Jordi Flores Barrera[1]
Casa de la Cultura Black Seminoles, El Nacimiento, Coahuila
Mural en honor a Alice Fay Lozano en la Escuela Primaria Benito Juárez de El Nacimiento México
Foto: Isabel Torralba (2022)
Hablar del pasado es para alimentar el presente y saber de dónde venimos y a dónde vamos… Es una de las cosas fundamentales que pasaron por mi mente al tomar un camino que desde hace años no se había recorrido.
En el 2017, a mi llegada de aventura a El Nacimiento, donde viven los Negros Mascogos, y tras una larga temporada investigando videos informativos, libros con breves líneas acerca de ellos y platicando con personas que sabían acerca de este grupo, se me presentó la oportunidad de llegar a ellos a través del CONAFE (Consejo Nacional de Fomento Educativo), una institución que brinda educación a comunidades lejanas. Ahí comienza mi real experiencia con esta comunidad afrodescendiente. Después de un tiempo, y al ver la necesidad cultural que había en las nuevas generaciones, me surgió la idea de trabajar un proyecto que tuviera como fin la preservación de una identidad cultural.
Primer Campamento Juvenil
Foto: Karen Torralba (2022)
Al escuchar por primera vez el canto: I´m packing up, cantado por Gertrudis Vázquez en el documental Gertrudis Blues de la cineasta Patricia Carrillo Carrera, quedé enamorado de su interpretación y sobre todo de su letra tan impactante. Era para mí algo sorprendente que en Múzquiz, lugar donde nací y donde actualmente vivo, existiera una comunidad hablante del inglés. Fue hasta entonces que comencé a profundizar mi interés respecto a los Mascogos. Ya no me era suficiente mirar los mismos videos, leer las mismas líneas y sobre todo, no conocer a las personas que solo había indagado a través de libros y videos. Me lancé entonces a la aventura de no sólo conocerlos, sino de entablar una amistad con ellos. En uno de esos tantos videos había escuchado esta frase: “a las personas uno primero se les debe ganar el corazón”, y esa era mi meta: ganarme el corazón de todos, y así tener la amistad de las personas, que en vez de investigarlas, buscaría relacionarme estrechamente con ellas.
Cuando llegué a trabajar a la comunidad, platiqué con Zulema Vázquez Bruno y le dije muy francamente: “Doña Zulema, yo quisiera poder tener una relación más estrecha con la gente de aquí, y así poder ayudar a todos.” A lo que ella me respondió: “eso que tú quieres, pídeselo a Dios con todo tu corazón y él te concederá lo que tú le pidas”. Me quedé con esas palabras y aumentó más mi confianza en que quizá un día lograría tener esa relación con toda la comunidad. Para mi sorpresa, así fue, aunque claro, pasó tiempo para que sucediera. Pero, hoy por hoy puedo decir que eso que Doña Zulema me dijo se hizo realidad con el paso del tiempo.
¿Cómo surge el aprendizaje de los cantos y la necesidad de compartirlos con los demás?
Tuve que adquirir el disco Mascogo Soul, en el que vienen grabados nueve cantos tradicionales. Lo pude obtener de mano de una de las hijas de Doña Lucia Vázquez, quien participó en su grabación. Al escucharlo más de una vez, pude identificar los cantos y sobre todo registrar en mi mente su ritmo, entonación y tonos. Mismos que, como siempre he dicho, el corazón da la nota perfecta ya que los cantos no están acompañados de instrumentos musicales, sino sólo por las palmas de las manos. Ese fue mi primer acercamiento a los cantos y sé que una de las razones que me permitió aprenderlos fue que el inglés siempre ha sido un idioma de mi interés, pero además, me enamoré de los cantos, de su esencia y de su historia.
Cuando surge el proyecto Cantando la historia que busca conservar los cantos entre los niños y jóvenes, inicié una investigación de campo para entender el contexto comunal de los cantos tradicionales y el punto de vista acerca de ellos. Me di cuenta entonces que mi interés por preservarlos iba por buen camino, ya que en ese tiempo, los cantos solo eran entonados por las personas de mayor edad, como Doña Lucia, Doña Micaela, Doña Zulema y Don Enrique Durán por mencionar algunos y a quienes tuve la oportunidad de escuchar.
Esa también fue una de las razones principales que me movió a enseñar los cantos a los jóvenes, cosa que no se había hecho hasta entonces.
Hablar de los cantos Mascogos es hablar principalmente de historia y tradiciones; de personas que vivieron algo tan fuerte como la esclavitud. Es increíble que eso sucediera en la antigüedad, pero así pasó y es parte de su historia y eso no se puede quitar y más porque a través de esa condición de vida surgieron diversas maneras de expresar sentimientos que en la mayoría de los casos reflejaban sufrimiento.
Reunión familiar
Foto: Corina Torralba (2022)
Pensar en el contexto histórico de los cantos de libertad es remontarse a los barcos que transportaron gente de África a América, a la separación de familias, al pago de un precio por personas que eran totalmente degradadas, y las condiciones críticas a las cuales se enfrentaban. Es hablar de Florida y de Carolina del Norte y del Sur, del sendero de lágrimas, de las largas travesías, de las promesas de libertad incumplidas, de la alianza entre tribus, de ser nómadas en tierras extrañas y sobre todo, de la búsqueda de la libertad sin esperar que alguien más declarara libre a todo un pueblo, que estuvo permanentemente en el éxodo, en movimiento y “siempre listo para partir”.
Pueden imaginarse la emoción que sentí de encontrarme con las letras de los cantos, gracias al trabajo de investigación de Dina Arredondo Rodríguez y de Corina Torralba, al platicar con personas tan distinguidas como Petra Vázquez (Peggy Payne). Ellas aún conservan en sus memorias esos cantos antiguos, y curiosamente es en El Nacimiento donde los recuerdan hasta la actualidad, cantándolos para honrar a los antepasados, en esas reuniones en la iglesia, donde comparten alimentos preparados y consagrados para esos días de reunión.
Emociona saber con más claridad el trasfondo de cada aplauso, cada ritmo y cada nota alcanzadas por esas mujeres tan imponentes, escuchándolas cantar en ese lenguaje tan único y que sólo los cantos preservan: el Afroseminol, además de estar conectadas entre sí por mensajes de despedida, de celebración y de trabajo en el campo.
Pero en específico, trabajar con los niños y jóvenes, quienes por primera vez se acercaban a esta área de expresión artística fue algo muy importante. Porque en mi análisis ninguno de ellos tenía una idea mínima acerca de los cantos. No los conocían y si sabían algo era: Happy you ye (Happy new year) o, como expresó Camila Cervantes: “Güelita Lucía los canta cuando alguien se muere”. Al escuchar esto, supe que tenía un gran trabajo y compromiso con la gente que había conocido esos cantos, pero que se había ido ya, pues la misma vida se había encargado de llevárselos, dejando a los nuevos en un limbo grande -culturalmente hablando- con un patrimonio que estaba en peligro de desaparecer.
Cuando vi el interés de los niños y jóvenes por los cantos, supe que mi trabajo había comenzado. También sabía que mi voz tenía un trabajo aún más complicado: alcanzar esas notas tan altas al momento de cantar, entre muchas otras, Glory into heaven/ That morning star rise/ Happy new year. Pero los retos siempre han sido parte de mi vida. Cuando alguien me dice: “no se puede”, siempre busco la manera de que suceda, respetando al prójimo y sus derechos, para que los míos también se hagan valer.
Y así fue como se inició la colaboración porque este trabajo de preservación de los cantos se hizo por ellos y para ellos, nunca con el fin de lucrar con lo ajeno. Tanto así, que finalmente no obtuve apoyos gubernamentales para realizarlo. Así, se comprobó que puede más la buena voluntad de las personas y el amor por el prójimo, dar sin esperar nada a cambio, lo cual demuestra que las personas buenas aún existen. Y no solo eso: se puede trabajar con las mismas personas de la comunidad siendo uno el medio receptor de este tesoro cultural.
En la actualidad puedo decir que tengo en mi memoria alrededor de 13 cantos tradicionales, mismos que fui aprendiendo poco a poco, gracias a Lucia Vázquez Valdez.
Hay muchas personas a las que debo agradecer, pero sobre todo, agradezco mucho a Dios y a la vida por la oportunidad que me dieron de llegar a esta comunidad que me recibió con los brazos abiertos. Y no sólo eso: hubo quienes me hicieron parte de sus familias y eso es lo que más se agradece: que con el paso del tiempo me fueron aceptando y permitiendo trabajar con sus hijos, nietos y bisnietos en este tema que para mí siempre ha sido de suma importancia.
¿Se pueden imaginar la satisfacción que siento al escuchar a niños de 6 a 12 años o jóvenes de 18 años cantar estos himnos ancestrales?
Claro que estoy orgulloso de todo lo que me ha tocado vivir en la etnia de los Negros Mascogos, porque es hablar de una lucha constante, pero de perseverancia, sembrando algo en esta tierra. A fin de cuentas, es hacerle honor al significado de mi nombre: Jordi, “el que labra la tierra”. Sin querer, eso he hecho con estos niños y jóvenes: labrar esa tierra donde sembré la semilla de los cantos mascogos, que al paso del tiempo vi fructificar.
Hoy por hoy, he visto cómo los cantos efectivamente no se van a perder, al contrario de lo que muchos temían. He mirado cómo todo se puede lograr. En junio de 2021 y gracias a personas como Dina Rodríguez, Jerry Fay, Corina Torralba e Isabel Torralba, también se pudo abrir por primera vez a la comunidad la Casa de la Cultura Black Seminoles. Misma que se abrió tomando en cuenta a la primera autoridad de la comunidad: el Comisariado Ismael Bosques Vázquez. En esa Casa de la Cultura actualmente trabajamos Karen Torralba, Nayely Palao, Arely Vázquez y yo con un sector muy importante: los jóvenes de la comunidad. Con ellos impartimos talleres y actividades recreativas como campamentos. La antropóloga Karla Rivera Téllez también ha trabajado con los niños, impartiendo talleres artísticos. Mientras que las Afrocaracolas se han encargado de cultivar a las mujeres a través de Saberes Itinerantes, con talleres especiales sobre temas de gran interés, que buscan empoderar a las mujeres de la etnia de los Mascogos.
Con esto culmino, no sin antes decirle a la comunidad: ¡Muchas gracias! por haber aceptado mi proyecto y contribuir a su realización también por dejarme seguir trabajando en esto, que es tan especial para mí. Ellos me hicieron el honor de llevar a cabo el proyecto cultural Cantando la historia.
Maestro de cantos tradicionales Jordi Jesús Flores Barrera.
Recepción de reconocimiento en la Casa de la Cultura de El Nacimiento.
Foto: Corina Torralba (2022)
Promotor cultural en la Etnia de los Negros. Trabaja el tema de Cantos tradicionales Mascogos desde 2017. Actualmente, es subdirector de la Casa de la Cultura Black Seminoles, El Nacimiento, Coahuila.