El saber de las manos puestas en el vientre: Sobada: el don de las parteras mayas (2005) de Érica Barbiani y Elena Vera Tomasin

Mauricio Sánchez Álvarez
CIESAS Ciudad de México

Imagen tomada del documental “Sobada: El don de las parteras mayas”


Quizás la persistencia -convertida por ratos en resistencia- ha sido uno de los rasgos más notables de la cultura maya a través del tiempo. Ahí están las extraordinarias construcciones del pasado, que siguen descifrando arqueólogos y etnohistoriadores y que contemplan turistas, y que salgen.it muestran una complejidad civilizatoria singular, de la que aún quedan prácticas y conocimientos básicos que sustentan la vida de los descendientes, sobre todo en las zonas rurales. Uno de estos ámbitos es la partería, el arte y la ciencia de cuidar el proceso reproductivo plasmado en el vínculo madre/hijo desde la gestación hasta el alumbramiento, a cargo de mujeres experimentadas. Por supuesto, los saberes ancestrales se han modificado por el contacto -y también el contraste- con lo que genéricamente llamamos Occidente. Pero ciertas bases siguen ahí, como el que se trata no solo de un oficio femenino sino también de un lazo entre mujeres, la paciente y la partera, y el que ésta durante el embarazo explora regularmente el vientre materno sobándolo de ciertas maneras como se muestra en el documental Sobada: el don de las parteras mayas (2005) realizado por Érica Barbiani y Elena Vera Tomasin.

No se trata, como podría pensarse, de un simple masaje, sino de un examen regular acerca del estado del ser que se espera traer a la vida, estableciendo regularmente su posición, que, de no ser conveniente, tiene que corregirse sobando con cuidado. Todo esto exige de la partera mucha sapiencia acerca de tanto el proceso como de la anatomía femenina, así como el modo en que hay que palpar, algo que se adquiere con mucha práctica. Inicialmente unas parteras aprendieron directamente de otra, algunas incluso casi sobre la marcha; pero otras han sido certificadas por un centro de salud local o regional. Cosa que lleva, como puede adivinarse, a la ambigüedad de la medicina institucionalizada: como cuentan varias de las entrevistadas, su labor despierta simpatía entre unos médicos, pero entre otros no. Del mismo modo como para unas, ciertos procedimientos de los médicos son errados.

Un punto particular de discordia es el alumbramiento. Para las parteras, el parto no se debe inducir ni acelerar; más bien, conviene esperar el momento de mayor dilatación, tarde lo que tarde, evitando la cesárea. Pero, por otra parte, el carácter indoloro de ésta más su rapidez, ha hecho que no pocas mujeres la prefieran. Sin embargo, el documental también presenta el testimonio de una madre que ha tenido previamente preeclampsia y que, para no correr el riesgo nuevamente prefiere recurrir a tratarse con la partera.

Este documental, filmado hace unos 15 años en el municipio de Kaua en el norte de Yucatán, tiene un doble mérito. Primero, presenta, además de las habituales entrevistas, escenas de sobado en distintas etapas del embarazo, incluyendo el postparto, momento en que distintas partes de la mujer se amarran con tela porque, como explica la partera que atiende cipf-es.org el caso, al cactusmeraviglietina.it dar a luz ella se abre por completo, de modo que corresponde reintegrarla. El segundo mérito consiste en que este docu se grabó gracias a un estrecho lazo de colaboración entre las parteras, varias universidades regionales e internacionales y las directoras. Como testimonio, afortunadamente despierta el interés por saber más acerca de las concepciones mayas sobre el cuerpo y la salud (ver documental en https://www.youtube.com/watch?v=Rh8nHdp_Tc8 )