estas causas suelen desaparecer bajo el manto homogeneizado de los pueblos originarios o indígenas para personas que no se identifican como tales, pues se sienten lejanos y exentos de las consecuencias (Segato, 2016).
A pesar de los desafíos de trascender del «derecho en los libros» al «derecho en la práctica» y superar las fronteras identitarias, el elemento de la lucha que siguió más activo y exitoso tras la contención del activismo en 2015; fueron las mujeres mayas apicultoras, quienes forman el núcleo del colectivo maya. Esto ocurrió incluso frente a la desmovilización y acomodación que se dio en los pueblos, producto de la frustración por un proceso de consulta indígena que se inició pero nunca se completó, y de la persistente violencia lenta ejercida por el modelo extractivista, que erosiona de forma gradual los tejidos sociales y territoriales sin ofrecer respuestas concretas en el ámbito legal. En especial el sub-colectivo Ko’olel Kab de apicultoras de la abeja melipona —más precisamente, meliponicultoras—, de la alianza que hoy en día se llama Colectivo de Comunidades Mayas de los Chenes (CCMC), sigue siendo una de las principales fuerzas impulsoras de la lucha social en curso. Andrea, miembra fundadora, recuerda la fase de emergencia cuando se formaban las bases organizativas y la identidad colectiva. En 1998, las asociaciones civiles Educe y Comaletzin buscaban identificar liderazgo local entre las organizaciones de mujeres existentes, como los talleres de bordado o los semilleros comunales. Empezaron a co-capacitarse para dar «los talleres de género, trabajo de traspatio con las mujeres, producir alimentos sanos, el usar productos orgánicos para poder sembrar, […] derechos de las mujeres, salud reproductiva, cuestiones de medio ambiente, políticas públicas» (Entrevista 19, 2020, Pos. 9). A partir de esta co-capacitación con otras mujeres, se formó el primer colectivo que —a través del tiempo y de sus diversas alianzas— siempre ha mantenido el enfoque en su causa principal de la resistencia territorial: «[El] colectivo lo tiene así pero bien bien clarito, que es la defensa del territorio, que somos los mayas y que este proceso continúa» (Entrevista 19, Pos. 12).
La lucha desde la posición de mujeres mayas, sin embargo, ha sido marcada por una resistencia múltiple, desde lo más privado, desde la propia comunidad indígena que también está marcada por el machismo en México, que «encubre y genera una violencia específica contra las mujeres» (Piña y González, 2018: 31). Un ejemplo es la experiencia de Leydy Pech, que ha tenido la valentía de prestar su cara a la lucha, respaldada por muchas mujeres de las comunidades. Se dejó retratar por Greenpeace para el día internacional de la mujer en 2018, hablando de su sufrimiento múltiple y la fe en la colectividad de mujeres: «el dolor me llenó de fuerza para luchar» (Ma OGM Colectivo, 2018). Pech se refiere más claramente a las diferentes formas de violencia lenta y de sufrimiento socioambiental en el texto cuando re-publica el retrato en la redes del colectivo:
Como mayas, estamos luchando contra el modelo de desarrollo, contra la pérdida de nuestra selva y contra la siembra de soya transgénica. Pero como mujeres mayas, tenemos al mismo tiempo una lucha contra la cultura, una lucha por espacios de poder y de toma de decisiones que siempre han sido solo de los hombres. […] cuando te paras con la frente en alto segura de que lo que estás defendiendo es tu vida, la vida de tu compañera que no ha podido salir de casa pero que cree en la misma lucha que tú, cuando todo eso se ve amenazado agarras valor aunque te des cuenta que el monstruo es cada vez más grande: primero eran solo los hombres de mi comunidad, luego las asambleas, luego las autoridades, los políticos. (Ma OGM Colectivo, 2018)
A pesar de los obstáculos múltiples dictados por las intersecciones de género, etnia y clase, la lucha obtuvo un nuevo momento de contención en 2024. Una jueza de Sinaloa le otorgó un significado legal pionero a las abejas, en respuesta a una demanda de una de las mujeres meliponicultoras del CCMC. Reconoció en su sentencia el valor ecológico y el legado biocultural de las abejas en los pueblos mayas, enfatizando en su “papel preponderante en la reproducción de plantas» ya que «son vitales para los sistemas agrícolas de producción de alimentos. (…) Y que los pueblos y comunidades indígenas han convivido por cientos y miles de años con distintos tipos de vegetación en un proceso de intervención constante de recolección, semidomesticación y domesticación» (Utsil Kuxtal, 2024). La demanda tenía de base la muerte masiva de abejas en la región, dado que representa una amenaza crítica para las formas de vida de los pueblos, ya que muchas comunidades dependen tanto de la polinización para sus cultivos como de la producción y comercialización de miel. Las meliponiculturas y apiculturas mayas no solo representan actividades económicas fundamentales, sino también un eje central en la reproducción cultural y en la relación de estas comunidades con su entorno natural. La contaminación por plaguicidas y la deforestación han puesto en peligro la producción de miel y la subsistencia de miles de familias. Por lo tanto, la muerte de abejas es motivo de emociones humanas fuertes. Las abejas, debido a su pequeño tamaño y alta sensibilidad a cambios ambientales, son particularmente vulnerables a los efectos de la deforestación y la agricultura industrial, especialmente por el uso de insecticidas (Kevan, 1999; Winfree et al., 2009; Woodcock et al. 2017). El portavoz del CCMC resumió las emociones con la demanda de cambios en las políticas agrícolas de acuerdo a practicas relacionales y de cuidado al medio ambiente:
los agroquímicos están ganando terreno y las abejitas están perdiendo terreno. Esto es terrible. Es muy grave porque si la abeja algún día se nos muere, nosotros no seguimos por la humanidad, sin la abejita la polinización no se lleva a cabo. (Entrevista 18, 2020, Pos. 18, énfasis de las autoras)
los padecimientos asociados con los venenos [refiriéndose a agroquímicos] nos acarrean dolor y tristeza y perdidas económicas y pues ojalá esto el gobierno o alguna persona que esté en un cargo de alto nivel lo tome muy en serio porque seguir con venenos es muerte. En cambio seguir o tomar o cambiar los abonos orgánicos y el manejo orgánico de la tierra, yo creo que cambiaría totalmente y ya no vamos a necesitar ni hospitales porque vamos a estar bien. (Entrevista 18, 2020, Pos. 30, énfasis de las autoras)
Las emociones expresadas en las proclamaciones relacionadas con la muerte de las abejas reflejan la profundidad de la violencia y el sufrimiento que enfrentan, de manera particular, los apicultores mayas en su vida cotidiana. A lo largo de los años del estudio, varias personas se vieron obligadas a abandonar la apicultura. Entre ellas, algunos hombres migraron a Canadá o Estados Unidos para trabajar como jornaleros agrícolas, desempeñándose irónicamente en tareas relacionadas con la aplicación de agroquímicos.
Sin embargo, para muchas mujeres apicultoras, el dolor se transformó en fuerza para la lucha, convirtiéndose en un motor de resistencia y organización colectiva frente a las injusticias socioambientales.
Ampliación del repertorio de protesta y estrategias de resistencia
La lucha por la defensa del territorio en las comunidades mayas no puede entenderse sin reconocer la intersección entre la crisis ambiental y las estructuras de poder patriarcales, coloniales, racistas y capitalistas que perpetúan el sufrimiento de los pueblos originarios (Alimonda, 2011; Alimonda et al., 2017; Svampa, 2019). En este contexto, el feminismo comunitario emerge como una perspectiva clave para comprender cómo las mujeres apicultoras mayas defienden su territorio, sus prácticas culturales y sus medios de vida, especialmente frente a la violencia estructural ejercida por el extractivismo y la agroindustria. Este enfoque subraya que el sufrimiento ambiental está intrínsecamente ligado al sufrimiento de género y que las luchas por la justicia ambiental no pueden desvincularse de las demandas de equidad de género y de autodeterminación indígena.
La movilización de las comunidades mayas no se limita a la protesta en las calles o a la denuncia legal contra las empresas transnacionales. Ha habido una diversificación en los repertorios de acción, incorporando estrategias como la autogestión de recursos, la creación de redes de luchas en común en la península (por ejemplo con organizaciones de lucha contra la industria porcícola), la ampliación de redes internacionales de alianza y solidaridad, el uso de medios artísticos y medios digitales para visibilizar sus demandas, y el enfoque en el antagonismo entre el uso de agroquímicos y la apicultura. Estas estrategias han permitido que la resistencia trascienda lo local y se inserte en debates globales sobre justicia ambiental, derechos de los pueblos indígenas y equidad de género.
Una de las iniciativas más destacadas ha sido la formación de cooperativas de mujeres apicultoras, como Ko’olel Kab, que no solo buscan mantener la producción de miel libre de agroquímicos, sino que también se han convertido en espacios de fortalecimiento comunitario y político. Estas cooperativas operan como plataformas para denunciar la violencia ecológica y de género, al tiempo que han facilitado la articulación con otros movimientos de resistencia indígena y feminista en América Latina, así como con otros movimientos de protección de abejas y otros organismos a nivel mundial.
El papel de las abejas en la movilización social ha sido central, más allá de ampliar el repertorio de protesta. Además de ser importantes en las tradiciones y las economías familiares mayas, las abejas meliponas tienen un significado espiritual y medicinal. Suelen habitar en troncos huecos en el bosque y recolectan polen de plantas con propiedades terapéuticas ampliamente reconocidas por los pueblos originarios, como como el ts’its’ilche’ (Gymnopodium floribundum) y el jabín (Piscidia piscipula), utilizados en la medicina tradicional maya (Toledo y Barrera-Bassols, 2008).
Las abejas mismas también atraviesan la dimensión de género y co-constituyen la lucha feminista, ya que sus cuidadoras y cuidadores las consideran xunan (dama), seres femeninos dignos que merecen cuidados y afecto (véase González Díaz, 2020). Como tales, forman parte de la lucha feminista comunitaria, en la que el cuidado de las abejas meliponas simboliza la resistencia ante el extractivismo y la defensa de la vida de todo género.
Su importancia y sus cualidades, que combinan la lucha feminista con emociones positivas que trascienden los limites de género, etnia y clase, ya se reconocen no solamente en los Chenes, en la península de Yucatán o en las leyes de México, sino que se han vuelto un significado que une movimientos sociales a nivel mundial. En Argentina, por ejemplo, el Movimiento de Mujeres y Diversidades Indígenas por el Buen Vivir ha utilizado la figura de las abejas para denunciar la destrucción de los territorios y articular sus demandas de justicia socioambiental. De manera similar, en Alemania hay campañas muy conocidas como «Ackergifte? Nein Danke!» («¿Venenos en el campo? ¡No gracias!») con imágenes adorables de abejas (Scheub, 2015). En cuanto a su efectividad de movilización por ser neutras a significados identitarios, en el estado de Baviera de Alemania, para seguir con el ejemplo de Alemania, las imágenes y los disfraces de abejas fueron esenciales para lograr un referéndum con casi dos millones de votos, que resultó en medidas por la biodiversidad jurídicamente vinculantes (Volksbegehren Artenvielfalt, 2025).
Conclusiones
El sufrimiento socioambiental en la península de Yucatán es un problema estructural que se inserta dentro de una historia colonial de violencia lenta y extractivista. Las comunidades mayas han desarrollado respuestas colectivas que desafían esta situación, en particular a través de la movilización de mujeres apicultoras y la articulación del feminismo comunitario en el cual las abejas juegan un rol central, ya que trascienden los límites del «derecho en los libros» al «derecho en la práctica» y los límites identitarios de género, etnia y clase.
El Colectivo de Comunidades Mayas, con su núcleo de mujeres meliponicultoras Ko’olel Kab, ha ampliado el repertorio de protesta contra las dinámicas de sufrimiento socioambiental, consolidando estrategias que no solo denuncian las injusticias, sino que también proponen alternativas de organización y defensa territorial. En este sentido, la lucha por la justicia ambiental no puede desvincularse de las demandas de equidad de género y autodeterminación de los pueblos indígenas. Es fundamental seguir visibilizando estas resistencias y fortalecer las alianzas entre movimientos ecologistas, feministas y de derechos humanos para enfrentar los impactos del modelo extractivista en la región y desmantelar las lógicas que permiten considerar ciertas formaciones socioambientales como desechables.
Referencias
Ackerly, B., y True, J. (2010). Doing Feminist Research in Political Science and Social Science. Palgrave Macmillan.
Alimonda, H. (coord.) (2011). La naturaleza colonizada. Ecología política y minería en América Latina. CLACSO.
Alimonda, H., Toro, C., y Martín, F. (coords.) (2017). Ecología política latinoamericana. Pensamiento crítico, diferencia latinoamericana y rearticulación epistémica. Volumen 1. CLACSO / Universidad Autónoma Metropolitana.
Auyero, J., y Swistun, D. (2008). Inflamable: Estudio del sufrimiento ambientalPaidós.PPaidós.
Buch, E., y Staller, K. (2011). The Feminist Practice of Ethnography. En Hesse-Biber, S. N. y Patricia Lina Leavy, P. L. (eds.), Feminist Research Practice: A Primer (pp. 187-221). Sage.
Cabnal, L. (2010). Acercamiento a la construcción del pensamiento epistémico de las mujeres indígenas feministas comunitarias de Abya Yala. En Cabnal, L. y ACSUR-Las Segovias, Feminismos diversos: el feminismo comunitario (pp. 11-25). ACSUR-Las Segovias.
Castillo Oropeza, O. A., y Delgado Hernández, E. (2024). Prolegómenos para una ecología política del sufrimiento socioambiental en América Latina. En Castillo Oropeza, O. A. y Roca-Servat, D. (eds.), Ecología política, sufrimiento socioambiental y acción política (pp. 27-46). CLACSO.
Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías (CONAHCYT) (2024). Scientific Dossier on Genetically Modified Corn and Its Effects. Effects of GM corn on human health, the environment and biodiversity, including the biocultural richness of native corn in Mexico. Disponible en U. S. Right to Know: https://usrtk.org/wp-content/uploads/2024/11/DOSSIER-MAIZ-2024-ENGfinal-5.pdf, último acceso 03 de febrero de 2025.
Rendón von Osten, J., Borges, M. M., y Laso, S. (2016). Residuos de plaguicidas en cenotes de la península de Yucatán. Jaina Boletín informativo, 27(2), 9-16. https://epomex.uacam.mx/view/download?file=13/adjuntos/JAINA27(2).pdf
Global Forest Watch (2020). 2019 Tree Cover Loss Data. Disponible en línea en https://www.globalforestwatch.org/blog/insights/global-tree-cover-loss-data-2020/
Gómez González, I. (2016). A Honey-Sealed Alliance: Mayan Beekeepers in the Yucatan Peninsula versus Transgenic Soybeans in Mexico’s Last Tropical Forest. Journal of Agrarian Change, 16(4), 728-736. https://doi.org/10.1111/joac.12160
González Tolentino, J., Vides-Borrell, E., y Vandame, R. (2024). Informe de análisis preliminar de la intoxicación masiva de abejas ocurrida el 23 de enero de 2024 en Suc Tuc, Hopelchén y Crucero Oxa, Campeche; Campeche. ECOSUR. Disponible en Dropbox, https://www.dropbox.com/scl/fo/bx3ew1fc16r1pj42znz8k/h?dl=0&e=1&preview=Informe+muerte+abejas+Hopelch%C3%A9n+2024.pdf, último acceso 3 de febrero de 2025.
Hesse-Biber, S. (2011). The Practice of Feminist In-Depth Interviewing. En Hesse-Biber, S. N. y Leavy, P. L. (eds.), Feminist Research Practice: A Primer (pp. 110-148). Sage.
Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA) (2024). Informe de Gestión Gubernamental 2018-2024. https://www.imta.gob.mx/gobmx/2024/Informe_Consolidado_29-08-2024_Firma_Electronica.pdf
Kaur-Gill, S., y Dutta, M. (2017) Digital Ethnography. En Matthes, J., Davis, C. y Potter, R. (eds.), The International Encyclopedia of Communication Research Methods. John Wiley & Sons. https://doi.org/10.1002/9781118901731.iecrm0271
Kevan, P. (1999). Pollinators as bioindicators of the state of the environment: species, activity, and diversity. En Paoletti, M. G. (ed.), Invertebrate Biodiversity as Bioindicators of Sustainable Landscapes (pp. 373-393). Elsevier.
Lapegna, P. (2016). Soybeans and power. Genetically modified crops, environmental politics, and social movements in Argentina. Oxford University Press.
Ma OGM Colectivo (2018, 7 de marzo). Ser mujer y ambientalista, doble riesgo en este país: ¿Cuánto hemos avanzado en el camino a la equidad? (…) [Post]. Facebook. https://www.facebook.com/%20maogmcolectivo/photos/a.717778281586725/1846011628763379/ último acceso 03 de febrero de 2025.
Mayring, P. (2022). Qualitative Inhaltsanalyse: Grundlagen und Technik. Beltz.
Motta, R. (2016). Social Mobilization, Global Capitalism and Struggles over Food. A Comparative Study of Social Movements. Routledge.
Nixon, R. (2011) Slow Violence and the Environmentalism of the Poor. Harvard University Press.
Piña, A. y González, R. (2018). La incidencia de la acción colectiva feminista virtual en las respuestas del Estado a la violencia de género en México. Edähi. Boletín Científico de Ciencias Sociales y Humanidades del ICSHu, 7(13), 28-37. https://doi.org/10.29057/icshu.v7i13.3490
Polanco Rodríguez, A., Riba Lopez, I., DelValls Casillas, A., Araujo Leon, A., Mahjoub, O. y Kumar Prusty, A. (2017a). Monitoring of organochlorine pesticides in blood of women with uterine cervix cancer. Environmental Pollution, 220(B), 853-862. https://dx.doi.org/10.1016/j.envpol.2016.10.068
Polanco Rodríguez, Á., Riba López, I., DelValls Casillas, A., Araujo León, A., Kumar Prusty, A., y Álvarez Cervera, F. (2017b). Levels of persistent organic pollutants in breast milk of Maya women in Yucatan, Mexico. Environmental Monitoring and Assessment, 189, art. 59. https://doi.org/10.1007/s10661-017-5768-y
Ramírez Espinosa, N. y Fernández Mendiburu, J. (2020). La batalla legal contra la soya genéticamente modificada en Hopelchén, Campeche. Alegatos, 104. Pp. 129-158
https://alegatos.azc.uam.mx/index.php/ra/article/view/957/0
Scheub, U. (2015). Ackergifte? Nein Danke! Für eine enkeltaugliche Landwirtschaft. Drachen Verlag.
Segato, R. (2016). Patriarchy from Margin to Center: Discipline, Territoriality, and Cruelty in the Apocalyptic Phase of Capital. The South Atlantic Quarterly 115(3), 615-624. https://doi.org/10.1215/00382876-3608675
Svampa, M. (2019). Las fronteras del neoextractivismo en América Latina: Conflictos socioambientales, giro ecoterritorial y nuevas dependencias. CALAS.
Toledo, V.M. y N. Barrera-Bassols (2008). La Memoria Biocultural: la importancia ecológica de los saberes tradicionales. Barcelona: Icaria Editorial. http://www.agroeco.org/socla/publicaciones.html
Utsil Kuxtal (2024). Histórica sentencia reconoce el valor ecosistémico de las abejas. https://utsilkuxtal.org/2024/11/27/historica-sentencia-reconoce-el-valor-ecosistemico-de-las-abejas/
Vides-Borrell, E., Porter-Bolland, L., Ferguson, B.G., Gasselin, P., Vaca, R., Valle- Mora, J., y Vandame, R. (2019). Polycultures, pastures and monocultures: Effects of land use intensity on wild bee diversity in tropical landscapes of southeastern Mexico. Biological Conservation, 236, 269-280.
Vides-Borrell, E., Gasselin, P., Ferguson, B.G., Porter-Bolland, L., Dangla-Pelissier, T., Ayvayan, S., y Vandame, R. (2023). Agricultural intensification increases farmers’ income but reduces food self-sufficiency and bee diversity: Evidence from southeast Mexico. Journal of Agrarian Change, 24(1), e12571. https://doi.org/10.1111/joac.12571
Volksbegehren Artenvielfalt (2025). Volksbegehren Artenvielfalt in Bayern. https://volksbegehren-artenvielfalt.de
Winfree, R., Aguilar, R., Vázquez, D., LeBuhn, G., y Aizen, M. (2009). A meta-analysis of bees’ responses to anthropogenic disturbance. Ecology, 90(8), 2068-2076.
Woodcock, B. A., Bullock, J. M., Shore, R. F., Heard, M. S., Pereira, M. G., Redhead, J., Ridding, L., Dean, H., Sleep, D., Henrys, P., Peyton, J., Hulmes, S., Hulmes, L., Sárospataki, M., Saure, C., Edwards, M., Genersch, E., Knäbe, S., y Pywell, R. F. (2017). Country-specific effects of neonicotinoid pesticides on honey bees and wild bees. Science, 356(6345), 1393–1395. https://doi.org/10.1126/science.aaa1190
- Correo: merle.mueller-hansen@uni-a.de ↑
- Correo: wnd_bazan@hotmail.com ↑
-
Correo: anna.landherr@uni-a.de ↑